Internas: blancos cayeron en lugares donde mejor votó Sartori en 2019 y colorados sintieron ausencia de Talvi

Analistas señalan que la foto de junio no debe tomarse como pronóstico rumbo a octubre aunque pueda repercutir en el “ánimo” inicial de la campaña; entre los nacionalistas abonó la convicción de que la coalición debe presentar un menú amplio en octubre.

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Conteo votos elecciones internas 2024.
Foto: Natalia Rovira.

Datos y visualizaciones: Faustina Bartaburu

Los resultados de la elección interna del pasado domingo no solo confirmaron los candidatos que competirán por la Presidencia de la República. También dejaron un tendal de lecturas variopintas sobre cómo interpretar la cantidad de votos que recibió cada partido, y hasta qué punto ellos nos otorgan alguna pista de qué pasará en lo que queda de la carrera electoral.

En el Frente Amplio celebraron rápidamente haber sido la primera fuerza en las internas, algo que no pasaba desde 2009, cuando José Mujica y Danilo Astori competían por la candidatura presidencial en la izquierda.

En el oficialismo, la preocupación de algunos dirigentes por la baja votación respecto a 2019 convivió con la mirada de otros referentes que resaltaron que los partidos de la coalición, sumados, habían recibido más votos que el Frente.

¿Hay lecturas más pertinentes que otras? ¿Cuáles son en todo caso las señales que cada partido debe atender?

Las interpretaciones

Al analizar los números de la interna de este domingo 30 de junio, entre los analistas surgen dos conclusiones de primer orden que parecen ser unánimes.

La primera, que el Frente Amplio tuvo un excelente nivel de votación, que superó las expectativas incluso de algunos dirigentes de la izquierda, mientras que los partidos tradicionales tuvieron, por separado o sumados, su peor desempeño en una interna.

La segunda, que esa correlación de fuerzas no tiene un valor predictivo en sí mismo, aunque sí pueda aportar un leve peso “simbólico” o “anímico” en el inicio de una campaña que recién arranca.

Yamandú Orsi y Carolina Cosse, la fórmula presidencial del Frente Amplio
Yamandú Orsi y Carolina Cosse, la fórmula presidencial del Frente Amplio.
Foto: Leonardo Mainé

“Está claro que el Frente votó muy bien, con una votación superior no sólo a la de 2019, que era esperable, sino también por encima de la votación de 2014”, dice Ignacio Zuasnabar, director de Opinión Pública de Equipos Consultores. “La comparación con 2014 me parece relevante porque hace cinco años el Frente venía muy disminuido en intención de voto, con una mala evaluación del gobierno y muy debilitado. Pero en 2014 no. Haber estado por encima de la votación de 2014 me parece significativo”.

Del otro lado del espectro político, para Zuasnabar la caída en la votación de los partidos de la coalición era algo “esperable”. “En los partidos tradicionales hay una disminución importante en los dos casos, con la votación más baja desde que hay elecciones internas, pero explicada por razones diferentes”, afirma.

Álvaro Delgado y Valeria Ripoll
Álvaro Delgado y Valeria Ripoll, integrantes de la fórmula del Partido Nacional.
Foto: Estefanía Leal/archivo El País.

En el Partido Nacional, argumenta el sociólogo, pesó sobre todo la “baja competitividad percibida en la interna”, algo que en el caso de los blancos ocurrió por primera vez desde que hay elecciones internas. “Esta sensación de que lo único que podía estar en juego era la diferencia exacta, pero que en cualquier caso se preveía una diferencia muy amplia a favor de Álvaro Delgado. La no existencia de una percepción de disputa de poder real, posiblemente contribuyó a la baja de la votación”, agrega Zuasnabar.

Andrés Ojeda y Robert Silva en el anuncio de la fórmula
Andrés Ojeda y Robert Silva en el anuncio de la fórmula.
Foto: Estefanía Leal.

