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El antes y el después de la peor inundación en Florida: a un mes, las historias de los que rehacen su vida

Unas mil familias abandonaron sus casas, para muchos era la primera vez que les pasaba. El dolor y la angustia son tan grandes como la humedad que sigue dañando las construcciones.

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Vecina de Florida
Vecina de Florida en su casa tras la inundación histórica.
Foto: Fernando Ponzetto.

El río entra a tu casa. Se lleva la ropa, los planos de propiedad de la vivienda y los títulos universitarios. También arrasa con la heladera, la cocina y el lavarropas. Arranca las puertas de los cuartos desde las bisagras. Descuelga de la pared el calefón, arranca el water, levanta todo lo que encuentre a su paso: mesada, roperos empotrados y repisas de aluminio atornilladas a la pared.

“El agua tiene una fuerza que es increíble, es imparable. Va trabajando de a poco y deja todo flotando”, dice Ignacio, vecino de Florida. En su casa el agua entró y se llevó hasta una vitrina de refrigeración de más de 150 kilos y tres metros de largo, y le arrancó los portones del garaje. Cuando la corriente bajó, encontró todo tirado. Las cosas pasearon como barcos por dentro de la vivienda.

Ya no hay puertas interiores en la casa de Ignacio, se fueron con el agua junto con la colección de vinilos y revistas de su padre, que reposan a un costado añorando una recuperación mágica que nunca va a llegar. La humedad y el agua siguen “trabajando”.

En marzo la ciudad de Florida sufrió una inundación histórica. El río Santa Lucía Chico se metió en la ciudad, llegó a zonas donde nunca había llegado. Destruyó la calidad de vida de miles de personas que perdieron todas sus pertenencias, las de toda una vida. Para muchos esta fue la primera vez; la desesperación la angustia y el dolor son más grandes y espesos que la humedad que sigue dañando las construcciones. Es que aquello fue “zona de guerra”.

Una de las imágenes que más asombro causó fue el agua pasando por arriba del puente de Piedra Alta, que da ingreso a la ciudad. No fueron unos centímetros, sino un metro de corriente que dejó bolsas de nylon enganchadas a los árboles que todavía siguen doblados por el agua que los arrastró.

La comunicación de todo el país por ruta 5 también se cortó; en total fueron 29 rutas sin paso y cientos de caminos rurales cortados. No había escapatoria y varios puntos quedaron aislados.

Solo en Florida fueron casi 5.000 las personas desplazadas de sus hogares, 995 evacuadas y 3.727 autoevacuadas. Aún un pequeño número sigue viviendo de forma improvisada en los pabellones del gimnasio municipal. Esto fue histórico, doloroso y fuera de todo tipo de pronóstico, dice el intendente Guillermo López. “Uno podía esperar que creciera más que en 2019, pero no un metro y 30 centímetros más”.

Ignacio se consuela, dice que al menos no es un problema de salud, que hay daños mayores. Será que su trabajo en la construcción lo hizo un hombre más duro. Y también que él pudo armar casa en otro lado y no vive en esta propiedad, que es de sus padres.

La primera vez que el agua llegó hasta su casa fue en 2019, pero fueron unos diez o quince centímetros. Ahora, un metro ochenta. Y lo peor es que solo se espera que pasen eventos similares y que el agua vuelva en algún momento a estos picos.

-¿Pensás en vender o alquilar?

-No, sería malvender. Esta misma casa en otra zona saldría 120.000 dólares, ahora nadie la va a comprar, no la vendo ni en 60.000 dólares. Tampoco la voy a poner en alquiler, ¿quién se va a meter a vivir acá? Después se inundan y hasta te hacen una denuncia.

Barajar y dar de nuevo. Vender la casa que compraron hace unos pocos meses es la idea de otros vecinos, que están empezando a pagar el préstamo hipotecario, pero se quieren ir. Ignacio está manejando la posibilidad de poner un negocio de comida con unos amigos. “Para poder hacer algo acá, porque usarla de vivienda no es una opción, y mi problema en la espalda ya no me deja seguir trabajando como antes en la construcción”.

