La onda pirata copa el interior

| Causan interferencias en los aeropuertos, tienen publicidad estatal, espacios oficiales, audiciones religiosas, transmiten en portugués y, además, son ilegales.

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En el aire. Las radios comunitarias desembarcaron con fuerza en el interiordel país. 400x275
En el aire. Las radios comunitarias desembarcaron con fuerza en el interiordel país.
Leonardo Carreño

FEDERICO CASTILLO

En cuatro manzanas enteras de la ciudad de Rosario, en Colonia, la televisión se ve siempre con interferencias. Los vecinos se quejan porque en el medio de una película se escucha el sonido de una cumbia o aparece de repente la voz chillona de un pastor brasileño.

Algo similar ocurre en Minas. Y también en Cerro Largo, en Rivera, Castillos y en muchas otras localidades del interior. Y este es sólo uno de los problemas que trae consigo la multiplicación de radios ilegales fuera de la capital. Hay más. Según consta en denuncias realizadas a la Unidad Reguladora de Servicios de Comunicación (Ursec), las señales generadas por sus antenas interfieren con la frecuencia de difusoras legalmente instaladas y hasta con la señal de los servicios de seguridad aeronáuticos. La Asociación de Radios del Interior (Rami) acusa a las radios comunitarias de practicar competencia desleal y denuncia que algunas de ellas hasta reciben publicidad estatal.

Desde 2005, la Ursec ha recibido 67 denuncias concretas, pero Rami calcula en más del doble la cantidad de radios que operan sin autorización. Las hay desde las más precarias hasta las más sofisticadas; con presupuestos en equipos que van desde los mil hasta los 5.000 dólares y con antenas que abarcan un reducido espectro y otras que pueden cubrir una ciudad entera con su señal.

Los propietarios de las emisoras legales se quejan de la inoperancia de la Ursec ante estos casos. La semana pasada, el senador blanco Julio Lara denunció penalmente al presidente del organismo, León Lev, por omisión de sus deberes. El senador entiende que hay una contumaz actitud de no aplicar la normativa vigente para confiscar los equipos de radio que transmiten sin autorización.

En respuesta a un pedido de informe formulado meses antes por el senador nacionalista Gustavo Penadés, el presidente de la Ursec indicó que el criterio seguido para intervenir se limitó a casos puntuales como evitar interferencias con estaciones autorizadas o señales aeronáuticas. Fuera de estas situaciones, dijo, se ha actuado con prudencia y tolerancia en una actividad sobre la cual el Poder Ejecutivo ha enviado al Parlamento una iniciativa legal que establecerá un marco definitivo para la radiodifusión comunitaria. Consultado para esta nota, Lev se limitó a responder que no hablará sobre el tema hasta que dicho proyecto, que se discute en el Senado, sea aprobado.

En tanto, la Asociación Mundial de Radios Comunitarias (Amarc) en Uruguay busca desmarcarse con el surgimiento del nuevo fenómeno. Sus representantes aseguran que la mayoría de estas emisoras no tienen nada que ver con los principios y objetivos de la radiodifusión comunitaria, que, entre otras cosas, condena el uso del aire para lucrar o hacer proselitismo religioso o político partidario.

"Decenas de radios en todo el país han comenzado a transmitir diciendo a sus oyentes que son comunitarias, cuando en realidad se trata de emisoras religiosas, comerciales con fines de lucro e inclusive político-partidarios", expresan en un comunicado. Carlos Dárdano, vicerepresentante de Amarc en Uruguay aclaró que "no estamos en contra de estas radios, pero el marco regulatorio y la propia infraestructura que tienen muchas de ellas ya les permitiría integrarse a la radiodifusión comercial. Tienen que pelear el espacio donde le corresponde. No queremos que se confunda a la gente, ni que exista competencia desleal".

