Guardianes de la democracia: así trabajan los delegados del FA y la coalición que pelean cada voto en las mesas

El País reunió a cinco delegados partidarios que trabajarán hoy en los circuitos; algunos hacen sus primeras experiencias y otros militan desde hace muchos años. Aquí los testimonios e historias.

Compartir esta noticia
Delegados Partidarios
Delegados Partidarios. Micaela Márquez del Partido Colorado; Paola Gatto y Joaquín Vilar del Partido Nacional. Del Frente Amplio: María Eugenia Pereira y Orlando Scasso.<br/>
Foto: Leonardo Mainé.

En el entramado de la democracia uruguaya, los delegados partidarios desempeñan un rol fundamental, actuando como guardianes silenciosos del proceso electoral. En cada jornada de votación, ellos son los ojos y oídos de los partidos en las mesas, velando por la transparencia y el cumplimiento de las reglas. “El delegado es el garante de la elección”, dicen muchos de ellos con orgullo, reconociéndose como piezas claves en este engranaje republicano. Desde el inicio del día, se registran, verifican las papeletas y se aseguran de que todo esté en orden, en una labor que combina rigor y compromiso cívico. Algunos acompañan la jornada completa, otros relevan a sus compañeros en una dinámica de relevo casi ritual, como quien pasa una antorcha en la carrera de la democracia.

Más allá de colores políticos partidarios, actúan también como facilitadores para los votantes, ofreciendo orientación y despejando dudas. En esos momentos, la afiliación partidaria cede ante algo mayor: el entendimiento de que todos son ciudadanos, vecinos unidos por un objetivo común, sostener la transparencia y la confianza en el acto de votar.

Representando a tres partidos distintos conversan con El País sobre el rol de los delegados en las elecciones, y en especial en el balotaje de este domingo, los frenteamplistas Orlando Scasso (72 años) y María Eugenia Pereira (35), los nacionalistas Joaquín Vilar (18) y Paola Gatto (45); y la colorada Micaela Márquez (21).

Su rol, en una elección que se vaticina voto a voto, puede ser decisivo.

Papeletas, tinta y fotos

Sobre la mesa varias papeletas en blanco y negro se apilan sin un orden, hay de las dos fórmulas, mientras el primer tema de conversación surge de forma inevitable. ¿Cómo explicar a quienes están alejados de la política que en esta elección todas las listas son iguales en tamaño y color? “En realidad, es un tema de la ley, para que no haya diferencias y ninguna llame más la atención que otra”, comenta con paciencia Gatto, delegada del Partido Nacional.

Balotaje
Dos delegadas sostienen las listas de votación para la elección de noviembre.
Foto: Leonardo Mainé.

No es una pregunta rara para los militantes. Todos coinciden en que deben responderla una y otra vez. Vilar, también del Partido Nacional, aporta una anécdota: “La otra vez me dijeron que parecía un folleto”.

La discusión sobre las papeletas no se detiene ahí. Pereira, una joven frenteamplista que dejó Artigas para estudiar en Montevideo, agrega otro detalle: las críticas a las fotos de los candidatos. “Siempre hay alguien que dice que la foto podría ser otra”, comenta con una mezcla de resignación y humor. Gatto asiente, recordando las veces que entre su trabajo, la militancia y los turnos como delegada ha escuchado comentarios similares.

Y después, los imprevistos. Los errores de imprenta no son raros, pero en el clima tenso de una elección todo se magnifica. “Algunas papeletas llegan con menos tinta negra que otras, y eso ya genera preocupación”, explica Vilar. Es ahí donde los delegados tienen que tranquilizar a votantes y compañeros: “Un color más pálido no anula el voto ni afecta nada”, insisten.

Pero el nerviosismo no se queda en las papeletas. Los grupos de WhatsApp, fundamentales para la logística electoral, a veces se convierten en un hervidero de mensajes por problemas que no siempre son reales. “Una vez, alguien avisó que faltaba una lista en un circuito. Fue una cadena de enojo. Resulta que la lista estaba, pero como había tantas, no la habían visto”, cuenta Pereira.

