"¿Quién no ha tenido en su casa un vidrio quebrado donde pasa una filtración y cae una gota?”, pregunta Gisella Carlomagno, directora de Arquitectura del Palacio Legislativo. Algo así es lo que ocurrió el jueves 17 de agosto en el Parlamento, aunque no fue una sino unas cuantas gotas las que cayeron. Ese día se hizo viral un video grabado por el diputado colorado Felipe Schippani de una gotera en el techo del edificio, en el plenario de la Cámara de Diputadosque entonces discutía la Rendición de Cuentas. Las gotas caían justo arriba de la mesa ocupada por Schipani, quien puso una bandeja de plástico para recoger el agua. ¿Qué pasó? Resulta que el vidrio de una ventana se quebró pero también estaban revenidas las masillas de las claraboyas, paradójicamente por los calores excesivos, la sequía y la falta de lluvias.
Se nos llueve el plenario de la Cámara. ¡Bienvenida la lluvia! pic.twitter.com/78ruJq1I8Q
— 𝗙𝗲𝗹𝗶𝗽𝗲 𝗦𝗰𝗵𝗶𝗽𝗮𝗻𝗶 (@FelipeSchipani) August 17, 2023
Son cuestiones de mantenimiento que suceden en todos los edificios con ese tipo de cerramiento en los techos, y más aún en uno próximo a cumplir 100 años. “Eso no implica que el edificio corra peligro. Es lo mismo que si uno en una casa tuviera una ventana en la que se quiebra un vidrio y filtra. Tuvimos la mala suerte que esa filtración justo caía arriba del escritorio de un legislador”, dice la arquitecta, quien lidera el plan estratégico para la realización de obras de mantenimiento e intervenciones de cara a los 100 años del edificio, que se cumplirán el 25 de agosto de 2025. El acuerdo fue firmado por representantes de todos los partidos políticos.
Desde hace un tiempo se están haciendo arreglos en los techos, en las azoteas, cuestiones de mantenimiento, tanto preventivas como correctivas, reparaciones de mármoles, yesos, sellado de claraboyas y mejoramientos de vitrales y de techos de cobre. Las obras comenzaron en 2020 y se estima culminarán en 2025: tendrán una inversión final en torno a los 20 millones de dólares, según información de la Comisión Administrativa del Poder Legislativo a la que accedió El País.
“El edificio es muy noble, ha aceptado el paso del tiempo y el paso de los usuarios, que a veces no somos lo suficientemente cuidadosos”, señala Carlomagno, quien desde 2016 es directora de Arquitectura. “Pero se ha adaptado a nuevas tecnologías y seguimos intentando ver cómo se pueden incorporar otros tipos de tecnologías que ayudan al funcionamiento normal del Parlamento”.
El plan estratégico sirve como guía para las obras edilicias, pero también a nivel urbano, artístico y de gestión patrimonial. Para las obras se ha contratado a empresas mediante licitación abreviada o pública, o por concurso de precios. En ese sentido, en algunos casos se han suplido materiales, por ejemplo para reparaciones de mármoles o yesos se utilizaron estucos, “superficies que uno mira y parece mármol, y sin embargo es una terminación con pinturas, yesos, marmolinas”, dice la arquitecta. “Teníamos muchos estucos que estaban dañados en el edificio por entradas de agua, filtraciones, falta de mantenimiento de las ventanas de madera, y logramos recuperarlos”.
Además, han trabajado en la reparación de las ventanas, el acondicionamiento de desagües de aires acondicionados, refacción de las cuatro fachadas del edificio, limpieza y restauración de vitrales, acondicionamiento de los patios interiores, puesta a punto de pavimentos y acondicionamiento de piezas de herrería. También trabajan en preservar las cerámicas originales de algunos baños, donde están cambiando las cañerías.
¿Pero cuánto tiempo más resistirá el Palacio Legislativo? Hace algunas semanas el diputado nacionalista Juan Martín Rodríguez causó polémica al afirmar que es necesario que el Parlamento empiece a pensar en la construcción de una nueva casa para su funcionamiento y que el viejo edificio quede solo para situaciones puntuales. Casi como un testigo de la historia.
