Raúl “Bebe” Sendic agacha la cabeza, inclina el termo y ceba el mate. Esa imagen, en la que el líder tupamaro aparece con la barba y el cabello entrecanos, ha acompañado a Cecilia Cairo en cada uno de los despachos por los que pasó desde 2005, cuando asumió como edila en la junta departamental. El retrato lo llevó después al Ministerio de Vivienda —donde entre 2015 y 2020 ocupó cargos en el Programa Mejoramiento de Barrios (PMB), el Plan Nacional de Relocalizaciones y el Plan Juntos— y luego a su despacho del Parlamento.
No hay una foto de José Mujica en la oficina que Cairo ocupa desde hace poco más de un mes en el cuarto piso del Ministerio de Vivienda, el mismo lugar donde en abril de 2020 y ante este mismo periodista la entonces ministra Irene Moreira anunció a El País la construcción de unas 50.000 nuevas viviendas. Una cifra que estuvo lejos de concretarse.
Cinco años más tarde, Cairo (60) acaba de llegar de las vecinas oficinas del Plan Juntos, donde llevó adelante una prueba de un inédito canal de streaming que inaugurará en breve (ver recuadro más abajo).
—Mirá que yo números no te voy a dar, estamos trabajando el presupuesto —avisa Cairo, con su tono algo provocador mientras pide que le “traigan un mate” para una charla que se terminará llevando más de una hora.

No hay foto de Mujica en el despacho aunque la ministra lo considera, faltaba más, un referente de vida junto a Lucía Topolansky (“la mujer más fuerte que conocí”) y al desaparecido militante “Chino” Zapata.
—Pero el Bebe representa para mí un compañero que marcó el rumbo del MPP —dice Cairo—. Este cuadro es la historia de mi organización... Controversial la figura sin dudas, yo la miro desde otro lugar: el principio de su historia política y el reconocimiento de los cañeros que no sabían leer ni escribir. El Bebe puso de manifiesto esa esclavitud: el desprendimiento de lo propio para ayudar a los otros. La entrega total a una causa, hasta de tu vida.
Cairo es directa.
Visceral.
Verborrágica.
De barrio.
Del Cerro.
En una época en la que el MPP se volvió más pragmático y quizás políticamente correcto, ella representa la línea más tradicional y militante; “barra brava” dicen desde la oposición. Un tono distinto —¿más auténtico?— al de sus colegas del sector en el gabinete, por ahora de perfil bajo en las apariciones públicas: Lucia Etcheverry, Sandra Lazo, Alfredo Fratti, Fernanda Cardona y hasta el propio Alejandro “Pacha” Sánchez, el secretario de Presidencia.
¿Pero quién es Cecilia Cairo, esa que llama la atención en un gobierno que ha hecho del “se verá” un sello? Es la que vivió (y vive) en el Cerro, salvo en sus años de exilio europeo. La que trabajó de todo, desde vendedora de tiempo compartido en Solanas y de huevos en una feria a perfumes en una de las casas más exclusivas y antiguas de París. La que fue madre a los 15 años. La que sufrió la muerte de su hermano, adicto a la heroína en la Barcelona de los 80 y uno de los primeros uruguayos enfermos con VIH. La que tiene un padre colorado con el que discute de política los domingos. La que ocupó un rol protagónico en los incidentes el día que Luis Lacalle Pou inauguró el Hospital del Cerro a fines de 2023 (ella dice que para calmar las aguas, los blancos aseguran que fue la promotora). La que quiere llamar Plan Pepe Mujica al Plan Juntos. La que hace 20 años se dedica a estudiar el tema de la vivienda en Montevideo y dice conocer casi todos los 300 asentamientos de la ciudad.
Unas pocas palabras la mostraron en su salsa el viernes 7 de marzo cuando asumió con un acto en el viejo asentamiento Campo Galusso.
—¿Qué herencia recibieron, presupuestalmente hablando? —le preguntó un periodista.
—Hay una parte que está comprometida pero primero voy a gastar —dijo Cairo, con su voz aguardentosa, e hizo acento en esa palabra: gastar—. Tengo que tener resultado. Al ministro le tengo que ir a decir: “mirá, me quedé sin plata y él me va a ayudar”.