Para la frenteamplista, esta elección significa un respiro por no tener que lidiar con la clásica falta de papeletas. “Es un alivio”, admite, mientras los demás delegados asienten. Y aunque las papeletas en blanco y negro parecen un detalle menor, son el centro de múltiples historias que ilustran cómo, en cada elección, todo importa y cada pequeño detalle puede convertirse en tema de debate.

El rol del delgado es fundamental, coinciden todos. “Es el garante de la elección”, dice Scasso, del Frente Amplio, “porque tú estás participando de todo el desarrollo de la votación; controlando, pidiendo permiso a la mesa para ingresar, y ahí verificamos que esté todo ordenado, que estén las listas bien”. Él fue delegado por primera vez en las elecciones al regreso de la democracia en 1984.

Scasso viene de familia con tradición política, su padre era colorado y él siempre fue de izquierda. “Me defino como frenteamplista. Puedo estar afín a diferentes conceptos pero tengo una síntesis de lo que es el Frente Amplio”, dice. Su zona de trabajo como delegado siempre ha sido el barrio de Villa Dolores, de donde es nacido y criado: “Mi familia está en la zona desde 1880 más o menos”.

Para Scasso es importante destacar que ser delegado implica una responsabilidad. “Yo soy delegado, porque alguien me delega, y cuando estoy acá hablando con ustedes estoy representando al Frente Amplio, al igual que los demás presentes representan a otros partidos políticos”, dice.

Delegados del Fa
María Eugenia Pereira, responsable de la coordinadora B, junto a Orlando Scasso, delegado en la coordinadora M.
Foto: Leonardo Mainé.

La militante nacionalista comparte la idea de Scasso. “El día de la elección el rol del delegado es fundamental. Somos los ojos de los que no están ahí, para poder saber qué es lo que está bien y qué es lo que está mal y poder defender los votos”, dice Gatto. Agrega que también están para ayudar a la mesa y a los ciudadanos en todo, para ella “somos como la frutilla de la torta en las elecciones”.

La logística del día D

“El nivel de organización que tienen es impresionante. De verdad los admiro, son muy profesionales”, admite Gatto, delegada del Partido Nacional, a sus colegas frenteamplistas. Pero la comparación con el Frente no la desalienta; al contrario, la motiva a buscar la eficiencia dentro de las limitaciones. “Yo le digo a los delegados que se queden todo el día en el circuito, pero sé que es muy difícil”, confiesa. Cree que tiene que llegar un mensaje más claro y fuerte de la dirigencia blanca, que revalorice el rol del delegado.

Delegados Partidarios
Delegados Partidarios. Joaquín Vilar del Partido Nacional, Micaela Márquez del Partido Colorado y Paola Gatto y también del Partido Nacional.
Foto: Leonardo Mainé.

En esta vuelta, la coalición de gobierno contará con al menos un delegado por circuito electoral, algo que no siempre es posible para el Partido Nacional por la cantidad de militantes disponibles. “Con las nuevas generaciones estamos empezando a ser más organizados, pero muchas veces lo nuestro es medio a los ponchazos”, reconoce Gatto con una sonrisa, aludiendo al sistema más flexible y dinámico de su partido para organizarse.

Los delegados blancos suelen moverse entre circuitos, llevando listas, supervisando y hasta intentando convencer a último momento. “Después elegimos circuitos específicos para llevar el escrutinio, pero esta vez no habrá ‘circuitos testigos’, porque los militantes de los otros partidos de la coalición también estarán trabajando”, explica.

La experiencia de Márquez, joven militante colorada, muestra otra cara de esta logística partidaria. Comenzó en la política casi por accidente, a los 17 años, mientras terminaba el liceo. “Estaba todo el debate de la Ley de Urgente Consideración, y quería tener una opinión. Quería saber algo, poder opinar sin repetir lo que decían otros. Entonces, empecé a informarme”, recuerda.

