El derrumbe de Gustavo Penadés, denunciado por explotación sexual: ¿por qué tenía la confianza de todos los partidos?

Ya van once víctimas que denuncian al exsenador blanco por abuso y explotación sexual de menores. Aquí un perfil que explica por qué Penadés era mucho más que un senador y el caos que dejó su salida.

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Gustavo Penadés.
Gustavo Penadés.
Foto: Francisco Flores.

El primer gesto del “duelo” que distintos integrantes del sistema político dicen estar “recién comenzando a procesar”, surge en la forma de conjugar los verbos cuando se refieren a Gustavo Penadés. “¿Es? ¿O debería decir que fue?”, se preguntan en voz alta diferentes legisladores cuando intentan explicar por qué la investigación —cada vez más grande— por abuso y explotación de menorescontra uno de los legisladores con más antigüedad y prestigio tuvo un impacto “traumático” entre sus colegas.

En el Parlamento hay dinámicas que se ven puertas afuera y otras que no, y si bien una encuesta de Factum revela que más de la mitad de los uruguayos no sabe quién es Penadés, para los legisladores era mucho más que un senador.

Tras una trayectoria de más de 30 años, Penadés atravesaba el mejor momento de su carrera. A tal punto, que según supo El País, un grupo de la Lista 71 proyectaba su postulación como precandidato a la Presidencia (sugerencia que él habría descartado). Desde 2020, presidió las comisiones de las leyes clave para la gestión del gobierno —como la de urgente consideración, Presupuesto, Rendición de Cuentas y la intrincada reforma de la seguridad social—. A su vez era el coordinador de la bancada del Partido Nacional y, más allá de otros cargos, se posicionó como el principal articulador entre el Ejecutivo, la coalición y la oposición.

Gustavo Penadés.
Gustavo Penadés.
Foto: Juan Manuel Ramos.

Con Penadés, “un sí, era un sí; y un no, era un no”, reconocen políticos de todos los partidos. Y las conversaciones privadas se mantenían en la confidencialidad, “lo que generaba que se pudiera discutir con él temas delicados”. En definitiva, “hablaba Penadés y hablaba el gobierno”, concluye Rodrigo Blás, compañero de sector que hoy ocupa su banca. En tanto, desde la Torre Ejecutiva, afirman que de forma natural había ganado esa posición: “Todos lo buscaban. Incluso para el manejo a la interna de la bancada, todos lo necesitaban”.

Por eso, su desvinculación —voluntaria— de toda actividad políticay luego la votación unánime que determinósu desafuero —"vi un Parlamento que estuvo a la altura de las circunstancias”, opinó la vicepresidenta Beatriz Argimón—, dejó un clima de “apesadumbramiento” por la cruenta información que brindó la fiscal Alicia Ghione, y también una sensación de “orfandad”. El Parlamento entero perdía a un “hombre de confianza”.

Entre los dirigentes más allegados, son poquísimos los que aceptan hacer declaraciones. Y si las hacen eligen cuidadosamente cada palabra. Lo mismo pasa con referentes de otros partidos. Temen que “en este momento tan delicado”, “cualquier comentario se pueda malinterpretar”, y terminar perjudicados.

Sin embargo, por lo bajo, excompañeros del influyente sector herrerista, en algunos casos con más de 30 años de militancia compartida, aseguran que “son muy pocos los que no han tomado una posición” en torno a las once denuncias que analiza la Fiscalía, aunque por “cautela”, y por “respeto”, la mayoría elige mantenerse públicamente en silencio.

“Hay gente en el partido que le sigue creyendo y realmente piensa que es totalmente inocente. Hay una especie de necesidad de negación de la realidad por ser alguien tan querido, que los deja ciegos, más allá de que públicamente no lo defiendan”, dice un senador blanco.

Son varios los que suelen llamarlo con frecuencia “por asuntos del Senado”, “para saber cómo está”, “qué está pasando por su cabeza”. Al principio —dicen— le preguntaban frontalmente por las acusaciones. Él siempre las negó; “son patrañas”, “son calumnias”, les dijo. Ya no tocan el tema. Algunos confiesan que, a nivel personal, el estrés que viven debido a la decepción por un lado y la presión que sienten para que expresen su posición es tan grande, que se parece a una “agonía” —“se me está cayendo el pelo”, ilustra una legisladora—: no ven la hora de que la Justicia se expida.

