Marcelo no se define como jugador porque muy pocas veces apuesta, pero sí sabe cómo funcionan las plataformas web de apuestas clandestinas deportivas en Uruguay. Dice que no es jugador porque no tiene el capital que se maneja para apostar, y que solo lo ha hecho con poco dinero y entre amigos “para divertirse un rato y probar suerte”.
Hay empresarios que apuestan no con la visión de un juego, sino con los cálculos de un negocio, de una inversión mejor dicho. Lo manejan como una compra de acciones. Y si bien hay muchos parámetros a tener en cuenta, como el estudio estadístico de resultados y rendimientos deportivos, acá siempre está el azar. Porque estamos en el terreno de las apuestas, y al fin de cuentas son muchos los factores que inciden, pero el más importante es el margen de ganancia que manejan las casas de apuestas. “Es un negocio, está todo calculado, es obvio que ellos nunca van a perder”, dice Marcelo para explicar la norma básica que los jugadores toman en cuenta.
¿A qué se le puede apostar? A quién será el ganador de un partido, al equipo que tendrá una tarjeta roja o amarilla, o qué jugador convertirá el primer gol. También la diferencia de goles y la posibilidad de un empate, entre otras categorías, pensando esto con las apuestas en el fútbol, que son las que más funcionan en Uruguay.
Algunas veces Marcelo tuvo suerte, y poniendo de a 100 dólares con un grupo de compañeros de trabajo llegó a ganar 3.000 dólares. Esto fue por una apuesta a un resultado de un partido de la Liga de Campeones. Lo difícil fue poder cobrar ese dinero; lo terminaron haciendo por una red de cobranza, pero al principio tuvieron resistencias.
El control que realiza el Banco Central del Uruguay (BCU) a todos los operadores financieros no permite que ingresen estos cobros a cuentas o redes de cobranzas nacionales, pero los jugadores y las empresas de apuesta buscan la forma de sortear esta barrera. Que es la más importante porque, al fin y al cabo, ¿de qué sirve jugar y hasta ganar si no hay seguridad de cobrar?
Apostar por chivear.
Desde Uruguay se puede jugar en las principales casas de apuestas deportivas mundiales, aunque la actividad está prohibida por ley. Solo a un clic de distancia se ingresa a páginas web que en otros países son legales, y ahí se puede jugar en todo tipo de deportes y ligas. El fútbol destaca pero hay básquetbol, tenis, cricket y bádminton, entre decenas de disciplinas.
Casi todas tienen una misma dinámica, hay que comprar un bono de comienzo mínimo que va en el entorno a los 3.000 pesos; algunas manejan el dólar como moneda. Además la plataforma da un regalo para comenzar a jugar, que funciona como un “enganche” ya que el jugador termina apostando más dinero de que pensaba.
La Dirección Nacional de Loterías y Quinielas lleva bloqueadas más de 1.500 páginas, según dice a El País el director Ricardo Berois. Y aclara que el trabajo es continuo: hay un equipo enfocado en eso y además se reciben denuncias anónimas, que ayudan a una detección temprana. Pero, de todas maneras, Berois reconoce que hay muchas páginas de apuestas clandestinas a las que entran los usuarios.
Es que hay países donde son muchas las empresas que pueden operar. Para el director de Loterías y Quinielas, Uruguay tiene una ventaja y es que solo debe controlar el accionar de una plataforma de juego deportivo. ¿Cuál? Supermatch, que nació gracias a una ley del gobierno de Jorge Batlle y opera desde 2002.
Más del 90% de las apuestas que se realizan a Supermatch son por medios electrónicos. Hay un pequeño margen que aún recurre a las agencias de barrio para apostar de forma presencial.
Berois vuelve al control. “Hay una pelea constante, el Estado tiene la fiscalización. Hoy existe la posibilidad del bloqueo de los juegos que no están autorizados y que para nosotros son ilegales”, dice el director. Para que este proceso se concrete existe un trabajo burocrático, que lleva en promedio un mes. La Unidad Reguladora de Servicios de Comunicaciones (Ursec) es la que hace los bloqueos.
