El circo de la política argentina y una gira con el cumbiero El Dipy: así es el show de Javier Milei

Argentina va rumbo a las elecciones. Nadie interpreta esta era del show político como Milei. Aquí una crónica con el candidato de La Libertad Avanza por las calles de La Matanza y un retrato del fenómeno.

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Javier Milei en recorrida por La Matanza en Argentina
Javier Milei en recorrida por La Matanza en Argentina.
Foto: Prensa Milei.

En Buenos Aires.
Sé que es Javier Mileiel sujeto que avanza en el centro de este tumulto porque, cuando cogoteo, alcanzo a verle el pelucón con el que se hace reconocer. Es la una de la tarde de un sábado soleado y estamos en la esquina de Berón de Astrada y Merlo, localidad de La Tablada, partido de La Matanza, primer cordón urgente de la extensión que conocemos como el conurbano bonaerense, el formidable tapiz territorial donde viven unas 11 millones de personas.

Las calles son unas callecitas y el amontonamiento de gente no supone necesariamente cantidad. Habrás unas 200 personas, lo que ocurre es que están todos en los mismos 30 metros cuadrados. Una de ellas llegó dentro de un traje de león, con su melena dorada y su cola. El disfraz parece terminado a mano, lo que le da veracidad no al león, sino al esfuerzo inorgánico del militante sin aparato. Parece recién bajado de un trencito de la alegría y entrega más ternura que amenaza, hay que decir.

Militantes de Milei.
Militantes de Milei.
Foto: Alejandro Seselovsky.

Por cierto, un slogan de Milei dice que no ha venido a guiar corderos, sino a despertar leones. Él mismo se hace llamar El León.

Solía entrar al escenario, en sus actos de campaña, con un tema de La Renga que arranca:

Hola a todos, yo soy el león / rugió la bestia en medio de la avenida / todos corrieron sin entender / panic show a plena luz del día.

No es que el tema sonara de fondo, es que Milei entraba cantándolo, a capela. Digamos que lo rugía, solo que en donde dice “todos corrieron” Milei, cambiando la letra, decía: “corrió la casta, sin entender”.

Pero a La Renga no le gustó y emitió un comunicado contundente: “No queremos tener un disfrazado de amigo hablando de la libertad”.

Ahora, junto a Milei, camina David Adrián Martínez, estrella de la cumbia base, habitualmente conocido como El Dipy, dueño de algunos hits que ya se hicieron su lugar en el cancionero suburbano, el más conocido de todos ellos dice: ay, qué lindo es ser soltero / cómo me gusta vivir todo el día al pedo. El Dipy es el candidato de Milei a la intendencia de La Matanza, 300 kilómetros cuadrados (la ciudad de Buenos Aires tiene 200) gobernados por el peronismo desde la restauración democrática, en 1983.

David Adrián Martínez, "El El Dipy", en La Matanza.
David Adrián Martínez, "El El Dipy", en La Matanza.
Foto: Alejandro Seselovsky.

El gentío aprieta y Milei avanza entre una euforia de celulares. Estira la mano, saluda a quien lo quiere alcanzar, sonríe a media asta y se deja gentilmente custodiar. Hay militancia dura y hay abuelas con los nietos que se asoman porque les dijeron que hoy venía el tipo ese que aparece en la tele. Es que Milei aparece mucho en la tele. No hay correlato físico entre la gente que ha venido a verlo y la gente que todos los días lo ve. Redes, memes, grupos de WhatsApp, noticieros. Milei es la expresión fenomenológica de una era, la de la multipantalla.

El nuevo show.

Un vendedor de copos de azúcar con una pistola en el bolsillo se abre paso entre la multitud hasta quedar delante de la vicepresidenta de la Nación. Cuando la tiene a tiro, saca el arma, pone el cañón a quince centímetros de la cara de la mujer y gatilla. Por alguna razón, la bala no sale. Todo está siendo transmitido en vivo por la televisión.

Pocos días antes de las elecciones primarias que definirán los candidatos de una provincia, una chica, en la capital de esa provincia, desaparece. Su suegro es uno de esos candidatos y va en la boleta junto al gobernador que quiere ser reelecto. Pasan los días, el cuerpo no está. Pasan las elecciones, el cuerpo sigue sin aparecer. Todo es macabro y aterrador. Llegan los medios nacionales con sus móviles a contar el festival del espanto. Imposible despegarse de la televisión.

Javier Milei
Javier Milei, líder del espacio político La Libertad Avanza.
Foto: AFP.

El emergente político del momento que es furor en las encuestas no hace pie en el interior y sus aliados en las provincias pierden por paliza, elección tras elección. El tipo descabeza a su cúpula de campaña y nombra como nueva apoderada a su mamá. El tipo es soltero así que le preguntan quién será, en caso de que sea electo presidente de la República, su primera dama.