La casa de Ignacio es de construcción sólida, ladrillo a la vista, techo de planchada, ventanas con persianas. Frente y fondo amplio. Pero el agua dejó hongos en las paredes y techo. Sobre los zócalos la pintura se levanta e ingresar a su casa es meterse dentro de una especie de sauna de humedad. Y eso que suele ir a ventilarla casi cada día.

Algunos vecinos tienen posibilidad de irse a vivir con familiares, a otros solo les toca volver a su casa. A un mes de la inundación los barrios más golpeados están llenos de carteles de “se vende” o “se alquila”. Hay camiones trabajando. Vecinos picando las paredes, secando con estufas a leña y deshumidificadores, sacando escombros y ramas.

Acá algunas historias de los que no creyeron que el agua iba a llegar tan lejos, que subieron a mesas las heladeras pero el río les tapó el techo de la casa. También de los que no fueron afectados directos y salieron a ayudar con camionetas, canoas y hasta se arremangaron para sacar niños de casas con agua que entraba por las ventanas. Y de los que de la desgracia se aprovecharon y robaron electrodomésticos de los desplazados.

Crecida:

El antes y después en el barrio La Calera, Florida

Una vecina del barrio La Calera no entiende por qué algunos demoraron tanto en salir, o no sacaron antes los electrodomésticos o los colchones. En esta zona se denunciaron robos. “Porque lamentablemente entraban con una linterna y con botes a robar”, cuenta Azahí, una vecina de más de 50 años en el barrio, que muchos locatarios lo consideran poco seguro. “Lo que hay son unos muchachos que se hacen mal para ellos mismos; se juntan acá en la esquina con un parlante, a tomar vino y fumar”.

La esquina de su casa fue un epicentro de ayuda, durante la inundación, según relata. Se instaló un tanque con agua de OSE, porque toda Florida estuvo sin agua potable. En su zaguán la intendencia y el Centro Comercial de Florida pusieron un puesto donde entregaban bonos de mil pesos para comprar comida. Se dieron kits de limpieza básico: hipoclorito de sodio, detergente, trapos de piso. Y también particulares llevaron ropa y alimentos.

En este barrio no es el río Santa Lucía Chico el que creó la inundación, sino más bien el arroyo Tomás González.

Un barrio fantasma.

La manera colaborativa de trabajar entre vecinos se ve aún a cuatro semanas del desastre. Las justificaciones para entender por qué pasó esto son varias, pero básicamente los vecinos dicen que el cambio climático y la concentración de lluvias en tan pocos días son razones fundamentales.

Razones para que barrios como San Cono comiencen a perder su forma. Ahora es un “barrio fantasma, nadie quiere vivir acá, los que alquilan salieron corriendo y los que tuvieron que volver están conviviendo con la humedad”, dice Nelly, una vecina. Cosas de la vida: parece que de la gracia o el beneficio que el santo tendría que dar no hay nada.

Vecina de Florida.
Vecina de Florida que pasa su quinta inundación.
Foto: Fernando Ponzetto.

“Acá me ves haciendo el trabajo de la intendencia, o ya no sé de quién, pero hay que hacerlo”, dice Nelly, mientras acomoda basura dentro de un contenedor. Ella está preparada para la tarea: guantes, pala, escoba, balde. Pero también lo está mentalmente, es su quinta inundación.

En 1997 junto a su esposo, hoy también jubilado, perdieron mucho de lo que tenían. “La casa estaba recién terminada, no estábamos acostumbrados a las crecientes, somos de Soriano. Después nos fuimos organizando”, explica.

Como todos los que viven en esas zonas donde alguna vez llegó el agua, lo hacen con lo imprescindible. Nadie va a invertir en buenos muebles o electrodomésticos. “Ya hemos invertido cuatro veces en la casa. Ahora dije ya está, es la última vez, mi vida acá está terminada, cumplió su ciclo”.

