CAMBIO DE IMAGEN
Su actual presidente, Leonardo Folgar, quiere dejar atrás la imagen del centro que “reparte computadoras” y posicionarlo como una agencia de innovación integrada al sistema educativo
Tabaré Vázquez escuchó la propuesta durante 14 minutos y 30 segundos. Era noviembre de 2006. “Una computadora por niño”, le dijo Miguel Brechner, quien sería presidente del Plan Ceibal desde 2007 hasta 2020. Había tomado la idea de Nicholas Negroponte, fundador del laboratorio de diseño y nuevos medios del Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT) y creador del proyecto “one laptop per child”. Brechner había leído que el informático pretendía fabricar las computadoras por 100 dólares. “¿Por qué no darle una laptop a cada niño en Uruguay?”, pensó.
Durante casi un año investigó y estudió. Se contactó con Negroponte y le pidió ser parte del programa. Cuando tenía todo listo le pidió la reunión al expresidente. En los 30 segundos que faltaban para el fin de la reunión, habló Vázquez. Su respuesta fue concisa y contundente: “Lo hacemos, Miguel. Dale para adelante”. En diciembre, el entonces presidente anunciaría el Plan Ceibal como uno de los proyectos más relevantes de su mandato.
Quince años después, en el edificio Los Ceibos en el Laboratorio Tecnológico del Uruguay (LATU), un pequeño “museo” exhibe los nueve modelos de dispositivos que se entregaron a lo largo de este tiempo. Sobre una mesa, primera en la fila, está la icónica laptop verde, ese sello de identidad que se consolidó en el imaginario colectivo como todo lo que es y hace Ceibal. Esa es la imagen que desde dentro quieren reemplazar. Que Ceibal se vea más como una organización integrada al sistema educativo y menos como un centro que “reparte” computadoras, dicen sus autoridades.
Después de la ceibalita vienen tres laptops menos robustas hasta llegar a las tablets de 8 y 10 pulgadas, que se reparten en primero de escuela y en primero de liceo. Al final de la mesa está la última laptop, que se entrega a los estudiantes de primaria en tercer año. Fiorella Haim, gerenta general del Plan Ceibal, enciende la pantalla y aparece el clásico azul del sistema operativo Windows. Con una de estas laptops se puede hasta trabajar, dice. Haim conoce en detalle cada dispositivo. Fue la responsable del histórico plan piloto, la entrega de 200 computadoras en Villa Cardal, Florida. Esta última laptop es solo la punta de un iceberg.
Enrique Lev, gerente de telecomunicaciones, cuenta que su sector tiene a cargo uno de los servicios históricos del Plan Ceibal: la conectividad en escuelas. Esta gerencia compra, gestiona y hace soporte de la conectividad wifi. “Tenemos centros chicos donde es todo bastante directo, pero hay otros más grandes que tienen aspectos muy complejos de diseño, y hemos desarrollado allí toda una ingeniería para poder brindar el mejor servicio. Eso es histórico en telecomunicaciones”, dice Lev. Desde un sitio central en el Data Center de Antel controlan la red de los access points, es decir, toda la red Ceibal. Administran 12.000 antenas que dan wifi, 3.000 locales educativos y más de 1.500 puntos de videoconferencia, apunta Lev.
Para poner en perspectiva tanta ingeniería, nos guía a una oficina hecha para máquinas y cables, donde el aire acondicionado está permanentemente a 20 grados con el fin de evitar el sobrecalentamiento de los aparatos. En una pared hay una especie de plano: arriba, al medio, está diagramada una escuela y un salón con lo que hay adentro: una computadora, un router, un access point. El resto del plano se despliega enorme hacia abajo con todo lo que no se ve: los servidores, el centro de datos; toda esa tecnología que permite que una computadora en un salón de clases cumpla su función. Estas máquinas a 20 grados, que emiten apenas un ruido blanco, son una parte ínfima de todas las que Ceibal tiene centralizadas en Pando para sostener la red.
La evolución.