-Mi hermana.

Responde el tipo, frescamente. La hermana tira el tarot. Dice el tipo que no hay nadie en este mundo en quien confíe más. En ella y en sus cartas.

Javier Milei se llama el tipo.

No sé en qué momento pasó, habría que revisar la curva, pero en algún punto de la historia reciente dejamos de consumir la ficción del espectáculo para empezar a consumir el espectáculo de la política. Consumimos política con el desafuero de una adicción. Nos atragantamos de política y cuando paramos un momento, es que estamos tomando aire para volver a la misma contracción de la misma gula.

¿Se acuerdan de Marcelo Tinelli, el tipo que metía 30 puntos de rating en las noches y nos ponía a comentar los sucesos de su pista de baile al día siguiente? Aníbal Pachano y sus galeras. Ricardo Fort y sus patovicas. Vicky Xipolitakis. No fue hace tanto. Y sin embargo ya fue.

El circo mayor de la política argentina es nuestro nuevo espectáculo permanente. La política es nuestro nuevo show.

Amalia Granata y Javier Milei
Amalia Granata y Javier Milei
Foto: La Nación (GDA)

Las plateas que somos, siempre hemos necesitado figuras y figuritas que completaran el álbum de nuestras vidas televidentes. Que nos dieran inspiración o rechazo, pero que no nos dejaran sin pasma. El tema es que cambiamos personajes de juguete que no intervenían el curso de nuestro devenir más que un rato por otros que son dramáticamente reales y cuyas acciones pueden cambiar el destino del país en el que vivimos. Entertainment politik. Nos aburrimos de jugar con la nieve del carnaval, que es nieve de mentira. Y estamos jugando con fuego. Fuego real.

Horacio Rodríguez Larreta, actual jefe de gobierno de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, lanza un spot en donde lo vemos en terapia. Desde el diván, ahí recostado, responde las preguntas que su joven analista le hace. Así es como va recorriendo su programa político y, de paso, le devuelve puñales a sus adversarios. Rodríguez Larreta quiere ser el próximo presidente.

Ahora bien, nadie interpreta esta era del show político como Javier Milei. No es que él sea el show, es que es su verificación. Lo corrobora. Puede ser el próximo ocupante de la Casa Rosada o puede que solo se trate de un globo de ensayo del campo digital. Imposible saberlo ahora, las urnas nos dirán esa verdad. Pero por afuera de lo político, y ni hablar de lo estrictamente partidario, Milei expresa la época, es su más clara sintomatología. Aceptan, sus constituciones, un abordaje de cultura y sociedad, sin importar lo que pase con él.

Amores Perros.

Tengo un amigo, Mario R., que ha tenido un único trabajo en esta vida: paseaperros. No es un conocido, ni un contacto de estos tiempos, es un amigo de la infancia. Nos conocimos en la escuela primaria y, 40 años después, seguimos juntándonos a comer un asado. Mario fue, durante diez años, el paseaperros de Javier Milei. Sé que no miente cuando me cuenta.

Que una mañana de 2017, mientras le entregaba a Conan, el mastiff inglés que tanto amó, Javier Milei le apoyó la cabeza en el hombro y se puso a llorar. Que eso mismo volvió a pasar a la mañana siguiente y que después se hizo costumbre. Mario me lo cuenta y yo trato de imaginar a Javier Milei llorando en el hombro de su paseaperros porque Conan se le puso viejo y se está por morir.

Que un día Milei lo recibió con una sonrisa de oreja a oreja porque había encontrado la solución. La solución: Milei mandó a clonar a su perro. Voy de vuelta por si no se leyó bien: Milei-mandó-a-clonar-a-su-perro. Tomó muestras de ADN de Conan y las envió a dos empresas de pet cloning, una en Japón y otra en Estados Unidos. Dice Mario que un día Milei apareció con diez cachorros iguales a Conan. A uno le puso Conito. Conan, finalmente, murió.

La extravagancia, la fascinación, el estupor, la rabia, el hating, las redes y sus indultos del enunciado, el nickname, la euforia, el sobregiro, las pantallas, el infoentretenimiento, las fake news, la aceleración, la profusión incontenida de datos al voleo, todos asuntos de una conflictividad global a los que hay que sumarles los tags locales, los nudos propios sin desatar: el índice de pobreza estructural en el 43 por ciento, la inflación del 110 interanual, la ausencia de dólares de reserva en el Banco Central, la crisis cambiaria, el coma inducido de la moneda nacional… la Argentina tiene el tiempo interno de un rápido, de un rafting, vivimos sobre aguas que bajan a toda velocidad. No hay presente, hay fuga constante del presente. Difícil hacer pie, en este suelo incandescente, a menos que puedas empardarle a la época su desenfreno con tu propia intemperancia: con tu propio desenfreno. Ser como ella. Parecerse a ella. Replicarla. No hay moderación, en Milei. Y si encastra bien con este tiempo es porque este no es el tiempo de la moderación.

