El censo 2023 arranca en abril y contratarán a 10 mil empleados: ¿por qué puede ser el último de la historia?

Por primera vez incorporará la respuesta online, incluirá un censo de mascotas, indagará en la nueva migración, el teletrabajo, los barrios privados y en los niños con autismo.

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Censo Nacional 2023.
Censo Nacional 2023.
Foto: Instituto Nacional de Estadística.

A días de comenzar la operación más importante de la década, el edificio del Instituto Nacional de Estadística (INE) emana una tibia calma, con los pasillos bañados por la luz cálida que entra a través de su estructura de vidrio, una arquitectura que desliza la idea de transparencia, oportuna impresión para dar la bienvenida al organismo público que produce y difunde las cifras clave para conocer cómo vivimos los uruguayos. Pero ya veremos que no hay un ápice de tranquilidad en la actividad que ocurre en su interior.

Durante los próximos tres o cuatro meses, el INE se convertirá en la empresa pública más grande del país para poder realizar el censo nacional, un operativo cuyo presupuesto supera los 20 millones de dólares y para el que serán empleadas —de forma zafral— más de 10.000 personas. Después volverá a desarmarse: regresará a su tamaño natural, con sus desafíos habituales.

El peso de lo que se viene, es decir la magnitud de planificar un censo nacional, se imprime en el rostro cansado de su director, Diego Aboal. Lleva más de dos décadas liderando equipos de análisis, viene de estar al frente del Centro de Investigaciones Económicas, pero ninguna de esas experiencias es comparable al despliegue —y a los riesgos— de hacer un censo. Y este es su debut. Dispara: “Lo tomo con la responsabilidad de saber que los censos son la tumba de los crá”.

Diego Aboal.
Diego Aboal.
Foto: Estefanía Leal.

La titánica tarea es el mayor operativo de despliegue logístico que tienen los países en tiempos de paz. “Entonces claro, si algo puede fallar seguramente va a fallar”, advierte el director. Para hacerse una idea alcanza con mirar hacia el costado: en esta ronda de censos en América Latina “todos han tenido algún problema”. ¿Y si consideramos los antecedentes en Uruguay? “También los hubo”, resume. Algunos casos son tan extremos, que han generado la renuncia de los directores de estos institutos. Pero Aboal reacomoda el cuerpo con un ademán que busca hacer a un lado el cansancio y transmitir seguridad en la planificación que ya insumió dos años de trabajo y a la que le esperan dos más: prácticamente todo el período de gobierno.

Se sabe: “la precisión de un cirujano” no es compatible con un censo, pero para atajar los inconvenientes futuros, el INE montó un centro de operaciones en las instalaciones de Sinergia, desde donde se apronta la que llamaremos la preproducción del operativo. Para esta primera etapa que comenzó en febrero, se contrató a unos 1.200 censistas. Al principio, se les asignó una tarea de escritorio. El trabajo de verificar mediante mapas satelitales de todos los terrenos del país que donde había una calle sigue habiendo una calle, que donde había una vivienda sigue habiendo una vivienda. Esto constituye “el censo de direcciones”.

Luego de esta inspección visual, los censistas van presencialmente a cada una de las direcciones. En eso están. Departamento por departamento, localidad por localidad, manzana por manzana, confirmando cada número de puerta.

Para los que tienen esa tarea el Uruguay es esto: 650 localidades, 70.000 zonas —o manzanas—, más de 1.400.000 direcciones. Ahora mismo falta culminar el 15% del objetivo, que vienen a ser las zonas más complejas donde en primera instancia no se pudo ingresar, o aquellos sitios donde no se consiguió la cantidad de censistas necesaria, como sucedió en Maldonado. Esta tarea se prolongará durante dos semanas más y entonces sí, en abril, empezará la verdadera proeza que esta vez viene con importantes innovaciones y que tal vez sea la última en la que un censista golpeará a la puerta de los uruguayos.

Contra el boicot.

Nuestra historia con los censos es “peculiar”. Ignacio Pardo, docente del programa de Población de la Universidad de la República (Udelar), señala que durante buena parte del siglo XX no se realizaron censos en el país. Hubo uno en 1908 y luego siguió un prolongado silencio hasta 1963. “El primero relevó que en Uruguay había un millón de personas aproximadamente y para el segundo ya se contaban más de dos millones y medio de habitantes, así que todo ese crecimiento de población fue en base a estimaciones”, dice el especialista.

