Javier Milei recorre localidades de la Provincia de Buenos Aires agitando dos promesas: un dólar gigante que alterna con una motosierra. La imagen parecía delirante hace un año, hace seis meses e incluso hace dos. Hasta que llegó la noche del shock electoral. Ahora el candidato de La Libertad Avanza lidera las encuestas y son los otros dos contrincantes, Sergio Massa (Unión por la Patria) y Patricia Bullrich (Juntos por el Cambio), los que pelean por disputar un eventual balotaje con el líder libertario.
Entre economistas argentinos parece haber consenso, al menos públicamente, sobre los riesgos que presenta esa reforma. Hace 10 días, unos 170 economistas de diversas escuelas -entre los que están Miguel Ángel Broda, Roberto Frenkel, José Luis Machinea y Daniel Marx- firmaron una carta titulada “La dolarización es un espejismo”, donde advierten que “la propuesta en cuestión está lejos de ser una panacea”. Pero el candidato libertario promete todo lo contrario: sin un Banco Central, como antes de 1935, y con la economía dolarizada, Argentina será “potencia”.
Los economistas que firmaron la carta alertan una hiperinflación si el cambio de moneda se implementa en las condiciones actuales, entre otros efectos que hundirían aún más la economía argentina. Milei asegura que no, y retruca que lo que habrá es un aumento del salario. En su plan, el salario “es el precio de la economía que más va a subir”, ha dicho en discursos.
“El día que dolarizás, tenés los precios desacomodados”, señaló en una entrevista con el conductor Alejandro Fantino en Radio Neura. “El dólar ya no subiría, el valor de los ‘transables’ (bienes importables o exportables) no aumentaría, los mayoristas van a subir menos y después vienen los minoristas, que ya venían subiendo, pero van a hacerlo más que los mayoristas”, remarcó el candidato.
“¿Quiénes siguen en la cola? Los salarios. Son los que más van a subir porque van a quedar todos equiparados, por decirlo de alguna manera”, remarcó Milei. “Si nosotros dolarizamos, el impacto va a ser tan fuerte en términos reales, como pasó con la convertibilidad, que en las elecciones de medio término nosotros arrasamos”, aseveró. Mientras Milei propone este plan, la inflación de agosto en Argentina marca 12,4%, la más alta en 32 años.
Del otro lado, el equipo económico de Bullrich, encabezado por el economista Carlos Melconian, propone un sistema bimonetario, algo parecido a lo que tenemos en Uruguay. Massa, en su traje de economista, lleva adelante una serie de medidas para amortiguar el impacto de la inflación, con un costo fiscal que suma al menos 1,2 billones de pesos. Pero ni el bimonetarismo ni los subsidios suenan tan atractivos como ganar en dólares.
La soberanía y el "robo".
Ahora, ¿cómo es posible que para una misma propuesta se pronostiquen escenarios tan disímiles? ¿Qué tan viable es cambiar todos los pesos argentinos por dólares?
Entre los economistas uruguayos -o así lo han expresado algunos públicamente-, también parece haber consenso: dolarizar es una “mala idea”.
En diálogo con El País, economista Nicolás Cichevski, gerente en CPA Ferrere, afirma que pasar del peso argentino al dólar “es una muy mala solución a un problema” que, en el fondo, es la pérdida de credibilidad. Cichevski puntualiza que “el problema hoy no es que faltan dólares; el problema es un déficit fiscal financiado con emisión monetaria”. Y agrega: “el objetivo económico (del plan de Milei) es generar credibilidad; el objetivo más marketinero es que todos ganamos en dólares, pero eso no necesariamente va a ocurrir así”. Al fin de cuentas, dolarizar implica renunciar a la política monetaria, dice el especialista. Con todo lo que eso conlleva.
En ese sentido, el economista Pablo Rosselli, socio de Exante, advierte que la dolarización implica que Argentina pierda su soberanía monetaria. Así, “perdería también la política monetaria como instrumento y quedaría a merced de las decisiones de política monetaria que tome la Reserva Federal de Estados Unidos”, explica.
Rosselli aclara que eso no es inherentemente “malo”; no quiere decir que siempre sea una mala decisión. El problema radica, dice, en que la economía de Argentina “tiene muy poco que ver con la economía de Estados Unidos, y por lo tanto, los momentos en los que Argentina tenga necesidad de tener tasas de interés bajas, por ejemplo, no necesariamente van a coincidir con los momentos en los Estados Unidos tenga necesidad de tener tasas de interés bajas”. Y lo mismo a la inversa, con tasas de interés altas.
En síntesis, el economista plantea: “Dolarizar la economía para un país implica perder un instrumento de política monetaria y eso puede ser más malo o menos malo en función de cuán relacionada está la actividad económica del país con la propia actividad económica de Estados Unidos”.
En sintonía, Adrián Fernández, del Centro de Investigaciones Económicas (Cinve) habla de los ciclos económicos. La Unión Europea (UE), por ejemplo, implementó el euro como moneda común para facilitar las transacciones. Fernández explica que los países de la UE ya habían avanzado en la en la integración económica, por lo tanto, ese paso permitía profundizarla todavía más. La UE “tenía ventaja desde el punto de vista de la integración. Y, de hecho, lo que se observó luego de la creación del euro fue un crecimiento muy importante de comercio entre los países de la zona euro”, plantea el economista a El País.
