CON EL PUENTE CERRADO
El impacto positivo en el comercio sanducero por el cierre del puente con Colón dejó en evidencia la fuga de dinero que se daba hacia Argentina. ¿Qué pasará cuando reabran las fronteras?
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Queda claro que en este lado del río Uruguay nadie compraba esa noble bebida que acompaña aperitivos, previas y fiestas: en los últimos meses el fernet Branca se expandió cerca del 1.000% en la venta de un distribuidor sanducero, en coincidencia con la emergencia sanitaria nacional y la clausura del paso de frontera.
Es solo un ejemplo del impacto comercial del COVID-19 en Paysandú. La pandemia del coronavirus ha provocado un marco tan particular en todos los ámbitos de la vida, que hasta brindó la oportunidad de medir la verdadera incidencia de la brecha de precios entre Uruguay y Argentina. Con el cierre del puente General Artigas que une Paysandú con la entrerriana Colón, el Centro Comercial e Industrial sanducero pudo tomarle el pulso a esa realidad.
Sin la oportunidad de cruzar a la otra orilla para comprar por la mitad de precio, los sanduceros están haciendo circular su dinero en la ciudad y rubros como alimentación, limpieza, farmacia y vestimenta han visto aumentar sus ventas de forma notoria. Lo mismo sucede con las peluquerías y las ópticas. El centro comercial habla de una expansión de entre el 25% y el 37,5%, según la actividad. Y bajando a artículos en particular, un distribuidor vio crecer en un 500% la comercialización del jugo Rindedos, y un supermercado el 200% en productos de limpieza. No tanto como el fernet, claro.
“Es un problema grande”, dice Juan Martín Della Corte, directivo del centro comercial y encargado del seguimiento de las políticas de frontera, respecto a la masiva e histórica presencia de sanduceros en Colón ante la diferencia del cambio. “Es el tema más recurrente en actas del Centro Comercial de todos los tiempos desde que hay puente (inaugurado en diciembre de 1975)”, enfatiza.
“Buscamos concientizar. Por un lado, con una política de frontera queremos generar buena información al gobierno, y decirle: ‘mirá que con un buen control (del contrabando) y los incentivos justos del lado uruguayo se va a lograr una buena recaudación’. Lo que pasa que se nos está fugando el consumo, pero si el consumo queda acá vamos a generar mucho más empleo”, continúa Della Corte, quien maneja una distribuidora. Ahora, con la pandemia, todo es distinto. “Un masajista te dice que no da abasto; una peluquería te comenta lo mismo, que no tiene hora. La venta de vidrios polarizados se duplicó y se quedan rápido sin stock. Está claro que todo eso se iba a Colón”, dice el empresario.
Della Corte señala que “nunca hubo desabastecimiento” y que, pasadas las primeras semanas de incertidumbre por la pandemia, empezaron a notar los saltos importantes en ventas que estaban teniendo algunos productos en la ciudad. Lo dicho: el fernet Branca subió un 1.000%, según un distribuidor; antes solía colocar solo “una cajita” de esa bebida alcohólica que en Paysandú cuesta entre 500 y 600 pesos la botella de 750 mililitros, y en Argentina cuesta alrededor de 300 la de un litro. A otro distribuidor se le disparó la comercialización del desodorante Dove un 2.000%. Artículos que el sanducero cruzaba a buscar a Colón o acudía al free shop de puertas abiertas -hoy cerrado- ubicado junto al puente, del lado uruguayo.
Los números de las tiendas de ropa
Si bien el movimiento fuerte en los comercios, sobre todo en el centro de Paysandú, se palpa en la primera quincena del mes, las tiendas de ropa también pueden hablar de un aumento en las ventas en esta época de pandemia del coronavirus y de cierre del puente.
Teresita Dalla Valle, dueña del local Teresita ubicado en la esquina de 18 de Julio y Zorrilla de San Martín —frente a la plaza Constitución—, indica que su negocio se expandió en un 40% desde la reapertura el pasado 6 de abril, comparado a los mismos meses de 2019. “Fueron buenos meses de venta de ropa invernal”, asegura Dalla Valle. “Lo que más se ha vendido son prendas de algodón, de frisa, camperas de abrigo, y quedaron de lado la ropa de fiesta y uniformes”, indica.
La comerciante se encuentra en el rubro desde 1995 y señala que para la reapertura de la frontera se preparan “con buena atención y mercadería atractiva”. Ella tiene experiencia en el asunto de lidiar con la diferencia de precios respecto a Argentina: “Ponemos el mejor esfuerzo cómo desde hace muchos años; este es un problema que nos ocupa hace tiempo”.
Tránsito por el puente.
Hasta mediados de marzo circulaban por tránsito vecinal en el puente unos 1.200 autos por día en promedio. Como consecuencia del cierre, y con una ciudad parada en el inicio de la emergencia sanitaria nacional, sumado a las personas en seguro de paro, se dio de todos modos un aumento significativo en las ventas. Como le sucedió al Supermercado Independencia, ubicado en la populosa zona sur de Paysandú.