Hoy Ceibal tiene cerca de 500 funcionarios. En 2007 eran siete. “Los desafíos eran abrumadores, pero el equipo respondió con creces”, relata Brechner. El 18 de abril de ese año se firmó el decreto que marcó el inicio del plan. El motivo: “La necesidad de avanzar en la sociedad de la información y del conocimiento” y “desarrollar acciones tendientes a la reducción de la brecha digital”.
“Hay que entender que el mundo de 2006 era totalmente diferente que el mundo hoy”, dice Brechner. “Facebook tenía 6 millones de usuarios, hoy tiene casi 3 billones. Twitter recién se había lanzado ese año. Instagram no existía. Tomar una decisión como la de crear el plan Ceibal requería mucha visión y mucho coraje”.
Salvo excepciones, el Plan Ceibal goza de un amplio consenso a nivel político. En la esfera educativa fue más difícil adoptar la propuesta, principalmente en los inicios. Maestros reclamaban la reparación de salones de clase deteriorados, en lugar de la entrega de computadoras. “Luego del anuncio hubo sectores docentes que cuestionaron esta decisión, decían que violaba la autonomía de la educación”, cuenta Brechner. “La respuesta del presidente fue muy clara: ‘se va a hacer Ceibal y se van a arreglar las escuelas. Este es un programa de inclusión para que todos los niños tengan las mismas posibilidades y que no viola la autonomía’”, recuerda.
En una Asamblea Nacional de Docentes de Educación Secundaria de 2010, convocada tras el anuncio de la extensión del plan a la educación media, las críticas volvieron a sonar. “Una vez más se implementan cambios de gran impacto en el sistema educativo de forma inconsulta a los docentes (…) Vemos con preocupación que las jornadas de capacitación no son ni lo que los docentes necesitamos, ni lo que prevé el plan. Esto genera incertidumbre, angustia y malestar en el cuerpo docente”, señalaba una resolución.
Ese malestar empezó al mismo tiempo que el Plan Ceibal, cuando se decidió que fuera creado bajo la órbita de Presidencia y no dentro del Ministerio de Educación y Cultura ni la Administración Nacional de Educación Pública (ANEP). No fue hasta la Ley de Urgente Consideración en 2020 que la organización pasó a la órbita del MEC.
El decreto fundacional del plan fijó un consejo directivo compuesto por un delegado de Presidencia, uno del MEC, uno del Ministerio de Economía y Finanzas y uno de la ANEP; también se formó un consejo consultivo con autoridades de todos los niveles de la educación. Para Brechner, este diseño separado de las instituciones ya existentes “fue la clave” del éxito. “Ni el MEC ni la ANEP estaban preparadas para este despliegue tecnológico. No fueron creadas con ese fin”, dice. Y agrega: crear el Plan Ceibal dentro de un ministerio “podía dar lugar a pujas internas” por lo desafiante y lo innovador.
Pero ahora el ingeniero apoya que la organización esté en la órbita del MEC. “Ceibal ya está consolidado y muy afianzado”, argumenta.
Éxito agridulce.
El 13 de marzo de 2020, cuando el covid llegó a Uruguay y el cierre de escuelas era inminente, todos los ojos miraron en dirección a este edificio. “Todo el mundo pensaba que la respuesta posible estaba en este lugar”, dice Leandro Folgar, actual presidente de Plan Ceibal. Al momento del cierre de los centros educativos, la conectividad de estudiantes y docentes era del 70%. Folgar considera que esa era una cifra “altísima” para América Latina, pero aún faltaba un 30% que significaba miles de estudiantes y maestros. A fines de 2020 se llegó al 95% y a fines del año pasado al 99%.
Para lograr eso, la organización tomó una serie de decisiones, como por ejemplo no multiplicar los canales de comunicación con las personas a las que se brindaba el servicio. “Eso fue lo primero: simplificar el mensaje al máximo y que el canal de comunicación para que la educación continuara en este tiempo de emergencia fuera únicamente la plataforma Crea”, dice Folgar, quien es magíster en Tecnología, Innovación y Educación por la Universidad de Harvard.
