El negocio atrás del Carnaval: cuánto ganan las murgas, los tablados y las principales figuras

¿Cuán redituable es invertir para salir? Aquí, los números atrás de la fiesta popular, los pagos “en negro”, la inversión de la intendencia y los recortes de Antel

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Integrantes de la murga Queso Magro se preparan para actuar en el tablado del Velodromo Municipal de Montevideo.
Foto: Juan Manuel Ramos.

Por Sebastián Cabrera
Es una de esas noches perfectas de verano, con una suave brisa y una temperatura que invita a salir. Como tantas de un arranque de año que tiene felices a los carnavaleros porque las suspensiones por lluvia han brillado por su ausencia. Martes un rato después de las ocho de la noche y en los alrededores del Velódromo Municipal se ven largas colas para entrar: una para los que pagan con tarjeta del Banco República, otra para socios de TCC, otra de ANDA y todo así. Hay familias con niños pero sobre todo dominan los jóvenes, veinteañeros y treintañeros, que ven en este lugar un punto de encuentro. Se trata del tablado con más capacidad del país: entran casi 7.000 personas, incluso más que en el Teatro de Verano, donde se realiza el concurso oficial.

Es Carnaval, es febrero y esta noche miles de personas llegan para ver murga.

Adentro muchos están tirados en el pasto sobre improvisadas lonas, otros se ubican en la más lejana tribuna y los que pagaron la entrada más cara (350 pesos entre semana) acceden a la platea, que está conformada por sillas blancas de plástico frente al escenario dominado por una publicidad de Antel (aunque, como se explica aparte en un recuadro, esa y otras empresas estatales bajaron radicalmente el apoyo publicitario). El lugar luce casi lleno y eso que en unos minutos juega Uruguay por el sudamericano sub 20. Alejandro Camino es el animador y, con un oficio evidente tras 20 años en este rol en este mismo lugar, anima al público mientras ofrece sumarse al bingo con premios tentadores, como entrar todo el verano gratis al tablado.

Muchos niños se tiran por la bajada de la pista de ciclismo, ayudados con plásticos y cartones, lo que constituye casi una guardería gratuita (y algo riesgosa) mientras sus padres miran el espectáculo. El movimiento en las dos plazas de comida es intenso. Hace ya muchos años que la hamburguesa y el choripán dejaron de ser el menú obvio de los tablados: acá en el Velódromo hay barra de tragos, venden arepas, tequeños, pollo “crispy estilo KFC”, shawarma, “bocatas”, pastas, empanadas al horno y fritas, sándwiches calientes, pizza, boniato frito, revuelto gramajo, brownies, cookies, helados tailandeses y café.

Eso sí, casi todo se paga en efectivo. Algunas cosas no cambian: solo en unos pocos puestos aceptan transferencia o Mercado Pago.

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Tablado del Velódromo Municipal.
Foto: Juan Manuel Ramos.

Tras la actuación de Mi vieja mula, casi un precalentamiento, llega uno de los platos fuertes, Queso Magro, nacida en el concurso de Murga Joven y que ya se ha constituido en un clásico del Carnaval. Se presenta con el auspicio de ADES y Fenapes, los sindicatos de profesores de Secundaria “en defensa de la educación pública”, y de una carnicería de Punta Carretas.

El olor a comidas se mezcla con el aroma dulzón de la marihuana y Camino anuncia que esta noche hay actuación completa, la gente enloquece y aplaude.

“A dos o tres murgas grandes si juntás lo que gastaron, hacés un Antel Arena”, dice Queso Magro en una parte de su espectáculo. Es una exageración, una broma dirigida a sus colegas, pero algo de eso hay. En el Carnaval se mueve dinero y algunos hacen inversiones que rondan los 100.000 dólares, lo que no significa que siempre sea un buen negocio llevar adelante una murga u otro conjunto. No todos ganan.

“¿Es negocio?”, pregunta el periodista de Telemundo Diego Castro, quien cubre Carnaval desde hace 30 años, y se responde: “Sí, es negocio, por algo salen todos los años. Si no lo fuera, esto hubiera cerrado hace rato”.