Después vino el censo de 1975. Posteriormente, el de 1985 y el de 1996: este marcó un punto de inflexión respecto a los grandes cambios que vendrían. “Cada censo tiene una innovación para mejorar la capacidad de recoger la información y para que los datos estén disponibles oportunamente”, plantea Wanda Cabella, docente titular del programa de Población de la Udelar. El de 1996 fue el último que se realizó en un único día e incorporó el escaneo de los cuestionarios escritos a mano.

Censo de 2011.
Censo de 2011.
Foto: El País.

Más tarde se hizo un conteo de la población, en 2004. Y luego llegó el censo de 2011, el último vigente. Aquella vez se eliminó el papel, los censistas utilizaron una tablet para ingresar las respuestas y ya no se retrocedió más. Ahora se usarán los mismos dispositivos que utilizaremos para votar en las elecciones nacionales.

“La recomendación de Naciones Unidas es hacer un censo cada década, en los años que terminan en cero, pero en Uruguay esto resulta muy poco cómodo porque los gobiernos cambian cada cinco años y en los años cero hay un gobierno nuevo que acaba de asumir”, comenta Pardo, el demógrafo.

El inminente censo llega con un atraso provocado por la pandemia, y en medio de una preocupante tendencia mundial de reticencia a las encuestas. “Hay un cambio general, las encuestas cuestan más, sobre todo en las zonas costeras de edificios, de más difícil acceso, pero en nuestro país siempre se han abierto las puertas a los censistas porque la gente entiende que es una instancia obligatoria”, dice Cabella.

¿Qué pasa si no me dejo censar? Para derribar las negativas, parte del entrenamiento de los censistas está centrado en el abordaje al hogar y cómo proceder ante estos casos, evitando recurrir a las multas que el estatuto prevé para quien se resista a responder, explica Aboal.

Publicitar la importancia del censo será el cometido de una potente campaña que saldrá al aire en un par de semanas pero, mientras tanto, el director del INE lleva adelante una gira por todo el país. Aboal aterriza en cada departamento con una doble misión. Una es crear comisiones de apoyo al censo, integradas por las intendencias, los municipios, la Policía, el Ejército, el Ministerio de Desarrollo Social y diferentes fuerzas vivas que participarán de la logística del traslado de entre 7.000 y 10.000 censistas que recorrerán cada rincón del país. “Queremos que queden claros los canales por si surgen dudas, porque dificultades surgirán miles durante el operativo”, se ataja Aboal: desde un perro que muerde a un censista, hasta un dispositivo que funcione mal, “y en estos tiempos de redes sociales queremos evitar las anécdotas equivocadas”.

Censista.
Censista.
Foto: Instituto Nacional de Estadística.

Para cumplir el segundo objetivo, el director del INE se comunicó con los principales actores políticos a nivel departamental y nacional —Julio María Sanguinetti por el Partido Colorado, Pablo Iturralde por el Partido Nacional y Fernando Pereira en representación del Frente Amplio—, con la intención de insistir en que el censo “es un asunto país” y que no debe empañarse con “ruidos espurios, con motivaciones políticas”. “Ellos tienen muy claro que este es un proyecto muy importante para el país. Estos datos van a marcar la política pública de los próximos 10 años”, confía.

Miles de censistas.

Hay muchas formas de ver un censo, una es como un generador de empleo zafral. Tras la contratación de 1.200 personas para la primera parte, el corazón del relevamiento requerirá entre 7.000 y 10.000 censistas que surgirán de un llamado que se abrirá la próxima semana en el sitio web censo2023.uy. Después, para la etapa final, se ampliará la contratación, esta vez con un perfil de mayor calificación académica para analizar los datos recogidos.

La primera etapa del censo comenzará en abril, introduciendo la novedad del censo online. Se dispondrá de un período de dos a tres semanas. Para linkear la dirección correcta, el usuario deberá ingresar el número del contador que aparece en el recibo de la UTE. Luego, un censista tocará la puerta para relevar un código que confirme que se completó el cuestionario. Y pronto el trámite.

