La primera escena se desarrolla en el Hotel Sheraton de Buenos Aires. Es setiembre de 2024 y el candidato frenteamplista Yamandú Orsi diserta ante una audiencia de empresarios argentinos.

En una de las mesas, acompañando la delegación del FA, el economista Gabriel Oddone sigue el hilo de la presentación. Sentado a su derecha está Alejandro “Pacha” Sánchez, senador del Movimiento de Participación Popular (MPP) y jefe de campaña de Orsi. A su izquierda tiene a Camilo Cejas, también integrante del comando de Orsi y pieza clave de la Dirección Nacional del sector del expresidente José Mujica.

Sánchez y Cejas —dos referentes ineludibles de la “barra joven” tupamara y líderes de la renovada estructura del MPP— flanquean al exsocio de CPA Ferrere —que se autodefine como “socialdemócrata” o “liberal de izquierda”— una semana antes de que Orsi lo proclame oficialmente como el elegido para liderar el Ministerio de Economía en caso de llegar al gobierno. ¿Una de las imágenes de la campaña?

Segunda escena: la Huella de Seregni explota de gente. Mujica, que unas horas antes había sido hospitalizado por un percance de salud, llega en silla de ruedas a la presentación oficial de una de sus “últimas jugadas”: la incorporación de la exconductora de Subrayado Blanca Rodríguez al Frente Amplio, a través del Espacio 609. “Pertenezco a una generación que se está yendo”, dice Mujica. Rodríguez agradece la “apertura”.

Tercera escena: la multitud en la plaza 1° de mayo, frente al Palacio Legislativo, está lista para el show. En la grilla hay para todos los gustos; está Eté y Los Problems, Gerardo Nieto, Larbanois & Carrero, Agarrate Catalina, León Gieco, y más. Pero hay una actuación especial: Mujica, el último telonero antes de dar paso al candidato a presidente, se roba toda la atención. “Estoy por emprender la retirada de donde no se vuelve, pero cuando mis brazos se vayan habrá miles de brazos sustituyendo mi lucha”. Arriba y abajo del escenario, las cámaras enfocan rostros con llantos.

La de 2024 se presentaba, desde hace tiempo, como una elección bisagra para la 609, esa marca forjada por Mujica desde la década de 1990, cuando el exguerrillero tupamaro comenzó a emerger como un nuevo líder que amplió las fronteras de la izquierda, y que se consolidó a partir de 2004 como la lista más votada del país.

Foto: @MPP609

La pérdida del gobierno en 2019 y la pandemia, un año después, aceleraron un proceso de renovación que se venía gestando en el sector. Las renuncias de Mujica y Lucía Topolansky —previstas de antemano para algún momento del período— y la muerte de Eduardo Bonomi llevaron a la “barra joven” a tomar las riendas del sector, con un liderazgo dual: Orsi, intendente de Canelones, se concentró en construir desde ese lugar su perfil de presidenciable, con una impronta superadora del MPP; por su parte, Sánchez, que asumió la banca de Mujica en el Senado, consolidó su liderazgo en la interna de la agrupación y su rol de articulador político de la candidatura de Orsi.

Lo que no esperaban en el MPP, al menos hace unos años, era obtener en 2024 su votación histórica, alcanzando una hegemonía en la izquierda que no habían logrado ni siquiera en la cresta de la ola del fenómeno Mujica. Los 438.949 votos que obtuvo la lista 609 al Senado representaron un 41% de todos los votos al Frente Amplio. Respecto a 2019, la 609 creció incluso más que el Frente Amplio: el sector ganó 155 mil votos, mientras que el FA aumentó en 122 mil. La votación le otorgó al Espacio 609 una bancada histórica con 9 de 16 senadores frenteamplistas y 36 de los 48 diputados, con representación en todos los departamentos salvo Durazno, Treinta y Tres y Salto. ¿Pero qué hay detrás de esa ola?