—¿Ya habló con (Gabriel) Oddone?
—Siempre hablamos. Es mi aliado.
—¿Y qué le ha dicho?
—Vamo’ arriba.

Cairo se paseó de una punta a la otra del pequeño escenario en Campo Galusso. A los gritos, dijo:
—Nosotros vinimo’ a gobernar y nos vamo’ a hacer cargo, decían ellos, sí. Pero de escuchar a la gente. Este ministerio es para ustedes.
Un mes después, el domingo 6 de abril cerró un acto del MPP en el Parque Rodó. Ahí, vestida de jogging claro, dio un mensaje a la militancia, esa que reclama cambios urgentes (“les pido con cariño: hace 36 días que estamos en el gobierno, bánquensela un poquito”) y dijo que ella no está “por plata”, sino que gana como un capataz de albañil.
—Esto es por ideas, principios, por amor. Los quiero. Habrá patria pa’ todos.
El sueldo nominal de ministro es 382.142 pesos pero Cairo recibe en la mano unos 90.000, porque a los descuentos por aportes e impuestos se le suma la “tajada” que recibe el Frente Amplio y su sector.
Cecilia Cairo, del Cerro a Europa
Las primeras décadas de vida de Cecilia Cairo explican muchas cosas que vinieron después.
Su padre Carlos trabajaba en el despacho de un edil colorado. Su madre, Hilda, era de tendencia anarquista y empleada en una firma de electrodomésticos.
Sus abuelas era muy católicas, sobre todo la materna, a la que llamaba la Patriarca: una vez que se llevaron a interrogar a su hija y no apareció por tres días prometió que si volvía caminaba arrodillada hasta el altar en la iglesia Nuestra Señora de Fátima en el Cerro.
De niña estudió catecismo y tomó la comunión. Hasta que un día un amigo le preguntó cómo explicaba que había “tantos muertos por la guerra y cómo Dios permitió eso”.
—Ese día dejé de ser católica, tendría 12. Pero respeto al que cree, me crie con ellos. Todos necesitamos creer en algo.
—Depende. No necesariamente.
—Tenés que creer en algo. Yo creo en la pública felicidad.
—Pero eso es un concepto.
—Bueno son las causas, las luchas.
A sus 13 años, cuando estaba en segundo de liceo, emigró a España junto a su hermano, su madre y la pareja de entonces de ella. Se exiliaron por temas políticos: del Cerro a Barcelona, sin escalas, en febrero de 1978.
—Que no es de Uruguay a Barcelona. El Cerro era un barrio muy tranquilo. Yo jugaba al fútbol y a la paleta en la calle. No íbamos al Centro, teníamos playa y todos los comercios que precisábamos. Llegué a una ciudad llena de edificios, mucho tránsito, el metro una locura.
Todo pasó rápido: Cairo fue madre adolescente. En Barcelona vivió dos años, donde conoció al que sería el padre de sus hijos, un militante de izquierda que ya falleció y era bastante mayor. Cairo tuvo tres hijos en tres países: Susana en Barcelona a los 15 años, Adriana en Francia y Agustín en Uruguay.
En 1980, con una bebé de cuatro meses a cargo, cruzaron a Francia. Vivió 14 años, primero en Châteaudun, un pueblo a 130 kilómetros de París, y después en Chartres, a 90 kilómetros de la capital.
—Cuando llegás a un país nuevo tenés que ganarte la vida: hice de todo. Por ejemplo, junté hongos, parecía una minera con una lucecita bajo tierra. Trabajé haciendo limpiezas, en diseño gráfico en un diario gratuito, vendí perfumes.
El dato impensado: Cecilia Cairo fue empleada en Guerlain, una perfumería muy famosa y una de las más antiguas del mundo: fue fundada en 1828 y su casa central está en Les Champs-Élysées.
—Me encantan los perfumes —dice.
En Francia estudió muchas cosas y no terminó nada: un par de años de psicología, también gestión del stock cero (“el acopio tiene mucho valor para los empresarios; cuanto menos acopio tenés, mejor es para la empresa”).
Su pareja era pintor y el negoció creció pero había un problema: él hablaba muy mal francés (“tenía 17 años más que yo, no eran pocos”) y se le complicaba la comunicación.
