El boom de las fintech, que mueven millones de dólares: ¿cuál es el negocio detrás y qué sueldos pagan?

Cada vez se habla más de las fintech, empresas tecnológicas orientadas a buscar soluciones financieras. Aquí un panorama de por qué han tenido éxito desde Uruguay.

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Desarrollo de las fintech desde Uruguay mueve millones de dólares al año.
Desarrollo de las fintech desde Uruguay mueve millones de dólares al año.

Por Agustín Magallanes
Una fintech fundada hace cuatro años apunta a ser el segundo “unicornio” uruguayo, otra firma nacional ofrece servicios a cerca de 50 países y llegó a las grandes corporaciones, mientras que una tercera empresa local apunta a las pymes de unos 20 países, que en su mayoría acceden por primera vez a servicios de punta. Estos son algunos casos de fintech o empresas tecnológicas orientadas a buscar soluciones financieras que, desde Uruguay, exportan al año servicios valuados en millones de dólares. Las compañías que forman parte del ecosistema de las Tecnologías de la Información y el Conocimiento (TIC) no solo se van expandiendo por el mundo sino que apuestan a crecer más en el país a partir de un sistema de pagos más eficiente.

¿Pero qué es una fintech y cuál es el negocio que existe detrás? El término surge de juntar finanzas y tecnología y empezó a utilizarse hace una década; desde entonces no ha parado de evolucionar. Rodrigo Tumaian, presidente de la Cámara Uruguaya de Fintech (CUF), dice a El País que “no hay un consenso actual, general, sobre lo que es una fintech”, por la gama de servicios bajo ese paraguas. Entonces explica que al principio se definieron categorías -empresas de infraestructura o pagos, por ejemplo- y si una firma cumplía alguna de esas funciones se consideraba una fintech. No obstante, esta definición quedó “obsoleta muy rápido” porque, ante la rápida evolución de las empresas, una fintech pasó a cumplir más de una categoría.

“La definición que siento que acompaña en muchos escenarios, a muchas empresas, es por diferenciación: qué es lo que había antes de que empezáramos a hablar de fintech y lo que empezó a pasar posfintech”, señala Tumain, también fundador de la fintech Prometeo.

El modelo previo era de empresas de tecnología que intentaban resolver todos los problemas, principalmente a los bancos, y “no eran empresas especializadas en una área específica, sino muy generalistas”.

No obstante, el término fintech aterrizó -en el mundo alrededor de 2012 y en Uruguay en 2015, dice Tumaian- cuando estas empresas pasaron a ser “especialistas”. Es decir, “de los 3.000 problemas que había para resolver dentro del sector financiero, las fintech se especializaban en un tema específico y ese lo resolvían mejor que nadie”.

Martín Naor, fundador y CEO de la fintech Bankingly, recibe a El País en su oficina ubicada en un moderno cowork en Punta Carretas. Si bien puntualiza que “los bancos vienen invirtiendo toneladas en tecnología, históricamente muy enfocados en sus procesos internos”, el cambio se produjo cuando empresas nuevas “se dedicaron a aplicar la tecnología sobre todo hacia el consumidor y no hacia la interna de la institución”.

Martín Naor, fundador y CEO de Bankingly, dice que las fintech “fueron de las primeras que pensaron desde el lado del consumidor”.
Martín Naor, fundador y CEO de Bankingly, dice que las fintech “fueron de las primeras que pensaron desde el lado del consumidor”.
Foto: Juan Manuel Ramos

Amilcar Perea es secretario general de la Cámara Uruguaya de Tecnologías de la Información (CUTI), referente de la Mesa de Fintech y Tecnologías Financieras de ese organismo, y es general manager de la fintech Inswitch. Con termo y mate arriba de su escritorio, también en Punta Carretas, dice que “fintech no quiere decir otra cosa que tecnología financiera”, y después aclara: “¿Me preguntás si hace 20 años que hacemos fintech? Y yo te digo sí, trabajamos siempre la inclusión financiera, los servicios financieros móviles, en pagos a distancia. Es decir, no cambiamos lo que hacemos, pero no le llamábamos fintech”.

Incluso, cuenta, hasta hace poco a veces era mejor no decir que la empresa era fintch, porque “trabajábamos en un montón de países para corporaciones, clientes muy grandes, y a veces el término fintech estaba asociado con una solución que no sabías si iba a ser suficientemente robusta, probada o confiable”.