Ese interés la llevó a la Unión de Jóvenes Reformistas, una agrupación juvenil del Partido Colorado. Sus padres no eran militantes, pero su curiosidad la impulsó a escribir un mensaje privado por Instagram, que terminó siendo el inicio de su camino político.

Convencion del Partido Colorado
Andrés Ojeda, senador del Partido Colorado.
Foto: Francisco Flores

Hoy, a punto de recibirse como maestra, Márquez vive con entusiasmo estas elecciones. A diferencia de octubre, tendrá un solo circuito asignado, lo que le evitará recorrer largas distancias. “En las internas caminé kilómetros. Ahora será más tranquilo”, comenta aliviada.

Las elecciones internas, coinciden, son las más intensas. Vilar, un delegado nacionalista de solo 18 años, lo vivió en carne propia: “Caminé 27 kilómetros llevando listas de un circuito a otro. Estaba coordinando el trabajo de los menores de edad y me pasé caminando”, dice con orgullo. Él milita desde los 13 y piensa que el esfuerzo físico es parte del compromiso con la democracia y con su partido. Al igual que Márquez, se acercó a militar por las redes y cree que es clave mantener un equilibrio entre lo político y lo social, para que los delegados y militantes no pierdan entusiasmo. “Organizamos partidos de fútbol, juntadas, no es solo hablar de política. Y los estudios tienen que ser la prioridad”, señala el joven.

En este balotaje el ritmo promete ser menos frenético, pero no por ello menos importante. Los ojos de los delegados estarán puestos en cada hoja de votación, anotando en detalle cómo vota su fórmula en el circuito asignado.

No para cualquiera.

“Llegar a ser delegado es un orgullo”

María Eugenia Pereira, responsable electoral de la coordinadora B, comenzó a militar de forma independiente en el Frente Amplio, se acercó al partido luego de su experiencia como delegada en las elecciones de la Universidad de la República.

Dentro del Frente Amplio pasó por varios roles, hasta el que ocupa hoy. Le toca coordinar desde la faltante de papeletas a la comida y agua de sus compañeros. “Ser delegado es también un sentido de pertenencia y un orgullo. Tener el cartoncito oficial de la Corte Electoral que te identifica se ve como un logro y se festeja”, dice Pereira. Ahora con las redes sociales todos postean una foto con la identificación, y también mandan la foto a los grupos de WhatsApp, cuenta Pereira.

Tensiones y acuerdos

En la dinámica electoral los delegados son algo más que observadores. Aunque cuentan con una formación básica brindada por la Corte Electoral y complementada con capacitaciones internas de cada partido, saben que su trabajo implica más que conocimiento técnico. Una relación fluida con los integrantes de las mesas es clave para cumplir con su misión.

Una mujer coloca el sobre con su votación en la urna de un circuito electoral.
Mesa de votación.
Foto: Estefanía Leal.

“Aisladamente se dan situaciones de rispideces”, reconocen. Sin embargo, el objetivo es siempre mantener un buen trato, porque la jornada es larga y los funcionarios de la mesa, al fin y al cabo, son quienes tienen “la voz cantante”.

Márquez, la joven militante colorada, recuerda un episodio frustrante en las últimas elecciones. “No nos dejaban pasar al cuarto secreto. Ni a mí ni a los delegados de los otros partidos”, relata. Aunque lo habitual es que se coordine el ingreso cada dos horas y en grupo, aquella vez la mesa les exigió hacer fila como cualquier votante. “Había más de 30 personas esperando. Nos decían: ‘No, tienen que hacer fila’. Así que me puse a esperar como los demás”, explica Márquez. La futura maestra admite que manejar la impotencia no es sencillo, pero sabe que la decisión final recae en la mesa.

