CUOTA DE GÉNERO TOMA LA CAPITAL
El intendente de Montevideo, Christian Di Candia, enviará en los próximos días un proyecto de ley a la Junta Departamental por el cual pedirá que cada cuatro nuevas calles que sean bautizadas, tres tengan nombre de mujer.
Diga una calle con nombre de mujer. Seguro tuvo que pensar al menos unos segundos, o todavía está pensando. No se sienta culpable, pues de las casi 5.700 calles que hay en Montevideo menos de 150 llevan nombres femeninos. El tema es motivo de debate entre los diferentes actores que trabajan en la nomenclatura de la ciudad. De un lado, un grupo de feministas que bregan por cambios inmediatos; del otro, los expertos que vienen trabajando hace años en el tema y que advierten que no se puede poner nombres porque sí.
En medio de este berenjenal, el intendente Christian Di Candia tomó postura. En los próximos días enviará a la Junta Departamental un proyecto preparado por la Dirección de Desarrollo Urbano y la Asesoría para la Igualdad de Género -ambos sectores dirigidos por mujeres feministas-, que propone que de cada cuatro calles nuevas que se nombren, tres sean para homenajear a mujeres.
“Lo que buscamos es un mecanismo con el que ponernos a tiro. Cuando un niño ve una calle con el nombre de un presidente o de un ministro, puede decir ‘yo también quiero llegar a eso’. Pero las niñas no tienen las mismas posibilidades de ver el nomenclátor y sentirse representadas”, señala el intendente.
María Emilia Pérez Santarcieri, que desde 1991 preside en forma honoraria la Comisión Especial de Nomenclatura que asesora al intendente de la capital, advierte que no está bien tomar decisiones sobre cómo se nombran las calles basándose en “golpes de emoción”, sin embargo, del otro lado están decididos.
“Queremos que las mujeres tengan una mayor visibilidad. Hoy, evidentemente por una cultura androcéntrica que nos ha invisibilizado, no estamos expresadas en el nomenclátor de Montevideo”, advierte Silvana Pissano, directora de Desarrollo Urbano de la Intendencia y arquitecta. “Estamos decididas a cambiar esta situación”.
Un poco de historia.
El primer Cabildo del 30 de mayo de 1730 fue el que les dio nombre a las calles de Montevideo. Se trabajó primero en un perímetro de 32 cuadras que, según documenta Alfredo Castellanos en “Nomenclatura de Montevideo”, sus límites eran la calle Frontera (la actual Piedras), la calle de Afuera (Reconquista), la Media Calle (Juncal) y la calle que rodeaba al Fuerte (en el emplazamiento de la actual plaza Zabala).
La lógica en ese entonces, explica en tanto Pérez Santarcieri, cumplía con “la función primera del nomenclátor, que es que el viandante sepa dónde están las calles; por eso la denominación se hacía según lo que había en ellas: donde estaba la iglesia era la calle Iglesia”.
En 1778 la ciudad era más grande y el Cabildo decidió entonces nombrar nuevas calles y ponerles otros nombres a las ya bautizadas. Las denominaciones se dieron en base al santoral católico. Castellanos documenta estos cambios en su libro, y explica que así la calle de la Frontera pasó a ser San Miguel; la de Afuera, San Ramón; y la Media Calle, San Fernando.
El nuevo cambio se hizo ya en 1843, y las denominaciones estuvieron a cargo de Andrés Lamas. “Era un país nuevo, entonces lo que hizo fue enseñarles historia a los habitantes -dice Pérez Santarcieri-. Empezaba con el descubrimiento, y así nombró Colón y Solís. Después la llegada de los ingleses, y así hizo Reconquista, que es- tá acá. Luego se ocupó de las personas que habían tenido que ver con el origen de Montevideo, y ahí aparece Zabala. Pero todo esto se vino abajo a inicios del siglo XX”.
El hito que para Pérez Santarcieri marca el principio del desorden en el nomenclátor montevideano es la muerte, en 1905, del expresidente colorado Juan Lindolfo Cuestas. A partir de ahí se empezaron a dar una serie de cambios: a la calle Cerro, que recordaba un combate librado el 9 de febrero de 1826 en el Cerro de Montevideo en el marco de la Cruzada Libertadora, se le puso Bartolomé Mitre; a la calle Cámaras, que se llamaba así porque ahí funcionaron las cámaras hasta la inauguración en 1925 del Palacio Legislativo, pasó a ser Juan Carlos Gómez.
“Sigue pasando el tiempo y viene siempre esa idea, de que las calles son para homenajear personas. El nomenclátor es para que la gente pueda guiarse, por eso me parece que no está bien cambiar los nombres de las calles; y tampoco me parece bien bautizar las nuevas según el sexo de las personas”, dice la presidenta de la Comisión de Nomenclatura, la que empezó a funcionar en 1952, y por la que han pasado destacadas personalidades como ser los historiadores Washington Reyes Abadie y Juan Pivel Devoto.
