"El público valoraba los arreglos de Piazzolla"

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La cuestión. ¿Cuál era la percepción de los tangueros de su época a la música de Piazzolla?

La respuesta / Piazzolla, el mal entendido

Ninguna figura más controversial en la música argentina que la del bandoneonista marplatense que se permitió expandir las fronteras de un género tan popular como el tango. En El Mal entendido (Edhasa, 450 pesos) de Diego Fischerman y Abel Gilbert se intenta rastrear el origen de la disparidad de criterios que alejó a Astor Piazzolla del tango, cómo lo influyó el jazz y cómo él influyó al rock, por ejemplo. Un repaso a la estatura musical y a la vida que le tocó vivir a una de las más grandes exportaciones artísticas del Río de la Plata.

Piazzolla no sólo rechazó muy temprano el mundo nocturno sino un sentido del oficio en cierta medida apegado a una lógica burocrática (del cabarute a la amante y de la cama al escenario), y que la ampliación de los derechos laborales y la sindicalización de los músicos, más que como una victoria asociativa, terminó de forjar como estética: la paritaria convertida en programa. O, tal vez, un mercado donde la saturación del circuito terminó teniendo un carácter implosivo.

Es en ese contexto que debe entenderse el rechazo de Piazzolla por el tango -y no lo contrario, como el propio bandoneonista se encargó de divulgar. Es cierto que parte -y no la parte más representativa- del mundo del tango abjuraba de la propia idea de la sofisticación, o del refinamiento, como un signo de pérdida de autenticidad.

Esta oposición, así como había tenido que ver, para los intelectuales nacionalistas, con la exaltación del campo y, luego, del tango más reo, se plasmó para parte del público y los compositores e intérpretes en la valorización de ciertos cantantes, orquestas y repertorios, con preferencia los que recurrían al lunfardo y a las temáticas más "orilleras" o a aquel que, como en el El existencialista o en Giuseppe el corner, interpretados por la orquesta de D`Arienzo, rechazaba explícitamente lo nuevo asociándolo con "mariconería". Ese no era el ambiente que podía valorar a Piazzolla, desde ya, pero tampoco era el predominante en los medios de comunicación ni en la dirección artística de los sellos grabadores.

El tango patotero de D`Arienzo tenía su lugar y era inmensamente popular en los bailes barriales, pero el "canon" se inclinaba por cantantes y orquestas que, sin perder esa especie de reciedumbre esencial, habían sido capaces de conquistar un cierto refinamiento. Troilo y sus cantantes (Floreal Ruiz, Francisco Fiorentino, Alberto Marino, Edmundo Rivero, Roberto Goyeneche, Raúl Berón) eran, en ese sentido, el patrón de medida. El apotegma del tango -es decir, del "buen tango", medido en los términos fijados por la propia comunidad- podría resumirse en un "ni rústicos ni mariquitas", tercera posición que bien podría anticipar aquel "ni yanquis ni marxistas: peronistas" que Piazzolla, en la década del setenta, transformó para explicar su pragmatismo político más allá de cualquier duda: "Ni yanqui ni marxista, bandoneonista".

Y en ese mundo de "buen tango", Piazzolla estaba lejos de ser resistido como compositor y orquestador. Era alguien que, en los cincuenta, sin ser integrante ni director de ninguna orquesta -la suya ya había sido disuelta un año antes-, componía y arreglaba profesionalmente, por encargo, para las formaciones más prestigiosas.

(...) En contra de lo que el mito terminó convirtiendo en verdadero con el paso del tiempo, una parte significativa del público de tango -además de los músicos- valoraba los arreglos de Piazzolla. El volumen de las orquestaciones realizadas para Troilo mientras estaba en su orquesta y el hecho de que, en 1951, fuera elegido para arreglar Responso, el elegíaco tema compuesto por "Pichuco" por la muerte de Manzi, dan una buena prueba de la valoración que tenía del marplatense.

(...) Que el mayor hastío con respecto al mundo del tango haya sobrevenido después del período en que fue más respetado sólo puede deberse, en realidad a que eso le permitió vislumbrar cuál sería el techo posible. ¿A qué más podría aspirar que a componer para las mejores orquestas?

Los autores

Periodista y escritor, Diego Fischerman fue el encargado de supervisar la Edición Crítica de la discografía completa de Piazzolla para los sellos RCA y CBS. Abel Gilbert, en tanto, es compositor, escritor y docente universitario.

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