Adopciones
Paso de los Toros se moviliza para que un matrimonio logre la tenencia de Luzmila, una niña que cuidaron por ocho meses como Familia Amiga del INAU y fue dada en adopción.
Esto es una familia: el abuelo sentado en una silla playera en el frente de la casa, los nietos poniendo la mesa para almorzar, Elena Santana pidiendo que le acerquen los platos que la pasta ya está lista. No es una escena memorable y sin embargo sabe que esto, preparar la comida para los niños, apurarlos para que no la dejen enfriar, lavar los platos después mientras ellos juegan, esto tan normal, tan repetido, es lo que sus vecinos acaban de perder. En eso piensa Elena Santana antes de irse a dormir y ese es el pensamiento que tiene al despertar.
—Tenemos un disgusto, el día entero estamos pensando en que la niña regrese, que la extrañamos, que esto se puede arreglar. Todo el pueblo está igual. Estamos pasando lo mismo que nuestros vecinos —dice, con la voz quebrada.
Luis Eduardo Martínez y Rosalía Guerrero viven enfrente, en una casa blanca que en la parte delantera tiene un almacén llamado Las 4 rosas, punto de encuentro de los vecinos de Paso de los Toros. Él tiene 42 años y es funcionario municipal, ella 37 y atiende el negocio.
En 2020 se postularon al programa Familia Amiga del Instituto del Niño y Adolescente (INAU). En 2021, se les comunicó que habían sido aceptados. Un año después, en marzo, el INAU dejó bajo su cuidado, de forma transitoria, a una niña de tres años llamada Luzmila. Y luego de siete meses y medio fue dada en adopción a otra familia, en Montevideo.
Ese día, Luis Eduardo llegó a su casa y arrojó por encima del muro la bicicleta de la niña. Quedó retorciéndose en el medio de la calle, ante la mirada inmóvil de los vecinos. Unos segundos más tarde, la recogió con delicadeza y la puso otra vez en su lugar.
Desde ese momento todo cambió.
Elena Santana le sirve el almuerzo a su marido, que no toca el plato, en cambio mira hacia la casa blanca de los Martínez Guerrero y escucha a su esposa decir:
—No saben lo que están pasando. La niña era una niña feliz. La veíamos gritándole “papito no te vayas” y él a veces dudaba si irse al trabajo. Ellos están como quien dice pasando un duelo. Ellos no salen. Eso (la casa) vive todo cerrado. No prenden la luz de noche. Solo se ve una lucecita en la cocina y los sentimos llorar.
El proceso.
El matrimonio Martínez Guerrero pactó en su intimidad cómo llevaría adelante esta entrevista: cuál de los dos hablaría primero, en qué orden contarían su historia; quieren lucir serenos y confiables, a su vez ser honestos y expresar su desesperación; transmitir que no lo planearon y sin embargo sucedió así.
Antes de recibir provisoriamente a Luzmila, la pareja había intentado tener hijos. En 2003, Rosalía había quedado embarazada, pero a los tres meses tuvo un aborto y nunca más lo consiguió. “Nosotros dijimos, si Dios no nos quiere mandar un niño por algo será”, dice ella; y esto agrega él: “Pensamos que una inseminación sería forzar a la naturaleza”.
Pasó el tiempo y decidieron adoptar. A dos voces narran cómo, unos cinco años atrás, ingresaron a la página web del INAU, llenaron un formulario con la información requerida e intentaron, mes a mes, agendar una entrevista para ingresar al Registro Único de Aspirantes, pero no tuvieron éxito. Las autoridades del INAU los contradicen y aseguran que no hallaron ninguna inscripción.
Para reforzar su versión, la pareja describe que la agenda se abre un solo día al mes y que siempre veían el calendario pintado de rojo. Dicen que llamaron a la oficina del Centro de Protección de Derechos (Ceprode) que tiene INAU en Paso de los Toros y que incluso consultaron en Montevideo cómo podía ser que durante un año no tuvieran disponibilidad. Y que después se rindieron. “Volvimos a decir, si no tenemos un hijo por algo es”, cuentan.