En el Partido Colorado, por su parte, si bien existía una interna más competitiva, la oferta de liderazgo lucía “muy renovada”. “El Partido Colorado tuvo en 2019 un aluvión de un voto externo, captado por Ernesto Talvi, que vino a votar por un perfil habitualmente no participante en las internas. Un votante más de centro, un votante joven... claramente ese votante no estuvo presente en esta elección”, dice el director de Equipos.

¿Qué relevancia puede tener el nivel de votación de cada uno, pensando en lo que viene?

Según Zuasnabar, “la experiencia histórica muestra que la foto de junio, en cuanto a la relación entre partidos, casi nunca se ha cumplido en octubre, y siempre han sido fotos muy diferentes”.

Elección a elección, ha pasado de todo un poco. En 2009, 2014 y 2019 el Partido Nacional fue el más votado de la interna: en 2014 el Frente Amplio obtuvo mayoría parlamentaria cuatro meses más tarde; en 2019 quedó al borde de la derrota.

De un modo similar, la directora de Cifra, Mariana Pomiés, apunta que “no hay que mirar la interna con un tono predictivo de octubre”, sino que la convocatoria de cada partido está más vinculada a factores como la competitividad o la movilización de las estructuras partidarias. Tanto Zuasnabar como Pomiés destacan que las encuestas de intención de voto son de hecho una mejor herramienta de aproximación a las adhesiones que está cosechando cada partido de cara a la elección obligatoria de octubre.

“La intención de voto del Partido Nacional hoy está por encima que 2019, pero en su elección interna participaron menos”, sintetiza Pomiés, como otra pista de que no hay una correlación lineal entre una instancia y la otra. “Está claro que una foto sacada sobre el 35% de la población va a ser distinta que es una foto sacada sobre el 100%. El 65% que no votó va a pesar mucho más que el 35% que votó”, complementa Zuasnabar.

¿Y hay allí alguna pista de en qué difiere el 35% que fue a votar del 65% que no lo hizo? Por ejemplo, en las horas inmediatamente posteriores a que se conocieran los resultados, en el oficialismo, y particularmente entre los nacionalistas, prestaron atención a la caída del Partido Nacional en la zona metropolitana, un área en el que la participación general no varió demasiado respecto a la elección anterior, y en la que el Frente Amplio obtuvo además uno de sus crecimientos más pronunciados.

¿Es posible saber si parte de ese crecimiento de un partido y el descenso de los demás fue debido a votantes que cruzaron la frontera de 2019 y 2024?

Pomiés y Zuasnabar coinciden en que, en su gran mayoría, los votos que recuperó el Frente Amplio de una interna a otra son de votantes frenteamplistas o cercanos a la izquierda que en 2019 no concurrieron a votar, y que lo contrario pasó por ejemplo en el Partido Nacional: que varios blancos que se sintieron convocados a participar en 2019 ahora no tuvieron incentivos suficientes para ir a las urnas.

“No nos olvidemos —argumenta Zuasnabar— que acá tenemos dos factores. Primero, que en la interna del Frente Amplio competía la intendenta de Montevideo y el intendente de Canelones. Entonces, que el Frente Amplio tuviera internas más convocantes en estos dos departamentos era totalmente razonable. Y a su vez que en el Partido Nacional no había una disputa territorial de primer orden —aunque en Canelones sí existía una de segundo orden—, porque ya había una definición explícita de comparecer en ambos departamentos bajo el lema Coalición Republicana. Más bien, tiendo a pensar que mayoritariamente es una cuestión de movilización diferencial de electorados, más allá de que puede haber habido casos”.

Pomiés agrega que “en general la participación en las internas es de los núcleos más duros de los votantes, ya sea los que manifiestan mayor cercanía partidaria o que demuestran interés en política, o que han votado reiteradamente a determinado partido”. “Fijate que solo votó el 36% y nosotros las encuestas nos dicen que aproximadamente el 50% de los uruguayos se sienten cercanos a un partido político. Votaron menos de aquellos que hoy se sienten cercanos a algún partido”, remarca la directora de Cifra.