¿Quiénes lo siguen?

El público de Javier Milei

Puede ser un prejuicio, o un pensamiento automático: los votantes de las derechas son de clase alta, o media alta, o acomodadas. Bien, vamos a decirlo sin rodeos: la militancia de Milei es morocha, lo que ahora se puso de moda en llamar “la Argentina marrón”. Tanto en su acto de El Porvenir, en junio de 2022, como en esta caminata de La Tablada, lo que vi era working class, clases bajas, medias bajas del primer cordón conurbano, pibes de los Rappis con sus bicis, peluqueras de los barrios con sus nail art. Ni turros ni “wachines”, trabajadores que hacen el mango justo. No sabemos quién estaba dentro del disfraz de León, pero si hubiera sido el CEO de alguna corporación, ese traje hubiera tenido otro costo. Y otra costura.

Pasito a Pasito.

Tampoco hay nada de suavecito, en Milei. Los cien metros que tiene desde Berón de Astrada hasta Crovara, la avenida que le da arteria principal a La Tablada, los hace entre empujones y atropellos, que es como ha ingresado a la política nacional, atropellándola, pateando las puertas, a los gritos. Su enunciado no es: viva la libertad. Su enunciado es: ¡VIVA LA LIBERTA, CARAJO! El remate injuriante y las mayúsculas son de él. El puño de Alfredo Casero reventando de furia sobre la estremecida mesa de Luis Majul, hace ya más de un año. Los pibitos aquellos que llevaron una guillotina a la puerta de Casa Rosada. Viviana Canosa abriendo su editorial con el título ¡Viva la grieta! Así, como el país, avanza Javier Milei en esta tarde de sábado por esta callecita de La Matanza, a los bifes, a los empellones.

Javier Milei. Foto: LA NACIÓN (GDA)

De golpe, endurecida como está, hecha un ladrillo de gente, la pequeña muchedumbre arranca al pasar el espejo de un auto. Lo arranca de la puerta y queda, el espejo, colgando de unos filamentos plásticos. Alguien con ganas de joder podría decir que Milei está impulsando un ataque a la propiedad privada. Después de todo, habrá un dueño de un auto que se encuentre con esto.

A los costados, en las veredas, la heladería Prendi, el taller Losaicco que te arregla la suspensión y el tren delantero, una ferretería, todos cierran puertas y guardan sillas porque un pequeño tifón se está llevando la cuadra puesta. Así en este rincón de La Tablada como en los medios de comunicación, igual. Con Milei todo es más o menos de este modo.

Urnas.

Ricardo Bussi, el candidato de Javier Milei en Tucumán, obtuvo un magrísimo cuatro por ciento de los votos en las elecciones del 11 de junio pasado. Martín Menem, también candidato de Milei pero en La Rioja, quedó tercero lejos con el 15 por ciento (ganó el peronismo con el 50). Y esto por citar dos ejemplos donde el líder de La Libertad Avanza (LLA) se involucró personalmente. Otros candidatos de otras provincias que le usaron el sello sin contar con su respaldo explícito, no cruzaron el uno o el dos por ciento.

Las encuestas son un termómetro de la circunstancia, pero no siempre indican la fiebre correcta. Hasta ahora, en el interior argentino, el fenómeno mediático de Javier Milei no se corroboró en las urnas.

En lo que queda de este 2023, hay dos fechas seguras y una probable que entregarán una verdad sin refutaciones: el 13 de agosto se celebrarán la elecciones Primarias Abiertas Simultáneas y Obligatorias, las PASO, en la que los partidos presentan a sus precandidatos a los cargos nacionales. Tras una interna furiosa en el oficialismo entre la vicepresidenta Cristina Fernández de Kirchner y el presidente Alberto Fernández habrá candidato único: el ministro de Economía, Sergio Massa. Las postulaciones de Wado de Pedro y Daniel Scioli quedaron por el camino.

Alberto Fernández y Cristina Kirchner
Alberto Fernández y Cristina Kirchner.
Foto: AFP

La oposición de Juntos por el Cambio tiene su propio entuerto con Rodríguez Larreta y Patricia Bullrich. La ventaja de LLA es que no tiene interna: habría que ver si Javier Milei, como jefe del espacio, la hubiera permitido. Esta condición de candidato único hoy lo hace, según la consultoras, la opción con mayor intención de voto. Según el estudio, va del 15 al 25 por ciento.