Pero pasó el tiempo y decidieron probar otra vez, esta vez como Familia Amiga, una de las líneas que integran el Programa de Acogimiento Familiar para evitar las internaciones, estableciendo un convenio mediante el cual la familia recibe a uno o más niños para cuidar de forma transitoria, pago mediante, hasta que se concrete el reintegro con la familia de origen o la adopción por parte de un núcleo integrante del Registro Único de Aspirantes a la Adopción (RUA). Los dos sistemas, explica Pablo Abdala, el presidente de INAU, son incompatibles entre sí: el diseño, “aunque puede ser discutible y puede que en un futuro se revise”, ahora no permite migrar de uno hacia el otro.
“Nos dicen que como entrar al RUA era difícil atajamos por este lado, para llegar más rápido a la niña, pero no fue así. Este proceso nos llevó un año. Vinieron a la casa, revisaron todo, nos vio el psicólogo, nos hicieron como 300 preguntas e hicimos talleres”, describe Martínez.
La pareja asegura que, en el marco de este proceso, en el que un equipo técnico multidisciplinario analiza a los postulantes, les contaron que habían vivido, además del aborto, otro episodio traumático. Hace ocho años, una clienta del almacén inició una amistad con Rosalía. La mujer estaba embarazada. Tres días después de parir, le pidió que cuide al recién nacido mientras ella trabajaba. El pedido fue repitiéndose y pronto el tiempo de cuidado se prolongó de horas a días, a semanas, a meses; con visitas esporádicas de la madre y el reclamo de un pago primero, de otras cosas después. “Hasta que le dijimos que así no, que hacía ocho meses que estábamos criando a su hijo y que no nos podía seguir pidiendo cosas, entonces vino y se lo llevó y nunca más lo vimos”, cuenta Martínez.
A pesar de estos relatos, sugerentes del deseo de ser padres —según reconoce el matrimonio—, INAU igualmente valoró que cumplían los requisitos para ser una familia amiga y así se los comunicó en 2021. Incluso, Graciela Caro, directora departamental del INAU, acota que “era una familia probada, que tenía un perfil para cuidar niños chicos”. Los niños chicos, es sabido, son los más solicitados por las familias que quieren adoptar.
Durante el primer año dentro del programa, tres veces el INAU les habría anunciado que se apronten porque les entregarían una niña, provisoriamente. “Aprontábamos todo rapidísimo, nos emocionábamos, que venía la niña, que venía la niña y nada, nos quedábamos esperando, ni siquiera nos avisaban que no la iban a traer”, cuenta Martínez.
La cuarta llamada llegó el 23 de marzo pasado. En aquel momento, Rosalía estaba internada en el Hospital Pereira Rossell recuperándose de un cáncer de mama. Cuando su marido le dio la noticia, no se entusiasmó demasiado: creyó que sería otra falsa alarma. Sin embargo, esa noche la niña sí llegó.
Alguien del equipo técnico les habría revelado que era la misma criatura que planeaban traerles desde el año anterior. Luzmila llegó sin nada, con una muda de ropa que olía a marihuana, un aroma que estaba impregnado en su piel y recién desapareció después del cuarto baño.
Dice Rosalía que la conexión fue inmediata: “Parecía que la niña hubiera sido nuestra siempre”, y dice Luis: “A mí me preguntaron si yo sabía que esto era temporal y yo dije que sí, no voy a mentir ahora porque estoy enojado, pero eso no quita que en este caso el INAU falló más de una vez. Si hoy me preguntás si era consciente de lo que hacía, sí lo era, pero no sabía el sentimiento que se nos venía, y además nos entusiasmaron cuando no debían hacerlo”.
El apoyo de un pueblo.
Un mes atrás Pablo Abdala intercambió el primer mensaje con Luis Eduardo Martínez, quien le pidió ayuda para que a Luzmila no la dieran en adopción. El jerarca le explicó que el programa de Familia Amiga es por definición transitorio, “no se puede ingresar en él con la finalidad de adoptar un niño, lo cual no quiere decir que se puedan generar excepcionalmente situaciones de hecho, no buscadas premeditadamente, ahí está la diferencia”, señala.