—Empecé a comunicarme con los arquitectos y los clientes. Me llegaban planos que no entendía. Y terminamos teniendo una empresa de construcción que funcionaba bien con más de 20 empleados. Al final aprendí a leer un plano como si hubiera hecho siete años de arquitectura —dice, como para dejar claro que desde esa época el tema de la vivienda no le es ajeno.
La trágica muerte de "Carlitos" Cairo
Su hermano Carlos era 11 meses más chico, su historia es trágica.
Ella es la primera vez que cuenta esto en forma pública:
—Mamá ya no está, así que no importa, acá la sociedad tiene prejuicios. Pero la gente tiene que saber que la droga trae muchas dificultades incluso en familias muy integradas.
Cambia el tono, habla lento y pausado. Con la voz quebrada, relata:
—Carlitos falleció el 14 de setiembre del 93. Él no se fue a Francia con nosotros. Y en España desgraciadamente había entrado en las adicciones, en la heroína. El exilio pega fuerte. La familia lo trajo para acá en el 85, para alejarlo de las drogas, pero tiempo después él descubrió que ya estaba infectado y falleció por VIH. La heroína te la inyectás y trae esos problemas. Dejó una compañera y una niña.
Carlos Cairo fue uno de los primeros uruguayos que se contagió y murió con VIH, y ella lo vivió a la distancia. No se pudo despedir.
“Yo me vuelvo a Uruguay antes de que pase algo más”, se dijo Cairo. En marzo de 1994 abortó su vida francesa y regresó para nunca volver a salir. Tanto que no quiso ni quiere viajar al exterior.
—Me da mucho miedo salir, me quedó como un tic.
—¿No vas a viajar como ministra?
—Ni en pedo.
—Viajará Christian Di Candia.
—Va a ligar él, yo se lo dije —se ríe.

De regreso al Cerro vivió en la casa de su abuela Patriarca en Suecia y Portugal. Luego se mudó a Pajas Blancas:
—Es mi vida, el Cerro soy yo. Así de sencillo.
En Montevideo se repitió la historia laboral, tan variada como impensada: trabajó vendiendo tiempos compartidos en Solanas (“y me iba muy bien”), huevos y pan de miga en la feria, fue supervisora en la empresa de su padre, que vendía servicios al BPS y al MSP.
Eso en forma paralela a la militancia en el zonal del MPP del Cerro. En 2004 el padre, colorado él, le pagó el sueldo todo el año para que ella pudiera militar.
—Me decía que era para que cumpliera el sueño de dedicarme de verdad a la política, que él no pudo concretar.
—¿Sigue siendo colorado?
—Claro. Nos sentamos a comer, discutimos de política y él me hace chicanas, yo le hago a él. Me encanta.

El episodio del Hospital del Cerro
Los cinco años del gobierno de Lacalle los dedicó a militar, además de trabajar en el tema de vivienda desde el Parlamento.
Pero también hubo un momento complejo y sensible en su vida personal. En julio de 2022 su pareja, Jorge Meroni, debió renunciar al cargo de alcalde ante una denuncia por supuesto acoso y abuso sexual presentada por una secretaria. Es un tema del cual hoy Cairo no quiere hablar. Según supo El País, el caso fue archivado sin que Meroni haya ido a declarar.
A nivel político la fecha que marcó un antes y un después fue el 6 de noviembre de 2023: el presidente Lacalle inauguró el anunciado Hospital del Cerro, un viejo proyecto del Partido Nacional. Fue una jornada muy tensa porque un grupo de militantes del Frente Amplio se apostó en el lugar con pancartas firmadas por el MPP (“con un hospitalito no se tapa la corrupción, la mafia ni el hambre en niños”, decía una), hubo gritos e insultos.
Cairo estaba en primera fila, era la única dirigente frenteamplista conocida. Un dirigente blanco que estaba allí lo resume así: “Fue un acto preparado por el zonal de la 609 y ella al menos no fue ajena a toda esa agresividad”. La senadora Graciela Bianchi es más directa: “Fue espantoso, no puedo creer que hoy ella sea ministra. Actuó como barra brava y con el presidente enfrente”. Recuerda que hasta llovieron piedras, pero no puede decir que la hoy ministra haya tirado: “Ahora, si instigar es dejar hacer y gritar, ella hizo las dos cosas. No hizo nada para evitar los líos”. La senadora define a Cairo como “una marginal” que “no muestra normas básicas de comportamiento”.