Después se enfrentaron al problema de la entrega de las computadoras. “Se tuvo que crear un software para entregar uno a uno los dispositivos en diferentes centros, porque no podía haber aglomeraciones”, cuenta. Pero no fue suficiente. Hubo entregas a domicilio y hasta en comisarías; incluso había funcionarios que salían del edificio con computadoras en el baúl del auto para repartirlas a todos aquellos que recibían la ceibalita por primera vez.
En cuanto a la parte de la “nube”, Ceibal disponibilizó un software de videoconferencia dentro de la plataforma Crea (“Conferences Crea”). “Hubo que hacer que el servicio estuviera alojado en servidores en Uruguay para que Antel (que ya brindaba el servicio gratis a Crea desde hace cuatro años) y el resto de las telefónicas pudieran liberar ese servicio”, dice. Para dimensionar el alcance, explica: una videoconferencia consume un gigabyte por hora. Normalmente, los planes móviles tienen tres gigabytes por mes. “Eran tres videoconferencias y se acababa. Para poder liberar todo ese tráfico que es súper intensivo hubo que hacer un montón de movimientos, inversiones y acuerdos que hoy hacen que Uruguay pueda decir que es el único país del mundo que tiene un sistema educativo público tanto a nivel presencial como virtual”, señala Folgar con orgullo.Todo esto hizo que el número de usuarios se fuera incrementando durante la pandemia, y así, la motivación de los funcionarios.
Pero el éxito es agridulce.
“Hicimos un trabajo muy grande en disponibilizar la conectividad, siempre teniendo en cuenta que era una respuesta a la emergencia. No es que nosotros estábamos construyendo el sistema educativo ideal”, dice el jerarca.
Desde fuera el reconocimiento es unánime, tanto a nivel nacional como internacional. Publicaciones de la Unesco, de la Universidad de Harvard, del Banco Mundial. Este último señaló que por las iniciativas del Plan Ceibal se mitigó en 30 puntos porcentuales la pérdida de aprendizaje. “No es poco, pero está lejos de lo que deseamos: una calidad de educación mejorada”, apunta Folgar. Asimismo, todo esto hizo que la organización creciera y, a juicio de su presidente, hizo que desplegara “todo su potencial que tenía trancado”.
A fines de 2020 los dispositivos vigentes de Ceibal y con soporte gratuito eran unos 539.300, en manos de estudiantes, docentes y también bibliotecas en espacios educativos. Otros 528.470, que ya no cuentan con soporte, están en manos de personas que fueron beneficiarias del Plan Ceibal y que continúan utilizando el dispositivo. En cuanto a la conectividad, a fines de 2020 el 99,5% de la matrícula cuenta con acceso de banda ancha en su centro educativo. En las ciudades, los centros educativos tienen acceso a internet de alta velocidad por medio de fibra óptica.
Más que una computadora.
La fase de entrega de dispositivos tuvo un momento clave en 2009, cuando se cubrió la totalidad del país. 13 años después, la concepción cultural de Ceibal es: “Los que entregan computadoras en la escuela y en el liceo”. Folgar lo reconoce y asume ese desafío: que la sociedad cambie la concepción del Plan Ceibal.
A lo largo de estos 15 años se implementaron diversos programas orientados tanto a estudiantes como a docentes. Ceilab, por ejemplo, son “laboratorios para aprender haciendo”, dice su coordinadora Florencia Talmón.
Allí trabaja un equipo de ocho personas diseñando proyectos que integran la tecnología con la currícula. Funciona así: un docente presenta un proyecto y Ceilab le provee mobiliario y tecnología para armar un aula y desarrollarlo. En San Ramón, por ejemplo, un grupo estudió el efecto de las plantas en la calidad del aire en un salón de clase. Para eso usaron placas programables y sensores que les dio Ceilab.
Este programa existe desde 2017. En 2018 habían llegado a 10 centros, ahora hay 70 de estos pequeños laboratorios implementados y otros 32 en etapa de iniciación.