A los ojos del INAU, este no es un caso que suponga “una excepción” porque el matrimonio comenzó un juicio por tenencia tres meses después de que le entregaron a la niña y el tiempo que permaneció con ellos no llega a ocho meses: no pasaron años, ni se trata de una niña que no pueda ser adoptada o no se hallara una familia interesada en adoptarla, como suele suceder en las historias que terminan configurando una excepción en la integración a una familia amiga.
Durante los días siguientes, el teléfono de Abdala siguió sonando por Luzmila. Según reconstruyó El País, intervino el intendente de Durazno, Carmelo Vidalín; el alcalde de Paso de los Toros, Luis Irigoin y algunos diputados del Frente Amplio y por Cabildo Abierto Sebastián Cal. “Fue horrible escuchar los mensajes, con el llanto de la niña de fondo. Me hablan de tecnicismos, pero esta situación le está pasando a muchas familias. Se tiene que manejar con más corazón este tema de las adopciones”, opina el cabildante.
A inicios de noviembre, cuando INAU le informó al matrimonio que había una familia interesada en adoptar a Luzmila y se iniciaría el proceso de integración, y a su vez el juicio por la tenencia que habían iniciado en junio continuaba detenido en el juzgado, Martínez hizo público el caso en sus redes sociales.
La publicación se compartió cientos de veces. Los medios locales y de los departamentos aledaños difundieron el caso, inclusive desde Durazno donde ocurrió otro caso parecido.
Los vecinos, también encariñados con Luzmila, se organizaron y convocaron a una marcha para el lunes 7 de noviembre, que se transmitió en vivo. Más de 100 personas y una caravana de autos se dirigieron hasta la oficina del INAU; cargando un parlante que emitía la canción “Que canten los niños”, de José Luis Perales.
Mientras esto acontecía, Luzmila pasaba su último día en el CAIF de Paso de los Toros. Al día siguiente, INAU les exigió que entregaran a la niña.
“Estos sentimientos son comprensibles, lógicos y humanos, pero lamentablemente son casos donde los sistemas se solapan, cortocircuitos que cuando acontecen llaman la atención, y generan impacto, pero son absolutamente marginales”, dice Abdala. Unas 2.100 familias integran el programa de Acogimiento Familiar de las cuales menos de la mitad son familias amigas, el director del organismo sostiene que los casos como el de Luis Eduardo y Rosalía son tan excepcionales que no superan los dedos de una mano.
Pero hay opiniones diferentes.
¿Un efecto de la LUC?
En junio, el mismo mes en que iniciaron el juicio de tenencia, Luis Eduardo y Rosalía festejaron el cumpleaños de Luzmila a lo grande. Atesoran decenas de videos: Luzmila posando con un vestido nuevo, bailando con un payaso, Luzmila cantándose a sí misma el feliz cumpleaños y soplando las cuatro velitas de una torta con la forma de un unicornio blanco.
Los regalos están impecablemente ordenados en su habitación. Desde que se fue, la mantienen cerrada. Al abrir la puerta, el interior despide un rayo de luz fucsia. En el perchero, están la túnica del jardín y la mochila: tal como las dejó.
La abogada Alicia Deus, especializada en infancia, dice que juicios por tenencia de cuidadores del INAU “han habido siempre”. Incluso “gente que se encadenó en el juzgado”. Todavía es recordado el caso, en 2012, por la bebé Mía, que finalmente la Justicia determinó que permaneciera con la familia adoptiva.
A pesar de que es un programa transitorio, algunas veces los niños permanecen demasiado tiempo con la familia amiga: años, en los casos más extremos. Luzmila estuvo menos de ocho meses y el matrimonio plantea que, aunque parezca poco, es un cuarto de su vida. “Es complejo discernir cuál es el interés superior del niño en un caso así, hay que analizar las cuestiones particulares de esa situación, porque podría ser perjudicial sacarlo de esa familia, aunque si se generaliza, sería facilísimo burlar la legislación que hay en adopción”, dice Deus. Por eso, usualmente, la Justicia no falla a favor.
