Mi hija fue captada y logramos sacarla haciendo mucha fuerza”. Así resume Ernesto lo que vivió su familia hace cinco años y que todavía recuerda con angustia. Usa la palabra “captada” porque él está convencido que su hija Martina -ambos son nombres ficticio- fue parte de una secta. Martina caminaba por 18 de julio una tarde después de haber tenido una consulta con un traumatólogo cuando vio un cartel que decía: “Yoga gratis”. El médico le había recomendado hacer yoga o pilates para terminar con sus dolores de espalda. El cartel fue la respuesta que necesitaba en ese momento.
La joven de 19 años empezó a ir a la sede de una academia llamada Ananda, ubicada en la peatonal Sarandí, y quedó fascinada. Según cuenta su padre, con el tiempo empezó a pasar más tiempo en ese lugar que en su casa y su vida pasó a estar ahí. “Yo en un momento me enfermé y estuve durante un mes con licencia médica. Ella se iba a la academia todo el día y empecé a revisar los papeles que dejaba y los folletos que le daban porque todo me parecía raro”, cuenta Ernesto más de cinco años después. Según él, “era obvio” que no se trataba de “una academia normal” porque “nadie se queda a dormir en un gimnasio o en un club”.
Hasta ahí solo había sospechas pero el detonante para Ernesto ocurrió en agosto de 2018, cuando Martina le contó a sus padres que en menos de una semana viajaría a Rumania, específicamente a un balneario sobre el Mar Negro llamado Costinesti. Su padre sabía que ella no tenía los recursos económicos como para ir a un viaje tan lejos que además duraría más de un mes. Además, él ya había leído en internet algunas cosas sobre “los vínculos internacionales” de la academia Ananda. Por eso Ernesto le dijo a su hija, sin vueltas: “Vos estás dentro de una secta”.
En su página web la academia de yoga Ananda se define como “una escuela espiritual moderna y una comunidad espiritual con profundas raíces en el yoga tradicional”. Además, se especifica que Ananda pertenece a la Federación Internacional de Yoga y Meditación Atman, a la cual definen como “la más grande organización de escuelas de yoga de Europa, con filiales en todos los continentes, en más de 20 países del mundo”. A su vez, Atman es la nomenclatura internacional que utiliza el Movimiento para la Integración Espiritual en el Absoluto (MISA), una agrupación que fue fundada en 1990 en Rumania por Gregorian Bivolaru.
Al escribir en el buscador de Google “Academia Ananda y Gregorian Bivolaru” la primera respuesta que surge es de la propia web de la academia uruguaya, en donde hay una pequeña biografía de Bivolaru a quien califican como un “mentor espiritual” de la organización. Lo curioso es que desde la web de Ananda esa biografía está oculta y no se puede acceder a ella si no es a través del buscador de Google.
Bivolaru, un hombre canoso con lentes grandes, fue detenido hace una semana en París junto a otras 41 personas y es acusado de haber cometido violaciones, abusos, secuestros y trata de personas. La operación movilizó a 175 policías franceses y permitió la liberación de 26 mujeres que fueron encontradas junto a Bivolaru en condiciones de higiene “deplorables”, según informó AFP. El hombre era buscado por Europol hace siete años y ya había estado preso en Rumania por haber abusado sexualmente de una menor de edad.
Los viajes a Costinesti que realizaba la organización supuestamente utilizaban como “pantalla” el yoga, pero en realidad servían para que algunas mujeres mantuvieran relaciones sexuales con Bivolaru, que era el encargado de purificarlas. Además, los fiscales del caso aseguran que allí se grababan películas porno que luego son vendidas de manera ilegal y sin el consentimiento de las mujeres. Una fuente del caso dijo a AFP que el hombre es el personaje central de un grupo que actúa como mafia y practica “el proxenetismo bajo pretensiones filosóficas“.
El vínculo con Uruguay.
¿Qué tiene que ver Bivolaru con ese pequeño local con un cartel que dice “yoga” en plena peatonal Sarandí que aún sigue dando cursos y clases?
El País se comunicó con la academia Ananda para consultar sobre el vínculo con el líder de Atman que hoy está preso pero no recibió una respuesta. Una mujer que recibió a El País en el lugar rechazó hacer declaraciones y pidió que se enviara un correo electrónico, que no fue respondido hasta el cierre de esta edición.