Ignacio Sanchez/Archivo El Pais

Topolansky, exvicepresidenta, esposa de Mujica y referente histórica del MPP, atiende su celular —“lo tengo que enchufar porque se queda sin pila”, advierte en un momento en que la conversación se entrecorta— y lo primero que dice es que fue una campaña rara para ella y su compañero. La salud de Mujica los llevó a perderse “el trillo”, pero bromea que la casa estuvo cuidada.

“El Frente aumentó votos y nosotros a ese aumento le aportamos una buena tajada”, resume. “Nuestro sector no milita de elección en elección. Nosotros veíamos con alarma que había momentos que íbamos a determinados lugares y estábamos solos. Nadie había ido, de todo el ámbito político”.

El despliegue territorial del MPP tiene sus manifestaciones más diversas: desde los locales hasta su presencia a través de brigadas, ollas populares, clases de apoyo a estudiantes de la educación pública, y otros colectivos. “Nosotros no vamos y decimos: ¡ah, los derechos y las voluntades y las masas populares! No andamos con esos discursos, pero damos en el clavo de lo que le duele a la gente”, resume Topolansky. “Tuvimos brigadas que reparaban techos, la gotera, el pozo negro, las conexiones de luz… Y a la persona beneficiada no le darás un palacio, pero que llegue un día de lluvia y no se le moje el rancho, vaya si hace la diferencia. Y esa persona no se olvida”, agrega.

Para el politólogo Mauro Casa, en el resultado electoral de la 609 confluyen factores “coyunturales” y otros “de largo aliento”. Entre los primeros, menciona por ejemplo la frágil salud de Mujica, que hizo que su figura “no estuviera pero estuviera”, y que esa presencia además adquiriera un tono “afectivo y personal”.

“Eso generó como una corriente de afecto y simpatía que en algunos casos se plasmó en el voto. Una cosa como de, bueno, es la última oportunidad de votar al Pepe. Yo al menos eso lo escuché bastante entre gente de izquierda”, afirma. A eso se sumó el hecho de llevar como candidato presidencial a una figura proveniente del MPP como Orsi. “Eso de ser como la lista del presidente suele tener su arrastre”, si se aprovecha bien, afirma Casa. Incorporaciones como la de Blanca Rodríguez o Cristina Lustemberg a la lista terminaron de conformar un combo “atractivo” para el votante del Frente.

En cuanto a los factores de largo aliento, el politólogo dice que hay que remontarse a las raíces del Espacio 609 como “puerta de entrada para votantes que históricamente no habían acompañado a la izquierda”, particularmente el interior rural y los bolsones de pobreza en la periferia metropolitana. “Si el núcleo duro de la izquierda estaba en la clase obrera y la clase intelectual universitaria, Mujica logró expandir los apoyos a productores rurales y zonas carenciadas en donde hasta el día de hoy la única presencia que se ve de la izquierda es una balconera con el 609 o la cara del Pepe”, argumenta Casa, y dice que ese factor todavía tiene un peso importante en los votos frenteamplistas.

Sobre por qué vota bien el MPP podrá haber algún matiz aquí o allá, pero existe bastante consenso. Lo que suele generar debates más encendidos es qué representa el sector desde el punto de vista ideológico o programático. Es un asunto que desvela a analistas, periodistas, politólogos, y que no es menos motivo de conversación y discusiones dentro y fuera del Frente. En el oficialismo advierten que un Frente Amplio dominado por el mujiquismo —con el Partido Comunista como segundo bloque y un seregnismo disminuido— es una izquierda “más radical”. Dentro del Frente, los sectores más hacia el centro argumentan que el MPP se “moderó” o “astorizó” y que eso, entre otras cosas, les quitó espacio político. En la coalición republicana los han descrito como un “lobo con piel de cordero”. ¿Cuál es el verdadero MPP?

