Una bienvenida caótica
La llegada masiva de cubanos, sobre todo en el último mes, desbordó las puertas de Cancillería y colapsó el sistema. En unos días se flexibilizarán los permisos y los isleños podrán sacar una visa de trabajo, pero algunos políticos sostienen que la respuesta llega tarde.
El retraso para empezar una nueva vida tiene nombre y se llama visa. Para los cubanos que llegan a Uruguay, el principal obstáculo a la hora de obtener los documentos es este permiso que deberían llevar en el pasaporte. El problema es que el Estado les pide US$ 5.000 en una cuenta bancaria a cambio de otorgárselos, que equivale al dinero que utilizarían durante los 90 días autorizados en el país y al precio de una casa en La Habana. Como ellos no viajan por placer ni por negocios, ni tienen ese capital, terminan caminando América del Sur entera con el objetivo de llegar a una frontera seca de nuestro país: el único que no deporta en la región.
El sacrificio no les impide llegar. Los apura el miedo a que Guyana —uno de los dos destinos, junto con Rusia, que no les exige visa— cambie su política migratoria, un rumor que circula en el Caribe desde hace meses. Cancillería estima que este año entraron 5.500 cubanos; 4.383 llegaron entre enero y octubre, y solicitaron la visa. El resto no regularizó su situación o vino por avión, con el documento en mano y pronto para tramitar la residencia. En Cuba dicen que desde la revolución se está yendo gente, pero nunca tantos decidieron emigrar a este rincón del Plata.
Aunque las autoridades transmiten que los reciben de brazos abiertos, las demoras para obtener la cédula son de varios meses: si un cubano llega hoy al país, probablemente la consiga en agosto de 2019. La espera crece a pasos agigantados y en Uruguay, un país cedulista, sin este documento no hay trabajo.
Para hacerle frente a esta demanda inesperada de residencias, el gobierno implementó un "plan de contingencia". A partir de este jueves 1° de noviembre empezó a entregar constancias de llegada en la puerta de Cancillería, que los cubanos podrán presentar ante los empleadores para trabajar. Hasta ahora, el Ministerio de Trabajo multaba a las empresas que contrataran personas sin cédula y con pasaporte, por lo que casi nadie se arriesgaba a tomar a los recién llegados.
El pequeño papel también les servirá para obtener una cédula provisoria, que durará un año y les será útil mientras no les otorguen la residencia definitiva. Las demoras para tramitar el documento serán las mismas que hasta ahora, porque la Dirección Nacional de Identificación Civil está colapsada, pero antes del 21 de diciembre se entregarán todas las constancias. Ese será el nuevo primer paso para conseguir un trabajo en Uruguay.
El otro cambio es que el gobierno diversificó los tipos de visas que ofrece. A las de turismo y negocios, se les sumarán por trabajo, educación, reunificación familiar y urgencia. Jorge Muiño, director de Asuntos Consulares y Vinculación de Cancillería, afirma que la visa de trabajo es la que más favorecerá a los cubanos que lleguen al país. Este permiso no pedirá dinero en una cuenta bancaria pero sí un contrato o una promesa de trabajo en Uruguay, que pueda comprobarse. "No puede ser cualquiera contratando a alguien. Tiene que ser una empresa debidamente registrada", afirma.
Los nuevos permisos estarán vigentes dentro de 15 días, cuando se termine de reglamentar el decreto que firmó el presidente Tabaré Vázquez el 29 de octubre. Una vez en funcionamiento, los inmigrantes podrán tramitarlos desde su país de origen y llegar a Uruguay con todas las garantías. En teoría, se terminan las peripecias de los cubanos caminando por Brasil y empieza la era de los viajes en avión. Siempre y cuando el Estado autorice las solicitudes.
Nuevo Miami.
Basta con revisar algunos medios cubanos para descubrir que se refieren a Montevideo como "el nuevo Miami". Gloria Rodríguez, diputada del Partido Nacional, considera que la inmigración masiva de los isleños hacia el sur se dio luego de la asunción del presidente Donald Trump, cuando Estados Unidos dejó de darles privilegios a los que llegaban a su país. Entonces Guyana se transformó en el trampolín hacia una nueva vida y Uruguay entró en el radar. Cinco años atrás, Cancillería recibía 200 cubanos por año que pedían residencia.