Algunos presidentes de mesa, más rígidos, limitan aún más el acceso de los delegados. “A veces pasamos horas sin entrar a verificar las listas. Solo nos dejan si no hay nadie votando y eso complica todo”, comenta otro delegado. Esto tiene que ver muchas veces con la experiencia y cuántas elecciones llevan.

Las tensiones no son exclusivas de un solo partido. Pereira, militante del Frente Amplio, recuerda una situación límite en la que los delegados de su fuerza política fueron obligados a retirarse de un circuito porque llevaban identificación partidaria. “Nos avisaron que los integrantes de la mesa no los dejaban estar ahí. Decían que no podían identificarse como militantes”, cuenta Pereira. La intervención de la Corte Electoral fue crucial para resolver ese conflicto. Funcionarios del organismo acudieron al circuito para mediar y recordarle a los integrantes de la mesa que los delegados tienen derecho a permanecer en el recinto, si están correctamente identificados.

La adrenalina del escrutinio

Cuando la mayoría de los militantes ya están listos para salir a festejar o atentos a lo que dicen sus líderes en los actos, los delegados partidarios continúan con su labor. A veces ya hay un nuevo presidente mientras ellos, en los circuitos asignados, siguen contando voto a voto.

Conteo de votos en ci
Conteo de votos en un circuito.
Foto: Esrefanía Leal

“En ese momento hay que estar mirando con mucha atención”, señala Vilar, el joven de 18 años que debuta como delegado en esta elección. Para él, el escrutinio es el momento más crítico y evitar distracciones es fundamental. “Entendemos que querés estar viendo Twitter o lo que publican otros delegados desde otros circuitos, pero tenés que estar 100% concentrado en tu tarea, en lo tuyo”, explica con seriedad.

Vilar recuerda un incidente reciente: “Vi cómo la mesa daba un voto al Partido Colorado, pero del sobre salió una lista del Partido Nacional. Lo señalé de inmediato, y todos lo ratificaron, pero eso demuestra lo importante de estar atentos”.

La adrenalina no es exclusiva de los jóvenes. “El escrutinio es el pico máximo, no importa la edad”, asegura el frenteamplista Scasso, de 72 años. Para él, no solo es un acto de control técnico, sino un ejercicio cívico que debería revalorizarse. “Habría que integrar en el sistema educativo lo que significan las elecciones, el rol de los delegados y la representación política. Todo eso define los destinos del país”, reflexiona.

Durante el conteo, las situaciones inesperadas abundan. Una lista rota al abrir el sobre puede ser motivo de anulación, aunque muchas veces se interpone un recurso para que se revise en el segundo escrutinio. Los sobres con boletos de ómnibus o papeles con direcciones de circuitos también son comunes, especialmente entre votantes mayores que, al meter la mano en el bolsillo para sacar la lista, terminan incluyendo algo más. De esta misma forma a veces queda dinero, o documentos de identidad, que todos van a parar a la Corte Electoral.

Primera vuelta. Comienzo de conteos de votos en los circuitos.
Conteo de votos en la primera vuelta.
Foto: Estefanía Leal.

También hay momentos de lucha sutil pero determinante. Una lista doblada varias veces puede levantar sospechas en la mesa y ser considerada un voto anulado. Pero para los delegados, ese pequeño detalle cuenta otra historia: la de un votante que, quizá por nervios, por cuidado extremo o simplemente por hábito, dobló y redobló su lista para asegurarse de no perderla o para proteger el secreto de su decisión. Es ahí donde los delegados intervienen, atentos a cada gesto, a cada pliegue.

Este domingo los delegados partidarios serán, una vez más, los vigilantes silenciosos de la democracia uruguaya. No importa el color de la bandera que representen; entre ellos se teje una red de camaradería y códigos que trascienden la competencia política.

Aunque cada uno defiende su voto con firmeza, también pelean por el del otro cuando está en juego la validez ante una posible anulación. En esos momentos, lo que prevalece no es el partido, sino el compromiso con la transparencia del proceso electoral y el respeto por la voluntad del pueblo. Así lo cuentan ellos con mucho orgullo.

