Por Santiago Magni
Ponerse un casco “es necesario por el riesgo de que les caiga algo en la cabeza”, avisa un funcionario del Ministerio de Transporte y Obras Públicas (MTOP) previo al ingreso a la vieja y deteriorada Estación Central General Artigas en Montevideo. “Hay desprendimientos del techo”, agrega después.
El predio está rodeado por un alambrado. En la fachada, por la calle La Paz, se ve la estatua de José Artigas —venida a menos— y en los costados las de los inventores George Stephenson, James Watt, Alessandro Volta y Denis Papin. Y una gran puerta da lugar al pasillo que lleva hasta el histórico espacio donde están las vías del tren. Es un presagio de lo que se verá en todo el monumental edificio: paredes sin pintar, ladrillos a la vista, aberturas en mal estado, objetos y escombros amontonados por los rincones. Sin embargo, a pesar de su abandono, la belleza de la estación continúa casi intacta y funcionarios de una empresa de seguridad impiden el ingreso de intrusos que intenten vandalizar el edificio.
El lugar no cuenta hoy con condiciones de seguridad mínimas para que se pueda abrir al público. No tiene riesgo de derrumbe, pero sí peligro de desprendimientos y hay chapas que se han ido volando. Por ese motivo no se suele abrir el edificio el Día del Patrimonioaunque sí sucedió hace unos años, en 2018. El País realizó un recorrido por la estación, donde hace más de 20 años —el 28 de febrero de 2003— salió el último tren y desde entonces, la especulación, decadencia y un litigio de por medio influyeron para que sea un esqueleto abandonado de casi seis hectáreas, ubicado frente al Puerto de Montevideo.
El pasto (largo y sin cortar) y la basura, que llega desde afuera y entra por las ventanas y el techo, tapan lo que queda de las vías del tren, en desuso hace más de dos décadas. Hay caída de revoques y la rotura de varios sectores de la enorme claraboya sobre la vía y los andenes hace que entre agua a la estación cuando llueve. Las palomas son visitantes privilegiados y pueden observarse en las alturas, además dejan sus rastros en varias partes. Más allá, testigos de su tiempo, se mantienen los carteles de “recibidas” y “despachadas”, los letreros que indicaban dónde se dirigían las encomiendas.
Hay tres viejos relojes que marcan el horario de llegada de los trenes, pero las agujas permanecen congeladas. Su fachada, aunque presenta algunos detalles, se encuentra en buenas condiciones, como sucede también con el resto de la edificación en donde funcionaba la plataforma y el público aguardaba la llegada y la salida de los trenes.
La imagen es distinta al subir la gran escalera de mármol que conduce a donde estaban ubicadas las oficinas de los funcionarios del organismo. Se lee un cartel que dice “Gerencia de Hacienda”. El piso de piedra blanca con rombos negros del amplio pasillo se mantiene en buen estado, pero las paredes y las aberturas que dan a las habitaciones reflejan el abandono que ha sufrido la edificación desde que cerró sus puertas en 2003. Otro signo de decadencia es la estructura donde alguna vez hubo un busto de José Artigas, que no está allí.
Escombros, paredes en mal estado, grafitis en llamativos colores son lo primero que se ve al subir. También charcos de agua que se acumulan en zonas donde los techos tienen aberturas y hay cuartos deteriorados. Las oficinas que están alrededor del gran hall tienen pisos de madera levantados, cables de electricidad sueltos, agujeros en los techos, escombros en el suelo y tubos de luz colgando. También se observa alguna mancha de humedad.
Hay paredes y vidrios que tienen manchas como si alguien hubiera jugado al paintball en las instalaciones. En algunas salas no hay puertas o están rotas y en otras no hay ventanas. Donde estaban los baños quedan indicios de cerámicas y algún inodoro sucio. Hay polvo, telarañas y hojas en el piso. Hay escaleras sin escalones, otras con escalones desgastados y en varias oficinas hay estufas oxidadas.
Necesitada de numerosas refacciones, la estación continúa cerrada al público y su destino todavía no ha sido resuelto. En el Ministerio de Vivienda y Ordenamiento Territorial (MVOT), a quien pertenece el edificio, son optimistas en que el predio “es recuperable” pero creen fundamental un proyecto comercial para su mantenimiento a futuro.
