El año récord del dengue: avanza en Uruguay, llega a los CTI y esperan más casos antes del frío

Se dispararon los contagios. Las cifras son muy superiores al brote anterior, de 2016. Uruguay no es ajeno a lo que pasa en Brasil y Argentina, donde explotó la enfermedad a niveles récord de contagios y fallecidos.

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Hombre fumigando.
Hombre fumigando.
Foto: Archivo El País.

Actualmente en Uruguay se producen uno o dos ingresos de pacientes con dengue a CTI por semana. A pesar de que parece una cifra baja, los expertos en medicina intensiva están sorprendidos porque se trata de la primera vez que el dengue es una condición que se repite en las unidades de CTI: los pacientes que llegan con cuadros graves de esta enfermedad dejaron de ser algo esporádico para los médicos.

Julio Pontet, expresidente de la Sociedad Uruguaya de Medicina Intensiva (SUMI), trabaja en diferentes unidades de CTI hace 20 años y asegura que hoy, tratando pacientes con dengue, tiene “la sensación de novedad con algo que en realidad no lo es”. Es que el dengue como tal no es una enfermedad nueva, pero a pesar de eso es inevitable la comparación con lo que pasaba hasta hace poco con el covid-19 en las unidades. “En la pandemia del covid todo era nuevo. Aprendíamos en tiempo real sobre la enfermedad. Ahora también aprendemos porque nunca habíamos tenido tantos pacientes graves, pero sobre una enfermedad que es muy conocida en el mundo y todo está protocolizado porque hay países que tienen mucha experiencia previa”, cuenta Pontet y señala que en este momento la cantidad de pacientes en CTI por dengue es inferior a 20, pero igualmente se trata de la mayor cantidad registrada en años.

En Argentina y Brasil la situación parece estar fuera de control, algo que a nivel local todavía nadie se atreve a decir. Los países vecinos no solo han roto todos los récords en cuanto a cantidad de pacientes infectados con dengue (y fallecidos), sino que además se asume que existe un subregistro importante, que podría llegar a duplicar las cifras que sí se reportan.

Uruguay también está rompiendo sus propios récords, aunque no al mismo nivel ni en las mismas dimensiones que los vecinos.

Más allá de la situación que atraviesa cada país, la pregunta del millón hoy es por qué sucede todo esto ahora. ¿Qué provocó el incremento regional de dengue durante los últimos meses?

Buena parte de los expertos consultados para este informe se refieren a un mismo concepto para responder la consulta: el clima. El fenómeno de La Niña durante el año pasado provocó que durante el invierno de 2023 no se registraran temperaturas demasiado bajas sumado al hecho de que este fue un verano lluvioso por El Niño, por lo tanto la humedad y las altas temperaturas crearon un entorno favorable para la reproducción de los mosquitos Aedes aegypti, que son los responsables de transmitir el dengue, zika y chikungunya.

En ese contexto es que hoy Uruguay busca dar batalla al mosquito y no llegar a una situación tan desmedida como la que tienen Brasil, Argentina y también Paraguay. Pero estamos rodeados y parece haber algunas trabas para lograrlo.

La primera son los más de 200.000 uruguayos que salieron del país durante Semana Santa y se dirigieron en su mayoría hacia los países vecinos, en donde existe una alta circulación de la enfermedad. Para esto, el Ministerio de Salud Pública (MSP) lanzó una campaña titulada “Evitemos criar el mosquito que nos puede enfermar”. Allí se enfatiza en usar repelente, sobre todo 10 días después de venir del exterior, y consultar a un médico “sin demoras” si se presenta fiebre, dolor de cabeza y detrás de los ojos, dolores musculares y/o articulares y erupción en la piel. Consultada al respecto, la ministra de Salud Pública, Karina Rando, dice a El País que el MSP espera “recibir un número importante de casos importados” durante estos días.

Karina Randon
Karina Rando, Ministra de Salud Pública.
Foto: Archivo El País.

La segunda dificultad para enfrentar el dengue hoy es la experiencia del covid-19. Según el virólogo Juan Cristina, Uruguay podrá “zafar” de tener una epidemia de dengue como ocurre en Brasil o Argentina “si hace todos los deberes como corresponde”, pero el hecho de que hace pocos años hubo una pandemia mundial “hace que todo se relativice” y la situación “no parezca tan grave”, más allá de que “pasar por una fiebre de dengue no es ningún chiste”, señala. Con la guardia baja porque todo se compara a la pandemia, sumado a que se trata de una enfermedad ya conocida -a diferencia de lo que pasaba con el virus del SARS-CoV-2-, es que hoy el dengue vuelve a azotar el país y presenta la mayor cifra de casos autóctonos confirmados en la historia: el viernes iban 335, de los cuales 183 eran autóctonos y 152 importados. Van tres fallecidos.