El legislador dice a El País que el Palacio “tuvo muchos años de falta de mantenimiento” y pone como ejemplo que “hasta hace poco tiempo en el subsuelo los cables de luz estaban colgados”. Rodríguez está convencido de que es necesario “un nuevo edificio que complemente al funcionamiento” del recinto que cumplirá 100 años. “Hoy si vas por algunos sectores ves muebles en los pasillos. Si eso pasa es porque empieza a faltar lugar, porque el edificio central alberga hoy una pequeña ciudad en cuanto a personas. Entre las tres unidades ejecutoras hay alrededor de 1.200 o 1.300 funcionarios. Eso, más los legisladores cuando hay sesiones, los asesores o secretarios... Hay una circulación de gente que hace que se tengan que adoptar medidas más allá de las de conservación. El primer objetivo es sacar buena parte del funcionamiento administrativo a otro edificio, lo mismo con oficinas de archivo o comisiones del Senado”, opina.
Rodríguez considera que lo importante es pensar en el problema hoy, pero con visión a las próximas décadas. “El paso de los años va a obligar a que los recursos que se aboquen a la conservación sean muchos más”, dice. Pero por ahora no hay nada proyectado: nadie más se anima a hablar de una nueva obra de la envergadura de construir otro Palacio Legislativo (ver recuadro más abajo).
En obra.
En una recorrida por el Palacio junto a la arquitecta Carlomagno, El País pudo observar el contraste entre el subsuelo, en obras, y otros espacios del edificio. Se siente el ruido que hacen las herramientas, hay mucho polvo. Unos obreros trabajan en mejorar las herrerías de las ventanas de los patios internos, que se ven oxidadas, mientras los funcionarios circulan por los pasillos rumbo a sus lugares de trabajo. Del otro lado del corredor se accede a un patio con el trabajo terminado: las cerraduras y ventanas lucen nuevas.
En el segundo piso hay vitrales que fueron restaurados y en algunos casos se sustituyeron piezas. Uno de ellos se encuentra envuelto en un papel por precaución y próximo a colocar. Se trabaja tanto en vitrales horizontales, como abovedados y verticales sea que se encuentran al exterior o en el interior. Cuando sustituyen materiales queda registrado: se pone qué material y en qué fecha se sustituyó para dejar constancia de que no es original. Eso tanto con maderas, vitrales y ventanas: “Antes no existían esos registros, por lo que el diagnóstico se hace a ojo”.
El edificio es totalmente simétrico y el Salón de los Pasos Perdidos lo divide en partes iguales: de un lado está la Cámara de Diputados y del otro la de Senadores. En algunos pasillos se está en proceso de cambiar las alfombras, algo que ya se hizo en la Cámara de Senadores, donde el color rojo resalta. Esa tarea, junto con la de pintura y nuevo tendido eléctrico, se hizo en dos semanas y entre sesiones del Senado.
“En la Cámara de Senadores hubo un acondicionamiento integral en cuanto a la limpieza de los vitrales, se cambió la alfombra, se hizo la restitución de pinturas a tonos originales”, cuenta Carlomagno. “Al levantarse la alfombra, se aprovechó para arreglar todo lo que estaba debajo, que realmente estaba en condiciones preocupantes, se cambiaron los tendidos eléctricos. El camino es ese, no solo lo estético, sino que se aprovecha para mejorar las instalaciones, ya que muchas tienen décadas”.
Ese trabajo también se hará en la Cámara de Diputados. La expectativa es poder terminar con las obras “lo antes posible”, pero la arquitecta explica que “cuando uno termina en un sector del edificio, ya tenemos que empezar en otro”. “Si bien ahora tienen más notoriedad, estas actividades se han hecho durante toda la vida. Y seguramente sigan, las obras nunca terminan. Siempre surgen otras cosas que hacen a la continuidad, justamente para preservar y conservar el mejor estado del edificio”, dice Carlomagno.
Hay un dato no menor. El Palacio Legislativo no cuenta con habilitación de la Dirección Nacional de Bomberos, pero ese pedido ya está aprobado y en una etapa final. “Nos queda colocar los tanques, está en un 85% culminado, también se colocaron puertas cortafuegos”, dice a El País Fernando Perdomo, secretario de la Comisión Administrativa del Poder Legislativo. “A más tardar el año que viene tendremos la habilitación, que lleva más de siete años de tratativas. Tenemos un sistema de prevención de incendios a través de alarmas que las monitorea Bomberos desde oficinas que tenemos en el edificio C y en el Anexo, donde hay bomberos que hacen monitoreo las 24 horas”.