La fiscal Ghione, en tanto, profundizó en el impacto del comportamiento ambivalente que han tenido las autoridades. En la solicitud de desafuero, expresó: “El respaldo público de algunas autoridades y el silencio de otros representantes del pueblo en general aumentó el temor de las víctimas por acercarse a declarar, tal como manifiestan que se sienten desprotegidas y en riesgo. Por ello la mayoría de ellas están silenciadas y desconfiadas del accionar de las autoridades”.

“Te doy mi palabra”.

En los últimos tres meses, la seguidilla de acusaciones contra el histórico dirigente y la difusión del supuesto uso de mecanismos perversos para captar a las víctimas—incluyendo la aparente participación de unprofesor de historia—, colocó en una encrucijada nada menos que al presidente Luis Lacalle Pou y al ministro de Interior Luis Alberto Heber, dos figuras extremadamente cercanas a Penadés que no dudaron en respaldarlo cuando la militante blanca Romina Celeste Papasso lo acusó de pedófilo y este lo negó rotundamente. La mayoría de las víctimas, todas varones, tenían 13 o 14 años cuando habrían ocurrido los encuentros ilícitos. Otros 15 y 16. Por lo general, los adolescentes atravesaban situaciones de alta vulnerabilidad socioeconómica.

Romina Celeste Papasso junto a su abogada Soledad Suárez.
Romina Celeste Papasso junto a su abogada Soledad Suárez.
Foto: Leonardo Mainé.

Al principio, a Romina Celeste nadie parecía reconocerla. “No recordaba a una mujer, la conocí como un jovencito que venía en cuatriciclo a retirar volantes”, dice una fuente que 15 años atrás la cruzó en la militancia, antes de su transición de género. Y sugiere que tal vez lo mismo le habría pasado a Penadés. Pero cuando la joven anunció en Twitter que había más casos, la Fiscalía inició una investigación de oficio, y luego fue asesinado en circunstancias que aún no se aclaran un adolescente que supuestamente también iba a presentar la denuncia; y después se sumaron más denunciantes que aportaron detalles escabrosos, mientras que otras probables víctimas habrían sido amenazadas, y el ministerio público planteó cierta dificultad para acceder a parte de la prueba, los jerarcas que habían sido firmes en su respaldo tuvieron que matizar sus declaraciones iniciales.

“Viene un amigo, que lo conocen desde hace más de 30 años (…) me mira a los ojos y me dice ‘yo no fui, yo no hice nada. No es cierto’. ¿A quién le cree cualquiera? Sería un mal amigo si no le creo”, dijo Lacalle Pou. En tanto, Heber —que dirige el organismo encargado de investigar el caso bajo las órdenes de la fiscal— pasó de acompañar a Penadés durante la conferencia de prensa y asegurar que se trataba de una “difamación”, a decir que de ser cierto “esto es terrible para nosotros porque demuestra que no conocíamos a la persona; no es la persona de la que estábamos hablando, es otra persona”.

Detrás de esta reflexión se afilan hoy distintos dirigentes nacionalistas, de acuerdo a varios comentarios relevados para este informe. Incluso, algunos critican la postura radical que tomaron otros, como el senador blanco Sebastián Da Silva, quien definió a la causa como una “inmundicia” y expresó que “deberá recaer la máxima sanción penal”.

Luis Alberto Heber.
Luis Alberto Heber.
Foto: Leonardo Mainé.

“Es un caso de análisis”, repiten diferentes parlamentarios al reflexionar cómo es que nunca levantó sospechas el accionar de Penadés. “No es nada fácil encarar esta situación por el cariño, respeto y la forma en la que él siempre actuó porque fue un hombre que no dejaba dudas de su comportamiento moral”, agrega una fuente allegada al exsenador.

La fama que Penadés construyó es la de un hombre firme, “exigente” con sus compañeros, “implacable con la militancia y la dirigencia si su comportamiento podía perjudicar a la agrupación o al partido”. “Ojo que Gustavo saca el látigo”, solía decir un senador cuando advertía que una conducta podría molestarle. Y si se molestaba, podía ser “duro”, “cortante”, “hiriente”. Él era “la vara ética”, describe un colega del sector. Había una preocupación constante por no decepcionarlo “y estar a la altura de su compromiso ético”. Por eso hay quienes dicen que, de confirmarse las denuncias, “sería como asumir que son dos personas distintas”.

Inclusive desde la oposición se reflexiona en esta línea. Dice la dirigente frenteamplista Lucía Topolansky: “La impresión que a uno le queda es como de una doble personalidad. A nosotros nos sorprendió totalmente porque una cosa es lo parlamentario, que era su vida, pero de todo esto que salió no teníamos ni idea”.