Se estima que unas 40.000 personas trabajan en el Carnaval, según cifras que maneja Directores Asociados de Espectáculos Carnavalescos Populares del Uruguay (Daecpu). Ahí entran desde churreros y choriceros hasta los componentes de las agrupaciones, las maquilladoras y los que hacen los vestuarios, por nombrar a unos pocos.

Las inversiones son fuertes (desde los sueldos al transporte y toda la producción del espectáculo) y el retorno depende de muchos factores. Veamos, los ingresos son variados: lo que pagan los tablados (un conjunto exitoso hace cuatro o cinco por noche sobre el fin de semana, más de 110 en todo el Carnaval), la publicidad, festivales y cantinas abiertas en los lugares de ensayo, merchandising, lo que paga Tenfield y los premios por el concurso, que van en función de la recaudación en el Teatro. El año pasado los premios para los ganadores de las categorías rondaron el millón y medio de pesos, para este año se espera que incluso puedan ser superiores. Los montos van bajando a medida que los conjuntos se alejan de los primeros lugares.

La IMM es un gran financiador del Carnaval y, claro, está Tenfield. El contrato entre Daecpu y el grupo empresarial que transmite todo el concurso desde el Teatro de Verano se extiende hasta 2026 y, si bien los detalles están bajo reserva, El País pudo saber que ronda los 600.000 dólares, incluyendo 100.000 en actuaciones. Cada grupo cobra antes de cada Carnaval una partida por derechos de televisión que este año rondó los 4.500 dólares, según publicó El Observador.

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Pitufo Lombardo de La Gran Muñeca.
Foto: Juan Manuel Ramos.

Del Velódromo a Colón.

Entre las noches veraniegas y las ganas de ver espectáculos tras la pandemia, el Carnaval 2023 puede ser histórico en cuanto a la asistencia. Se habla de tablados llenos y, algo inédito, solo en la primera ronda hubo cinco días de diez con entradas agotadas en el Teatro (unas 4.200 entradas). En otros carnavales ha habido fechas con menos de 1.000 entradas vendidas. “Viene siendo el año de mayor concurrencia en los últimos 20”, asegura el periodista Guzmán Ramos, quien escribe en El País, trabaja en el programa Calle Febrero de Radiodifusión Nacional y en Sport 890. Edward “Vela” Yern, a cargo de los parodistas Los Muchachos junto a su hijo Marcel, es aún más optimista. “Puede llegar a ser el mejor de la historia”, dice, “el tiempo después de Tenfield es el mayor socio del Carnaval”.

El Velódromo es uno de los seis tablados comerciales en Montevideo y alrededores, junto al Malvín, 1° de mayo, el Monumental de la Costa, Liverpool (gestionado por Daecpu y Tenfield) y el Botánico en el Prado, que incluye baile después de los conjuntos. Hay dos escenarios que no son los típicos tablados, sino que se acercan al espectáculo teatral: el Movie y el auditorio Nelly Goitiño del Sodre, que ofrecen la comodidad de las butacas, el aire acondicionado y un escenario destacado. Y después hay 18 escenarios populares que —financiados por la Intendencia de Montevideo (IMM) y con una entrada de 100 pesos— llevan el Carnaval a zonas alejadas de la costa, además de escenarios móviles de la comuna y el Carnaval a Pie, donde con apoyo de Daecpu los conjuntos actúan en la calle.

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El público en el tablado del Velódromo Municipal.
Foto: Juan Manuel Ramos.

Un dato folclórico: en todos los tablados comerciales los grupos cobran en efectivo, eso es así desde siempre y no ha cambiado a pesar de la inclusión financiera. Reciben un sobrecito antes de actuar. Son miles de pesos en billetes (y monedas) que se suben a los ómnibus ya que luego se distribuyen, muchos de los llamados “componentes” (miembros de los conjuntos) cobran por tablado. El jornal varía según la cantidad de presentaciones.