Los tres juicios para concretar una adopción y sus demoras
Hay 522 niños que esperan ser adoptados; 240 tienen entre 5 y 10 años. La LUC estableció que el tiempo de evaluación de ingreso al RUA no supere los 18 meses. En 2021 se registraron 195 familias. El juez Eduardo Cavalli explica que para llegar a una adopción hay tres procesos judiciales. El primero, es un juicio de separación provisoria de los padres. A partir de la LUC el segundo juicio, de separación definitiva, y el de adopción se pueden hacer en simultáneo. “El gran problema de demoras se da en el primer juicio”, dice. De 100 a 200 casos por año en vez de demorar 135 días insumen meses, “porque la familia va cambiando de actitud”, sumado al desborde de los juzgados de Familia Especializada que llevan estos casos, al igual que los de violencia doméstica.
Pero un nuevo capítulo se abrió recientemente en el régimen de adopciones con la incorporación de los cuestionados artículos 403 y 404 en la Ley de Urgente Consideración (LUC). Estipulan que, culminados los juicios más largos y complejos, de separación provisional de la familia de origen y separación definitiva, una vez que la Justicia declara la condición de adoptabilidad, el juez está habilitado a beneficiar a una familia por fuera de la selección del INAU. Para ello debe fundamentar con informes de los equipos técnicos del Poder Judicial la decisión de excepcionalidad, probando que el niño “se encuentra plenamente integrado a un núcleo familiar, habiendo generado lazos de tal envergadura que de ser coartados inevitablemente vulnerarían sus derechos, siempre y cuando esta tenencia haya comenzado en forma lícita, priorizándose el interés superior del niño en cuestión”.
El año pasado, 19 de las 125 integraciones familiares que registró el INAU se hicieron en referencia a estos artículos. En 2022, representan una docena sobre un total de 140 integraciones. Ahora bien, ¿esta novedad legislativa está propiciando más juicios de tenencias con el fin de adoptar? Desde el INAU lo niegan pero, Eduardo Cavalli, ministro del Tribunal de Apelaciones de Familia de 2º Turno, reconoce que “se ven cada vez con más frecuencia” casos de familias amigas que quieren adoptar y tramitan la tenencia argumentando la condición de excepcionalidad que introdujo la LUC, “aunque no hubiera sido este el objetivo deseado por la modificación legislativa”.
Los Martínez Guerrero aseguran que fue una funcionaria del Ceprode en Paso de los Toros quien les aconsejó seguir ese camino para conservar a Luzmila.
¿Desprolijidades?.
“Fallaron desde el principio”, lanza Rosalía. Cuando firmaron el contrato donde se establecen con claridad las condiciones del cuidado, si bien las técnicas les recordaron que debían estar preparados para que “la familia biológica retire a la niña en 5 días, dentro de un año, así como podría estar toda la vida con nosotros”, les habrían dicho que esa era la única razón para “perderla”: “Que la madre biológica o la familia de origen la reclame, nunca se nos aclaró que iban a ingresarla al RUA, nunca se nos explicó que esa era una posibilidad”.
El impacto de los artículos de la LUC
Según Pablo Abdala, los jueces ya tenían la potestad de otorgar una tenencia sin la mediación del INAU, y lo que hizo la LUC fue “darle una expresión legal”. Considera que así “es más garantista porque le pone límites al juez”, ya que define en qué casos y cómo se debe constituir esta excepción. “INAU lo ha promovido, pero no siempre con familias amigas. En este caso (de Luzmila) no lo hubiera propiciado”, dice.
Durante los primeros meses, los equipos técnicos visitaron tres veces el hogar. De acuerdo al relato del matrimonio, en esas instancias les emitieron comentarios alentadores, “nos decían, ‘la van a tener hasta los 18 porque la madre no se va a rehabilitar ni sacando el 5 de Oro’. Entonces fuimos creando expectativas porque de cada palabra que nos decían nos agarrábamos”. Caro, la directora departamental, descarta esta posibilidad así: “Esas no son expresiones que esperamos de los equipos y no son los reglamentos programáticos que ellos reciben, no vamos por esa línea nunca”.