Según supo El País, el Estado gasta más de 22.300 dólares mensuales para la limpieza y seguridad de la Estación Central, cifra que era de 16.000 dólares por mes en 2021, según informó Radio Sarandí en su momento.
Son unos 267.000 dólares al año que se seguirán gastando por un período de tiempo que aún se desconoce.
El largo litigio.
El juicio empezó hace dos décadas e incluye a la playa de maniobras lindera, que tiene unas cuatro hectáreas. El padrón que comprende a la estación, según la escritura de la expropiación a la que accedió El País, es de una hectárea y media.
Eljuicio que está en trámite es de resolución de contrato por incumplimiento, iniciado por cada parte contra la otra. De un lado, el Estado Uruguayo a través de Saduf Sociedad Anónima, integrada por el Banco Hipotecario y la Agencia Nacional de Vivienda y creada para trabajar en el Plan Fénix, sostiene que incumplió la empresa Glenby S.A., propiedad del empresario Fernando Barboni, ya que “debió haber tomado posesión sobre los bienes, construir y pagar; algo que no hizo”.
Del otro lado, Glenby hizo un juicio contra el Estado por incumplimiento, alegando que faltaban algunas obras para que se les entregue el bien. En su momento Saduf presentó dos “excepciones”, por “caducidad” y “cosa juzgada”, pero no tuvo éxito.
Hoy hay dos demandas cruzadas y actualmente se está diligenciando la prueba, según supo El País, por lo que ya se han tomado declaraciones de testigos.
Una fuente vinculada a este proceso estima que la sentencia de primera instancia “puede salir en ocho meses”, pero después se dará apelación de una de las partes y eventualmente se presentará un recurso de casación. Por lo que el juicio puede demorar tres o cuatro años más, salvo que haya acuerdo de ambas partes.
En 2003 Glenby había realizado otro juicio contra el Estado por incumplimiento de contrato, donde reclamaba 1.000 millones de dólares. La empresa argumentó que el Estado había rescindido en forma unilateral la concesión. La Justicia no le dio la razón, tal como informó El País en su momento.
Los proyectos en carpeta.
El subsecretario de Vivienda, Tabaré Hackenbruch, sostiene que la situación de la Estación Central y la necesidad de “encontrarle una solución” ha “ocupado y preocupado” a la actual administración. “Si otras administraciones no le han encontrado la solución es porque es un tema difícil. Para nosotros es una espina en la planta del pie ver ese edificio hermoso sin uso”, agrega.
Hackenbruch explica que el ministerio y diferentes organismos están “poniendo esfuerzos” para tratar de destrabar la situación. “A veces los tiempos judiciales y del Estado no son los que se necesitan para llevar adelante las transformaciones que una zona tan linda y pujante como La Aguada y el puerto se merecen”, asevera.
En la segunda administración del ministro Víctor Rossi (2015-2020), el MTOP recibió 11 propuestas en el marco de un llamado a ideas que hizo la cartera para el futuro de la Estación Central. Algunas de las propuestas incluían zonas francas, paseos gastronómicos, actividades culturales y el refaccionamiento de la estación, aggiornándola pero manteniendo su estructura original.
Hoy el exministro dice a El País que “hay muchas y muy buenas iniciativas” y que algunas pueden estar vigentes “como el mantenimiento de la función de terminal de transporte más el desarrollo de un centro comercial y también el desarrollo de escuelas para cursos de distintas materias para jóvenes que podrían concentrarse allí”. Otras iniciativas “quizás deben revisarse porque deben ser actualizadas”, agrega.
Rossi cuenta que el llamado a ideas de 2019, con iniciativas de todo tipo, se hizo “como un avance para ir preparando la recuperación del área”. Esas carpetas las calificaron equipos técnicos del MTOP y Rossi se las dejó al actual gobierno. “La idea era preparar con ese material un eventual llamado, según la decisión que se tomara a futuro. Hay obstáculos que no podíamos resolver nosotros. Estamos a la espera de que la historia continúe”, dice el exministro. Pero agrega que hay que “ser cuidadosos de la actividad que se pretenda desarrollar, no se puede hacer una actividad solo como rincón de guardar trastos viejos” y “se justifica si se va a potenciar la actividad comercial y económica del puerto”.