Estefania Leal/Archivo El Pais

Los emepepistas han hecho todo un arte del escaparle a las definiciones claras, haciendo carne aquella frase del Chino Darín: “Si la defino la limito”. El mujiquismo prefiere que las fronteras estén difuminadas; cuanto más laxas las definiciones, más grande es el espacio que puede ocupar el sector.

Las etiquetas que sí aceptan son la de “popular” y la de “pragmático”; esta última bien podría representar también una de las siglas del MPP. ¿Pragmatismo popular? Topolansky lo grafica así: “Hay gente que simplifica la realidad. Hace un casillero y dice ‘acá hay gente que viene del MLN, estos son radicales, estos son lo otro’, le ponen un montón de etiquetas, y como vos no enganchás ahí, te trata de meter a prepo, te etiqueta, y después cuando la realidad le canta otra cosa, decís ‘¡¿pero qué pasó?!’. Yo creo que decir ‘son marxistas-leninistas, o son gramscistas, o socialdemócratas, o son esto o lo otro’. Es esquematizar algo que no se puede esquematizar”, añade la exvicepresidenta.

Foto: Leonardo Maine/El País.

Alfredo Fratti atiende desde Cerro Chato. Acaba de ser electo diputado por Cerro Largo por tercera vez, sin ser orgánico del MPP. “Eso tiene una flexibilidad muy grande para gente que quiere llegar pero que quizá no quiere embanderarse partidariamente”.

—¿Y programáticamente o ideológicamente qué representa hoy la 609?

—Es muy difícil de encasillar, porque tenemos todo el abanico del Frente. Hay gente que puede ser de una izquierda tradicional y habemos otros que estamos más en el centro, otra gente que le gusta más la socialdemocracia... lo que no hay es derecha, pero lo demás hay todo. Tenemos como lema que no importa de dónde vengas sino para dónde vamos, y hay premisas que sí son colectivas, como atender primero a los más rezagados.

—Pero eso lo puede decir cualquier sector de la izquierda. ¿Qué dirías que los distingue? ¿Cuál es la seña de identidad?

—Bueno, no... yo creo que al MPP no lo podemos encorsetar. Y si me preguntás donde tenemos los votos, no sé. Es muy heterogéneo. Si hay algún compañero que me dice “la 609 es esto”, bueno, pero yo no lo tengo definido. Y si me decís cuál es tu público, hay de todo: funcionarios públicos, gente del agro, gente del ejército, y mucha gente común.

Marcelo Bonjour/Archivo El Pais

Fratti agrega que no ha sentido “de ningún compañero del MPP ninguna posición absolutista o radical que diga ‘esto es todo o nada’”. “Buscamos negociar, es parte de la vida. Pero no hay una frase que nos defina. Y eso terminaba dando estos frutos que estamos viendo”.

Para Casa, esa inclinación por el pragmatismo también genera que “en el MPP conviven dos almas en un mismo cuerpo”, una con pronunciamientos más cercanos a lo populista —como el dirigismo estatal o el nacionalismo— y alineamientos más tendientes al centro. “A veces no queda demasiado claro qué piensan”, afirma Casa, para quien las marchas y contramarchas en torno a los dichos de Sánchez sobre la “nacionalización” de las AFAP pueden ser un síntoma de esas dos almas: la de los reflejos “radicales” y la de la realpolitik.

Un dirigente de la izquierda elige resumirlo así: “Ellos desayunan pragmatismo, almuerzan pragmatismo, cenan pragmatismo. La liberación nacional es una colación”.

La amplitud, ambigüedad, o contradicciones internas respecto a lo que representa el MPP no son nuevas, pero quedaron en primerísimo plano con la designación de Oddone como eventual ministro de Economía. Si bien la definición partió del candidato, el respaldo del MPP llevó a algunos a observarlo como la consolidación de un “giro al centro” que el sector mujiquista ya había empezado a insinuar en el segundo gobierno de Tabaré Vázquez.