Está sentencia de muerte para una casa a pasos de la estatua de San Cono, parece una contradicción: “Lo que quiero decir es que con 74 años no puedo empezar de nuevo. Tengo claro que me voy a ir”. Con su marido están viviendo en una pieza, y van todos los días a su casa a ducharse. El calefón y una de las heladeras las repararon.

Nelly está segura que obras que se han hecho en la zona del río ayudaron a que la inundación fuera mayor. Tanto particulares que construyeron sobre una cañada, como otras río arriba.

Por eso juntaron las firmas de más de 400 vecinos y presentaron a la intendencia una carta solicitando que se estudien estas situaciones. En concreto piden que se inspeccione qué pasa con las construcciones sobre la cañada, que entienden obstruyen el paso del agua “que no tenía por dónde correr, dejaron un caño de 30 centímetros”, dice Fabiana, la vecina que inició el trámite de reclamo.

Reclamo de vecinos ante la Intendencia por construcciones.
Reclamo de vecinos ante la Intendencia por construcciones.
Foto: Karen Parentelli.

En esa zona hay una empresa que rellenó y se instaló; para los vecinos de San Cono esta construcción no es del todo legal. Según se asesoraron con abogados, no se puede construir nada a tres metros de esta cañada que corre por detrás de las viviendas.

También piden soluciones concretas. Una tiene que ver con el mantenimiento de las bocas de tormenta. “Se llenan de mugre; todo lo de los puestos de San Cono va a parar ahí”, explica Nelly.

Inundaciones en Florida
Crecida del río Santa Lucía Chico.
Leonardo Maine/Archivo El Pais

Está señora, que fue maestra y psicopedagoga, mantiene un temperamento claro y fuerte, mientras cuenta lo que le piden a las autoridades. “El río está totalmente lleno de arena. Planteamos que se haga un dragado porque perdió el curso, entonces se expande para donde sea”, dice Nelly. Y dice que, además, cerca hay unas canchas de fútbol cuyos desagües van a parar a esta calle de Florida donde vienen estos vecinos y termina en el río: Francisco Acuña de Figueroa.

La idea de dragar el río no es una de las mejores soluciones en opinión de los técnicos que consultó la intendencia. “Hay que analizar todo y ver que esto fue un evento extraordinario. Todos queremos pensar que fue así pero no sabés, ya que puede volver a pasar”, dice López, el intendente.

Pero no se va a mudar a miles de personas “porque ahí entra a jugar el rol de los costos, de los privados y de los públicos”. Más de 600 padrones urbanos fueron afectados, a estos se les exonerará la contribución inmobiliaria por 2024. Aunque algunos vecinos dicen a El País que ya tuvieron que pagarla igual. El intendente adelanta que en esos casos se van a realizar correcciones y ese dinero quedará a favor para 2025.

Mapa de la ciudad de Florida con las zonas que fueron afectadas por la inundación.
Mapa cedido por la Intendencia de Flores.

Después hay obras estructurales que se pueden hacer, como diques longitudinales de contención y también represas. La intendencia consultó a expertos, que explicaron que el dragado no tendría un impacto directo. “En términos relativos, si vas a nivel normal de cauce, el río Santa Lucía Chico tiene dos o tres metros, pero lo que vimos fue una creciente de 11 metros. La imagen de la madrugada era la de un mar, ¿qué dragado hay que hacer para que toda esa agua ingrese en un canal?”, se pregunta el intendente. A esto se le suma otro elemento, y es la característica de la cuenca en la que se encuentra este río, que no permite que el agua se distribuya de forma rápida.

Los más vulnerables.

Aún quedan 30 familias evacuadas

Evacuados por inundaciones en Florida
Evacuados por inundaciones en Florida.
Estefania Leal/Archivo El Pais

“Estamos resolviendo también su emergencia habitacional, son familias que estaban en terrenos privados ocupando de manera irregular”, dice el intendente Guillermo López. Habla de gente que de forma provisoria está ubicada en el pabellón de la plaza de deportes. Algunas recibirán una casa en el marco del Plan Avanzar del gobierno nacional. Para las demás, la intendencia estudia qué medidas tomar, se maneja la idea de dar un subsidio de alquiler.