Este negocio lo llevan adelante Leidy Rodríguez y su esposo Marcelo Cámera desde hace casi seis años. Con una clientela fiel y atenta, han percibido cómo crecieron o empezaron a comercializar productos que antes veían acumular mucho polvo en las estanterías. En especial los de limpieza y bebidas alcohólicas.
Pero primero sintieron aquella paranoia del público en el inicio de la pandemia, de las aglomeraciones en los supermercados. Al punto que en marzo “se vendió más que en diciembre”, la época de zafra por excelencia. Con 57 empleados, “el cierre del puente nos ayudó a mandar a las personas justas al seguro de paro”, relata Rodríguez. Entre ellas a las embarazadas y a la encargada de rotisería, “porque la gente dejó de pasar a buscar comida para ir al trabajo”.
Quedaron con un personal de 50 personas y ahora ya están todos otra vez (menos las que se encuentran en licencia por maternidad). “Cuidamos a nuestros empleados como si fuera nuestra familia”, afirman.
Rodríguez asevera que en este período las ventas en el supermercado se incrementaron en un 40% comparado al año pasado. El corte del puente ayudó a la estabilidad y a mantener el sueldo de los trabajadores, prosigue. “Como comerciantes estamos contentísimos, trabajando mucho más y con estabilidad”, dice Rodríguez. Y su discurso suena raro porque muestra una consecuencia positiva de la pandemia.
Si bien la canasta básica tuvo un aumento en la comercialización, los artículos de limpieza son los que más se vendieron con una suba de 200%. Shampoo, crema de enjuague, jabón en polvo, desodorantes, crema de afeitar, máquina de afeitar. “Eso lo compraban pasando el puente. Acá los teníamos de adorno”, subraya Rodríguez.
En cuanto a las bebidas alcohólicas, el fernet se “desbordó” y tuvieron subas significativas en la colocación de whisky: “Se re notó con el puente y free shop cerrados. Además, entre los 509 proveedores que tenemos, no hubo suba de precios y fueron más a la oferta; no nos pusimos ladrones”. En ese sentido, la comerciante se siente “orgullosa” por no haber aumentado nunca los precios sabiendo que el público no podía pasar a la otra orilla: “El litro de alcohol siempre estuvo a 179 pesos”.
Eso sí, el día que se abra el puente, “por más que tengamos un montón de tácticas, será imposible” contener la fuga, dice. “La gente se va a ir igual. Acá sale 279 pesos el jabón en polvo, y en Colón está a 79, el mismo kilaje y la misma marca. No tenés control. Cuando se abra no sé en qué quedaremos. No vamos a poder competir con el caudal de diferencia que hay en el país vecino. Lo más grave para nosotros será despedir personas”, añade Rodríguez, resignada.
Justo este sábado se supo que Argentina abrirá las fronteras para el ingreso de turistas de los países limítrofes desde el 2 de noviembre pero solo por vía aérea y marítima desde Buenos Aires.
Medicamentos baratos.
Con los precios a la mitad -según el centro comercial, la diferencia cambiaria está entre el 50% y 55% y en aumento-, resultaba típico observar las farmacias de Colón rebosantes de clientes sanduceros. No solo para adquirir productos de higiene personal, sino también para conseguir medicamentos.
“Es mucho más barato en Argentina. La gente que labura acá ahora gasta acá, así que ha habido un incremento en las ventas de los productos”, dice Julio Dorotte, sentado junto a su hija Julia, quienes forman parte de la única cadena de farmacias sanducera. “Hasta los medicamentos se compraban allá”, subraya.
Con 78 años en el comercio de la ciudad y con la tercera generación ya involucrada en el negocio, la farmacia Dorotte ha tenido incrementos en la comercialización de entre el 30% y el 80%, según el artículo.
“El mayor aumento se dio en la parte de perfumería”, especifica Julia Dorotte. También en shampoo, acondicionadores, tintas, cremas, desodorantes y jabones de tocador. “El aumento en algunos casos llegó al 80% en comparación al año pasado. Estos datos se los pasamos al Centro Comercial, con un informe que abarcaba marzo, abril y mayo. Luego la suba se mantuvo”, detalla.
Cierto público, sintiéndose obligado a comprar en la farmacia local, no se ha callado en la queja por los precios. “En el mostrador la gente te dice: 'en Colón lo compraba a mitad de precio'. Te lo refriegan en la cara, no tienen filtro”, añade Julia entre risas.
Julio, su padre, para quien Argentina estará “fundida para siempre”, asegura que para cuando se reabra el puente se debería “desestimular” el paso hacia el otro lado del río Uruguay. Como puede ser el “corrimiento de frontera” o generar incentivos como se hace con el combustible, que en el litoral cuesta un 24% menos ya que se quita el Impuesto Específico Interno (Imesi). “El peso argentino está cada vez más barato y así va a seguir”, reflexiona Julio Dorotte. “Es un combo: cruzás a Colón, cambiás de lugar, es un paseo distinto, con un movimiento diferente con comercios abiertos hasta más tarde. Se viaja después de trabajar y aprovechás a echar nafta, comer y comprar cosas”. Todo cierra, es muy seductor para los sanduceros.