Según Pomiés, en definitiva, “hay que mirar las internas como una instancia en sí misma, que lo único que sí nos están mostrando es cuánto lograron movilizar a sus votantes y a sus aparatos cada uno de los partidos en esta instancia, pero no podemos trasladar esos resultados a octubre”. “Incluso esa sumatoria que se hace de los partidos de la coalición ahora y el Frente Amplio… la gente no estaba votando partido; estaba preocupada por votar a un candidato. Me parece que ni siquiera es pertinente la suma”.

—De todas formas, en el Partido Nacional hubo algunas expresiones de preocupación por la baja votación en Montevideo. ¿Eso con qué se relaciona? ¿Tiene que ver con la capacidad de movilización?

—Lo que puede preocupar es que, por más que la interna estaba definida, las campañas no fueron seductoras, porque no lograron atraer a todo su potencial de votantes. Eso sí me preocuparía... o sea, con mi capacidad de movilizar a mis votantes y de conquistarlos y traerlos a participar. Es algo más hacia la interna que en la competición con el otro.

La interna blanca

Aunque saben bien que la correlación de fuerzas de junio no es predictor de lo que viene después, y a pesar de que daban como un hecho que el Frente Amplio sería el único en crecer respecto a la interna de 2019, en el Partido Nacional hubo ciertas notas de preocupación al conocer los datos del pasado domingo.

Esa tenue alarma se fue diluyendo con el paso de los días, y sustituyéndose por los conocidos argumentos de la escasa competitividad y la falta de incentivos para los votantes, pero algunos dirigentes todavía mencionan la “muy buena” votación del Frente como un elemento que estuvo por encima de lo que esperaban, y que marca una nueva muestra de la capacidad de movilización de la izquierda.

Más allá de qué partido se posicionara primero individualmente, los nacionalistas pretendían estar más cerca de los 400 mil votos —obtuvieron en el entorno de 330 mil— y no esperaban que la oposición superara ese umbral.

En varias entrevistas que dio esta semana, el candidato Álvaro Delgado —electo el domingo con 75% de los votos del Partido Nacional— mencionó la baja de su partido en la zona metropolitana respecto a 2019, y lo incluyó entre uno de los elementos que respaldaban su sorpresiva decisión de ofrecerle a Valeria Ripoll, exsecretaria general de Adeom, la candidatura a vicepresidenta.

“Hay que cambiar el paradigma, sobre todo en el sur y en el área metropolitana donde en realidad en las internas el partido votó menos que la elección pasada. Necesitábamos una figura que tuviera valentía, coraje y mucho compromiso social, que pudiera conectar con sensibilidades que quizá no estábamos llegando del todo”, dijo el lunes en Telemundo (Canal 12).

El miércoles, en el programa La Pecera (Azul FM), Delgado comentó que la inclusión de Ripoll generaba “un puente para otros lados diferentes de la sociedad”, entre ellos “muchos barrios de Montevideo donde el partido en la elección interna particularmente votó muy mal”. “60 mil votos menos… Hay que mirar todo y jugar con estrategia; más allá del corazón, con cabeza fría”, insistió Delgado.

En la entrevista que publica El País este domingo, el candidato resaltó en cambio que la baja en la participación “no es algo lineal” y que “hay que reconocer que la interna que tenía más sal y pimienta era la del Frente Amplio”. De un modo similar, varios dirigentes que el domingo miraban los datos con un dejo de sorpresa y desazón, con el paso de los días pasaron a relativizar su importancia.