Censo.
Censo.
Foto: Instituto Nacional de Estadística.

El único país de la región que le dio relevancia a esta metodología fue Argentina. El 50% de nuestros vecinos eligió responder de forma online. “Yo no espero tanto, pero me dejaría muy contento si llegamos al 25%”, proyecta Aboal. En Europa, en tanto, hay países que llevan años haciendo censos solamente por esta vía; otros dieron un paso más —como los países escandinavos o incluso España— y en lugar de hacer un censo tradicional o mixto, solo recogen la información de los registros públicos. Finlandia, por ejemplo, lleva más de 40 años sin hacer un censo. En un edificio hay un marcador que va indicando cuántos finlandeses son en tiempo real: desciende con un fallecimiento y sube con un nacimiento.

Empleo zafral

Abren llamado para contratar entre 7.000 y 10.000 censistas

La información completa se encuentra en el sitio web censo2023.uy, allí se ingresan los distintos llamados que surgen para cumplir con el titánico operativo. Por el momento, ya fueron contratadas 1.200 personas para la etapa de precenso, cuyas tareas terminarán dentro de dos semanas.
A su vez, esta semana se abrirá la convocatoria para contratar entre 7.000 y 10.000 censistas de todos los puntos del país, que comenzarán a trabajar en abril, visitando los hogares y viviendas para aplicar los cuestionarios. Diego Aboal, director del Instituto Nacional de Estadística, detalla que el requisito es tener tercer año de Secundaria aprobado, aunque se seleccionará de acuerdo al nivel educativo. La oferta es de tipo zafral, esto quiere decir que se extenderá hasta que culmine la etapa censal. Sobre el pago, se previó una remuneración fija que ronda los 15.000 pesos. Este monto se complementa con otro pago “a destajo”, según la cantidad de direcciones y de personas censadas. La cifra total dependerá entonces de la cantidad de días trabajados y por supuesto influye en esto la localización, es decir el tamaño de la ciudad a censar. Si se trabaja unos 25 días, se sumarían —al monto fijo— otros 15.000 pesos, generando en total unos 30.000 pesos. Cuando termine el trabajo de campo, pasado el mes de mayo, se abrirá una nueva y última convocatoria para el procesamiento y difusión de los datos recogidos. En este caso, se exigirá un perfil de trabajador de calificación más alta, aunque la propuesta también será zafral.

“Es una discusión imprescindible, una de las opciones posibles y quizá también la opción más probable a futuro; ahora dicho esto hay muchos pasos que dar para lograr que sea una opción ideal”, opina el demógrafo Pardo. Los uruguayos dejamos muchas pistas que son registradas por los organismos públicos, “en algunos temas tienen mucha más información sobre nosotros que lo que nos da el censo, entonces podríamos asumir que si esa información estuviera sistematizada, no necesitaríamos preguntarle a las personas lo que les preguntamos en el censo”, aclara Pardo.

Sin embargo, no tenemos un registro único de direcciones como España —por poner un caso—, donde los ciudadanos están habituados a informar a los municipios cada vez que se mudan, contraen una unión o matrimonio, ocurre un nacimiento o muerte, o emigran.

De hecho, en simultáneo al censo se realizará un piloto basado en registros administrativos. ¿Este será el último censo tal y como conocemos? Aboal responde con un gesto ambiguo. Dice: “Tenemos confianza en que podemos generar parte de la información del censo tradicional con registros administrativos, ahora, ¿toda? No sé si un período de 10 años es suficiente”.

Aunque hacia allí vamos. “Somos el único país de la región encaminado. Lo estamos haciendo con fines de comparación y de mejora, pero la idea es que al menos algunas variables de ese censo basado en registros comience a ser publicada de forma anual porque necesitamos información más oportuna y no cada lapsos de 10 años”, plantea. Así podríamos saber cuántos somos de forma anual: un pasito más cerca del orgulloso reloj que exhibe Finlandia.