—Los blancos dicen que fuiste la cabecilla ese día.
—Es mentira —responde Cairo—, estaba calmando la cosa, que no se desmadrara. Era mi rol. Ahora, el Cerro es un barrio combativo; discuten conmigo. Yo tenía que lograr la expresión de la gente pero que no se armara lío.
—Pero se armó lío.
—La Policía ocupó el Cerro: había “roperos” por todos lados y llegaban autos espectaculares. Eso no cayó bien, fue ostentoso.
—Estarían garantizando la seguridad del presidente y los ministros.
—Somos buenos en el Cerro, no hay que estigmatizar los barrios.
—¿Y qué estaba mal del hospital?
—Yo estaba de acuerdo con el hospital, siempre estuve a favor aunque no tiene todos los servicios de un hospital. Lo festejé. El Frente tendría que haberlo hecho y no me dieron pelota: mi gobierno no lo hizo. Ahora, ellos pusieron un estrado e hicieron un acto político. Y la gente quería manifestarse.
"Asentamiento no es todo cantegril"
Cecilia Cairo fue edila entre 2005 y 2015 y trabajo en la comisión de asentamientos en la Junta Departamental de Montevideo, donde dice que aprendió “todo” lo que sabe del asunto. Después de eso pasó al Ministerio de Vivienda, en el segundo gobierno de Tabaré Vázquez (2015-2020). “Los vecinos me enseñaron. En Montevideo puede haber alguno que no conozca… Pero la mayoría de los asentamientos los conozco. Y te hablo de que hay más de 300”.
Entonces explica: “El asentamiento crece para los costados. Los gurises nacen, se casan y lo que conocen es ahí, así que crece el asentamiento. Y hay gente que no tiene posibilidades de comprar, eso me desvela. Si ganás 25.000 pesos por mes, ¿cómo pagás un alquiler, vivís y comés?”.
La actual ministra de Vivienda y Ordenamiento Territorial considera que los asentamientos “forman parte de la historia” de Uruguay. “Es intrínseca: los cantegriles. Nosotros tenemos que llegar a tiempo, eso nunca hicimos. Para que no se genere otro asentamiento hay que darle posibilidades a la gente de tener otra salida”.
Pero Cairo también aclara un tema que no es menor: “El asentamiento no es todo cantegril”. Algunos, explica, son barrios consolidados con más de 40 años “porque la gente con muchas dificultades se fue construyendo su casa y son casas tan buenas como muchas otras”. Así, según su visión, asentarse significa que es “un barrio donde vos construiste pero no te dieron los papeles” pero no todos están en las peores condiciones. “Hay asentamientos que están en el horno, claro”, admite.
Cecilia Cairo: en el ministerio
Con su trayectoria atrás, era natural la designación como ministra de Vivienda en un gobierno donde el MPP tiene mucho poder.
Un integrante de la gestión anterior dice que “no es mala tipa, es auténtica y conoce bien al ministerio, sabe del tema, no le va a errar feo, no se va a encontrar con sorpresas”. Los problemas, dice este referente que pide no ser identificado, es que los recursos económicos son limitados y las expectativas generadas muy altas. Por eso vaticina: “Los problemas más graves los puede tener con su gente, que quiere cosas ya”. Entre las posibles contradicciones, marca las críticas de Cairo a la aggiornada ley de vivienda promovida (duda que ahora le introduzcan cambios relevantes porque genera muchas fuentes de trabajo) y que ella es muy contraria a los barrios privados, que el presidente Orsi apoya.
La arquitecta Eneida de León, ministra de Vivienda en el segundo gobierno de Tabaré Vázquez (2015-2020), coincide que “la gente está esperando” mucho de Cairo. La actual ministra “fue una revelación” en su gestión y era “la persona en la que más confiaba”, afirma. “Caminar con ella por los asentamientos es una experiencia: se dirige a todos por su nombre, pregunta por un nieto, conoce a todo el mundo; me enseñó mucho”, relata.