Sin embargo, la época del año en la que se produce el aumento de casos -en poco tiempo llega el frío- y el correcto seguimiento de estos podrían ser escudos para no tener la misma suerte que nuestros vecinos.

Lo que es y lo que no.

El viernes se conocieron 12 casos nuevos confirmados desde el reporte anterior del Departamento de Vigilancia en Salud del MSP, que desde hace más de un mes decidió informar los casos diariamente, tal como ocurría con el covid-19.

En su registro, el Sinae también incluye casos de “dengue probable”, es decir personas que todavía no han tenido la confirmación del diagnóstico, pero presentan síntomas similares al dengue. En el reporte del viernes en total había 55 casos de “dengue probable” y 34 de estos entran en la categoría de “antecedente de viaje”, una cifra que ha aumentado durante los últimos días como efecto colateral de la Semana Santa.

Las cifras actuales son las más altas registradas en el país, al menos en este siglo. El antecedente más reciente ocurrió en 2016, cuando volvió la enfermedad tras 100 años, con 19 casos autóctonos y 42 importados. Además, hubo cuatro casos autóctonos en 2020 y dos en 2023. Hasta el momento, Salto es el departamento que presenta la mayor cantidad de casos de dengue, con un total de 120 (ver aparte en la página A4). El departamento además registra dos de los tres fallecidos: uno es un caso confirmado de dengue y otro probable, que sigue desde hace días bajo “investigación epidemiológica”.

Tal como sucedió con el covid-19, la primera gran dificultad de las autoridades sanitarias es el testeo. La semana pasada el MSP habilitó que el Laboratorio de Virología Molecular de la Universidad de la República en Salto analice muestras de posibles contagios de dengue, algo que hasta el momento se centralizaba únicamente en Montevideo. El director del laboratorio, Rodney Colina, dijo a El País esta semana que se hacen allí entre “35 y 40 muestras por día” que se vinculan solamente al departamento de Salto y una cifra similar que viene de la suma de Artigas y Paysandú.

Más allá de quienes están en su casa afiebrados y quieren saber si lo que tienen es o no un caso de dengue, los médicos que trabajan en cuidados intensivos hoy tienen la misma duda con los pacientes que reciben porque “en muchos casos” la persona llega al CTI sin un diagnóstico confirmado y “recibe el tratamiento correspondiente a pesar de eso”, según explica Pontet. El intensivista subraya: “Estamos con un tema de delay en la confirmación porque no hay test rápidos para dengue, como sí ocurría con el covid, entonces muchas veces nos quedamos con el planteo de enfermedades compatibles al dengue. A veces se confirma el diagnóstico cuando el paciente ya está de alta y terminamos con una estadística que no es en tiempo real, lo cual hace muy difícil saber exactamente cuántos casos graves se producen por día”.

Todo esto sumado al hecho de que se calcula que el 75% de los casos de dengue son asintomáticos, por lo tanto “es posible que haya personas cursando la enfermedad sin el diagnóstico confirmado por un laboratorio”, según señala la ministra Rando a El País.

A pesar del incremento histórico de casos, Uruguay decidió no vacunar contra el dengue. Así lo determinó la Comisión Nacional Asesora en Vacunaciones (CNAV) en una reunión coordinada por el MSP hace un mes. La votación fue unánime y se acordó que Uruguay aún no presenta las condiciones como para vacunar a su población, a diferencia de Brasil y Argentina, en donde sí se empezó a inocular a las personas. Catalina Pírez, pediatra e infectóloga integrante de la CNAV, explica que “los criterios de la Organización Mundial de la Salud son claros cuando dicen que hay que vacunar en una situación de epidemia” y “esa no es la realidad uruguaya”.

Para Pírez “a pesar de que existen casos autóctonos y eso es un factor importante”, las condiciones climáticas “nos van a favorecer” por el inminente avance de las temperaturas frías durante las próximas semanas. En el mismo sentido, Cristina agrega que “la relación costo-beneficio no justifica una vacunación en este momento” y “esperar un poco nos dará tiempo para ver cuán efectivas son las vacunas, que todavía son relativamente nuevas”.

Espiral para mosquitos.
Espiral para mosquitos.
Foto: Estefanía Leal.

