CON SEBASTIÁN BAUZÁ
Sebastián Bauzá salió limpio en medio de una madeja de fraudes y sobornos. Confiesa que alguna vez "golpearon la puerta" para coimearlo, cuenta sus batallas con Eugenio Figueredo y denuncia que salió de la AUF por un complot orquestado por José Mujica, Tenfield y la Mutual.
Sebastián Bauzá se levanta todos los días a las 6:30 de la mañana y se va a la Confitería Lion dOr, el negocio familiar que dirige. Está decidido a no volver a la Asociación Uruguaya de Fútbol (AUF), organismo que presidió entre 2009 y 2014, y del que se fue, según él, por un complot orquestado entre el gobierno del expresidente José Mujica, la empresa Tenfield, la Mutual Uruguaya de Futbolistas Profesionales y algunos clubes.
Durante su gestión al frente de la AUF, la selección salió cuarta en la Copa del Mundo de Sudáfrica en 2010 y primera en la Copa América de 2011. Diversificó los derechos de televisión separando lo que se vende al exterior de lo que se comercializa para el mercado local. Esto hizo que la AUF pasara de percibir US$ 1,5 millones a US$ 12 millones. "Las empresas tuvieron que empezar a pagar lo que antes no pagaban", dice hoy Bauzá.
Recuperó los derechos de la camiseta de la Selección, que hasta ese entonces pertenecían a Tenfield. Este fue el puntapié inicial para que se diera el conflicto sucedido el año pasado entre los jugadores, que pedían que se tuviera en cuenta una oferta de Nike, y Tenfield, que exigía que se continuara con Puma, con la cual tenía un arreglo. La empresa de Francisco "Paco" Casal finalmente tuvo que igualar la oferta de Nike. Con esto la AUF pasó de cobrar US$ 750 mil por año a US$ 3,5 millones. "Esto se firmó gracias a que la AUF era la dueña de la camiseta", señala Bauzá.
Siendo presidente también se enfrentó a Eugenio Figueredo, que asumió como presidente de la Conmebol en 2013, pidiéndole ver los contratos que firmaba en nombre de los asociaciones sudamericanas.
Todas estas cosas lo hicieron gozar de una buena imagen en algunos sectores vinculados al fútbol, tanto como ante los ojos de los que iban a la cancha o lo miraban por televisión. De hecho, en 2014 Luis Lacalle Pou le propuso ser su candidato a la Intendencia de Montevideo, oferta que él declinó. Según dice hoy, no se siente preparado para eso. "Yo soy un hombre de fútbol", agrega. Y si bien afirma que está dispuesto a contribuir a la política del deporte, aclara que no necesariamente con el Partido Nacional.
Bauzá se fue de la AUF en medio de un conflicto enorme, pero por la puerta de adelante. Sin embargo, su popularidad amenazó con venirse abajo cuando Figueredo intentó mezclarlo dentro del caso Fifagate, una trama millonaria de corrupción que desde 2014 tiene en vilo a los exmandamases del máximo organismo rector del fútbol por haber recibido coimas, entre otras cosas, para entregar los derechos de televisión.
Figueredo —que antes de estar en la Conmebol presidió la AUF, y después fue vicepresidente de la FIFA— declaró primero que Bauzá había cobrado US$ 300.000 de dinero sucio; después se corrigió y dijo que habían sido US$ 400.000. El fiscal de Crimen Organizado Luis Pacheco decidió días atrás, luego de un careo entre Bauzá y Figueredo, pedir el archivo del caso por falta de pruebas. Bauzá volvió a quedar limpio.
Lo que sigue es un extracto de la entrevista que concedió a El País. Bauzá habla con la tranquilidad de quien pudo probar que es inocente y con el entusiasmo de quien se lo quiere contar a todo el mundo.
—¿Por qué cree que Figueredo dijo que usted había recibido sobornos?