En esa misma línea, el subsecretario Di Candia está sorprendido porque Cairo conoce “mucho más” de lo que él mismo imaginaba sobre los barrios más carenciados. Dice que en su cabeza lleva una suerte de mapeo mental de los asentamientos montevideanos. “Es una distancia de luz con cualquier otro que hubiera asumido el cargo. Sabe los cambios que hay que hacer, a dónde ir y los recursos que necesita. Y tiene los pies sobre la tierra: te dice que lo del asentamiento cero es un divague”. A la distancia, Di Candia le ve “cosas del Pepe” a la ministra, muy espontáneas, “es un personaje”.
Pero otros marcan su perfil de barricada. Y más con el gobierno anterior.
—¿Eso es pensado?
Responde Cairo:
—Yo soy así, es mi causa. He peleado todo el tiempo con la gente más jodida, la que me demostró que ninguna batalla está perdida. En los cinco años de Lacalle Pou trabajé fuerte en esos barrios para resolver cosas tan sencillas como hacer un ranchito de madera a una mujer que queda en la calle. O laburar en una olla. O conseguir pañales. Es discurso de barricada decir lo que uno piensa, capaz.
—Pero el tono...
—Yo soy muy enérgica, estoy a 220. La política es un sentimiento. Si no lo sentís, no te dediques a esto. A mí me mueven las injusticias. Somos tres millones, ¿cómo puede ser que haya gente que haga sus necesidades en un balde o se les llueva el techo? Si eso no te da rebeldía...
—Bianchi dice que sos barra brava.
—Yo soy pasional, sí. Así como ella también es pasional. Barra brava es otra cosa. Discuto ideas.

Hay una idea que entusiasma a la ministra: un grupo de vecinos le presentó una nota con firmas planteando que el Plan Juntos se pase a llamar “José Pepe Mujica”. Se trata del plan que creó el expresidente en 2010, que se mantuvo incluso durante el gobierno de Lacalle y que apuesta a la autoconstrucción con actividades sociales.
—Te voy a decir la verdad: me emocioné demasiado y lo presenté como expediente.
—¿Se concretará?
—Ojalá. Hay un laburo social muy grande ahí. El Pepe puso su sueldo y su tiempo. Lo deberá definir el Parlamento. Ellos son nuestros representantes. No lo voy a definir yo, no lo voy a imponer... Lo digo para los que piensan que soy barra brava.
Cecilia Cairo hará un inédito streaming con "Pacha" Sánchez
Martes, un rato después del mediodía. La ministra de Vivienda Cecilia Cairo y el subsecretario Christian Di Candia están encerrados en una sala en las oficinas del Plan Juntos en la calle 25 de Mayo, rodeados de 12 o 13 muchachos, cámaras, micrófonos, computadoras. La que dirige todo es la jefa del equipo de comunicación, Noelia Franco. Están haciendo una prueba para un inédito podcast y programa en formato de streaming que van a inaugurar después de Semana Santa.
Dicen que “por primera vez un ministerio tendrá un stream”. Se llamará “Viviend@ Uruguay” y la idea es dar información sobre los planes y acciones del ministerio, pero también utilizar un formato más descontracturado para llegarle sobre todo a los jóvenes. Y habrá invitados, incluso miembros del gabinete: el primer programa está confirmado para la última semana de abril, con la participación del secretario de Presidencia, Alejandro “Pacha” Sánchez, según supo El País.
Este martes Sofía y Bruno, dos jóvenes conductores, charlan con Cairo y Di Candia, pero en otras ocasiones los propios jerarcas serán los anfitriones.
Hay un juego tipo ping-pong. ¿Una canción que no admite que les gusta? “El mundo de baladas, cuando las ponen las canto todas... Luis Miguel, me las sé todas”, dice Di Candia. Cairo hace que no sabe. “La ministra canta”, dicen desde atrás. “Sí, me gusta la cumbia, me gusta la murga. Los momentos con amigos es joda”, cuenta ella. ¿Guiso o milanesa? “Guiso”, dice Cairo. “Una milanga a caro de perro”, responde Di Candia, “frita, nada de pavadas”.
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"Creo que el otro gobierno no estaba pensando tanto en la distribución, sino en la inversión", aseguró Cairo
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