Los números de la votación por circuito —divulgados por la Corte Electoral y procesados por El País— muestran que la caída de los blancos en comparación con la interna de 2019 fue, por un lado, más acentuada en la zona metropolitana (Montevideo y Canelones) que en el interior, donde las competencias departamentales parecen haber motivado más la participación que la definición de la candidatura presidencial. El principal ejemplo de ello es Maldonado, que presentaba una feroz competencia por la sucesión de Enrique Antía, y en el que la votación del Partido Nacional se mantuvo en el entorno del 52% del departamento.

En Montevideo, una de las zonas que abrió algunas antenas entre los blancos, lo más destacable es que la caída de unos 50 mil votos respecto a junio 2019 no fue homogénea.

El descenso fue un poco menos acentuado en algunas zonas de los barrios costeros, donde Luis Lacalle Pou había tenido su mejor votación en la interna. En cambio, algunas de las mayores caídas porcentuales de los blancos en la capital se dieron en barrios donde en 2019 había votado muy bien el precandidato Juan Sartori: lugares como Ituzaingó, Piedras Blancas, Jardines del Hipódromo —en los que los blancos habían logrado ser primera fuerza cinco años atrás—, así como Casabó, Pajas Blancas y Paso de la Arena.

En otras palabras, al Partido Nacional le fue más difícil retener votos en aquellas localidades de la capital en las que Sartori había logrado entre el 30% y el 40% de los votos blancos en junio de 2019.

Si se analizan las diez listas del Partido Nacional que obtuvieron al menos 1.000 votos en estas internas o las anteriores, prácticamente la mitad de los votos que se esfumaron a los blancos pueden asignarse a la 880 de Sartori, que había obtenido unos 23.000 votos en 2019 pero no estuvo en el menú de opciones en 2024. La 404, la 40 y la 71 perdieron entre 6.800 y 7.400 votos de una interna a la otra.

En ese sentido, el razonamiento de varios dirigentes nacionalistas es que si bien la participación en la interna no tiene valor predictivo hacia octubre o noviembre, los resultados sí abonan la lectura de que la coalición debe prestar especial atención en tener un menú “amplio”, como el que tuvieron en 2019, si es que quieren evitar una victoria del Frente Amplio.

Los colorados con Ojeda

Uno de los que por estas horas se perfila para intentar colaborar a la amplitud de la votación multicolor es el abogado penalista Andrés Ojeda, que se impuso en la interna colorada con casi el 40% de los votos.

En el Partido Colorado también asumían que la votación iba a ser menor que la de 2019, en la que habían recibido un “aluvión” de votos de personas que habitualmente no votan en las internas, y menos en la colorada. En las conversaciones previas a la elección entre dirigentes colorados, estimaban que el total de votos en la interna iba a oscilar en el entorno de los 100 mil y los 130 mil. Finalmente estuvo más cercana a ese mínimo, y Ojeda se convirtió en el colorado que necesitó menos votos para ser elegido candidato: ganó con algo más de 40 mil.

Pero más allá de las razones que enumeran los dirigentes y los analistas para explicar la menor votación de los colorados, la comparación con 2019 también deja algunos elementos interesantes. Por ejemplo, así como entre los blancos la caída en la capital fue menos pronunciada en los barrios costeros, en el Partido Colorado sucedió lo contrario: Carrasco, Malvín y Punta Gorda están entre las áreas en las que los colorados votaron peor en la comparativa consigo mismo cinco años atrás.

Dos factores pueden haber contribuido a este movimiento de forma complementaria.

Uno, sin dudas el más importante, es que gran parte del torrente de votos que Talvi sumó en 2019 se concentró en esas áreas. Tanto es así que en las pasadas internas el Partido Colorado había logrado ganar en Carrasco, por encima que el Partido Nacional. Es probable entonces, y así lo comentan por estos días los dirigentes colorados, que una parte importante de los 35 mil votos que perdió el partido en Montevideo este 30 de junio hayan sido electores que apoyaron al economista en las pasadas internas.