Carlomagno admite que para los edificios patrimoniales es muy difícil concretar una habilitación, “porque no va muy de la mano la intersección entre lo que se necesita por Bomberos y la conservación patrimonial”.
El Palacio cuenta con más de 400 obras de arte que son parte de su patrimonio, y hay una unidad que se ocupa del mantenimiento de esas obras. Además, dentro del edificio hay mobiliario añoso. “Por el cambio de una legislatura a la otra hay un costo que rondaba cerca de los 10 millones de pesos, y nosotros dijimos ‘no vamos a comprar nada nuevo, vamos a reutilizar lo que hay’. Compramos nuevas fundas para sillones y reciclamos todos los que había, salvo alguno que se compró por roturas”, explica Perdomo. “Tuvimos un ahorro de 80% de un año a otro, de 2020 en adelante. A veces el ahorro doméstico lleva a pequeñas cosas que a la larga suman, para que el dinero rinda más porque es dinero de todos”, agrega el secretario.
¿Y cuánto gasta el Parlamento? La Comisión Administrativa es una de las tres unidades ejecutoras del Palacio Legislativo, junto con el Senado y Diputados: cuenta con 368 funcionarios en actividad, 205 vacantes, en un universo de 573. Además, hay más de 500 funcionarios que trabajan en ambas cámaras y se dividen en distintos turnos. Según la Rendición de Cuentas del ejercicio 2022, la comisión tuvo gastos de más de 498.000 dólares en el pago de la electricidad. Otros 265.000 dólares fueron para teléfono y 155.000 para agua. Dos millones de dólares se gastaron en limpieza y mantenimiento de espacios verdes, 1,2 millones de dólares en vigilancia y seguridad y otros 340.000 en seguros.
Los problemas.
Mientras las obras avanzan, esta semana la Asociación de Funcionarios de la Comisión Administrativa (Afucoa) se declaró en preconflicto debido al “atraso inadmisible” de los concursos de ingreso y ascenso. El gremio advierte en un comunicado por “el desmantelamiento” de la comisión y señala que se publicó un nuevo calendario “donde no constan concursos de ingreso ni ascenso, que sí aparecían en el calendario anterior”. Además, el sindicato cuestiona “el trabajo con empresas tercerizadas y cooperativas, de espaldas a los funcionarios, que son los que cuentan con la formación técnica y el conocimiento de los edificios e instalaciones del Poder Legislativo”.
Pablo Pisciottano, presidente de Afucoa, sostiene que “se ha dejado de lado” a la División de Conservación Edilicia: “Hay servicios que se han ido vaciando, se va la gente y no reponen las vacantes. Hay una estructura que no está respondiendo más allá de emergencias, reclamos y reparaciones. Todo el grueso pasa por las empresas. La estructura se vacía y se le echa la culpa de que los servicios no funcionan bien”.
En ese sentido, comenta que el área de Arquitectura “trabaja con cooperativas y empresas”, pero “muchas veces tenemos que ir nosotros detrás del trabajo que hizo una empresa, a la que recién se le pagó, para corregir lo que hace”.
¿Qué pasó el día de la gotera? “Cuando se llovió era un trabajo que no lleva ni un año de hecho, y en ese período de tiempo ves que tenés un problema estructural. No estamos diciendo que no vengan las empresas, sino que se nos haga la consulta técnica porque conocemos el edificio”, afirma el funcionario.
Fernando Talento, presidente del Sindicato del Poder Legislativo (Sipole), un gremio que nuclea a los funcionarios de todo el Parlamento, señala que estos problemas “vienen desde hace tiempo”. Y argumenta: “En la primera y única reunión que nos dio (Beatriz) Argimón, nuestro sindicato le preguntó cuál es la teoría que tiene esta nueva administración con respecto a las personas que hacen el mantenimiento de los edificios. Si pretendían eliminarnos o aumentar la cantidad de personas... Nos dijo que pretendían fortalecer la Comisión Administrativa, pero fortalecer no es traer gente de afuera. El tema grave es que cada cinco años cambia la administración y cada uno viene con su teoría”, denuncia.