La última y más dura batalla que Pérez Santarcieri dice haber peleado, antes de enfrentarse al grupo de feministas de la intendencia, fue por la calle Andes, luego de que el exintendente de Montevideo, Daniel Martínez, enviara en septiembre de 2017 a la Junta un proyecto para que esta pasara a llamarse José Germán Araujo. Andes había sido bautizada así en 1843 por Lamas y buscaba homenajear a los “valientes orientales” que lucharon en la cordillera por la independencia sudamericana. En su momento el edil y exintendente Mariano Arana salió al cruce de la medida, y dijo no estar de acuerdo con que se cambien los nombres de las calles.
“Por este tema hubo una polémica que duró más de un año -dice Pérez Santarcieri-. Como nadie sabe nada, se creían que Andes era por la cordillera y punto, cuando en realidad la designación de Lamas dice que es por los que murieron ahí luchando por la independencia, muchos de ellos orientales. Mi argumento, con el que creo que logré convencerlos, fue que cambiar nombres de calles de esa manera era pensar que los muertos de hoy valen más que los muertos de antes”.
Poco espacio en la ciudad para las poetisas uruguayas
La primera poetisa que este país recuerda se llama Petrona Rosende. Nació en 1787 en Montevideo, y además fue periodista. Fundó el primer periódico “feminista” del Río de la Plata -feminista entre comillas porque esta palabra aún no se utilizaba-, llamado La Aljaba, que se editó en Buenos Aires. Además, sus versos se publicaron en los tomos dos y tres del Parnaso Oriental, una compilación de textos que buscaban darle identidad al país que se estaba formando -para darse una idea, el texto que abre el Parnaso es la primera versión del Himno de Francisco Acuña de Figueroa-. Petrona es la única poeta mujer que aparece en el Parnaso y tiene una calle de tres cortas cuadras, que terminan en un callejón, en el barrio Malvín Norte. Acuña de Figueroa, en tanto, tiene 11 cuadras que empiezan a metros del Palacio Legislativo.
Petrona no es la excepción. Delmira Agustini, María Eugenia Vaz Ferreira y Juana de Ibarbourou tienen algunas cuadras en los pasajes internos del Prado.
Idea Vilariño no tiene nada, pero recién este año se cumplen 10 años de la muerte, que es lo que la normativa indica como plazo mínimo para poner una calle con su nombre. También este año se cumplen 10 años de la muerte de Mario Benedetti, así que ya veremos quién se lleva más cuadras.
La web atunombre.uy hizo un análisis -que es el que ha sido utilizado por las autoridades de la intendencia- que señala que de 5.678 calles solo 142 tienen nombre de mujer. De estas son 2.091 (la mayoría) las que tienen nombres de hombre. En tanto, 1.756 tienen nombres descriptivos (o sea que tienen que ver con algo que hay en la calle o con la ubicación en que está), 314 tienen nombres de ciudades, 283 llevan nombres históricos, 218 tienen que ver con religiones, 211 con la flora, 203 de otros lugares geográficos, y recién después vienen las mujeres.
Cruzada feminista.
Pissano, la directora de Desarrollo Urbano de la Intendencia, y Solana Quesada, de la Asesoría para la Igualdad de Género, son quienes más se han movido en el último tiempo para que haya más calles con nombres de mujer. La primera movida se hizo en 2017, cuando se promovió el ingreso a la Comisión de Nomenclatura de Elena Fonseca, periodista integrante del colectivo feminista Cotidiano Mujer.
“El primer día que me reuní con ellos les anuncié cuál era mi criterio. Les dije que como feminista consideraba que había muy pocas calles de Montevideo con nombres de mujer. Mi argumentación como feminista fue que la visibilidad es importante para lograr que haya justicia, que si no nos ven, no existimos y que si nos ven, empezamos a existir”, explica Fonseca.
Cuando habla del resto de la comisión, Fonseca se refiere a “ellos” y lo hace así porque muchas veces sus posiciones la han enfrentado al resto. Otros miembros son el profesor de historia Jorge Puentes, exalumno de Pérez Santarcieri; la exinspectora de historia Cristina Notaro, que también ingresó a instancias de Pérez Santarcieri; Alberto Piñeyro, cirujano jubilado; Santiago Tricánico, funcionario de la intendencia; y Martha Gumila, profesora de idioma español. El intendente de Montevideo es el que da el aval para ingresar a la comisión, pues el fin primero de esta es asesorarlo en el nombramiento de las calles. Quienes entran no tienen fecha de salida, pues no son cargos políticos. En cuanto a sus ideologías, Pérez Santarcieri dice que son todos distintos.