La tarifa de los tablados comerciales, algo más alta que la de los populares, está entre 23.000 y 28.000 pesos según la jerarquía del grupo y el día de la semana.

El Carnaval es casi todo en negro, dicen. Y nadie lo discute al menos en la operativa diaria de murgas, parodistas, humoristas, revistas y comparsas.

Maximiliano Pérez, director artístico de Asaltantes con Patente, dice que casi ninguna murga tiene “constitución legal”, sino que están “en un limbo”. Y admite: “No hay registro de DGI ni BPS, no aportamos a la jubilación ni descontamos impuestos. Sí, impositivamente el Carnaval es en negro”.

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Una integrante de la murga Metele Que Son Pasteles.
Foto: Juan Manuel Ramos.

Pero veamos qué dicen los dueños de los tablados: ¿es un buen negocio?

El del Velódromo tiene, desde hace dos décadas, a estos tres socios detrás: el exfutbolista Pedro Graffigna, el periodista Pedro Cribari y Yamandú Graciosi. Antes estuvieron en el viejo control de ómnibus de Dante, en el Sporting, en el Geant y en el Prado.

“Los primeros dos o tres años fueron muy difíciles, acostumbrar a la gente a un espacio tan grande”, admite Cribari, “si no juntás 2.000 personas es medio triste”. Al principio costó hacerlo redituable, dice.

Solo de contrataciones pagan entre 150.000 y 160.000 pesos por noche, a lo cual hay que sumar los salarios, el canon a la intendencia, seguridad, seguros, arrendamiento de baños químicos, audio y el costoso armado del escenario. “Es una movida muy fuerte y riesgosa, el año pasado hubo 14 suspensiones por lluvia”, advierte el empresario.

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Integrantes de la murga Queso Magro antes de subir al tablado del Velódromo en Montevideo.
Foto: Juan Manuel Ramos.

En el Velódromo trabajan unas 100 personas entre empleo directo e indirecto. Una cifra algo menor, 78 empleados, es la que dirige Jorge Iglesias, quien empezó en 1999 haciendo sonido en el Sporting. Hoy no para un segundo: es el principal referente del sector, al menos en cantidad de escenarios: dirige el tablado del 1º de mayo frente al Palacio Legislativo (que tiene mucho público de la zona oeste y entran 2.000 personas), Malvín y el Movie. Habla con El País luego de comprar unos 1.500 chacinados para toda la semana. “Toda la dinámica me la pongo al hombro: si hay que comprar Coca Cola voy yo y las cargo en la camioneta”, relata, y dice que el negocio es redituable a largo plazo. “La gente no invierte porque, si no funciona, la pérdida es muy grande, hay que tener mucha espalda y bien calado el negocio”, explica. Su colega Alejandro Salkind, quien salió en Carnaval unos cuantos años al regreso de la democracia en grupos emblemáticos como Los Bubys y los Klapers, lleva adelante desde hace 13 años Monumental de la Costa, ahí junto al Geant, el tablado de referencia para la Ciudad de la Costa pero al que también llega mucha gente desde Paso Carrasco.

A diferencia de otros tablados, Salkind arma la estructura desde cero, lo que tiene un costo más alto. “Es un global de 40.000 dólares de presupuesto general”, admite y cuenta que ofrecen un anfiteatro “con tres tribunas de contención, lo que genera cercanía y el artista se siente con el público encima”. Un día antes a esta entrevista hubo festival de parodistas, con entradas agotadas entre semana: se vendieron las 2.000.

Eso sí, Salkind admite que hoy al Carnaval “le aporta más la intendencia que los particulares”. Y pregunta: “¿Cuál es la idea? ¿El asistencialismo cultural? Hay cosas de la fiesta a rediscutir”. Se refiere a los tablados populares, manejados por comisiones barriales pero donde tres de cuatro conjuntos diarios son financiados por la IMM de viernes a domingo. Si abren desde el miércoles, Agadu y Tenfield les dan una financiación extra. La rentabilidad queda para el barrio.