 Amílcar Perea, general manager de la fintech Inswitch, recibió a El País en su oficina ubicada en Punta Carretas.
Amílcar Perea, general manager de Inswitch, recibió a El País en su oficina ubicada en Punta Carretas.
Foto: Archivo El País

El objetivo al comienzo era no asociarse al estereotipo del “emprendimiento tech”: pocas personas en un garage con un destino no muy claro. “Sin embargo, eso evolucionó y hoy en día todos quieren ser fintech”, asegura Perea, quien detalla que hay desde pequeñas a “megaempresas”. Por ejemplo, en el ranking de los diez bancos más grandes de Brasil, tres son digitales, es decir, fintech.

La compra de Prex por parte de Itaú

En diciembre se concretó la adquisición del 30% de la fintech uruguaya Prex por Itaú. La tarjeta prepaga, fundada por Alfredo Bruce, se popularizó por su uso en Argentina para obtener un dólar muy favorable para uruguayos, evitando así ir a las “cuevas” de Buenos Aires. Prex ofrece abrir una cuenta en la vecina orilla, sin comisiones y en pocas horas. Luego resta transferir dinero de una cuenta a otra para obtener el dólar “contado con liquidación”. La evolución de esta fintech es destacada por los referentes del sector.

Hacia otro sistema

Si bien las fintech tienen una “diversidad de usos y campos de aplicación” -que van desde billeteras electrónicas, el scoring o medición de riesgo para solicitantes de préstamos a la gestión de criptomonedas-, todas tienen un denominador común, dice Perea. Este es “ayudar a prestar servicios financieros de forma mucho más ágil y usando las TIC”. Además, permite a los individuos “optar por servicios financieros” y a las empresas la posibilidad “de embeber, de incorporar” esos servicios.

Por su parte, Tumaian plantea que se han encontrado con “empresas muy financieras que van incorporando tecnología, o muy de tecnología que van incorporando conocimiento del sector financiero”. Así, las fintech que “logran adaptarse son las que entienden los dos mundos de la mejor manera posible”.

Naor, fundador de Bankingly, destaca que las fintech “fueron de las primeras que pensaron desde el lado del consumidor: cómo aplico tecnología para llegar a gente nueva, de manera más barata, con ofertas más especializadas”. Y puntualiza que Uruguay tiene una “larga historia en el mundo financiero y en el mundo tecnológico”, por lo que “no es casualidad que genere fintech tanto para adentro como afuera”.

Tumaian divide a las fintech entre las que son de servicios -la mayoría en Uruguay- y las de producto. Las primeras venden “muy rápido” software a diversas instituciones financieras porque “se adaptan a las necesidades de clientes”. La desventaja de este modelo es que la ganancia se “ve reducida porque cada vez que aumentás tu ingreso estás sumando gente para poder atender la demanda”. Sin embargo, para las fintech de producto -como la suya- hay que “generar un producto que atienda una necesidad y que esté en el precio adecuado”. La ventaja es que si se llega al resultado, “la replicabilidad es como todo software: control v, control c” , y por ende, más ganancia.

Éxito en el extranjero

La cámara local de fintech nuclea a unas 30 empresas, de las cuales un 90% son nacionales y se dedican sobre todo a exportar sus servicios. Cerca de 70 personas provenientes de las firmas de distinta escala integran la CUF, que se fundó en 2017.

Al principio la integraban ocho empresas, de las cuales hoy quedan solo dos. Meses más tarde del comienzo, cuatro de esas firmas, dedicadas al P2P (peer to peer), lending o préstamos entre personas, se fundieron “al otro día” de que el Banco Central del Uruguay (BCU) las regulara, recuerda Tumaian. El modelo, explica, busca que ya no sea una empresa financiera la que acumula dinero para luego prestarlo, sino que particulares ofrezcan capital con tal fin a través de las firmas. En noviembre de 2018, el BCU definió que esas empresas “no podrán actuar en calidad de oferentes ni demandantes de préstamos de dinero en las plataformas que administran”.

Lo cierto es que, a pesar de ese desgaste, la cámara comenzó a crecer desde 2018. Casi todas las fintech concentran su producción en el exterior y no en cualquier lugar: apuntan directamente a los mercados emergentes, con énfasis especial en África.