—Yo era el único presidente que iba contra la corriente cuando él estaba en la Conmebol, en el sentido que había pedido que se evaluaran otras propuestas. Cuando yo llegué siempre se renovaba el contrato con Full Play y nunca había un llamado a precio. Había una oferta de Global Sport (de Casal) que ofrecía más dinero. Insistí hasta que a fines de 2012 se votó y perdí nueve contra uno. En 2013 lo volví a plantear y también perdí. Después también hubo un balance que no voté, porque faltaba información (...). En la AUF, en tanto, yo tenía problemas porque había un contrato que Figueredo había firmado con Tenfield en el 98, que le daba a la empresa una cláusula de igualación por 90 días. Cuando asumimos nosotros contratamos a una consultora para que nos dijera realmente cuánto valían los derechos de televisión del fútbol local. O sea que acá tenía problemas con Tenfield porque quería abrir la posibilidad de que apareciera otra empresa, mientras en la Conmebol decía que la firma de Casal era la que tenía la mejor oferta. Lo que yo quería era lo mismo que quería para Uruguay: que en la Conmebol ingresara más dinero, porque eso era más dinero para todas las asociaciones.
—Usted fue uno de los pocos presidentes que quedó afuera del Fifagate. ¿No tenía indicios de la maniobra de corrupción que se estaba dando a su alrededor?
—Esta corrupción venía desde muchos años antes de que yo llegara a la AUF. Había una trama grande a nivel de (el antecesor de Figueredo en la Conmebol, el paraguayo Nicolás) Leoz, (el expresidente de la Asociación del Fútbol Argentino, Julio) Grondona, (el expresidente de la Confederación Brasileña de Fútbol, Ricardo) Teixeira y Figueredo. En ese momento llegaba una generación de presidentes que querían cambiar las cosas. Yo hablaba mucho con (el entonces presidente de la Federación de Fútbol de Chile, Harold) Mayne-Nicholls, que tampoco tuvo nada que ver con todo esto (el Fifagate). Él me decía que había que tener mucho cuidado con las cosas que se firmaban o se votaban, y que lo mejor siempre era hacer que todo figurara en actas y después llevárselas. Había que cubrirse de todo. Con José Luis Corbo (NdR.: sucesor de Figueredo y antecesor de Bauzá en la AUF) también lo hablamos, él había insistido mucho en saber cómo se había hecho el hotel de la Conmebol en Asunción, y en dónde figuraban los retiros de dinero para la construcción. Y esas preguntas quedaban sin respuesta. Había círculos a los que era imposible llegar. En el organigrama de la Conmebol primero está el Comité Ejecutivo y después vienen los presidentes de las asociaciones. Figueredo, como era el presidente de la Conmebol, era el representante de Uruguay en el comité. Todos los contratos los firmaban el presidente y el secretario. Yo pedí en un momento que me mostraran los contratos de los derechos de televisión y nunca me los dieron.
—¿Entiende, entonces, que Figueredo tomó represalias por sus posturas al frente de la AUF?
—Sí, hay una represalia. En el fútbol a esto se le llama me llevo a uno. Soy el único que no fui investigado por el FBI.
—¿Alguna vez intentaron sobornarlo?
—No. Quizá alguno golpeó la puerta, lo que pasa es que tenías que dar una señal de que te interesaba recibir dinero.
—A mediados de 2015 el diario La Tercera, de Chile, publicó que Datisa (la firma formada por Traffic, Torneos y Competencias y Full Play, que se unieron en mayo de 2013 para obtener en conjunto los derechos de la Copa América hasta 2023) había pagado US$ 20 millones en sobornos. Se trataba de US$ 3 millones para el presidente de la Conmebol y para cada uno de los presidentes de las asociaciones de Argentina y Brasil, y US$ 1,5 millones para el resto de los presidentes. Tenfield levantó esta noticia en su sitio web e incluyó su nombre en el artículo. Luego se comprobó que ese dinero fue depositado a la cuenta de la AUF. ¿Bajo qué rubro entraba a las arcas de la AUF?
—Ese era dinero que la Conmebol daba a las asociaciones por utilidades de la Conmebol. El tema es que había muchas asociaciones a las que no había llegado el dinero. Y vuelvo al tema de los sobornos. A veces me decían: "¿Dónde te lo deposito?". Y yo siempre contestaba que en la cuenta de la AUF.
—¿Hacían esto para intentar tentarlo?
—Sí, claro.
—¿Era el presidente de Conmebol (Figueredo) el que preguntaba dónde depositar?
—No, era la parte contable de la Conmebol, que es la que maneja el dinero.
—¿Figueredo le pidió alguna vez que hiciera o dejara de hacer algo?