Uruguay todavía no transita una epidemia de dengue, según los expertos, pero tampoco hay una cifra específica de casos que determine cuándo comenzaría eso. Lo que es seguro es que “los países que decidieron vacunar tuvieron circulación de dengue durante todo el año”, según sostiene el virólogo Santiago Mirazo, algo que no ocurre en Uruguay, según informa Rando: “Lo tuvimos monitoreado y desde mayo hasta principios de noviembre hubo muchas semanas sin actividad, sin picar, y eso provocó que no hubiera transmisión durante todo ese tiempo”.

Hoy existen dos vacunas contra el dengue aprobadas a nivel mundial que ya se están utilizando en varios países, entre ellos Brasil y Argentina. La primera es la Dengvaxia, de la fábrica Sanofi-Pasteur, que está prevista para ser utilizada en niños de entre 9 y 16 años. La vacuna fue creada con la tecnología de ADN recombinante y tiene una eficacia del 80% contra “desenlaces de dengue sintomático, hospitalización y dengue grave”, según informó el laboratorio. Lo particular de esta vacuna es que solo está indicada para quienes ya han tenido dengue, para así evitar una segunda infección con otra cepa del virus, porque esa puede ser potencialmente grave.

Sin embargo, esa no es la vacuna que está más presente en la región, porque los países vecinos apostaron por la llamada Qdenga, que es la vacuna elaborada por el laboratorio japonés Takeda y es de virus atenuado, al igual que la vacuna de Sinovac (contra el covid-19). Se puede administrar tanto a quienes padecieron la enfermedad como a quienes no.

Diagnóstico difícil.

No hay niños internados con dengue en el Pereira Rossell

El infectólogo y director del Hospital Pereira Rossell, Álvaro Galiana, asegura que actualmente no hay niños internados en la institución con diagnóstico de dengue. “Hubo casos en el último mes en donde se planteó que era dengue y en algunos casos se confirmó, pero actualmente no hay ninguno”, cuenta Galiana. El experto sostiene que los niños “son difíciles de diagnosticar” porque “hay condiciones febriles que se pueden confundir con dengue”. Por su parte, la infectóloga y pediatra Catalina Pírez dice que los niños son especialmente vulnerables. “En Paraguay ahora hubo formas severas de dengue en niños, pero ellos tienen otras variantes y no hay que hacer correlaciones con otros países porque nada es lineal”, dice Pírez.

La región.

Brasil ha comprado en el último tiempo unas seis millones de dosis de vacunas del laboratorio japonés y se convirtió en el primer país del mundo en ofrecer una vacuna contra el dengue de manera pública. Consultado al respecto, el coordinador científico de la Sociedad Brasileña de Infectología, Alexander Naime, dice a El País que la vacunación allí “no se hizo con el objetivo de frenar la enfermedad” porque, en proporción a la cantidad de casos, seis millones “es una cantidad muy pequeña de vacunas”. Además, como la inmunización se da a partir de dos dosis, las seis millones de vacunas alcanzarían para tres millones de personas.

Aedes Aegypti en laboratorio.
El mosquito Aedes Aegypti en laboratorio.
Foto: AFP.

El fin de la vacunación en Brasil es evitar la enfermedad grave entre quienes ya padecieron la enfermedad porque “el segundo, el tercero o el cuarto episodio de dengue es potencialmente más severo”, según explica el médico brasileño.

“Para 2024 estamos esperando tener más de cuatro millones de casos, que son tres veces más que el peor año histórico. Todo esto teniendo en cuenta el subregistro inmenso que existe”, sostiene Naime y agrega: “Decimos que en este momento se produjo una tempestad perfecta, porque hay una conjunción de factores relacionados con el aumento de los casos”.

En Argentina, la situación es relativamente similar, con la gran diferencia de que la vacunación no es pública, sino que se puede pagar en algunas farmacias con un costo de 140.000 pesos argentinos, que equivale a unos 140 dólares. Según Oscar Atienza, experto argentino en salud pública y docente universitario en Córdoba, el Estado “no está haciendo mucho” para combatir al dengue. “Campaña de información, no hay una sola. Nada. Vos prendés la tele de la mañana hasta la noche y no hay campaña que te explique cómo combatir al mosquito o qué hacer”, cuenta a El País.

Durante los últimos años Argentina sostuvo un promedio de casos de dengue de no más de 10.000 anuales. En 2023 el total de casos pasó a ser 145.000 y este año “ya se han acumulado entre casos denunciados y casos que están en sospecha unos 220.000”, explica Atienza. A diferencia de lo que solía suceder en el pasado, no es solo el norte argentino la zona afectada por el dengue, sino que la provincia de Buenos Aires al igual que Entre Ríos y Córdoba acumulan cifras altas, algo que pone en riesgo a Uruguay, que comparte frontera y mucho turismo hacia esas localidades.