“Ves mercados africanos diez veces más adelantados que Uruguay en sistema de pagos. Hoy te pasa que es mucho más sencillo aterrizar en un mercado africano, no cambiar plata y vivir digitalmente”, destaca Naor.

La fintech uruguaya Inswitch opera en 30 países de América Latina y el Caribe, y ahora desembarcó en 16 países africanos. Los 140 empleados de la firma -90 de ellos en Uruguay- trabajan en finanzas embebidas, que le permiten a empresas “interactuar con sus consumidores finales y otras empresas incorporando dentro de sus procesos de negocios los servicios financieros que necesiten”, dice Perea.

A través de la nube, se ofrece un servicio adaptable que apunta a que el cliente “no tenga una fricción” al momento de cerrar una operación. Esto sucede, por ejemplo, cuando se viaja en una app de transporte y se suprime el acto de abonar porque previamente ya está incluido el medio de pago.

Inswitch -que se denomina Business to Business (B2B)- brinda servicios a otras empresas y no trabaja con el consumidor final. En ese plano lo que hace es “incorporar” los servicios financieros, tales como pagos, banca digital u otros, “en cualquier flujo de negocios, de cualquier empresa”. Sus clientes van desde bancos, pasando por una de las principales cerveceras del mundo, al exchange de cripto y hasta gobiernos.

Bankingly nació hace siete años cuando Naor dejó la gerencia general de Infocorp, una de las tecnológicas más grandes de Uruguay. “Con mis socios teníamos Infocorp, que le vendía a los bancos grandes y consistentemente lo que veíamos era que nadie estaba atendiendo a las instituciones financieras medianas y pequeñas”, cuenta este empresario uruguayo sobre la fundación de la fintech en 2015, separada de su anterior compañía.

Naor señala que Bankingly -otra B2B- apunta a “llevarle tecnología de punta a instituciones financieras que nunca la pudieron adquirir”. Para graficarlo, señala que un 70% de sus clientes “nunca había podido ofrecer” sus soluciones, como las de un “gran banco”. Enfocada en la “relación digital” entre la organización y el cliente, la fintech brinda también a través de la nube una app móvil, el sitio web transaccional u otro “canal digital”. Sin tratar con el consumidor final, ofrece una plataforma personalizable. Este modelo le permite ser “muy costo efectivo” y por ende poder llegar al segmento de manera “rentable”. La fintech opera en 16 países, pero tiene presencia en 20 y apuesta a llegar en breve a 22 mercados.

Tumaian, mientras tanto, fundó en 2018 junto a Ximena Aleman y Eduardo Veiga la fintech Prometeo -también B2B-, en la que trabajan unas 50 personas, que se presenta como “la plataforma de open banking más grande de Latinoamérica”. El open banking o banca abierta permite conectar a las empresas con sus cuentas bancarias a través de APIs (Interfaz de Programación de Aplicaciones, en español) para consultar saldos, balances en tiempo real y otros datos, o “procesar transferencias bancarias”, explica su web.

Aleman dijo en marzo a El País que dan acceso “a más de 100 APIs de 35 instituciones financieras de 10 países de América Latina”. La apuesta máxima, había adelantado, es convertirse en el próximo “unicornio” uruguayo en “tres o cuatro años”. Se trata de una empresa con base tecnológica valuada en más de 1.000 millones de dólares.

Un nuevo sistema

El relacionamiento entre las fintech y los bancos no fue el mismo en los últimos años. “Hace diez años íbamos a los congresos bancarios y las fintech eran el demonio; hace siete u ocho años empezaron a darse cuenta de que podían agregar algún valor; hace cinco años se dieron cuenta que podían hacer alianzas -comprar una fintech, empezar a trabajar con ella- y hoy todos trabajamos con bancos”, grafica Perea.

Vinculado con este relacionamiento, el titular de Inswtich puntualiza que actualmente “la amenaza de los bancos no son las fintech”, sino las llamadas bigtech -tales como Google, Apple y Amazon- que “implementan servicios financieros y no usan los bancos”. “Es mucho más amenazante para los bancos lo que pueden terminar haciendo las bigtech, de lo que pueden hacer las fintech”, insiste.