El 12 de agosto, cuando la Justicia determinó la condición de adoptabilidad de Luzmila y su posterior ingreso al RUA, la funcionaria del Ceprode referente en el caso le habría comunicado al matrimonio que, tras esta noticia, al sentir que ella había vivenciado el vínculo con ellos, “iba a dar un paso al costado, porque le parecía una injusticia que nos quitaran a la nena y no podía ser neutral”. Luego fue ascendida y, entonces, cuando Martínez la confrontó, ella negó esta conversación.
Luis Eduardo y Rosalía rechazaron participar de la integración con la familia adoptante. Hoy se arrepienten, dicen, “nos ganó el egoísmo, pero eso era como pedirnos que nos sacáramos las venas”.
“Como familia que cuida no tenemos objeciones. La dificultad está dada en esto que los motiva a que quieran ir por una adopción por un camino mucho más corto y que cómo institución tenemos que defender que son dos procesos bien diferentes”, dice Caro y agrega: “Tenemos familias amigas muy solidarias, que siguen en contacto con los niños que cuidaron, porque también es un acto de amor desprenderse de un niño”.
Mientras el juicio por la tenencia avanza, algunos vecinos empezaron a reunir dinero para costear el asesoramiento de otro abogado que analice si el INAU cometió desprolijidades. El 11 de noviembre, tres días después de la abrupta despedida, Luis Eduardo recibió un mensaje de una funcionaria que le avisaba que Luzmila estaba bien con su nueva familia. Caro, al respecto, reconoce que “la niña los extraña porque no es una máquina programada para olvidar su pasado, extraña como cualquier niño que pasa a integrarse a otra familia”. Otra familia, claro, que espera hace tiempo que llegue este momento. “Pero no es que Luzmila no pueda hacerlo. Lo puede transitar saludablemente. En parte porque el afecto de la familia amiga que tuvo la fortaleció y le dio seguridad”.
Detrás de los muros de la casa blanca, Rosalía riega cada día las plantas que cuidaba Luzmila y alimenta a los pájaros que eran de Luzmila y se repite en voz alta que “ya va a volver”. Luis Eduardo, que usa una remera con la foto de los tres, insiste: aunque sabían que era un proceso transitorio, fue su culpa quererla tanto y tan pronto, “pero qué vamos a hacer —dice—, al corazón no lo mandás”.
Lorena Rienzo reclama por Santiago
Por la casa de Lorena Rienzo, en el Centro de Durazno, donde crio junto a su marido tres hijas que ya están mayores, pasaron ocho niños en el marco del programa de Acogimiento Familiar. Según cuenta, ingresó en mayo de 2020 “porque tenía una casa enorme, vacía, mi esposo trabaja todo el día, y quería estar con alguien en casa”. Dice que a todos los chicos que vivieron con ella “los ama”, y que mantiene contacto con sus familias, de origen o adoptivas, menos con Santiago. Santiago fue especial, “él me trajo vida, es mi hijo”, dice. “Me lo entregaron con siete días de vida y lo tuve hasta cinco días antes de que cumpliera el año”. De acuerdo al relato de Lorena, fue la psicóloga del equipo técnico de INAU quien le aconsejó que si querían adoptarlo, buscaran un abogado y tramitaran la tenencia aludiendo a los artículos de la LUC. “Incluso me recomendó a un abogado”, asegura. Había pasado un mes y 16 días de convivencia con el bebé. La Justicia le dio la tenencia por seis meses pero luego la revocó, y ella apeló. En febrero pasado, desde INAU le avisaron que el bebé ingresaría al RUA y el 23 de mayo lo retiraron del hogar. Este caso tiene la particularidad de que Lorena y la familia de origen viven a tres cuadras de distancia. Según Lorena, la familia se acercó porque INAU “les mentía diciéndoles que yo no lo llevaba para que lo vieran y nunca fue así. A los tres meses vino la tía a mi casa y me contó todo. Nunca lo abandonaron. Venían a verlo todas las tardes. Le hacían regalos. Lo sacábamos juntas a pasear”. Lo criaban entre las dos familias. La familia de origen, que de acuerdo al relato de Lorena no fue citada a ninguna audiencia, empezó un juicio por la tenencia. El bebé está con una familia adoptiva, en Tacuarembó.