El jerarca del gobierno de Tabaré Vázquez dice que “siempre se pensó que en la parte de la playa de maniobras, además de algo cultural, hubiera una inversión de tipo inmobiliaria y algún intercambiador nodal entre la Terminal de Río Branco y el transporte ferroviario”. También que “la mayoría de los proyectos presentados en ese periodo apuntan en ese sentido, AFE en su momento lideraba esa idea de espacio cultural”.
Hackenbruch, mientras, espera que alguno de estos proyectos se concrete en esta administración, aunque los tiempos judiciales indican que es difícil. A esta altura sería casi un milagro.
De lo contrario, trabajarán en “dejar lo mejor armado para que las próximas administraciones puedan salvar ese patrimonio que es de todos los uruguayos”.
Hoy hay “un par de proyectos concretos en vista”, dice una fuente del MTOP, pero agrega que aguardan “la resolución judicial a efectos de darlos a conocer”. La fuente señala que esos proyectos son posteriores al llamado de ideas que hizo la cartera en 2019.
El exministro Rossi recuerda el proceso y dice que, tras asumir en 2005, se encontró con dificultades para poder avanzar en el tema pero recién en el segundo período “la instancia judicial parecía se iba inclinando a favor del Estado uruguayo”. Por eso, lograron que la Agencia Nacional de Vivienda “aceptara que desde el ministerio nos hiciéramos cargo en 2019 para mantener, limpiar y darle seguridad a la estación”. Rossi cuenta que cuando en 2019 el MTOP tomó la seguridad del predio, “ya estaba muy deteriorado el lugar”.
El barrio.
En junio de 2022 una fuente de la Intendencia de Montevideo (IMM) dijo a El País que la administración consideraba entonces que tanto la terminal como la playa de maniobras de AFE deberían tener un destino de uso urbano como viviendas o espacio público. Otra fuente municipal señala hoy que esta sigue siendo la postura de la IMM, pero por el momento no hablan del tema.
¿Y qué dicen desde el municipio? “La posible reactivación de la Estación Central es clave”, dice a El País la alcaldesa Silvana Pissano, quien además es arquitecta y urbanista. “Miramos el lugar con preocupación y pena, porque es un edificio patrimonial que está en un lugar estratégico de la ciudad de Montevideo”, agrega.
Pissano fue directora de Desarrollo Urbano durante la administración del exintendente Daniel Martínez, cuando se había propuesto una reactivación para la Estación Central. De hecho, en 2019 se presentó el proyecto de “estación del futuro” para atraer empresas tecnológicas. Incluso Martínez lo llevó a Washington, al Banco Interamericano de Desarrollo (BID).
Sobre las posibilidades a futuro, hoy Pissano considera que “se puede trabajar en la puesta a punto de los edificios laterales para nuevos proyectos que reconozcan nuevas formas de habitar, como viviendas para jóvenes o coliving”.
Respecto al barrio, Pissano destaca que en los últimos años en La Aguada ha habido desarrollos inmobiliarios, como los edificios Nostrum Bay y Nostrum Central, ambos de la constructora Altius Group, y también aumentó la cantidad de otros edificios de vivienda, lo que ha hecho que “se incremente exponencialmente el total de personas que vive ahí”. La alcaldesa agrega: “En la calle La Paz ha quedado trunco un proyecto modernizador, de hace 60 años, que era la ampliación de esa calle y supuso la expropiación de varios inmuebles para ese ensanche que no sucedió. En el municipio trabajamos en recuperar esos espacios”.
En este contexto, el tema de la gente en situación de calle también es complejo en la zona. La alcaldesa señala que junto a la IMM inaugurarán “un espacio social” para esa población con el fin de “atender otra problemática importante, como las personas sin hogar”.
Nuevas ideas.
Volvemos a la estación. El arquitecto y director general de la Comisión del Patrimonio del Ministerio de Educación y Cultura (MEC), William Rey, destaca el tamaño de la Estación Central “en relación a la ciudad” y sus valores, “obviamente, arquitectónicos e ingenieriles”.