Una cofradía.

Así relatan su experiencia delegados en el medio rural

El funcionamiento en el interior es diferente al de Montevideo. Para empezar, hay más delegados de la coalición que del Frente Amplio. Aquí contaremos las experiencias de dos delegados de San José: el militante nacionalista Raúl Balao y el colorado Fernando Pérez Bragio.

Balotaje 2024: mujer sostiene listas de la formula Orsi-Cosse y Delgado-Ripoll.
Papeletas de la segunda vuelta.
Foto: Estefanía Leal/El País.

Con 62 años, Balao lleva una década como delegado, rol que asumió en 2014 tras dejar el periodismo, un oficio que ejerció por más de 40 años. “Nunca quise mezclar el rol de periodista con la política”, dice. La conexión de Balao con el Partido Nacional viene de lejos. Su padre trabajó como casero en una de las estancias de Wilson Ferreira Aldunate, ubicada en Rocha, en la ruta 9. “De niño lo vi en un par de ocasiones. Mi padre lo tenía como uno de los grandes caudillos, al nivel de Aparicio Saravia y Luis Alberto de Herrera”, recuerda con orgullo.

Para Balao, el delegado “juega un rol clave, no solo el día de la elección sino en todo el proceso previo”. Se requiere “experiencia, paciencia y cintura política para lidiar con las mesas y los delegados de otros partidos”.

Sin embargo, lamenta los cambios en la militancia. Según Balao, la política de “a pie” ha ido perdiéndose. “Antes se militaba por convicción, por un choripán. Ahora mucha gente milita por plata. Eso desvirtúa la esencia de los partidos y genera que, cuando se acaba el dinero, desaparecen los actores políticos”, afirma. Este fenómeno, dice, se percibe en todos los partidos. Él mismo ha tenido reuniones de militantes a las que llegan personas diciendo que en otro partido le pagaron, y que necesitan trabajo y que harían la tarea de delegado si recibieran dinero a cambio.

¿Qué es lo más extraño que le pasó al abrir un sobre? Cuenta el caso de una de las elecciones de 2014: dentro de un sobre había una lista y 15.000 pesos.

En el campo

San José es un departamento que suele estar dominado por las tradiciones blancas. “Yo milité por mucho tiempo de forma más anónima, pero a partir de 2016 o 2017 comencé a involucrarme más activamente”, relata Pérez Bragio, quien es colorado y es delegado rural.

Elecciones Nacionales 2024
Urna de votación.
Foto: Estefanía Leal

Su ingreso a la política formal fue a través de las redes sociales, donde compartía reflexiones y apoyaba al Partido Colorado. En 2019 trabajó en la interna junto a José Amorín y más tarde respaldó a Ernesto Talvi, siempre bajo la guía de Mauricio Viera, el diputado colorado ahora electo en San José.

En el interior del país, donde muchas veces los delegados se conocen entre sí, se forma lo que Pérez Bragio describe como una “cofradía”.

“Pasamos el día entero juntos, compartimos mate y hablamos. Si hay algún problema, nos ayudamos mutuamente. Nuestra misión es asegurar una elección limpia”, dice.

El delegado se enfrenta a situaciones inusuales. Una de las más recordadas por Pérez Bragio ocurrió en una elección pasada, cuando alguien depositó en la urna un sobre con materia fecal. “Son actitudes que no aportan nada y que solo generan malestar”, lamenta.

Pérez Bragio resalta la fortaleza de la democracia uruguaya y la importancia de preservar el respeto y la colaboración en cada jornada electoral. “Esto no se trata de ganar a cualquier costo, sino de garantizar que la elección sea transparente”, dice este hombre que volverá a estar presente en un circuito este domingo en el balotaje entre Yamandú Orsi y Álvaro Delgado.

¿Encontraste un error?

Reportar

Te puede interesar