El segundo elemento es que Ojeda, el candidato más votado del partido, tuvo mejores resultados porcentuales —en su propia interna— en barrios no costeros y de la periferia. Si bien en casi todos ellos el Partido Colorado cayó de todas formas, la comparación abona la idea de que el abogado puede disputar un voto que, en las elecciones anteriores, fue peleado entre otros por Juan Sartori o el cabildante Guido Manini Ríos. Para ello las encuestas ya mostraban que el nuevo candidato del Partido Colorado recibía mejores niveles de adhesión en un electorado menos politizado, clave para la elección nacional.

Fuera de la capital, el Partido Colorado también sufrió una caída importante en el departamento de Salto, uno de sus bastiones. Allí pasó de representar el 32% de los votos de la interna de 2019 al 19% en 2024. Según Zuasnabar, la interna deja también “cierta lectura de un mayor debilitamiento de algunas estructuras dirigenciales históricas en algunos departamentos clave, que parecen haber funcionado un poco menos que anteriormente”.

La interna pasó y ahora empieza otra carrera. Los frenteamplistas sonríen con una votación que los dejó satisfechos pero que deberán ratificar en estos meses, los blancos buscan despejar las evaluaciones más pesimistas y mirar para adelante en unidad, y los colorados afinan su estrategia para sumarse al pelotón en busca —una vez más— del resurgimiento.

Estados de ánimo

El efecto "no irrelevante" de votar bien en la interna

Más allá de la imposibilidad de atar el nivel de votación en junio con lo que ocurrirá en octubre o noviembre, existe la percepción de que una buena convocatoria en las internas otorga una primera victoria simbólica, que después se puede ratificar o no.

Zuasnabar lo ilustra así: “La votación de junio puede tener algunos efectos. Uno no puede decir que es totalmente irrelevante. Genera en el punto de partida de la campaña entusiasmos diferentes. Y los estados de ánimo son importantes porque terminan contagiando, amplificando procesos de conversación social y de interacción en un sentido más amplio. La buena votación del FA es un estímulo más allá de lo que se puede denominar un golpe de efecto marketinero”.

el primer mojón

Frente amplio: la “sonrisa” y lo que queda de campaña

Según el escrutinio departamental, la interna del Frente Amplio tuvo 415.823 votos (42,8% del total de votos emitidos el pasado domingo y 47% de los votos a partidos). El Partido Nacional obtuvo 330.680 votos (34% de los emitidos y 37,3% de los votos a partidos). El Partido Colorado recibió 103.177 (10,6% y 11,7% respectivamente).

La izquierda se había fijado inicialmente la meta de superar los 400 mil votos, y unas semanas antes de la elección la vara se había bajado a unos 350 mil. Por eso a muchos les llamó la atención el importante nivel de convocatoria del Frente en la interna.

“El Frente se había puesto como desafío llegar a los 400 mil votos, pero no tanto para ganarle a los otros sino como para mostrar su potencialidad como partido y decir: con nuestra militancia podemos llegar a esto”, resume Mariana Pomiés, directora de Cifra.

Zuasnabar, de Equipos, apunta que “estas cosas muchas veces se miden respecto a las expectativas”.

”Entonces ya el Frente Amplio previamente había venido en un proceso de bajar expectativas, que habían empezado muy altas, y en la propia tarde de la elección, en la dirigencia frentista predominaba la idea de que efectivamente podía ser una votación chica. Hubo un efecto de sorpresa que influyó positivamente en el Frente y lo contrario ocurrió en el Partido Nacional, aunque allí era razonablemente esperable una votación más baja”, argumenta Zuasnabar.

A lo sumo, el director de Equipos considera que al votante o militante frenteamplista le da para “empezar esta campaña con una sonrisa y con un respaldo a su ilusión de volver al gobierno”, mientras que los partidos Nacional y Colorado parten sin ese impulso.

“Pero está claro que es más bien el inicio de una campaña que va a ser muy larga y van a pasar muchas cosas más”, concluye.

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