En 2018, cuando Martina le contó a sus padres que viajaría a Rumania junto a otras cuatro jóvenes del grupo, su padre se presentó en Fiscalía a las pocas horas y decidió denunciar lo que estaba sucediendo.
Según informó El País en ese momento, había registro de dos denuncias previas. Una realizada en 2010 en la que una madre uruguaya aseguró que sus dos hijos habían viajado a Rumania y no habían vuelto y otra en 2013, cuando otra mujer acudió a la Policía porque su hija había emprendido el mismo viaje y tenía miedo de que no regresara. La tercera fue la de Ernesto en 2018, que la hizo de forma anónima y en la que advirtió que Ananda era una secta y estaba operando en Uruguay.
Las primeras dos denuncias fueron archivadas por falta de pruebas y la tercera, a pesar de que se investigó durante un año y hubo un allanamiento a la sede de la academia de yoga, terminó en nada al igual que las otras.
La única manera de evitar que Martina viajara a Rumania, según Ernesto, era denunciar a su propia hija, para que se le pudiera retener el pasaporte y así impedir el viaje. El problema era que ella quería viajar. “Preferí que ella no me hablara más por el enojo y no tener que perderla para siempre, porque yo ya había leído mucho sobre esos viajes a Costinesti y sabía que no había vuelta atrás”, relata el padre.
Tras la denuncia, la fiscal Sabrina Flores pidió la formalización de un hombre de nacionalidad rumana que está en Uruguay desde 2012 y es el director de la academia. Flores relató a la jueza con respecto a los viajes a Rumania: “En ese pseudo retiro espiritual se realizarían filmaciones pornográficas, las que reportarían un ingreso económico para la secta, siendo algunas de ellas utilizadas en el circuito del cine pornográfico”.
Además de allanar el local de Ciudad Vieja, la Policía allanó la casa de Martina, en busca de elementos que comprobaran que efectivamente ocurrían todos los delitos que se estaban denunciando.
Según la fiscal Flores, la pareja del hombre rumano denunciado es uruguaya y también es profesora en la academia. Ella es la responsable de enseñar a las mujeres que asisten a lograr sacar “su diosa interior”. Entre los materiales allanados se encontraron películas pornográficas que “romantizan el trabajo sexual y la prostitución”, dijo Flores en el pedido de formalización y agregó: “Desde la academia se imparten clases de yoga esotérico, que sirven de pantalla para la captación de personas, quienes a través de la manipulación psicológica son incorporadas a esta secta (…) y trasladadas a Rumania, donde tendría lugar la explotación de las mujeres y se filmarían producciones pornográficas”.
Antes de viajar a Rumania, en donde supuestamente se encontrarían con Gregorian Bivolaru, la academia exigía que las mujeres enviaran fotos en ropa interior para que el “mentor” pudiera “analizar el aura” de las jóvenes y decidir si podían concurrir o no, según detalló la fiscal y luego confirmó Martina a su familia. Además, Flores indicó que las jóvenes debían enviar estudios clínicos que demostraran que no eran portadoras de HIV ni sífilis.
Gracias a la denuncia, Martina finalmente no viajó a Rumania porque estuvo detenida durante 48 horas, al igual que el ciudadano rumano a cargo de la academia en Uruguay.
El curso de “la euforia del orgasmo tántrico”
La página de Facebook de la academia Ananda en Uruguay muestra que el fin de semana pasado se brindó un curso allí llamado “la euforia profunda del orgasmo tántrico”. Además de adjuntar fotos en las que se ve a parejas abrazándose y haciendo poses de yoga, la publicación en la red social indica que se brindó allí un seminario de erotismo tántrico y también una práctica de yoga en pares para el equilibrio de las energías. Según las fotos del curso, hubo por lo menos diez personas que lo realizaron.