“Algunos funcionan bien y otros mal, muchas veces eso está directamente vinculado a las cabecitas de la comisión barrial”, dice Salkind.

Luis Guerreiro, obrero de la construcción, es referente de uno de los tablados barriales más exitosos, el de Monte de la Francesa en Colón, donde —dato curioso— no se vende alcohol ni se permite fumar tabaco ni marihuana. Él dice que “este Carnaval demostró la necesidad de la gente de encontrarse”, hasta inicios de esta semana unas 8.000 personas pasaron por allí. Su colega Héctor Torres, del Tablado del Museo en Ciudad Vieja, explica que el museo pone la infraestructura, los vecinos “las horas honorarias” y la gestión. Si hay ganancias (“seguramente habrá pero no mucho”) se dedicarán a comprar un equipo de audio y un escenario desarmable.

APUESTA

La segunda vez que el Carnaval llega al Sodre

Este es el segundo año seguido en el que el Carnaval llega al auditorio Nelly Goitiño del Sodre, gracias al impulso de su director general Fernando Couto, quien tiene un pasado carnavalero. Participó en conjuntos como Uruguay Show, Los Gaby’s, Fantasías, Zingaros, Dundee’s, Magazine y Crazy’s. “Hay una serie de particularidades”, dice Couto, “una es que los espectáculos son martes y miércoles, luego que las presentaciones son completas y el espacio escénico es similar al del Teatro de Verano”. La programación no se hace con criterio comercial, sino que se toma como referencia a los conjuntos que entraron en la Liguilla el año anterior. Con más difusión que antes, ya vendieron más entradas que en 2022.

Conjuntos: ¿cuánto invierten?

Los grupos de la categoría revistas y de sociedades de negros y lubolos suelen ser deficitarias porque hay muchos costos y no hacen más de 45 tablados. En el caso de los parodistas la inversión también es grande (se habla de un mínimo de 80.000 dólares) pero actúan más y suelen tener buen esponsoreo.

Los Muchachos sale 100.000 dólares con el dólar a 41”, cuenta Yern y dice que atrás hay 50 familias. “Es un hobby caro, si entramos en la Liguilla y hacemos 100 tablados, empatamos. Si ganamos el concurso, capaz ganamos 400.000 pesos”.

Las murgas, el género por excelencia, es un mundo aparte y las inversiones pueden ser aún mayores. Hay murgas “de amigos” —como Metele que son Pasteles, La Venganza de los Utileros o Queso Magro— que son cooperativas. Y hay murgas con dueño —como Asaltantes con Patente, La Gran Muñeca, La Nueva Milonga, Nos Obligan a Salir y Doña Bastarda— que además son las que más invierten. Esos dueños eligen su plantel, ponen dinero y corren el riesgo. Algunos, muy pocos, están dispuestos a perder plata o empatar. Pero, dicen, la pasión es más fuerte. “Un dueño de murga puede perder 10.000 dólares pero también 80.000. Redituable nunca es”, explica Pérez de Asaltantes. “Nosotros el año pasado ganamos y nuestro dueño, Daniel Pascale, perdió igual”, dice y cuenta que es “un laburante, un panadero, que se levanta a las cinco de la mañana”.

El exfutbolista Álvaro Recoba, quien junto a Antonio Pacheco tuvo a Don Timoteo,contó en 2017 a El País que nunca “ganó plata” con la murga.

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Velódromo Municipal.
Foto: Juan Manuel Ramos.

Pablo Barrozo, un despachante de aduanas que reflotó Nos Obligan a Salir en 2019, dice que son cuatro socios que sacan la murga “a pulmón” y que la inversión total ronda los 100.000 dólares. Resume: “Hay gente que decide cambiar el auto o irse de viaje, otros sacamos una murga”.