Ceibal en Inglés y Pensamiento Computacional son otras de las grandes banderas de la organización. A través de la videoconferencia, docentes contratados por Ceibal imparten clases en coordinación con el maestro. Hoy hay 3.400 grupos que tienen clases de inglés por videoconferencia. “Este mecanismo permite saldar un problema grande de ecuanimidad de acceso a clases. No hay suficientes maestros”, dice la coordinadora del programa, Gabriela Kaplan. En Pensamiento Computacional, con el mismo mecanismo de videoconferencias, se imparten clases de programación con el contenido curricular que el maestro decida. El lenguaje de programación “bien intuitivo”, explica el coordinador Emiliano Pereiro. De esa forma los alumnos logran hacer un cuentapasos pegado a un pantalón, por ejemplo, y combinan así matemáticas y educación física.
Y, a falta del Plan Ceibal en la formación docente clásica, existe un programa dentro de la organización orientado a que los docentes desarrollen competencias digitales y se vinculen con los recursos de Ceibal para utilizarlos en el aula.
“Una de las razones que me llevó a decir que sí a Ceibal fue darme cuenta de que somos uno de los pocos países que tiene una organización con 500 personas de roles interdisciplinarios al servicio de la educación”, cuenta Folgar. Ahora su objetivo es posicionar a Ceibal como “la agencia de innovación con tecnología al servicio del sistema educativo en un estado maduro y con un recorrido muy grande”, recita con entusiasmo.
Desde el otro lado del mostrador, Brechner califica su experiencia en Plan Ceibal como “formidable”. “Dirigir una organización joven, con un espíritu innovador, que está cambiando la realidad del país, es algo que ni en mi sueño de juventud más optimista me lo hubiera imaginado”, cuenta.
Mientras tanto, en el edificio Los Ceibos en Carrasco todo parece nuevo. Como si todo el tiempo algo estuviera a punto de empezar.
Cronología
18 de abril de 2007. Por iniciativa de Presidencia de la República se crea por decreto el Plan Ceibal, con el fin de que se realicen “los estudios, evaluaciones y acciones necesarios para proporcionar a cada niño en edad escolar y para cada maestro de la escuela pública un computador portátil”.
10 de mayo de 2007. El expresidente Tabaré Vázquez entrega la primera computadora del Plan Ceibal en la escuela 24 de Villa Cardal, Florida. Se eligió esa localidad para que todos los niños del pueblo tuvieran una computadora, algo necesario para el plan piloto, que consistió de 200 “XO”.
Diciembre de 2009. Finaliza la etapa de entrega de computadoras en la educación primaria, que desde Villa Cardal se extendió al resto del interior y por último a Montevideo, donde se entregó la “ceibalita” 300.000. Todas las escuelas del país cuentan con wifi.
8 de enero de 2010. Convertido ya en política de estado, se crea el Centro Ceibal para el Apoyo a la Niñez y la Adolescencia. Así, el Plan Ceibal adquiere su personería jurídica.
Enero de 2013. Se implementan Crea y la Plataforma Adaptativa de Matemática. Se inicia el programa Laboratorios de Tecnologías Digitales para la enseñanza de programación.
Febrero de 2013. Se expande la red de videoconferencias, a través de la que se empieza a dictar el programa Ceibal en Inglés, que al día de hoy alcanza a unos 3.400 grupos.
Marzo de 2020. La pandemia pone a prueba a todo el sistema. La tasa de conectividad de docentes y estudiantes a la plataforma es de 70% y llegará al 95% a fines de año. Se pone a disponibilidad un software de videoconferencia dentro de la plataforma Crea, que se aloja en servidores de Uruguay para que Antel y el resto de las compañías de datos puedan liberar el servicio. A partir del año siguiente, Antel decidirá que el acceso a los contenidos educativos de la plataforma Crea será gratuito para todos los docentes y los estudiantes.
Julio de 2020. A partir de la aprobación de la Ley de Urgente Consideración, el Centro Ceibal para el Apoyo de la Educación de la Niñez y la Adolescencia queda bajo la órbita del Ministerio de Educación y Cultura y se comunica con el Poder Ejecutivo a través de él. Cuando fue creado, se estableció que funcionaría como un proyecto de Presidencia dado que se trataba de una iniciativa “muy desafiante” y que podía generar “pujas internas” en los ministerios, dice su fundador Miguel Brechner, ingeniero electrónico y presidente de Plan Ceibal desde 2007 a 2020.