“No vamos a tener otro 2016 donde llueva la confianza”
Los expertos coinciden en que se avecina otra temporada mala respecto al turismo argentino en Uruguay. “En la medida que la economía argentina tienda a estabilizarse -un proceso que no va a ser inmediato-, vamos a convivir en el corto plazo con una Argentina complicada en términos económicos”, dice Nicolás Cichevski, “porque el ajuste fiscal que hay que hacer en el corto plazo es recesivo”, sea con peso argentino o con dólar. “No vamos a tener otro 2016 en donde llueva la confianza económica”, apunta.
Ahora, vayamos a la situación de Ecuador y Estados Unidos, un modelo al que el equipo de Milei se ha referido. Antes de dolarizar, el país latinoamericano vivía su peor crisis económica. En una semana, el sucre (la extinta moneda ecuatoriana) pasó de 7.000 por dólar a 19.000. En este contexto, en enero de 2000 el presidente Jamil Mahuad cambió los sucres por dólares.
El nuevo sistema le permitió a la economía ecuatoriana alcanzar cierta estabilidad. El país pasó de tener un promedio de inflación anual del 36,4% en el periodo 1980-1998 al 4,5% en el periodo 2001-2019, según datos del Banco Central de Ecuador (BCE). Pero en 2015, por ejemplo, la baja del precio internacional del petróleo -uno de los principales productos que exporta Ecuador- golpeó fuerte en el país, que experimentaba la apreciación del dólar mientras que competidores como Colombia devaluaban en más del 50% el valor de su peso con respecto a la divisa estadounidense ese año.
Al dolarizarse, la economía ecuatoriana quedó ligada a la economía norteamericana, explica Fernández. “Si el petróleo baja en el mercado internacional significa que se genera un efecto recesivo sobre la economía ecuatoriana”, señala. “Una situación de bajos precios del petróleo a nivel internacional, sumando quizás otros elementos, puede contribuir a que la política monetaria de Estados Unidos lleve a aumentos de tasas”.
De esa forma, dice el economista, el país latinoamericano entraría en una “descoordinación”. Siguiendo el mismo ejemplo, mientras Ecuador necesita bajar las tasas de interés, es posible que a nivel internacional -y especialmente en Estados Unidos- haya una política de tasas de interés más altas. De ser así, Ecuador recibiría un “doble impacto”, dice el especialista: una caída de los precios del petróleo sumado a un aumento de la tasa de interés.
¿Pero qué posibilidades hay de que Argentina se comporte así si se dolariza?
Rosselli dice que Argentina “es una economía es muy cerrada al mundo, con muy pocas relaciones económicas con Estados Unidos”, por lo que quedaría atada a los vaivenes de la política monetaria de ese país.
Cichevski plantea el siguiente escenario: si caen los precios internacionales y hay un shock externo, como una sequía, lo que permite devaluar la moneda es la política monetaria. Sin moneda, no hay tal herramienta. Rosselli, por su parte, señala que para que la dolarización sea exitosa “es necesario tener una organización exitosa, que no es tan distinto de lo que se precisa para tener una moneda propia estable”.
Agenda hegemonizada.
Frente a los contraargumentos sobre su plan, Milei suele responder con “la cuestión moral”. “¿Robar está bien? Robar está mal. La emisión monetaria es una estafa porque eso lleva a la pérdida del poder adquisitivo. Es una forma de sacarte plata del bolsillo por la fuerza, sin que vos te enteres”, dijo el libertario en una entrevista con El País de Madrid.
En su discurso en el Council of the Americas el mes pasado, defendiendo la dolarización, planteó: “Ustedes deciden quién les roba menos. No se puede ser tan delincuente de decir ‘esto (dolarizar) va contra la soberanía porque le vamos a transferir recursos a los Estados Unidos vía impuesto inflacionario’. Si ustedes van a ser robados de todas maneras, entre el ladrón que les va a robar 20 y el que les va a robar 1, se van a quedar con el que les roba 1”.
Mientras se libran las discusiones técnicas y económicas, las propuestas del libertario seducen a un electorado que carga con años de frustración. En el plano político, Mauro Casa, politólogo e investigador en políticas públicas, considera que la propuesta de dolarizar “es la única que ha logrado calar en buena parte de un electorado que ve a la economía como el tema excluyente de campaña”.
“El tema de la campaña es la economía. Más específicamente, el único tema relevante de campaña es la inflación”, afirma el analista. Por lo tanto, “los electores parecen estar bastante cerrados a escuchar hablar de cualquier otro tema, y bastante reacios, o al menos indiferentes, frente a cualquier propuesta que se remita a un tema distinto que no sea la inflación.
Los contrincantes, en ese sentido, tienen “notorias dificultades”. Massa carga con la inflación siendo ministro de Economía. Bullrich tiene a Melconian, que tiene un “manejo técnico solvente; es el único que habla de Economía por Juntos por el Cambio”, dice el politólogo, pero la propia candidata “no puede hablar de economía” porque “no maneja las nociones básicas de la economía”, dice Casa.
El analista concluye: “La propuesta de dolarización, con todos los problemas que tiene, tiene la ventaja de ser una idea bastante simplista, bastante directa, bastante fácil de decodificar para cualquier elector”. Milei, entonces, “logra captar la atención, hegemonizar la agenda, hegemonizar la discusión, y pasa a ser el tema excluyente”. Al no dar detalles de sobre implementación del plan ni sus desventajas, “logra que la discusión siga siendo una discusión en el aire y en la fantasía del elector, que está abrumado por su situación económica”, concluye el analista.