Así, el Centro Comercial de Paysandú se encuentra abocado a una campaña mediática para que la gente compre en los comercios de la ciudad, adelantándose a lo que seguramente suceda cuando vuelva a abrirse el puente: la disparada del público hacia Argentina.
“Comprá en Paysandú. Comprá en tu ciudad. Cuando apoyás el comercio local, el dinero vuelve a vos” es el lema de la campaña. Dorotte se atreve a hacerle una corrección. “Mi frase es: usted trabaja en Paysandú y compra en Colón, pero va a llegar un momento que no podrá ir a Colón porque acá se va a quedar sin trabajo”, asegura.
Contrabando, un enemigo.
Un buen tomador del pulso comercial de cualquier ciudad o zona es el distribuidor. Conoce cada recoveco del negocio, trata con muchas personas, sabe qué quiere y qué siente el comerciante. Reconoce cada síntoma del mercado, cada sensación del dinero que circula.
Martín Aramburú lleva toda una vida en ese oficio, desde adolescente, algo que heredó de su padre. Trabaja con tres depósitos, siete vehículos y 20 empleados, a los que mantuvo durante los meses pasados e, incluso, pensó en sumar alguno más. Pero no lo hizo por precaución. En su caso el negocio tuvo un 40% de crecimiento, en especial entre abril y julio, comparado con el mismo período del año pasado. Como distribuidor de alimentos y productos de limpieza, constató de primera mano la fuga de dinero que había previo a la emergencia sanitaria nacional. “Al cortarse el puente la gente empezó a consumir y comprar en Paysandú”, dice, tajante.
Aramburú apunta especialmente al contrabando, más allá de la avidez del ciudadano por comprar más barato en Colón: “Siempre se tuvo una apreciación imaginaria de cuánto era el daño que hacía el contrabando, pero nunca tan real como la de ahora. La pandemia deja al descubierto esa situación que uno la vivía pero estaba acostumbrado a convivir con ella. Hoy sí la tenemos porque la plata queda en Paysandú, y la que gira también”.
El distribuidor insiste en que esto sirve para “demostrar al gobierno el daño” que infiere el contrabando en el mercado local.
“Los puentes se van a abrir en algún momento. Se precisa hacer un buen contralor, con Aduana, Prefectura y Caminera trabajando juntos para frenar ese contrabando”, continúa Aramburú. A su vez y con la nueva realidad, sugiere aprovechar la ocasión para “brindarle herramientas” al contrabandista “para que trabaje de forma legal”.
Aramburú no duda en decir que, si tuvo un crecimiento en la venta del jugo Rindedos en 500%, es fiel reflejo de la incidencia del contrabando. “Eso no es pandemia”, remarca. Lo que sí adjudica al coronavirus, es la colocación del alcohol, tan demandado en esta época. “Aumentó más de 1.000%”, dice. “De 200.000 a 250.000 pesos mensuales que vendíamos, en abril y mayo subió a 2.500.000 pesos cada mes”.
“Ahora cómo seguimos de acá para adelante, es complejo”, reflexiona sentado en el despacho del depósito ubicado en calle José Pedro Varela, a cuadra y media de la plaza del mismo nombre.
“En el combustible está demostrado que funciona el incentivo. Este puede ser uno de los pasos para ciertos productos. Será mucho más positivo para el Estado aunque le saque impuestos, tanto por volumen de ventas como recaudación impositiva. Y será bueno para el empleo”, sostiene.
Pero también está preocupado por el impacto de los comercios de grandes superficies. Se refiere a los cinco supermercados de una cadena nacional, que se “saltean” a todos los distribuidores locales, y dominan el 50% del consumo de la ciudad, según el Centro Comercial e Industrial.
Lo que se sabía “pero no podíamos demostrar”, la pandemia del COVID-19 lo dejó al descubierto, dicen todos en el litoral. También dejó en evidencia el alto costo de vida. En Paysandú este desafío resulta mayor. El comercio, expectante. Abierto sí, pero en guardia.
El impacto en Salto y el factor contrabando
Más al norte de Paysandú, el departamento de Salto vive una situación similar. Pero tiene sus particularidades. El puente, la represa, que une esa ciudad con Concordia se encuentra más lejos del centro urbano, aunque el contrabando ha sido siempre mayor en comparación al de Paysandú.
Por eso, el presidente del Centro Comercial salteño, Atilio Minervine, dice que con el puente cerrado seguía “entrando mercadería” por otros medios, en alusión al contrabando. De cualquier modo, también ha habido un impacto positivo en el comercio local, reflejado en el incremento de las ventas. “Esta realidad ha salvado a algunas empresas, sin dudas, las que después de 2015 venían en franca caída en ventas y rentabilidad”, dice el empresario.
Para el futuro próximo, “se debe trabajar en política de frontera y buscar una solución”, agrega Minvervine: “Hay proyectos presentados en el Ejecutivo, del estilo del combustible, que trajo beneficios”.