En su rol de operador político, de articulador en busca de acuerdos, era habitual que Penadés cerrara una conversación ofreciendo su palabra: “Yo te doy mi palabra de honor”, decía.

Uno de los favoritos.

Quienes conocen a Penadés le atribuyen sus virtudes políticas al hecho de que se formó “con los más fuertes”, los verdaderos líderes trascendentales de los distintos partidos. Pero su “faro” siempre fue el expresidente Luis Alberto Lacalle Herrera. Los unía una relación casi predestinada. “Había una larga vinculación de la familia Penadés con mi abuelo Luis Alberto de Herrera. Su abuelo fue senador e integrante del Consejo Nacional de Gobierno. Su padre nos acompañó en la Lista 904”, detalla Lacalle Herrera.

Del padre, que llegó a ser gerente general del Banco de Seguros del Estado, cuentan que solía decir que había pasado de ser “hijo de” a “padre de”. En el corazón de Carrasco, Penadés creció en una familia marcada por la figura materna y junto a otros tres hermanos de los cuales una se convertiría en su secretaria, hasta el último momento.

Comenzó a estudiar abogacía, pero la abandonó por la actividad política. Se introdujo en la militancia del Partido Nacional cuando se avecinaba la democracia; empezó en la Lista 904, liderada por Jorge Machiñena. En 1983, fundó el movimiento Juventud Nacionalista con Lacalle Herrera. Tenía 25 años cuando fue electo edil departamental por Montevideo durante la administración de Tabaré Vázquez. Era el año 1990.

En aquella época, por su capacidad de oratoria y destreza para combatir a sus opositores, lo apodaron “pico de oro”. “Una década después me tocó ser edil y siempre era muy bien recordado lo que había sido el pasaje de Penadés por la Junta Departamental, como un ejemplo de buen trabajo”, relata una fuente.

Gustavo Penadés junto al Presidente de la República, Luis Lacalle Pou.
Gustavo Penadés junto al Presidente de la República, Luis Lacalle Pou.
Foto: archivo El País.

En 1992, tras el referéndum que derogó parte de la ley de empresas públicas y frenó las privatizaciones, reunió aportes de la antigua Lista 904 y de la 31 (guiada por Martín Sturla) y se abocó a la creación de la Lista 71, con el fin de nuclear en la agrupación a la dirigencia lacallista. Su par en este proceso fue Luis Alberto Heber, de quien nunca más se distanció.

La 71 creció rápidamente y pasó a ser la lista mayoritaria del Partido Nacional en Montevideo. Esto afianzó la unión con Lacalle Herrera y así se convertiría, luego, en una persona de confianza para su hijo, el actual presidente de la República. “Siempre estuvo en el círculo de dirigentes más cercanos”, reconoce el exmandatario a El País. Lo describe de esta manera: “Desde joven se destacó por su oratoria y su capacidad de organización. Unía un gran sentido de lo popular adquirido en la tarea barrial y una gran cultura, lo que lo convirtió en uno de los mejores de su generación.”

Graciela Guido, actual integrante del Directorio del Partido Nacional, lo conoció durante las recorridas barriales que lo llevaron a ser electo diputado por Montevideo, en 1995. “Enseguida se convirtió en un integrante más de mi familia. Es como un hijo para mí”, dice. Si le preguntan cuál fue el momento más importante de la carrera de Penadés, Guido elige su designación como presidente de la Cámara de Representantes (2001-2002).

Otros compañeros de la agrupación también señalan este episodio como un hito, porque Penadés lo trasladaba como una victoria del sector y no como un logro individual. “Nos sentíamos muy orgullosos de él, y de que fuera el diputado más joven. Ese día, me acuerdo de que hicimos una celebración”, cuenta una fuente perteneciente al sector.

En las legislaturas siguientes ocuparía una banca como senador (2005-2010, 2010-2015 y 2020-2023) o diputado (2015-2020). Pero también tendría otros roles y asumiría complicados desafíos que pocos estaban dispuestos a aceptar. Dicen que Penadés se “agigantaba” con las misiones difíciles. Tal vez por eso, en 2009 se hizo cargo de la jefatura de la campaña de Lacalle Herrera en la recta final del balotaje contra José Mujica. “Nos apedreaban, nos insultaban. Era horrible”, recuerda Guido.

El compromiso que mantuvo con la agrupación y la militancia juvenil fue constante. No faltaba un solo lunes a las reuniones. Tanto Guido como el senador Blás insisten en que jamás recibieron ningún comentario que insinuara algún tipo de comportamiento errático con los más jóvenes. Ninguno podía imaginar lo que vendría después.

¿Un asunto tabú?.