Flores aseguró a la jueza que existían elementos que configuraban el delito de trata de personas a través de los viajes a Rumania, por el que finalmente fue imputado el líder de Ananda y se le impuso como medida cautelar no poder salir de Uruguay por 180 días. Seis meses después de que comenzó la investigación, la fiscal solicitó una prórroga de seis meses más para continuar con la investigación. Luego, debido a cambios internos en la fiscalía, el caso fue llevado adelante por la fiscal Alba Corral, quien también solicitó una nueva prórroga de seis meses para continuar con la investigación y la jueza Beatriz Larrieu no la concedió argumentando que debía “valorarse la situación del imputado, quien desde hace un año se halla sujeto a un proceso penal sin que la Fiscalía haya logrado avances en la investigación”. El caso finalmente fue archivado y por eso hoy la academia continúa funcionando con normalidad.
Secta sí o no.
Previo a la denuncia que hizo Ernesto contra su hija y contra el ciudadano rumano que dirige la academia, hubo otras instancias judiciales y mediáticas que involucraron a la organización. El psicólogo y especialista en sectas Álvaro Farías publicó una carta acerca de “la secta del porno yoga” en 2015, a partir de un correo electrónico que recibió de una madre preocupada por la organización. Luego varios medios de comunicación se hicieron eco del tema y el director de Ananda decidió realizar una demanda civil contra Farías y otra contra el filósofo y especialista en religiones y sectas Miguel Pastorino, quien también se había pronunciado al respecto, sumado a otros siete medios de comunicación que difundieron la noticia sobre “la secta del porno yoga”.
Las denuncias civiles se archivaron porque los denunciados lograron un acuerdo extrajudicial con el rumano, que en ese momento también enfrentaba una denuncia penal por estar al frente de la organización vinculada a Bivolaru.
En la carta publicada por Farías en 2015 se alertaba que la academia participaba del Programa de Yoga y Meditación de la Universidad de la República (Udelar) y que llegó a dar clases para 1.500 alumnos. Farías dice hoy: “Unas 48 horas después de que salió la carta, la Udelar dio de baja el proyecto y la academia dejó de vincularse con la institución, pero es evidente que a través de eso muchos jóvenes llegaron a ir ahí y posiblemente a vincularse más con la organización en general”.
Según el experto “no hay dudas” de que MISA -la organización original fundada por Bivolaru en Rumania- es una secta, pero con respecto a Atman -la versión internacional de MISA- “hay que hilar un poco más fino” para ver “si dentro de esas estructuras se generan dinámicas o realidades sectarias”. Farías sostiene que le consta que hay uruguayos que viajaron a Costinesti durante los últimos años.
Para Pastorino, el caso de esta organización es igual a lo que pasa “en cualquier otra institucionalidad religiosa” porque “los delitos son de las personas y no de la institucionalidad”. “Si hay un líder culpable de abusos no se cierran todas las instituciones dependientes y ahí se abre la discusión de si esta era la única persona responsable o si todos los grupos dependientes tienen las mismas prácticas que él”, asegura Pastorino.
Sin pruebas confirmadas por la Justicia sobre si lo que funciona en Uruguay también es una secta y si esta está vinculada a delitos de trata de personas (pero con varias denuncias detrás, eso sí) es que la academia Ananda sigue funcionando en la peatonal Sarandí.
Distinguir entre “lo delictivo” y “lo ético”
Para el experto en sectas, Miguel Pastorino, es necesario distinguir dentro de los fenómenos como la agrupación ATMAN a la hora de decir si se trata o no de una secta y si hay un hecho delictivo o no. “Una cosa es el delito y otra los problemas éticos que muchas veces hay en las prácticas de estas organizaciones que suelen ser denunciados por las familias, pero muchas veces no se llega a nada como pasa en otras situaciones de abuso como puede ser una pareja o un vínculo laboral”, sostiene Pastorino.
En el caso de la academia Ananda, que trabaja a partir de la lógica de ATMAN, el experto cree que “lo que hay es una relación directa de discípulo y maestro” y una “continuidad en la doctrina de Bivolaru y la enseñanza de esa doctrina tiene una metodología que ha sido cuestionada”. En cuanto a la vinculación de lo sexual con el yoga, Pastorino cree que “eso quizá es cuestionable, pero no necesariamente es un hecho delictivo”.
Para los familiares es “muy difícil” porque “cuando hay manipulación psicológica de por medio ponerse en contra puede ser peor”, asegura el experto.