El BCU, en tanto, activó a fines de 2020 Nova, un programa de innovación que reúne a los actores financieros para analizar sobre todo los pagos, tal como destacó semanas atrás el presidente del organismo Diego Labat en la presentación de la Hoja de Ruta 2023-2025.

El plan pone énfasis en la puesta en marcha de un sistema de pagos “moderno, eficiente y accesible a la población”, destaca a El País el vicepresidente Washington Ribeiro. Tomando en cuenta que es un “factor fundamental” alcanzar transferencias “inmediatas”, 24 horas al día y siete días a la semana, el BCU “viene analizando una serie de alternativas para pagos minoristas rápidos”. El hincapié, tal como dijo Labat en el evento, estará puesto en un sistema de pagos rápidos.

El presidente y el vicepresidente del Banco Central (BCU), Diego Labat y Washington Ribeiro
El presidente y el vicepresidente del Banco Central (BCU), Diego Labat y Washington Ribeiro.
Foto: Archivo/El País

El Banco Central de Brasil (BCB) lanzó hace dos años el sistema de pagos Pix. La plataforma, que se describe como “práctica, rápida y segura”, permite transferir “barato” dinero entre cuentas bancarias, “en pocos segundos, en cualquier momento del día”, ya sea escaneando un código QR o adjuntando un celular, un número de identificación fiscal o de contribuyente, o mail. Este método de pago electrónico ya supera en número de transacciones a las tarjetas de débito y crédito por separado. Incluso “empata” con el uso del efectivo, según un informe de AtlasIntel Brasil y Atlántico.

Labat catalogó como “casos de éxito” a Pix y un modelo similar, llamado UPI, de la India, que están siendo “mirados” por el BCU. De hecho, en el evento expuso una autoridad del BCB. Ribeiro agrega que, además de Pix y UPI, “en el sector privado hay sobre la mesa proyectos ambiciosos e interesantes”, aunque no da mayores detalles ni su costo.

“La operativa de transferencias ha venido avanzando hacia el 24/7 aunque no a la velocidad que hubiéramos deseado. Sin duda que durante 2023 los usuarios del sistema financiero percibirán las mejoras”, adelanta el vice del BCU.

Mirando la situación actual, Naor apunta que el sistema de pagos es “arcaico” y que “Uruguay tiene un sistema financiero súper sólido, pero es tan sólido y está tan quieto y tan durito que tarde o temprano el riesgo se convierte en la obsolescencia”.

El presidente de la Asociación de Bancos Privados del Uruguay (ABPU), Roberto De Luca, dijo en el evento del BCU que “el sistema de pagos está retrasado en comparación con otros mercados y tenemos que seguir trabajando”.

Con el nuevo mecanismo, además, las partes apuestan a ganarle terreno al cash. De Luca planteó que el “foco” está en “captar mercado al efectivo, con el beneficio que ello tiene”, y en esto los actores de las fintech también coinciden.

Naor destaca que en Uruguay el efectivo “sigue siendo el rey de la transacción”. Al respecto, Perea insiste que “hay una creencia popular -muy equivocada- de que el efectivo es gratis y es carísimo”, en referencia a los costos de logística asociados, por lo que aplicar un sistema como Pix o similar “traería un montón de ventajas para todas las partes”.

Entre los beneficios, Perea nombra la baja del costo de intermediación financiera y el acceso “inmediato” a los fondos, lo que “dinamizará el escenario de negocios”. Hoy sucede, por ejemplo, que una transferencia bancaria realizada durante el fin de semana queda acreditada el lunes posterior.

“Optar por un Pix en Uruguay sería un sueño que habilitaría muchísimas oportunidades de negocios, tanto para las fintech como para las empresas tradicionales que se apoyen en las fintech”, dice Perea.

Naor estima que “cuando haya un sistema de pagos moderno, seguro que va a haber una explosión de fintech arriba de ese sistema”. Por la baja del costo de la transacción, se podrían generar, por ejemplo, oportunidades para el sector vinculadas a los micropagos o préstamos más chicos y cortos. Perea y Naor coinciden en que un sistema tipo Pix en Uruguay no debería implicar un costo elevado y que la hoja de ruta del BCU es realista.

dLocal aún “es un faro”

La fintech dLocal -fundada por Sergio Fogel y Andrés Bzurovski- marcó un hito en setiembre de 2020 al convertirse en el primer “unicornio” de Uruguay. La firma, que permite procesar a multinacionales más de 700 métodos de pagos en 39 países emergentes, cotiza en la Bolsa de Nueva York desde junio de 2021 pero sufrió una caída bursátil a mediados de noviembre pasado.