Cualquiera puede promover el nombre de una calle, algo que se realiza ante la comisión, los municipios o en la misma intendencia. La comisión, sin embargo, es la que más suele recibir y proponer nombres; luego de aprobarlo internamente lo pasa al municipio en que está la calle en cuestión, y de allí va al intendente que, de aceptarlo, lo manda a la Junta Departamental. Aunque no debería ser así, Pérez Santarcieri advierte que los municipios suelen tener poder de veto, y que hay casos como el del municipio E (Carrasco) que no aceptan nombres de personas que no hayan vivido en esa zona.
Di Candia resume bien los cruces que se han dado entre los dos bandos que se pelean por los nombres de las calles: “Lo que pasa es que la comisión es técnica, y del otro lado lo que se están tomando son definiciones políticas”. El intendente también advierte que aunque él acompaña las ideas que vienen de los sectores feministas, la última palabra la tiene la Junta Departamental, que aprueba el nombre de las calles con mayoría especial, o sea por tres quintos de los votos.
Mujeres con calle.
Otra de las movidas feministas se dio en abril pasado, cuando en el marco del tercer Plan de Igualdad de Género, se abrió el programa Mujeres con Calles, que convoca a la ciudadanía a proponer nombres, lo que se puede hacer a través de la web de la intendencia. La principal regla para participar es atenerse a lo que plantea la normativa, que para que el nombre de una persona se convierta en calle deben haber pasado al menos 10 años desde su fallecimiento.
Sobre esto último también se han suscitado diferencias. Fonseca dice que hacia adentro de la comisión ha planteado la posibilidad de que en el caso de las mujeres este plazo sea solo de cinco años.
“He planteado esto, y lo estoy viendo también con las autoridades de la intendencia, porque hay una realidad que tiene que ver con que las mujeres, por ciertas normas machistas de la sociedad, entramos más tarde a desempeñar un montón de tareas. Por eso me parece que es bueno acortar el plazo. Hay una invisibilidad que es injusta y medidas como estas servirían para reparar”, señala Fonseca.
Pérez Santarcieri claro que está en desacuerdo. Y sostiene que no es la primera vez en estos 27 años que lleva en la comisión, que ciertos colectivos quieren pasarle por encima a la norma sobre los 10 años. El expresidente sudafricano y activista contra el apartheid, Nelson Mandela, murió el 5 de diciembre de 2013. Pocos días después la comisión empezó a recibir los primeros reclamos para que haya una calle con su nombre. También pasó con la actriz Concepción “China” Zorrilla, fallecida el 17 de septiembre de 2014. “Otro disparate”, resume Pérez Santarcieri. Y explica: “La normativa es sabia, si no fíjense lo que pasó con Trías”.
Vivian Trías, histórico militante del Partido Socialista de quien recientemente se descubrió que trabajaba para el servicio de inteligencia de Checoslovaquia, no tiene calle en Montevideo, pero sí en Las Piedras, departamento de Canelones.
Calles con nombre de mujer.
Delmira Agustini tiene una pequeña avenida en el Prado, que comienza sobre Lucas Obes. Delmira nació en 1886 y murió en 1914, víctima de femicidio por parte de su exmarido. En Andes y Colonia, donde fue asesinada, hay un memorial en honor a ella y a todas las víctimas de violencia de género.
Bernardina Fragoso de Rivera tiene su calle en el Parque Batlle. Nació en 1796 y se casó con José Fructuoso Rivera en 1816, a quien acompañó en los avatares de la guerra. Los historiadores advierten sobre el importante papel que tuvo en que las relaciones entre Rivera y Juan Antonio Lavalleja no se rompieran.
En el Parque Batlle está la calle que homenajea a Dolores Pereira de Rossell, filántropa que vivió entre 1852 y 1915. Su abuelo fue el presidente Gabriel Pereira (1856-1860) y su marido, Alejo Rossell. Ellos donaron el predio en que hoy funciona el Hospital Pereira Rossell, y el del zoológico de Villa Dolores.
Frente a frente.
Hace un par de semanas hubo una reunión en el despacho de Di Candia. Sin guantes, pero como en un ring de boxeo, estuvieron frente a frente Pissano de un lado y Pérez Santarcieri del otro. La primera planteó la necesidad de que se agilice el nombramiento de nuevas calles y que se cambie el nombre a otras que no hacen referencia a nada ni a nadie (como ejemplo hay dos, en Maroñas y Las Acacias, que se llaman Pasaje A).