La fecha que definirá su suerte, y la de este país con él, será la del 22 de octubre, cuando los argentinos votemos la primera vuelta presidencial. Si ninguno de los candidatos obtiene la mayoría absoluta, el 19 de noviembre será la segunda vuelta. El momento de la verdad.

Si a 24 horas del cierre de listas, el oficialismo no pudo todavía definir la suya, cualquier pronóstico a dos meses, a tres, en esta Argentina desesperante, se vuelve imposible. El mercado del voto y la transacción electoral ubicará a Javier Milei en el lugar que la historia le tenga reservado. Hoy, ahora, acá, mientras Milei termina su cuadra matancera, se sube a una camioneta negra y se va sin hablar, solo podemos sentirnos dueños de una certeza: la época lo ha ungido representante de un tono rabiado y espectacular. Desvariante o revolucionario, psicópata o libertador, pase lo que pase con él, recordaremos este tiempo como los días en que, a cada momento, en todas nuestras pantallas, nos cruzábamos a Javier Milei.

"Formalidades"

La novela de las tensiones en la interna de Javier Milei

Javier Milei junto Carlos Kikuchi y su hermana Karina
Javier Milei junto Carlos Kikuchi y su hermana Karina.
Foto: La Nación.

Pedro Lacour / La Nación (GDA)
No son horas serenas para Javier Milei. La noticia que ubicó a sus armadores Carlos Kikuchi y Sebastián Pareja afuera de la Junta Electoral bonaerense de La Libertad Avanza, acentuó la zozobra que envuelve por estas horas al mundo libertario. Es que, si bien el propio postulante a presidente despejó los rumores de ruptura al aclarar que se trató de una mera “formalidad”, la salida de ambas figuras, que cumplían un rol central dentro del esquema, fue leída como un capítulo más en la novela de tensiones que cruzan al espacio de cara al cierre de listas, que es hoy.

“No hay conflicto alguno. Ante la eventualidad de que sean candidatos, renuncian para evitar incompatibilidades. Además, (Kikuchi) solo renuncia a la junta electoral provincial, pero sigue en la nacional”, se atajaron inmediatamente en la fuerza política comandada por Milei. Sin embargo, Kikuchi -una de las personas que, a la par de su hermana Karina, más supo tallar en el entorno del economista- no tendría en sus planes aspirar a un cargo. Una situación muy distinta a la de Pareja, quien sí competiría como candidato a senador provincial por el distrito que lo tuvo hasta hoy como principal coordinador y en donde Carolina Píparo encabezará la boleta a gobernadora.

El propio exaliado de Emilio Monzó había anticipado, durante un acto partidario en La Matanza, que su trabajo como armador bonaerense de Milei estaba “llegando a su fin”. “Estamos a una semana de poner a nuestros mejores hombres y mujeres a defender las ideas de la libertad. Sepan que ese último trabajo es muy ingrato”, advirtió Pareja.

Todo comenzó cuando, en la noche del miércoles, se difundió un documento de la Justicia Electoral de La Plata en el que se consignaban los nombres de los responsables económicos financieros y también técnicos del espacio libertario. En el texto se informaba que Kikuchi y Pareja presentaban sus renuncias como integrantes de la Junta Electoral de esa fuerza política. Y que ambos cedían sus lugares a sus suplentes, Julián Akerman y Alicia Luján Lucich. Esta mujer es ni más ni menos que la madre de Milei.

Los dos elegidos para reemplazar a Kikuchi y a Pareja recibieron observaciones por supuestas irregularidades en sus designaciones de parte del juzgado que está a cargo de los comicios. Mientras se consigna que Lucich no está registrada como afiliada a ningún partido político, Akerman no figuraría como elector en territorio bonaerense, sino en la ciudad de Buenos Aires.

A partir de su ingreso, a comienzos de 2022, la figura de Kikuchi generó resquemores puertas adentro del esquema libertario. El acercamiento con referentes de partidos tradicionales de las provincias, como el hijo del represor tucumano Ricardo Bussi, disparó una interna con los sectores más “puristas”. Desde el primer momento, uno de los principales opositores internos a Kikuchi fue el abogado Carlos Maslatón. “Ninguno de nosotros va a aceptar ninguna orden más de Karina Milei, dictadora barata e ignorante en todos los aspectos, ni del traidor infiltrado de Carlos Kikuchi”, escribió Maslatón en su cuenta de Twitter, tras un evento que tuvo lugar en El Porvenir, en una noche de frío extremo, y donde hubo 4.000 personas en un estadio con capacidad para 14.000.

Así y todo, Milei no dejó de delegar en Kikuchi el trazo grueso de las negociaciones políticas.

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