Las murgas grandes suelen contratar figuras, de esas que son famosas por la tele, con un arreglo económico por todo el Carnaval. Pueden cobrar entre casi 10.000 y 20.000 dólares. En ese grupo selecto entran, por ejemplo, Pitufo Lombardo (se dice que es la contratación top, no salía desde 2017), Germán Medina, Gastón “Rusito” González, Marcel Keoroglian, Florencia Infante, Jimena Vázquez, Petru Valensky y Aldo Martínez, aunque no necesariamente todos cobren esos montos.

Así lo define un periodista carnavalero que pide no ser identificado porque es un asunto muy sensible: “Hay un porcentaje mínimo para el cual el Carnaval no es un hobby, sino una cuestión netamente económica, más allá de que les guste salir. Para ellos es un trabajo muy bien remunerado que, dividido en el año les queda un sueldo sin salir de su casa. Claro, las figuras de verdad tienen la presión de lo que cobran por lo que hacen. Es como el nueve que patea el penal en la final: no lo puede errar”.

Y es sacrificado, se sabe: durante un mes y medio no tienen una noche libre y vienen trabajando desde mucho antes.

Maximiliano Orta, de La Trasnochada, dice que “el 80 o 90% de los que salen lo hacen por amor al Carnaval y la adrenalina; los que cobran mucha plata son muy sueltos”.

La mayoría suele cobrar por tablado, aunque la tarifa negociada varía incluso dentro de cada agrupación.

En La Trasnochada, murga cooperativa que es como una familia, gastaron en total unos 50.000 dólares. Los que suben al escenario cobran todo igual (cerca de 900 pesos por tablado) y luego hay puntajes en los diferentes roles donde se cobra de acuerdo al trabajo. “No es lo mismo el que solo va a cantar que el que también hace coordinación, escribe o mueve las redes”, dice Orta.

Pablo Riet, de La Gran Muñeca, cobra todo junto al final, y este será un año con muchos tablados. “Nada, me quedarán 120.000 pesos, más unos miles más por el premio”, admite el murguista, “pero vengo con todas las noches tomadas desde diciembre y ensayando desde julio”. La plata no tiene relación a la cantidad de horas que le dedica, asegura. “Esto lo hacés porque te gusta o no lo hacés”.

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Antel redujo a la mitad la publicidad en Carnaval

Antel —que era uno de los principales auspiciantes— cortó el aporte a todos los conjuntos y redujo en forma drástica su presupuesto para el Carnaval. Solo aumentó en el interior. Similar panorama hay en otras empresas publicas.

De acuerdo a los números de la empresa a los que accedió El País, Antel gastó 7.153.560 pesos este Carnaval contra 15.208.640 del Carnaval de 2020, el último con gobierno del Frente Amplio. Hay una reducción de presupuesto de 53% en valores corrientes y de 61% en valores constantes (o sea, actualizados por la inflación, ya que llega a 18.506.781 pesos).

El auspicio a conjuntos se bajó a cero, al igual que el Carnaval de las Promesas, en ese caso por un tema de imagen debido a lasdenuncias de acoso y abuso sexual. El aporte a Daecpu bajó a una tercera parte, mientras que el auspicio a los tablados cayó de 1.827.845 pesos a 1.280.560. El apoyo al Carnaval del interior subió de 292.046 pesos a 1.110.000. Desde la empresa dicen que la inversión ahora apunta a “mantener presencia de marca” y que no cortarán del todo el auspicio porque si no “viene otro”. El respaldo al interior es para hacerlo “más justo”.

Edward “Vela” Yern, de los parodistas Los Muchachos, entiende que el recorte es “entendible” y dice que es por razones políticas ante las críticas solo para un lado. “El año pasado el Carnaval se partidizó muchísimo pero gracias a Dios este año se está despartidizando, ahora estamos en un 70 a 30”, dice en referencia a las críticas al gobierno y al Frente. “El año pasado, con la LUC, era 100 a cero, era inmirable”, o sea, todo contra el gobierno. Yern quiso sacar este año una “murga murga” con críticas “a Astesiano y a Lacalle” pero también “a (Fernando) Pereira”, pero no lo logró. “Los murguistas me decían que no, que los iban a reputear”, lamenta.

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