Censistas en el edificio del Instituto Nacional de Estadística.
Censistas en el edificio del Instituto Nacional de Estadística.
Foto: INE

Continuando con el cronograma, en mayo empezará la etapa presencial del censo. En un período de cuatro semanas, miles de censistas visitarán todas las viviendas para realizar un cuestionario sencillo y claro que no debería insumir más de 30 minutos. En el sitio web censo2023.uy se podrá ingresar el número de identificación para confirmar que la persona en la puerta de cada casa es efectivamente un enviado del INE.

Entre las preguntas se incluirán nuevos objetos de estudio, como el primer censo de mascotas. En breve sabremos cuántos animales viven en los hogares de los uruguayos: podremos, por ejemplo, determinar cuántos gatos hay en nuestra manzana, entre otros datos.

¿Llegamos a los 4 millones?.

Tras finalizar el relevamiento de campo, habrá un breve margen de tiempo para resolver los casos más difíciles, los inevitables “agujeros” con los que lidia cada censo. Después se trabajará en procesar los datos que serán difundidos esencialmente en 2024, en un moderno geoportal en el que también se pondrán a disposición distintos informes temáticos y las proyecciones del crecimiento de la población.

“Lo peor que puede ocurrir es liberar datos que no estén validados”, advierte Aboal, “pero creo que vamos a poder dar parte de la información durante el segundo semestre de este año”. El primer dato que será comunicado es cuántos somos. “Las proyecciones que fueron hechas en el censo de 2011 estimaban que hoy seríamos unos 3.550.000 uruguayos, pero en ese momento no estaban los inmigrantes”, señala el experto.

En una década fueron tomando forma dos tendencias contrapuestas, explica el director del INE. Por un lado, hubo más inmigración de la que se podía proyectar en aquel momento, pero por el otro hubo mucho menos natalidad de la que se previó para hacer las proyecciones. “El Uruguay desde el 2020 no tiene suficientes nacimientos como para compensar la mortalidad”, adelanta.
Habrá que ver entonces si estamos cerca de los 3.550.000 o si —quien dice— llegamos a los cuatro millones.

Para pensar los temas que analizará el censo, se conformó una comisión de expertos. Además de las sugerencias de la academia, diversos organismos públicos y organizaciones civiles hicieron sus solicitudes. Muchas fueron descartadas “porque se podían resolver mediante encuestas o esos datos ya estaban disponibles en registros públicos”, pero otras se tomaron. Este es el caso de la inclusión de una pregunta específica sobre los niños diagnosticados con Trastorno del Espectro Autista. Además se preguntará sobre el teletrabajo. A pedido del Ministerio de Vivienda y Ordenamiento Territorial se recogerá información sobre los habitantes de los barrios privados y se indagará en las viviendas que fueron afectadas por desastres, tras una solicitud del Sistema Nacional de Emergencias.

“Va a haber fenómenos nuevos que este censo captará”, anuncia Aboal. Un módulo intentará arrojar luz sobre la última corriente migratoria, pero también alumbrará los cambios de la migración interna. “Los desplazamientos ocurridos dentro del territorio, en especial después de la pandemia, pero en pueblos que perdieron habitantes y zonas costeras que recibieron más vecinos”, dice el director, que expresa curiosidad por las mediciones que surgirán de la expansión que están protagonizando Maldonado y Canelones.

Censista.
Censista.
Foto: INE.

Cabella, la demógrafa, por su parte, espera con ansias los datos sobre cómo está conformada la familia uruguaya actual. “También estoy muy expectante de cómo podremos estudiar la fecundidad con las nuevas variables que nos dará el censo, para vincular las características sociales y etarias de las personas que tienen más o menos hijos, las que lo postergan, las que al final de la vida reproductiva no tienen más hijos, así podremos analizar el descenso enorme que hubo en la fecundidad”, señala la experta.

Será una foto actual que nos permitirá compararnos con el Uruguay que fuimos. Dice Aboal: “Nos va a dar una imagen muy nítida de cuántos somos, cómo somos y cómo vivimos. La gran ventaja de los censos es que la imagen que nos da aguanta un zoom, te permite lo que ningún otro instrumento estadístico puede hacer, que es la posibilidad de ver cómo vive la gente en una manzana”. El incalculable valor de poder saber realmente, con el más objetivo de los lentes, cómo es la vida de nosotros.

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