Y, en medio del histórico brote, hace días que hay una falta de stock de repelente en los comercios locales.

Acá la ministra Rando es categórica con respecto al futuro de Uruguay en la región: “No vamos a estar, por lo menos en un plazo corto de tiempo, en una situación similar a lo que es Brasil por un tema climático; aunque haya calentamiento global estamos lejos de parecernos a ellos, porque tenemos las estaciones marcadas, un invierno que hace que el mosquito no esté activo. Somos diferentes y vamos a seguir siendo diferentes por mucho tiempo”.

Con cifras récord, Uruguay decidió que todavía no es momento de vacunar contra el dengue y las autoridades parecen estar confiadas en que la situación no será tan grave una vez que llegue el invierno. El cambio de temperatura es esperado con ansias pero todo puede volver a complicarse en la primavera.

Dengue autóctono.

Desde Salto: la ciudad que huele a espiral y repelente

Caminar por las calles de la ciudad de Salto da pistas sutiles de que se está en la zona donde comenzaron este año los casos de dengue autóctono y donde se concentran una tercera parte de los casos de todo el país. Los carritos de bebés circulan tapados por mallas transparentes improvisadas, los espirales verdes cuelgan al aire libre en los locales de comida y también en los quioscos. A diferencia de lo que pasa en la vecina Argentina, se ve repelente a la venta: en farmacias, almacenes, supermercados y estaciones no hay por ahora faltante del producto.

Aplicación de repelente.
Aplicación de repelente, en el centro de la ciudad de Salto.
Foto: Fernando Ponzetto.

“Está bravo el tema. Hay muchos mosquitos ahora y en los últimos días”, cuenta Martín, un vecino. Y agrega un punto que comparten muchos: “Cuando a vos te pica no sabes qué mosquito fue, no lo vas a estar mirando tampoco. Y cuando te picó, no te digo que te ponés nervioso, pero sabes que te pasó”.

En las veredas se ven carteles viejos sobre el covid pero nada sobre las precauciones a tomar en el caso del dengue. “La gente acá le reclama mucho a la intendencia y a las autoridades de salud, que se fumiguen los basurales”, dice el vecino. Otros años se hicieron fumigaciones a gran escala en Salto, en puntos donde se detectó la presencia de larvas.

Otro elemento que destacan los vecinos es que, aunque baje la temperatura, los mosquitos siguen presentes. “Hay muchos en la zona cercana al río Uruguay, ves las nubes”, dice Martín. Nubes negras y bajas, de mosquitos que en su mayoría y a la vista rápida no parecen ser Aedes aegypti.

No solo los espirales se ven en las puertas y ventanas colgados, también hay velas de citronela en el centro de la ciudad, colocadas por los propios comerciantes en las entradas de sus negocios. Algunas más modernas, con aromas a lavanda o vainilla.

Un medico local opina que “la gente toma las medidas, vos ves que usan repelente, pero no diría que hay caos o miedo”.

El repelente es casi un perfume de los locales, que se siente al caminar entre un grupo de personas o ingresar a un espacio cerrado.

También se ven los potes grande de insecticida en aerosol que, parados junto al termo del mate, parecen ya parte del paisaje del lugar. Algunas son marcas conocidas para cualquier uruguayo, otras son de Brasil.

Algunos vecinos acusan a “los bagayeros” de ser parte del problema, o al menos los que supuestamente trajeron el dengue y permitieron lo primeros casos autóctonos. “El problema no es Argentina, el tema son los brasileros que vienen todos los días, son ellos”, dice un hombre. Que aclara que no es que haya algo en específico en contra de ellos, sino que la realidad le deja ver eso. Su visión, claro, es algo sesgada porque es imposible que solo los contrabandistas sean los culpables.

La emergencia del Hospital de Salto tiene una larga fila un miércoles a la tarde. Las personas aguardan ser atendidas y afuera hay una especie de sala de espera con techo. Claro que ahí van por todo tipo de consultas, y la mayoría no se debe necesariamente al dengue. Muchos dicen estar allí por estado gripales o cuadros respiratorios. Los síntomas del dengue, de todos modos, pueden confundirse con los de la gripe.

Un guardia de seguridad dice los apellidos de los pacientes que ya pueden ingresar al edificio del hospital. Y la fila se acorta.

Afuera llueve. Las condiciones del clima son ideales para que el Aedes aegypti se desarrolle: precipitaciones seguidas de altas temperaturas.

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