Loterías y Quinielas tiene que controlar también lo que pasa con la publicidad de estas plataformas ilegales, tanto en medios de comunicación, web, redes sociales y también de forma física en eventos. Por una publicidad que la Conmebol realizó en estadios uruguayos el Estado le hizo un juicio, que terminó ganando. Se promocionaba una casa de apuestas deportivas que es legal en muchos países. El asunto fue a la Justicia, incluso la Conmebol apeló la inconstitucionalidad de la norma. Y la Suprema Corte se pronunció en forma unánime a favor de la Dirección de Loterías. “A la Conmebol no le quedó otro remedio que pagar”, dice Berois.
También notificaron a canal 10, ya que al emitir el programa argentino Gran Hermano aparecía dentro del contenido un PNT (publicidad no tradicional) sobre una casa de apuestas. El canal reaccionó rápidamente cortando esa parte del vivo.
Ahora Loterías y Quinielas notificó a dos equipos argentinos que tienen como sponsors en su camisetas casinos online. Aunque en estos casos no podrán hacer nada ni tampoco esperan que los cuadros lo hagan: “fue una formalidad, para que estén al tanto de la normativa uruguaya”, dice Berois.
Proyecto de ley sobre juego online no tiene avances
El proyecto de ley sobre los juegos de “casinos online” tiene media sanción del Senado, y está ahora en la comisión de Hacienda de Diputados. Para que sea votado tendría que contar con el apoyo de la coalición, elemento que aún no ha sido acordado.
El diputado del Partido Nacional Gonzalo Mujica dijo a El País “que este es un tema que divide mucho dentro de todos los partidos”, y señaló que hay colegas que están en contra de todo tipo de regulación, ya que entienden que el luego no debe de existir.
La iniciativa parlamentaria busca regular y habilitar la explotación de las apuestas por parte del Estado a través de internet, además de otorgar licencias para la operativa por parte de privados. Ha sido modificada y ampliamente discutida durante los últimos años, su aprobación sigue sin concretarse y, en opinión de Mujica, “no hay un escenario ahora en el que parezca que se pueda votar”.
“Mi visión personal es que hay que regular, porque todo está en internet ahora, y si no regulas pasa igual”.
Con todas las de la ley.
Con el color rojo como identidad y reconocida por su publicidad, opera Supermatch, la única plataforma legal y regulada por las autoridades. El target promedio de los jugadores son hombres de entre 20 y 35 años y el juego con más apuestas es el fútbol, según relata el contador Fabián García, gerente de apuestas deportivas.
García admite que sí saben de los juegos clandestinos, pero confía en el control que se hace desde el Estado. “En nuestro país hay una triple barrera: hay sitios bloqueados por la Ursec, transacciones bloqueadas por el Banco Central y publicidad bloqueada por los distintos medios”.
En Supermatch hay un equipo que se encarga de analizar cuáles son los torneos que más piden y juegan los usuarios. Además, hay un control de la identidad de la persona con su cédula de identidad. Esto se hace mediante un servicio en línea directo con la Dirección Nacional de Identificación Civil. “Se verifica que las cédulas de identidad registradas en nuestro sistema web son auténticas y pertenecen a personas mayores de edad”, explica García.
Los jugadores más expertos le ven limitaciones a la plataforma uruguaya, y opinan que estas hacen que se vaya a apostar a las plataformas clandestinas, que tienen un atractivo mayor en cuento a su poder de entretenimiento y al dinero que se mueve. Además, estas páginas no parecen controlar la edad de las personas. La limitante para ingresar es solo la clásica pregunta “¿eres mayor de edad?”, con dos opciones de respuesta: sí o no.
Ahí ingresa otro elemento, los adolescentes que comienzan a temprana edad a jugar. Este fenómeno no es local, ya se estudia en otras partes del mundo.
Oscar Coll, médico psiquiatra experto en ludopatía, explica que hay un riesgo mayor de una ludopatía en la adultez cuando se empieza muy temprano a jugar. “Es uno de los peores escenarios que tenemos para trabajar”, dice Coll, quien explica que en las generaciones más jóvenes también hay problemas graves por el uso de los videojuegos, “la Organización Mundial de la Salud (OMS) ya lo cataloga como una enfermedad”.