En aquel entonces un informe del fondo de cobertura Muddy Waters acusó a la fintech de ser un “fraude”, lo que derivó en que la acción se desplomara un 50% en pocas horas. Después dLocal salió al cruce de las acusaciones, anunció que hará “una revisión interna de las alegaciones” y que aprobó un plan de recompra de acciones.

“No participaremos en una refutación ojo por ojo de los numerosos errores de hecho o declaraciones incendiarias y engañosas establecidas en el informe, que demuestran una falta fundamental de comprensión de nuestros estados financieros y negocios”, aseguró dLocal en un comunicado.

Más allá de este episodio, Martín Naor destaca que dLocal “sigue siendo un faro” para las fintech locales por su efecto positivo en otros emprendedores. “La manera de construir una megaempresa es encontrar un problema difícil y resolverlo, y eso es lo que hizo dLocal”, dice. “El problema que ellos atienden sigue siendo un problema; la oportunidad sigue siendo gigantesca”.

El futuro

A pesar de que las fintech nacionales tienen altos costos de mano de obra frente a otros competidores, Perea enfatiza sobre el sector local: “Somos empresas serias, pero no somos empresas rígidas”. La “adaptabilidad” de las firmas, que generan “relaciones de largo plazo con los clientes”, sumado a la “confiabilidad” de los productos y el “respeto de los contratos” y la “seguridad jurídica”, explican su expansión, dice.

Naor, en tanto, plantea que a pesar de la escala uruguaya hay una industria tecnológica “desarrollada, más allá de las limitaciones de cantidad de gente; pero gente buena, con experiencia”, lo mismo que ve en el ámbito financiero. Vinculado con la mano de obra, el Poder Ejecutivo envió a mediados de diciembre al Parlamento un proyecto de ley de “atracción de talentos”, que apunta a fortalecer el sector TIC ante la falta de mano de obra.

Los puestos de trabajo vinculados con las fintech no bajan de los 1.500 dólares mensuales en promedio y pueden llegar a los 8.000 dólares si se trata de expertos senior, señala Tumaian. Los salarios, que en muchas empresas son cercanos a los estadounidenses, están vinculados no solo a la capacidad requerida, sino a que exista una “pasión” por el trabajo que es lo que “marca el diferencial a la hora de entregar un resultado, y eso se paga”. Estiman hacer un censo en 2023 para conocer cuántos trabajadores están vinculados a las fintech.

Si se mira el panorama frente a años atrás, el financiamiento mundial hacia las fintech no es igual. La menor inyección de fondos desde hace un año aproximadamente lo vinculan a la suba de las tasas de interés de la Reserva Federal, que hace más atractivo para los inversores comprar bonos que arriesgar a otros proyectos. Esto se traduce en que hay menos rondas de inversión y de menor monto.

En este contexto de baja disponibilidad de capital de riesgo, las instituciones financieras tradicionales se están transformando cada vez más en tecnológicas o en fintech respondiendo a la alta demanda de digitalización de sus clientes, tal como informó El País a fines de noviembre.

Respecto al “enfriamiento” de las inversiones, Perea dice que no es exclusivo de las fintech porque “afecta a casi todos los sectores por igual” y que ahora “lo que miran y valoran son empresas que tengan más recorrido”. Valora que este “sinceramiento del sistema viene bien” después de años de “inversión tan fácil” a empresas, sobre todo extranjeras, que han despedido a miles de trabajadores por contratar de más en su momento para cumplir la demanda, “lo que termina siendo irresponsable”.

Con este panorama, los emprendedores se muestran optimistas. Perea entiende que si Uruguay “sigue apostando a la formación de talentos, a la innovación abierta, a traer grandes empresas y a mostrarse como país serio y hub de innovación, va a favorecer a la industria fintech y otras que tienen una oportunidad de mercado enorme”.

Naor, en esa línea, asegura que “más allá de que sea un mercado chico, queda mucho mercado por conquistar” y que el único límite es la falta de ambición. “Creo que no tenemos barreras”, remata. El tiempo dirá hasta dónde llegan.

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