—Cuando pedía para ver los contratos, a él le molestaba. Me decía: Los contratos son confidenciales, no te los puedo dar. Vos tenés que manejar la AUF, a nivel de la Conmebol lo manejo yo. Mi deber era representar a los clubes y era responsabilidad mía que estos tuvieran esa información. La AUF no tenía los balances de la Conmebol, y estos tenían que estar en la asociación porque es parte de la Conmebol.
—¿Por qué cree que Tenfield replicó la nota de La Tercera y agregó su nombre (que no estaba en la nota original)?
—Ahí hay un ataque personal. Hay que hacer un poco de historia. En marzo de 2014 el Ejecutivo nuestro tomó la decisión de vender los derechos de televisión antes de ir al Mundial de Brasil. Para esto se resolvió contratar de nuevo a una consultora. Era la misma que nos había recomendado dividir los derechos de la televisión. Es decir, las empresas tuvieron que pagar un dinero que antes no pagaban. Antes pagaba US$ 1,5 millones Full Play y era el que lo vendía para el exterior, y después también a Tenfield. Y empezaron a pagar US$ 3,5 millones Full Play, US$ 7 millones Tenfield y aparte se pagaban los carteles de estática, con lo que llegamos a un acuerdo con Uruguay Natural. Ahí completamos US$ 12 millones.
La salida.
El 27 de febrero de 2014 jugaron Nacional y Newells Old Boys en el Estadio Centenario. El club argentino ganó 4 a 2 y todo terminó en violencia. Hubo 40 detenidos y 28 policías heridos. Tras esto el gobierno, por orden del entonces presidente Mujica, resolvió no mandar más guardia policial al Estadio Centenario y al Parque Central —todavía no se había inaugurado el Campeón del Siglo. Los conflictos en el fútbol eran constantes y el gobierno tenía una puja con la AUF por quién pagaba las famosas cámaras de identificación facial. A su vez, la AUF promovía la aplicación de un código de disciplina de parte de los clubes, algo que también encontraba resistencia.
Bauzá estaba acorralado. No tenía el apoyo de la Mutual —dirigida por Enrique Saravia, diputado suplente del MPP—, ni de Tenfield —cercana también al presidente Mujica—, ni de algunos clubes. Solo le quedaba una opción: la renuncia.
Se fue y 36 horas después Mujica aceptó volver a enviar policías a los estadios. Tres días más tarde, los clubes aceptaron aplicar el mentado código de disciplina. Las cámaras de identificación facial llegaron mucho después: se empezaron a instalar recién a inicios de este año.
—¿Cómo se gestó su salida de la AUF?
—Mujica nos citó a la Torre Ejecutiva después del partido Nacional-Newells y ahí nos dijo que iba a sacar a la Policía del estadio. El sábado jugaron Defensor y Nacional en el Franzini, pero como no era en el estadio la Policía fue. Al otro día jugaba Peñarol en el Centenario y habíamos arreglado que se iba a contratar guardia de seguridad para los árbitros en la cancha y para el personal de recaudación. Pero la Mutual resolvió que no se iban a presentar los clubes si no había Policía. Así que Nacional jugó, pero Peñarol no. Esto llevó a que la directiva de Nacional se enojara conmigo. En medio de todo esto yo llamo a una asamblea para que se aplique el código de disciplina para sancionar a los clubes que les daban entradas a las hinchadas. A esa asamblea entraron algunos clubes que nos apoyaban y a otros no los dejaron entrar. No tuvimos quórum y no pudimos votar el código de disciplina, que era algo que nos estaba pidiendo la FIFA.
—¿Cómo que no los dejaron entrar?
—Había dos o tres presidentes de clubes que estaban en la puerta y los frenaban. "No entren", les decían. Eran los que manejaban la asamblea. Nacional y Peñarol no se presentaron, pero me llamaron antes para decirme que el código de disciplina no les servía y que volver a las sanciones no era la solución para ellos. Pero otros equipos en desarrollo, que nunca habían sido sancionados, me retiraron la confianza. Decían que nosotros invertíamos mucho en la selección y no repartíamos el dinero. Nosotros renunciamos porque Policía no había, no se podían instalar tan rápido las cámaras de identificación facial que nos exigían y la asamblea no se podía manejar.
—Se ha responsabilizado mucho al gobierno de Mujica por su salida, ¿qué opina usted de esto?