“Todos conocen mi orientación sexual. Nunca me he escondido ni renegado de la misma, por el contrario. Pero he siempre intentado separarla de la vida pública”, dijo Penadés durante la conferencia de prensa donde negó la acusación de Romina Celeste.

Penadés tenía una vida “institucional” y otra privada, la que llevaba soslayadamente. Era sabida su orientación sexual, es cierto. Como legislador, incluso, votó a favor de leyes esenciales para la apertura de derechos de la comunidad gay, como la del matrimonio igualitario y la Ley Integral para Personas Trans, “aunque no se embanderó por ninguna de las causas”, señalan distintos legisladores.

“Su orientación sexual la teníamos naturalizada y no era un tema. Algunos hablan de que él era reconocido como sugar daddy y nosotros no teníamos ni idea. Directamente no participamos en eso, es difícil de explicar. Es un mundo que pasa por debajo del radar y todos miran para el otro lado”, plantea un senador nacionalista.

Gustavo Penadés.
Gustavo Penadés.
Foto: Juan Manuel Ramos.

Algunas personas puntuales de su círculo más íntimo creen, en cambio, que su trayectoria siempre estuvo marcada por cierta “sorna”, “chiste por lo bajo”, respecto a su homosexualidad. Pero la mayoría de los entrevistados lo descartan, aunque sí plantean que no llevaba a su pareja a los almuerzos o cenas que se organizaba con la cúpula, “con la elite”, a pesar de que todos sabían de su existencia. “Eso puede tener que ver con que integraba un sector más bien conservador y porque creo que él mismo tiene un pensamiento más bien conservador”, opina un legislador blanco.

Este tipo de reflexiones rondan hoy los pensamientos de diferentes legisladores. El desafuero, en cierta medida, marcó un “alivio”, reconocen algunos, “porque no se sienten obligados a hacer intervenciones sobre el caso”. Pero ahora deben lidiar con la reformulación del funcionamiento del sector, del partido, del Parlamento y del puente con el Ejecutivo, ¿será posible encontrar fácilmente a un sustituto que asuma el trabajo que hacía Penadés?

La zona de confort.

En el pedido de desafuero que envió unos días atrás la fiscal Ghione, subrayó: “La máscara de la normalidad suele funcionar como un potente hipnótico de los agentes de intervención. Los abusadores se presentan como intachables e interpelan a los agentes de intervención desde la pregunta: ‘¿Usted cree realmente que alguien como yo podría?’”.

Blancos, colorados, cabildantes y frenteamplistas aseguran que Penadés era una fuente de confianza por su trabajo minucioso al estudiar cada tema y su capacidad de articular negociaciones complejas por su habilidad para escuchar al otro. Un senador nacionalista que prefirió no ser identificado lo define así: “Él era la zona de confort de todos. Si estaba involucrado en algo, sabíamos que iba a desarrollarse acorde a los plazos y con todas las garantías necesarias”.

Sin una designación formal, Penadés ocupó un rol clave en el Parlamento que se ganó en base a confianza y experiencia. “Si no era el senador número uno, en el peor de los casos sería el número dos. Era un interlocutor muy válido y una de las principales voces —si no la principal— del gobierno en el Senado”, resume el senador frenteamplista José Carlos Mahía, quien coincidió con Penadés desde 1995. También era habitual que visitara la Cámara de Representantes, “para evitar o solucionar líos” entre diputados.

José Carlos Mahía.
José Carlos Mahía.
Foto: Andés Gomensoro.

Tanto cuando Penadés era oposición como cuando se encontraba en el oficialismo, su capacidad de escucha con sus pares y con quienes estaban en la vereda de enfrente era “destacable”, según Mahía, quien agrega: “Eso explica por qué quedamos tan impactados cuando tomamos nota de todo lo que pasó. Yo creía conocerlo bien y nunca tuve indicios de nada”. Desde Cabildo Abierto, el senador Guillermo Domenech tilda su actuación al frente de las comisiones más controversiales de “enérgica” y “ecuánime” a la hora de dirigir el debate entre posturas contrarias.

Una fuente de Torre Ejecutiva dice que “es un dato de la realidad” que Penadés era el hombre al que se acudía muchas veces desde Presidencia para tener línea con el Parlamento, no el único pero sí uno de los más importantes. “Pero no era una designación ni nada formal, era un proceso natural, él se lo había ganado naturalmente, por la vía de los hechos”.