Los referentes del sector le rehúyen a la palabra “moderación” y argumentan que la elección está en línea con actitudes que han tenido en anteriores gobiernos del FA, en los que dieron “gobernabilidad” a la conducción económica. “A Astori también lo respaldamos en cada una de las decisiones, y a veces no todas compartidas”, contesta por ejemplo Cecilia Cairo, senadora electa del MPP.

Hay, sin embargo, algunos matices. Al menos hasta finales del gobierno de Mujica el MPP mantenía un accionar político más coherente con la prédica del ala izquierdista del Frente. Eso se tradujo en su momento en una alianza con el Partido Comunista y otros grupos de izquierda, un impulso al desarrollismo o dirigismo estatal, una mirada “patriagrandista” de las relaciones exteriores, y ciertos contrapesos a la mirada socialdemócrata del astorismo. “No nos consideramos solamente progresistas; somos de izquierda, no aceptamos este sistema tal cual es y trabajamos para cambiarlo”, decía el MPP en una definición de su congreso en 2010. Eran tiempos en los que Mujica procuraba mantener encendidas algunas “velitas al socialismo”, con un tironeo constante con su vicepresidente Danilo Astori, que incluso llegó a plasmarse en duras cartas públicas entre uno y otro al terminar el gobierno.

Archivo / MARIA INES HIRIART / EL PAÍS

“El MPP y todo el Frente parecen haber aprendido lecciones de todo eso”, dice Casa.

En el segundo gobierno de Vázquez, en una coyuntura económica adversa, no sin arduas negociaciones de por medio, el MPP y el astorismo cerraron filas en la mayoría de los grandes temas. Sánchez fue el articulador del Presupuesto y las Rendiciones de Cuentas, representando a la bancada en la negociación con el subsecretario Pablo Ferreri. Pese a las visiones encontradas en sus filas, y su escepticismo a la apertura comercial, el MPP también terminó apoyando proyectos como el TLC con Chile.

Nada de ello implica que el MPP represente ahora el legado seregnista. De hecho en ese espacio todavía existe cierto recelo a posicionamientos del mujiquismo en temas de desarrollo económico, política exterior e inserción internacional. Y algunos dirigentes manifiestan su preocupación por el avance de la 609, al entender que si bien ese sector ha internalizado las principales prédicas de figuras como Astori, sería “más representativo” que estuvieran encarnadas por figuras provenientes de su espacio político.

Foto: Estefanía Leal.

En el MPP, por lo pronto, señalan que estarán en la primera fila de respaldo a Orsi en caso de acceder al gobierno, y eso implicaría, entre otras cosas, ser la espalda política de Oddone. “Va a tener nuestro respaldo, porque lo tiene el presidente”, afirma Cairo. Fratti, que días atrás dijo que la numerosa bancada emepepista era un factor que el ministro de Economía deberá considerar, señala que eso no implica “que le vayamos a marcar la cancha a Oddone”. “Lo que digo es que la 609, por la cantidad de legisladores del interior que tiene, va a tener su peso”.

Para el politólogo Casa, se trata en definitiva de una de las grandes interrogantes de un eventual gobierno del Frente Amplio: cómo se comportará la bancada frenteamplista en general —particularmente la numerosa bancada del MPP— y cómo se gestionará la tensión entre los postulados de Oddone y “la de los legisladores”.

“Me parece que hay y va a haber tensiones en donde el Frente tiene heterogeneidad ideológica. Yo la verdad dudo que el legislador mediano del MPP piense lo mismo que Oddone. Por eso va a haber tensión. Yo creo que en definitiva se van a cuadrar, porque es la bancada del presidente, pero ahí hay un territorio arriesgado”, resume el politólogo.

Estefania Leal/Archivo El Pais

En el MPP apuntan que Sánchez, junto al propio Orsi, sería el encargado de administrar esos equilibrios entre el Ejecutivo y “la barra”, como lo ha tenido que hacer en otras oportunidades.

Antes que todo eso, el resultado del domingo 24 dirá cómo sigue la renovación del mujiquismo.