—Creo que el gobierno de Mujica sabía que yo no tenía quórum para manejar la asamblea y que las cámaras de identificación facial de un día para el otro no se podían comprar, porque había que hacer un llamado a licitación. La decisión de sacar a la Policía era una forma de no darme gobernabilidad, de que me tuviera que ir.
—¿Hubo una asociación entre el gobierno y los clubes para sacarlo?
—A los clubes les sirvió apretarnos para que tuviéramos que tomar una decisión rápida. También estaba la empresa que tenía los derechos de la televisión (Tenfield). Y en aquel momento el que toma la decisión de no presentarse y no jugar al fútbol es el presidente de la Mutual (Saravia), que estaba dentro de la lista 609 de Mujica. Estos son hechos.
—¿Lo catalogaría como un complot entre la empresa de televisión, los clubes y el gobierno?
—Y yo creo que hay, que de alguna manera hubo algo que estaba armado para desestabilizarnos.
—¿Cuál era el interés de la Mutual en que usted no estuviera?
—La Mutual tenía una relación política con Mujica, eso está claro. Ahí también estaba la figura, en ese momento, del Pato Celeste. Eran muchos los factores que rodeaban lo que era Saravia y lo que era el gobierno.
—¿Tenfield alguna vez le hizo sentir que contaba con el apoyo del gobierno, la Mutual y algunos clubes?
—Ellos te hacían notar que tenían mucho poder.
—¿De qué manera lo demostraban?
—Parándote el fútbol. Con conflictos generalizados que no te dejaban terminar el campeonato. Esas son señales.
—¿Existía una alianza entre Tenfield y Mujica?
—Mujica estuvo muy cerca de Tenfield. Está bien, cada gobierno puede estar de acuerdo con la empresa que quiera. Hoy por hoy hasta se está hablando de ayudas económicas a los partidos políticos. Ese es un tema candente hoy. No es el tema si hubo ayudas o no, pero que estaban cerca estaban cerca. Esto se vio en muchas reuniones en las que estaba Mujica y las autoridades de Tenfield.
—¿Cómo evaluaría la gestión de Saravia al frente de la Mutual?
—Creo que al principio logró muchas ventajas para el gremio, y después se empezó a ver que ya no representaba a los jugadores (...) El fútbol estuvo parado dos meses por un tema gremial. Están jugando cada tres días. Se está perjudicando a los clubes. Y hay que buscar una solución.
—¿Cree que el movimiento de jugadores opositor a Saravia, Más Unidos Que Nunca, plantea cosas que van en el mismo sentido de lo que era su gestión al frente de la AUF?
—Estamos en la misma línea. Queremos que ingrese más dinero y que se terminen los contratos a largo plazo. Firmar, como algunos quieren, contratos a 2032, es algo que va en perjuicio de la AUF, de los clubes y de los jugadores.
"La gente me conoce y sabe cómo he actuado".
"Ya va pibe, ya va a ser", le decía a Sebastián Bauzá el fallecido expresidente de la Asociación del Fútbol Argentino (AFA), Julio Grondona. Lo hacía cada vez que este le reclamaba la creación de un Tribunal de Disciplina y de una Cámara de Apelación dentro del organismo.
"Los que estaban hace muchos años, como Grondona, eran los que manejaban los contratos y no te daban copias. Los que no dejaban presentar otras propuestas para los derechos de televisión. Había algo que estaba trancado, cerrado, pero con todo hubo cosas que pudimos cambiar", señala Bauzá.
La existencia de un Tribunal de Disciplina y de una Cámara de Apelación era una reforma clave. Antes las resoluciones dependían del Comité Ejecutivo de la Conmebol, o sea de los que ocupaban los más altos cargos. "Jugaban Nacional y Boca, echaban a dos jugadores de Nacional y eran ellos los que se sentaban a discutir cuántos partidos les daban" de penalización, cuenta el expresidente de la AUF. El cambio que él quería implicaba que entre los dos organismos hubiera 10 representantes, uno por cada país de la Conmebol.
El sistema como estaba planteado permitía a Grondona, y a otros presidentes de su confianza, "manejar (también) el tema de los arbitrajes", dice Bauzá.