Pero la cantidad de funcionarios no aumentó desde entonces, lo que implicó que se acumularan las solicitudes y se prolongaran las demoras. Muiño dice que hay ocho personas trabajando en la sección del ministerio que tramita las residencias a los inmigrantes que no pertenecen al Mercosur, por lo que se arman largas filas en la calle Cuareim. Tanta espera terminó desesperando a quienes aguardan del lado de afuera y la Policía tuvo que intervenir a mediados de octubre para evitar disturbios. Este jueves, una vez que se aplicó el plan de contingencia, un vallado comenzó a ordenar a los recién llegados.
Y si bien el Estado reaccionó, la pregunta es si lo hizo a tiempo. Para la diputada Rodríguez, el principal error de las autoridades fue no haber previsto que se formaría "un cuello de botella". La legisladora cuestiona que no se hayan tomado más funcionarios en Cancillería o que no se elaborara antes un plan para recibirlos. "No entiendo cómo no hubo un inmediato reforzamiento de los organismos. Porque van a seguir llegando y no podemos esperar a que se formen asentamientos de extranjeros, con todo lo malo que ya sabemos que traen", asevera.
Pablo Mieres, senador del Partido Independiente, comparte esa visión. Considera que las demoras de Cancillería están relacionadas con que Uruguay no está acostumbrado a recibir personas sino todo lo contrario, a que se vayan. Para él, debería inaugurarse una oficina descentralizada del Ministerio de Relaciones Exteriores para recibir con mayor comodidad a los inmigrantes que buscan documentarse. "Tenemos que trabajar rápidamente para evitar reflejos xenófobos, es muy importante que nuestra sociedad no caiga en algo así. Sería muy hipócrita de nuestra parte, cuando casi todos somos hijos o nietos de inmigrantes", opina.
Pero más empleados y nuevas políticas sociales significan más presupuesto, algo que no será posible hasta el próximo gobierno. Mónica Xavier, senadora frenteamplista, reconoce que hay que corregir "fallas administrativas" relacionadas con el trato hacia los inmigrantes, pero hace hincapié en que la Rendición de Cuentas para el último año de este período ya se votó y no contempla dinero extra para este tema.
Además, ninguna de las comisiones del Parlamento —ni las de derechos humanos ni las de asuntos internacionales— están trabajando en proyectos relacionados con extranjeros. Xavier recuerda que la última vez fue en 2008, cuando se promulgó la ley de migraciones, aunque en ese momento no llegaban ni el 5% de los cubanos que emigran hoy. "Le compete a mi partido, que está en el gobierno, realizar adecuaciones. Pero desde el Poder Ejecutivo", agrega.
Y si bien no hay números claros, tanto en Cancillería como en la academia estiman que en los próximos años seguirán llegando más y más extranjeros. La antropóloga Pilar Uriarte, especializada en migración, explica que el fenómeno no afecta solo a Uruguay sino a toda la región. Además de cubanos, también viajan dominicanos y haitianos, a quienes Uruguay les pide visa. El de los venezolanos es un caso aparte, ya que tienen beneficios por pertenecer al Mercosur.
"No dicen que pasan mal porque hay muchas expectativas depositadas en ellos. Es difícil que llamen y digan que tienen hambre o que duermen en la calle", afirma. "Así el círculo se reproduce".
Al no contar con la visa de turismo, los cubanos que llegan a la frontera seca uruguaya solicitan refugio. Entonces se activa un mecanismo por el cual los consulados fronterizos le avisan a Cancillería que una persona está pidiendo asilo político y las autoridades les permiten el ingreso. A los pocos días, los caribeños desisten e inician los trámites para conseguir la visa que deberían haber tramitado en La Habana, ya que no son perseguidos en su país de origen. Una vez en Uruguay, el Estado no les pide US$ 5.000 en una cuenta bancaria, por lo que los isleños sí logran cumplir con los requisitos estipulados. Para Rinche Roodenburg —integrante de Idas y vueltas, una de las organizaciones civiles que los ayuda a documentarse—, "es muy triste" que Uruguay les pida visa a los cubanos, ya que se trata de "una clara discriminación". La activista considera que el gobierno debería negociar con Cuba y eliminar los permisos entre ambos países, con el objetivo de fomentar la libre circulación. "Cuando una puerta se cierra, las personas abrirán una ventana. Si la ventana se cierra, excavarán un túnel. Si hay una necesidad de sobrevivir, las personas se moverán sin importar los obstáculos que haya", sentencia.