Según Pissano, uno de los motivos del encuentro era analizar la propuesta de la comisión de poner “40 nombres de hombres en calles nuevas” y el intendente “dijo que no”. Fonseca, la miembro de Cotidiano Mujer en la comisión, dice que “no fueron 40, fueron menos; pero es verdad que eran muchos nombres de hombres y solo uno de mujer”. Pérez Santarcieri, en tanto, dice que la comisión fue la que promovió calles para las 16 maestras varelianas y para cada una de las primeras mujeres recibidas en cada carrera. “No se puede empezar a bloquear ahora nombres solo porque sean hombres. Por ejemplo, Atahaulpa del Cioppo nos costó horrores que saliera, cuando fue una persona muy importante para nuestro teatro, solo porque es varón”.
Fonseca también dice no estar de acuerdo con lo que piensa la mayoría en la comisión sobre que “para ser una personalidad destacada uno debió ser un gran político, o un ministro, o algo de eso; hay personas menos notables que para las ciudades fueron importantísimas y también merecen su calle”.
Sobre el proyecto que llegará en los próximos días a la intendencia (un hombre cada tres mujeres), Quesada, la directora del área de género de la comuna, advierte que “no tiene fecha límite”, pero agrega que es factible que la Junta Departamental sí lo autorice solo por un tiempo. Lo ideal, dice, sería que rigiera “hasta lograr la equidad”.
Otro debate que salta a partir de esto es la posibilidad de que se cambien nombres de calles ya existentes. Pérez Santarcieri dice que ya se lo han planteado. Di Candia afirma que esto no está contemplado. Pissano admite que no es un paso que se piense dar, pero solo por ahora.
“Para mí el nomenclátor de las ciudades está vivo; es como el lenguaje, perfectamente se puede cambiar. Si vos te vas a la historia, ves que en la Ciudad Vieja las calles antes tenían nombres de santos. De todos modos, hay una especie de consenso en que lo prudente, por ahora, es no hacer cambios de nombres; eso tiene otro tiempo”, cierra Pissano.
¿Cuareim o Zelmar Michelini?
En 1986, a poco tiempo de terminada la dictadura militar, se cambiaron los nombres de varias calles del Centro. Lo que se hizo fue modificarlas en el tramo que va de Gonzalo Ramírez a 18 de Julio, mientras que del otro lado de la principal avenida se mantuvieron las denominaciones preexistentes. Así fue que quedó Héctor Gutiérrez Ruiz de un lado y Rondeau del otro, o Zelmar Michelini y Cuareim. Consultadas sobre esto, las autoridades de la intendencia advirtieron que “por ahora” no se piensa en medidas así para poner más nombres de mujeres.
La dirección de Desarrollo Urbano de la Intendencia de Montevideo, además de pedir por más calles con nombres de mujer, ha reclamado que las calles empiecen a llevar nombres de desaparecidos.
La Comisión de Nomenclatura se pronunció en contra de esto, pues advierte que ya existe un memorial ubicado en el Parque Carlos Vaz Ferreira, en el Cerro, en el que están los nombres de las víctimas de la última dictadura militar.
“Los de la comisión dicen que hay nombres repetidos, que si ya están en una plaza no se ponen. Creo que con estos nombramientos lo que pasa es que a esta comisión, que es asesora del intendente, se le adjudica una potestad que no tiene”, advierte Silvana Pissano, directora de Desarrollo Urbano de la comuna.
“Yo sé que hubo también miembros de la Junta Departamental que pidieron por los nombres de los desaparecidos -sigue la jerarca-, y la respuesta siempre es la misma, que está el memorial. ¿Pero qué tiene que ver el memorial con el nomenclátor montevideano? Además, el que tiene que decidir es el intendente”.
“No es que no queramos poner a los desaparecidos”, se defiende María Emilia Pérez Santarcieri, presidenta de la Comisión de Nomenclatura. “Nosotros pusimos tres nombres, pero después vimos que eran un montón, y pensamos que no se podía poner todo un barrio; entonces, lo que se hizo fue mandar todos los nombres para el memorial”.
El intendente Christian Di Candia entiende que la Comisión suele plantear que si la persona ya cuenta con algún homenaje, como en este caso el memorial, no corresponde darle una calle. “Por ahora eso lo vamos a dejar así”, dice el jerarca, pero no descarta que pueda cambiar.
En total, según la Secretaría de Derechos Humanos de la Presidencia, son 196 los detenidos desaparecidos durante la dictadura.
¿Y los dictadores? Desde la Comisión de Nomenclatura advierten que son pocos los dictadores con calle. La intendencia consultó recientemente a la comisión sobre Gabriel Terra, y la respuesta fue que no. “Los que sí están son José Fructuoso Rivera y Juan Antonio Lavalleja. ¿Les van a sacar las calles a ellos? Lo quiero ver. No se puede”, dice Pérez Santarcieri.