"Se iba demorando. Cuando lo planteaba me decían sí, sí, ya los vamos a nombrar. Hasta que un día dije basta. Agarré un papel, lo corté en 10 pedazos, pusimos los nombres de todos los países, y así elegimos cinco para el Tribunal de Disciplina y cinco para la Cámara de Apelación", relata Bauzá.
También recuerda que, cuando podían, le hacían sentir que eran más poderosos que él. "Una vez estaba enfermo, entonces no pude ir a la reunión de presidentes. Mandé a mi vicepresidente y no lo dejaron entrar. Era una lógica muy complicada", señala.
El expresidente de la AUF recuerda con detalles lo que estaba haciendo en la mañana del 27 de mayo de 2015, cuando las autoridades suizas ingresaron a un hotel de Zürich y detuvieron, entre otras autoridades de la FIFA, al uruguayo Eugenio Figueredo, quien era el vicepresidente.
"Me acuerdo —dice Bauzá— que eran las 6:30 de la mañana y yo me estaba yendo a trabajar. Iba en el auto escuchando toda la información. Estaba convencido de que la trama mayor de la Conmebol y la Concacaf iba a traer consecuencias. Si uno va a la sede de la Conmebol en Paraguay se da cuenta. Las oficinas son monstruosas. Por eso no se estaba repartiendo el dinero a los clubes".
Terrible error.
Cuando Figueredo intentó incluirlo en esta trama de corrupción, diciendo que él también había recibido sobornos, Bauzá se quedó tranquilo. Sabía que tenía las manos limpias y los bolsillos vacíos de dinero sucio. Pidió a la Justicia que abrieran sus cuentas para demostrarlo, y entonces ocurrió algo inesperado. La respuesta del Banco Central, en base a información de un banco privado, revelaba que su esposa había recibido un depósito de US$ 120.000.
Sin embargo, se había cometido un error. La cuenta que se había chequeado no era la de la esposa de Bauzá, sino de alguien con su mismo nombre y apellido. El BCU debió pedir disculpas por el error y sancionó a los responsables.
"Fue uno de los peores momentos que pasé. Uno sabe cuando asume la presidencia de la AUF que puede tener problemas, porque es un mundo complicado. Pero que hayan querido ensuciar a mi mujer me dolió muchísimo (...) Me preguntan si voy a hacer un juicio. Figueredo está embargado, aunque tampoco lo haría por razones económicas. Podrían haber dañado mi imagen, pero la gente me conoce y sabe cómo he actuado".
"Es un orgullo que piensen en mí para la intendencia, pero no me siento preparado".
En 2014, el Partido Nacional le ofreció a Sebastián Bauzá ser su candidato a la Intendencia de Montevideo por el Partido de la Concertación. Él declinó la oferta pero fue incluido en las listas, aunque de manera testimonial. De todos modos, el expresidente de la AUF aclara que no se siente en especial identificado con los blancos.
—¿Ha pensado dedicarse a la política?
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?—En su momento me ofrecieron ser candidato a Intendente. Yo recién salía de la AUF con un estrés muy grande. Me había comprometido a dedicarle más tiempo a mi familia. Para tener un cargo político hay que prepararse. Sé mucho de fútbol y deporte, pero lo de la intendencia era todo un desafío.
—¿Llegó a tentarlo?
—No. Es un reconocimiento, pero hay que estar preparado para ser intendente. Yo he sido un hombre de deporte. Me inscribieron en Bella Vista antes que en el Registro Civil. Ya tengo decidido no volver a la AUF, pero esto no quita que pueda estar cerca del deporte. Ahora estoy ayudando a la Liga Universitaria, donde jugué toda la vida e incluso hice un cuadro.—Si un eventual gobierno blanco le ofreciera la Secretaría Nacional de Deporte, ¿aceptaría?
—No, creo que hay gente que se está preparando para ese cargo, que está trabajando para eso. Yo estoy abierto a ayudar, pero no tiene por qué ser en el Partido Nacional. En su momento estuve trabajando con el proyecto Gol al Futuro, que hizo el presidente Vázquez. Esa fue una de las mejores cosas que hizo el gobierno, sobre todo con las formativas, en las que se obliga a los chiquilines a terminar el liceo.
—¿Entonces no se identifica necesariamente con el Partido Nacional?
—No, no. Para mí lo importante es ayudar en el deporte. El fútbol es la demostración social y cultural más importante que tiene el país.