Pisciottano cuenta que en la Dirección de Mantenimiento y Obras hay 36 funcionarios y se prevé que sean 26 al fin de este período. Ellos se encargan de los servicios de carpintería, mantenimiento, tapicería, telecomunicaciones, redes eléctricas e iluminación, pintura, obras, lustre y cerrajería. “Hoy hay dos concursos de ingresos, en redes eléctricas y mantenimiento. La resolución que impulsa esos concursos debe hacerse este año, ya que 2024 es año electoral y no se puede hacer. En el calendario previo que se nos presentó había seis concursos de ingreso y ahora, en un nuevo cronograma, plantean tres”, dice el funcionario.
“No entra gente y no hay una política de gestión humana que implica que haya ascensos. La oficina de capacitación y concursos estaba muerta hasta hace menos de un año, cuando se puso gente de una oficina a otra, fue algo circunstancial por nuestros reclamos y no una política de gestión”, añade.
El 17 de agosto Pisciottano y Talento concurrieron a la Comisión de Asuntos Laborales del Senado, donde hicieron reclamos. El primero advirtió por “una estructura paralela” que se está armando ante las obras por los 100 años y el segundo contó que han reclamado una inspección del pararrayos del Palacio Legislativo e hizo referencia a la última tormenta: “Anoche hubo un rayo. Yo no puedo opinar, porque no tengo la capacidad para hacer un juicio de valor al respecto, pero por lo que dice el informe que tengo aquí y por los comentarios de las personas que saben del tema, aparentemente el pararrayos no cumplió su función. ¿Por qué? El pararrayos original se sacó porque no quedaba lindo, y se puso algo que a gusto de la persona que lo mandó a hacer quedaba bonito, pero el informe dice que no hay seguridad de que funcione como corresponde. Y creo que ayer quedó registrado que no funcionó bien, porque de lo contrario el rayo tendría que haber caído en el pararrayos y no en un lugar a 20 o 30 metros de la estructura principal, en una luminaria”.
La arquitecta Carlomagno, sin embargo, dice a El País que tanto el edificio original como el Anexo del Legislativo cuentan con pararrayos que funcionan en forma correcta. Habrá que esperar a la próxima tormenta.
"No me gustaría cerrar el Palacio"
El diputado Juan Martín Rodríguez asumió su banca en 2020, pero trabajó muchos años junto al histórico diputado herrerista Jaime Trobo. En las últimas semanas provocó cierto ruido con su propuesta de hacer un nuevo edificio para el Parlamento. “No me gustaría cerrar el Palacio Legislativo, es mi segunda casa desde hace más de 20 años”, dice. “Pero no me puedo permitir de forma deliberada no plantear nada a largo plazo para analizar la viabilidad o trazabilidad del Plan Fabini de 1928. Quizás lo que haya que hacer ahora es pensar para dentro de tres, cuatro o cinco décadas en actualizar ese plan, en las características de un nuevo edificio para el siglo XXI: con materiales renovables, un edificio ecológico e inteligente. Conservando el edificio madre como una referencia”. Rodríguez sostiene que “se deben tomar medidas a tiempo” y “empezar a calendarizar” este planteo para “que no sea demasiado tarde”. El diputado considera que el episodio de la gotera en Diputados es “una muestra” de la necesidad de tomar medidas porque “siempre la estamos corriendo de atrás”.
“Las obras de refacción y conservación sirven para el ahora, pero quiero es pensar a largo plazo”, explica. Y adelanta que se debe instalar un grupo de trabajo con expertos, como la Sociedad de Arquitectos del Uruguay y la Comisión de Patrimonio Cultural de la Nación.
La arquitecta Gisella Carlomagno, que se ha especializado en patrimonio y es museóloga, dice que a su criterio “va a ser siempre un edificio que tenga su vida, no tiene mucho sentido que se vacíe para preservarlo”. Y entonces agrega: “El uso cuidadoso es la mejor preservación que tenemos. Lo lumínico, lo térmico, las nuevas tecnologías, todo eso convive y al estar utilizándose es la forma de poder actualizarlo. Si en un futuro se quiere hacer otro edificio, quizás no tanto para las actividades legislativas, sino las de apoyo a lo legislativo, eso siempre va a ser bienvenido porque todo concluye en un mejor funcionamiento. Hoy desde lo edilicio no sería necesario”.