Una familia de cuatro.

Jorge y Fabiana tienen su casa desde hace 30 años, dos hijas en edad escolar y el jueves pasado volvieron al barrio, con unas bolsas con ropa y lo poco que pudieron sacar.

Inundaciones en Florida
Florida durante la inundación de marzo.
Leonardo Maine/Archivo El Pais

Pero a su casa no pueden regresar a vivir: el baño está todo picado, algunos cuartos no tienen electricidad y la estufa de leña está a todo lo que da, pero la humedad sigue dañando las paredes. Basta pasar la mano por los ladrillos para tocar la humedad que sigue pegada.

Una de sus hijas es asmática y ese es otro de los factores que complica. Se estaban quedando fuera de la ciudad, ahora le van a alquilar la casa a una vecina, hasta que arreglen la suya.

Jorge trabaja en la construcción y el hogar que levantó con sus propias manos no solo era confortable y amplio, tenía detalles de revestimiento en la cocina y el baño. Un fondo con parrilleros y otras comodidades que desaparecieron en unas horas.

Fabiana tenía una tienda de ropa al frente de la casa. Claro que perdió todo. “De verdad esto era un territorio de guerra. La desolación de las cosas flotando. Delante de cada casa había un montón de muebles, ropa, colchones”.

Colchones dañados en un contenedor en Florida.
Colchones dañados en un contenedor en Florida.
Foto: Fernando Ponzetto.

Pegado a su casa hay un almacén. Ahora con ayuda de los vecinos está terminando de rematar lo poco que le quedó. La dueña piensa cerrar e irse con su pareja a otro barrio.

En la recorrida que hizo el presidente Luis Lacalle Pou intentó visitar este almacén, donde no fue muy bien recibido. “Dijo que había vecinos malhumorados; claro, íbamos a estar felices de pedirle una foto”, dice la dueña del almacén. Lacalle Pou le dijo a la almacenera que solo entraba a dar las buenas tardes. Pero ella, enojada, no quiso saber nada: ahora está rematando lo último que le queda.

Hasta el último momento.

Cuando dos cauces de agua, el río y el arroyo Tomás González entran a una ciudad no hay parámetros para medir el impacto. Si bien durante la inundación hubo psicólogos y psiquiatras de la Administración de los Servicios de Salud del Estado (ASSE) para contener a las personas, eso fue solo sobre el shock del momento. “Ahora nos consolamos entre nosotros, qué vamos a hacer”, dice una vecina.

Inundaciones en Florida
Inundaciones del mes de marzo en Florida.
Leonardo Maine/Archivo El Pais

Sí hay cálculos que la Facultad de Ingeniería de la Universidad de la República realiza con modelos, y que se los comunica a las autoridades de la intendencia, para saber cómo va subiendo el río. Cuántos centímetros por hora. Ellos tienen un modelo hidrodinámico, donde cargan los datos de la lluvia y pueden decir cuánto va a crecer.

En el caso del Santa Lucía Chico, la lluvia se empieza a notar 18 o 24 horas después, cuando ya puede haber sol y estar despejado “Ahí tenemos unas horas, un lapso de tiempo para poder hacer algo. Pudimos pronosticar, por ejemplo, que el pico iba a llegar por la madrugada”, cuenta el intendente.

Si bien las personas fueron avisadas en reiteradas oportunidades para que se desplazaran rápido, muchos no siguieron lo indicado por las autoridades aquellos días de marzo.