Consultada acerca del papel que jugaba, Topolansky reflexiona: “A mí me llamó la atención que Lacalle Pou se llevara a (Álvaro) Delgado para el Poder Ejecutivo y no lo dejara como su alfil de confianza en el Parlamento por tratarse de alguien cercano y de la 404 -—a lista del presidente—. Creo que por eso de algún modo fue Penadés quien cumplió ese rol a pesar de pertenecer a la 71. Y lo hacía muy bien”. Para algunos, Topolansky ejercía un rol similar al de Penadés en la bancada del Frente Amplio hasta su renuncia en 2022. El “entendimiento” entre ambos “hacía fluir” el diálogo entre las bancadas, según todos los legisladores consultados.

Lucia Topolansky.
Lucía Topolansky.
Foto: Estefanía Leal.

De lo que nadie tiene dudas es que el senador que hoy está acusado de abusar sexualmente de menores, siempre tuvo legitimidad para ocupar los lugares que ocupó. “Además de ser bueno en lo que hacía, le gustaba. Digamos que su vida era esto”, dice un dirigente. “Hacía el laburo invisible. Eso de quedarse un fin de semana entero estudiando algo específico”, resume. Desde el Partido Colorado, un legislador asegura que Penadés es “el único que lograba con éxito administrar las disidencias que se dan dentro del Partido Nacional”.

Desfile de nombres.

En medio del shock que todavía aseguran sufrir los legisladores blancos, dentro del partido ronda la gran duda de quién lo sustituirá. Ante la consulta no se recogieron dos respuestas iguales, lo que ilustra el nivel de incertidumbre que hoy existe.

“Todos somos reemplazables, pero hay aspectos como los años de confianza generada que son insustituibles; se necesita gente confiable y tiempo”, sostiene el senador nacionalista Sergio Botana. Cuán imprescindible es Penadés para su partido aún está por verse, pero en lo que todos están de acuerdo es en el hecho de que nadie reúne todas las características que tenía. Blás asegura que su ausencia “se siente todos los días en el Parlamento, en el partido y en el sector” y señala que hoy están “viendo cómo sustituir su actividad” porque es posible que “se tome la posta a través de diferentes personas”.

Los nombres que más se repiten son dos: Carmen Asiaín y Amín Niffouri. “Quizá no tengan la experiencia suficiente, pero sí la disposición para gastar horas y horas en reuniones para cambiar un único artículo. Son estudiosos y negociadores, en eso se parecen a Gustavo”, menciona un dirigente nacionalista. Para la parte presupuestal —que solía estar a cargo de Penadés— el nombre al que hacen referencia es Botana. Debido a la difícil situación es que se piensa en una división “temática” según el rubro de expertise de cada legislador. Mientras, la senadora Graciela Bianchi ejerce por estos días la coordinación de la bancada nacionalista.

Por su parte, el diputado blanco Álvaro Viviano plantea: “Será un desafío importante no contar con él en este tiempo y además inaugurará una nueva era como partido cabecera de la coalición, en la que habrá que demostrar que se está a la altura de las circunstancias”.

Gustavo Penadés.
Gustavo Penadés.
Foto: Juan Manuel Ramos.

Una “nueva era” que por lo pronto seguirá signada por el “efecto postraumático” ya que, con novedades prácticamente a diario sobre el caso, nadie duda que el exdirigente será formalizado en las próximas semanas. Mientras tanto, adelantándose a lo que significa la ausencia de Penadés para el sector, Heber estaría evaluando dejar el ministerio el año que viene con el fin de poder dedicarse de lleno a la Lista 71 de cara a las próximas elecciones, según informó Búsqueda.

“Habrá que levantarse después de este golpe tremendo”, concluyen antiguos colegas de Penadés, y recordar que, como en la vida, “en la política continuamente se está perdiendo gente”, y son las instituciones las que siempre continúan.

Pomiés: “Hay que medir el impacto con perspectiva”

Según una encuesta de Factum, el 54% de los uruguayos dice no saber quién es Gustavo Penadés. Esto es algo “razonable” para la politóloga y directora de la consultora Cifra, Mariana Pomiés, “porque los uruguayos identifican a muy pocos políticos y un grupo muy grande no identifica casi a ninguno”. Además, según la experta, los parlamentarios suelen ser menos conocidos que aquellos que ocupan cargos en el gobierno como ministros o subsecretarios. Sobre las denuncias contra Penadés, Pomiés subraya: “Aún no hemos medido el impacto que esto genera para el gobierno, en parte porque cuando se está en el medio de la situación se suele sobredimensionar la escala y estas cosas hay que verlas en perspectiva para saber cuánto dañan o cuánto queda del momento acalorado de la discusión. Somos de memoria corta”.

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