En la actualización de 2022 la OMS enmarca a la adicción a los videojuegos en la categoría de “trastornos debidos al consumo de sustancias o a comportamientos adictivos”. Se colocó a la par del “trastorno por juego de apuestas”, o ludopatía.
La adicción a los videojuegos produce los mismos efectos que la ludopatía: daños en la vida social, problemas para dormir, descuido de la higiene personal y también desórdenes alimenticios.
Perfil del ludópata.
Antes de que el Uruguay fuera una república ya existían los juegos de apuesta de todo tipo. Cuando el territorio de la Banda Oriental fue tomado por el imperio portugués se hizo la primera lotería, en 1818. Y unas décadas después en 1856 comenzó a funcionar institucionalmente la Dirección Nacional de Loterías y Quinielas que hasta hoy opera.
Las distintas olas de inmigrantes trajeron a los juegos de azar como parte de las tradiciones. Con los años se han ido modificando, y los especialistas señalan que el hecho de que los juegos comiencen a migrar a lo digital es un problema. Porque la persona puede estar toda la noche en su cuarto encerrada y nadie se entera.
El psiquiatra Coll, que lleva décadas investigando sobre el tema, cuenta que la ludopatía, o sea la enfermedad por adicción al juego, está en el entorno del 1,2 y 1,3 por ciento de la población. Lo que serían unas 60.000 personas a nivel nacional. Estas personas terminan perjudicando a su entorno, y se estima que entre cuatro y cinco son los afectados por el comportamiento.
El ludópata llega a robar para poder seguir jugando, se lo hace a su propia familia, pero también a ajenos. Para Coll esto es un problema grande, porque la justicia los condena por hurto o rapiña, y no reciben el tratamiento adecuado para su adicción.
La psicóloga Gracy Gómez, coordinadora del Programa de Prevención y Tratamiento del Juego Patológico que tiene la Facultad de Medicina en convenio con el Estado, explica que la mente de un ludópata está preocupada por las apuestas, en obtener fórmulas para ganar y en conseguir dinero para apostar.
Gómez trabaja con terapia grupal, porque es la que está comprobada mundialmente que funciona para este tipo de adicciones. Cuenta que en más de una oportunidad ha visto a personas que asisten a la terapia apostando ahí mismo con su celular. “Pero tampoco los podés señalar, porque lo perdés, ese paciente no viene más”, indica la experta.
Gómez dice que es una adicción, lo cual implica un comportamiento obsesivo en el sentido de que la persona no puede parar de pensar en jugar compulsivamente, no puede controlar su comportamiento. Es común que se dé en personas con rasgos de personalidad narcisistas. El jugador se cree que puede controlar todo, que tiene una suerte especial, que en el próximo juego todo se va a solucionar.
Pero eso, ya sabemos, la mayoría de las veces no sucede.
Sí bien todos podemos jugar alguna vez, las personas que llegan a desarrollar una ludopatía o un juego problemático muchas veces ven en las apuestas una “salvación” para sus problemas. Los especialistas explican que es común que en un momento de duelo o en otra situación complicada la persona quede atrapada. “Empieza a operar un pensamiento mágico. Juegan para recuperar lo que ya perdieron, piensan que les va a llegar ese momento de suerte”, dice el psiquiatra Coll. “Pero la verdad es que nadie se hace rico en estos ambientes”, opina el médico, y los hechos le dan la razón.
Otro elemento que suele pasar es que muchos alguna vez sí lograron un premio grande y lo perdieron todo buscando ganar más, con el pensamiento de “estar en una buena racha”. Creen que esa oportunidad única se va a volver a repetir, porque “ya pasó una vez, así que puede volver a pasar”.
Y siguen apostando.
Para los especialistas el control del Estado es clave para generar espacios de juego seguro, y también para poder trabajar en la rehabilitación de las personas. “Esto es lo mismo que la adicción a una sustancia, quizás es peor porque cuando la persona nota el problema o lo hace algún familiar, ya se llegó al extremo. Se perdió todo un patrimonio y se generaron deudas enormes”, sentencia Gómez.
Pero, claro, no todos los que juegan en forma online son ludópatas. Hay muchos que pueden controlarlo y para ellos es simplemente una diversión donde se gana algo de dinero. El problema son esos que no lo pueden controlar. Y hoy todo está al alcance de un clic.