Guillermo Lopez
El intendente de Florida, Guillermo López.
Leonardo Maine/Archivo El Pais

Los bomberos y funcionarios de la intendencia tenían que dialogar con los vecinos para que se fueran. Lo hizo el propio intendente López. “La gente mayor te decía ‘hasta este escalón nunca llegó’; por más que les explicamos que los datos eran claros, que la diferencia no era de centímetros sino de más de un metro”, dice el intendente, “la gente se quedaba”. ¿Es que quién se puede ir de su casa y dejar todo, por una historia o por un argumento científico, cuando el cielo está claro, y el agua solo entró unos pocos centímetros? Algunos vecinos pasaron la noche dormitando arriba de muebles, otros se quedaron a cuidar lo poco que les quedaba.

La intendencia ahora trabaja en recuperar las bocas de tormenta, pero también tiene su personal arreglando la caminería rural. La cosecha de cultivos de invierno está en plena zafra y Florida tiene mucho movimiento diario, porque es una zona de tambos. También proyectan evaluar el estado de las viviendas para dar materiales de construcción y se están estudiando créditos de bajo interés.

“La gente ahora se queja de que no estamos juntando la basura, lo que pasó es que al que no le tocó la inundación es como que ya se olvidó”, dice López. Este comentario lo hace con un mapa de la ciudad de Florida arriba de la mesa, donde se ven marcados en amarillo los más de 600 padrones afectados de forma directa por el agua.

Es un mapa, un papel. Pero detrás de esa imagen hay cientos de historias, de familias que se quedaron sin nada, como la de Jorge y Fabiana, que esperan poder reorganizar su vida y la de sus hijas, sin pedirle nada a nadie

Reclamando solo lo que creen justo: que las autoridades analicen las últimas construcciones hechas sobres cañadas en el barrio San Cono y que las ayudas de materiales de construcción lleguen a todos los vecinos por igual, sin mirar el partido político al que votan. Acá el drama es compartido por todos y el futuro luce incierto. El miedo, eso está claro, quedará por un buen tiempo.

Las soluciones de Vidalín.

Durazno busca aplicar modelo de Países Bajos

La Intendencia de Florida recibió ayuda de Presidencia y también de la Oficina de Planeamiento y Presupuesto, para enfrentar esta inundación. Pero, además del dinero y materiales dados desde el gobierno nacional, muchas intendencias trabajaron de forma interinstitucional con la de Florida. El intendente Guillermo López destaca a San José, Durazno, Tacuarembó y Flores.

La ciudad de Durazno tuvo por muchos años importantes inundaciones, siempre que había lluvias grandes el río Yi subía. De hecho en marzo creció y llegó casi a su máximo del año 2019, unos once metros por encima de su cauce.

Carmelo Vidalin
Carmelo Vidalín, intendente de Durazno.
Leonardo Maine/Archivo El Pais

El intendente de Durazno, Carmelo Vidalín, dice a El País que desde 2003, en el gobierno de Jorge Batlle, se comenzaron a hacer obras para que la cantidad de personas afectadas bajara. Lo primero fue comprar terrenos en zonas no inundables para poder realizar nuevos barrios. El realojo iba seguido de la demolición de las casas, para que estas familiar u otras no volvieran al lugar. Por eso, en estas zonas la intendencia creó un parque de uso público, que según Vidalín es un espacio compatible con la inundación.

Durazno tiene que controlar todas las semanas que las personas no realicen casas precarias en lugares donde está prohibido. “En un fin de semana construyen la casa... Y, después que están, es más difícil poder sacarlos”, explica el intendente.

Pero, además de estas medidas, Durazno trabaja con el instituto IHE Delft de Países Bajos, para dar con soluciones desde la ingeniería estructural. “Los Países Bajos son los que mejor conocen sobre el manejo del agua. Tenemos proyectado un trabajo para mitigar más la inundación”, dice Vidalín.

Ahora les queda pendiente agendar una visita para el mes de junio, pero profesionales del instituto universitario de Países Bajos ya estuvieron varias veces en Durazno. Todo indica que se construirán canales y también represas. “Serán ellos los que indicarán el sistema, que le han ganado terreno al mar”, dice el intendente. Y asegura que en este momento Durazno puede afrontar el gasto.

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