“Es una obra que articula tiempos distintos, porque evidentemente es un ejemplo de la arquitectura de la modernización. La arquitectura que introduce muchos elementos novedosos desde el punto de vista constructivo, desde el punto de vista tecnológico. La presencia del diálogo, sin duda, con esa magnífica cubierta arriba de los andenes, y al mismo tiempo la buena respuesta que tiene hacia el lado urbano, o sea, hacia la ciudad. Podemos decir que la estación es una gran puerta para quien llega a Montevideo”, explica el arquitecto.
La fachada en forma de puerta era una suerte de bienvenida para quienes llegaban a la capital. Rey admite que “una de las grandes espinas que tenemos” es que la estación haya quedado en el olvido. “Todos tenemos responsabilidad en esa situación. Creo que también tenemos que empezar a abrirnos un poco sobre la posibilidad de nuevos programas que realmente permitan hacer la inversión que se necesita. Se han pensado demasiados proyectos culturales y, creo que sí, que efectivamente hay todavía que pensar en un proyecto cultural protagónico, pero hay que pensar también en la posibilidad de un mix de otras actividades que hagan posible una inversión de esta escala”, opina Rey.
El arquitecto considera que la estación “es un edificio muy importante para la ciudad” y hay que “estar abiertos” a escuchar propuestas. “No sé si hemos estado abiertos lo suficiente. Pasa por programas razonables y sobre todo por proyectos razonables. Proyectos que, digamos, admitan esos nuevos programas, pero al mismo tiempo sean compatibles con la calidad de esa arquitectura que se pueda valorar y ver”, añade.
El tiempo dirá si aparecen esos proyectos y si, una vez que la instancia judicial termine, el viejo edificio vuelve a tener vida. La ciudad lo necesita.
Un incendio y la historia del edificio
La actual Estación Central surge en reemplazo de la terminal que operaba en ese mismo sitio desde 1871, destruida en 1893 en un incendio.
El edificio fue inaugurado el 23 de junio de 1897 y declarado monumento histórico en 1975. Hoy se encuentra en una zona deprimida de la ciudad, donde predomina el gris y el abandono, aunque hay contrastes porque también se han construido algunas torres de edificios y ahí nomás está el flamante viaducto de la rambla portuaria, inaugurado en diciembre de 2022. Allí la realidad es otra: hay, por ejemplo, un enorme depósito del grupo RAS, instalaciones de Katoen Natie, UPM y Terminal de Graneles de Montevideo.
Pero, volviendo hacia atrás en el tiempo, el incidente del incendio disparó el proyecto encomendado al ingeniero italiano Luigi Andreoni, reconocido autor del Club Uruguay, la Casa Vaeza y el Hospital Italiano.
El historiador Enrique Bianchi cuenta que la empresa inglesa Central Uruguay Railway encomendó a Andreoni “realizar algunas modificaciones” a la estación, para que se diferencie de la Estación Constitución de Buenos Aires, inaugurada el 1° de enero de 1887. “El hermano menor se basó en el hermano mayor”, dice Bianchi, señalando que la estructura de la Estación Central tiene forma de “U” al igual que Constitución, cuya obra estuvo a cargo de los arquitectos ingleses Parr, Strong & Parr de Londres.
Bianchi dice que Andreoni tuvo el mérito de “agregar tres cosas” para diferenciar a la Estación Central: “La más visible está al frente y son las esculturas de los inventores, lo que sacó el parecido con Constitución”. Además, incorporó “una escalera monumental que llevaba a la entrada por La Paz, contra Paraguay, que es una belleza” y “un tercer aporte es una galería que está en el primer piso, por todo el frente de la calle La Paz”.
El arquitecto William Rey considera que “estas estaciones son muy estructuradas” y que los ingleses fueron “los grandes maestros” de la estandarización. “Tiene razón Bianchi de que había una base que viene de un esquema o modelo a repetir, pero hay una respuesta en la fachada donde se ve la mano de Andreoni. Repite recursos que están en otras de sus obras”, concluye.