Ondas de amor y paz

Según explicó Dárdano, existe un estudio elaborado por la Amarc que señala la existencia de alrededor de 250 radios clandestinas en todo el país. "Más de la mitad de ellas ni siquiera son radios comunitarias, son religiosas", agregó. En la mayoría de las denuncias que Rami elevó a la Ursec se marcan a emisoras con nombres como Asamblea de Dios, Misión de Vida, Encuentros con Jesús o Evangélica desperdigadas por todo el territorio. Sólo en la ciudad de Rivera, 13 emisoras ilegales comparten el dial de la frecuencia modulada con ocho radios autorizadas por el Estado. Las de predicación religiosa son la mayoría y algunas transmiten íntegramente en idioma portugués, situación que está expresamente prohibida por el decreto 734/78. En la frontera manda la ilegalidad. El año pasado, la asociación que agrupa a las radios del interior denunció la existencia de una emisora en Río Branco denominada La Nueva Brasileña que, como no podía ser de otra manera, emite durante todo el día en portugués. La radio tiene una cobertura de 50 kilómetros y una antena de 30 metros de alto. Acerca de esta denuncia concreta, Lev explicó en el Parlamento que la aspiración de la Ursec hubiera sido cerrar esa radio. No lo hizo. Lev argumentó: "nuestros servicios me advirtieron que tuviera cuidado, porque no se pueden hacer diferencias, cerramos todas simultáneamente o no cerramos, porque empezamos a cerrar una y terminamos cerrando todas, llegando a una situación que no consideramos sea el marco social para la discusión de una ley". El presidente de la Ursec consideró que hasta no exista un marco regulatorio específico se debe mantener la convivencia pacífica y democrática, "sabiendo que hay transgresiones, pero no alentándolas", dijo.

Este tipo de declaraciones provoca la ira de los permisarios legales de las ondas. Critican la omisión en que incurre el organismo que debe regular los servicios de comunicación. Lo sienten como un obstáculo más "para el dificultoso desenvolvimiento económico que ya de por sí tienen muchas de las radios del interior".

El asesor letrado de Rami, Artigas González Samudio ejemplificó: "Hay un marco normativo que se aplica con todo el peso de la ley a determinadas radios establecidas y legales, y al lado hay cinco antenas que transmite en cualquier frecuencia y nadie les dice nada. Es una incoherencia".

En la ciudad de Minas funciona desde principios de año una radio comunitaria llamada La Cima FM, que transmite desde una casa de familia del barrio Las Delicias, frente a la plaza. Los vecinos dicen que comenzó a operar tímidamente pero hoy su frecuencia cubre casi toda la ciudad. En el correr del año, La Cima ha ido construyendo una programación estable. Transmite las 24 horas del día con conductores que llegaron desde otras radios. Cada programa cuenta con una amplia lista de avisadores y hasta tiene publicidad estatal, el Ministerio de Salud Pública ha pautado en esa emisora. En agosto realizaron un evento con motivo del Día del Niño y también armaron un espectáculo auspiciado por la Intendencia de Lavalleja. La situación despierta molestias en los empresarios de las radios legales que funcionan en la ciudad: cuatro FM y dos AM. Ellos entienden que lucran bajo el disfraz de lo comunitario y consideran que si se apegaran al concepto de radio social no podrían estar funcionando con la potencia que lo hacen. Además denuncian competencia desleal. "Entran a competir en el mercado sin pagar un peso, con costo cero y vendiendo publicidad por chirolas", afirmó Julio Rodríguez, responsable de FM Nuestra, de Minas.

En el departamento de Colonia hay ocho radios comunitarias y la preocupación por el aumento del fenómeno es patente. Los radiodifusores colonienses aseguran que la presencia ilegal de estas radios ha creado graves problemas económicos a las emisoras establecidas que funcionan en la legalidad. El costo de los avisos de las radios comunitarias fue bajado al mínimo y la consecuencia directa es que han desplazado del aire a emisoras con años de antigüedad. Los radiodifusores de Colonia coinciden: "La Ursec no cumple con su cometido y atenta contra quienes cumplen la ley".

Con todas las de la ley

La pequeña localidad de Vergara, ubicada en Treinta y Tres, y con menos de 4.000 habitantes es el lugar donde está más consolidado el fenómeno de la radio comunitaria de todo el departamento. En el pueblo no existen estaciones de frecuencia modulada legalmente establecidas, y ese espacio lo pretende llenar Vergara FM, que emite por el 103.3. La emisora funciona como si fuera una más de las radios autorizadas por el Estado.

Diariamente transmite espacios informativos, periodísticos y musicales y hasta realiza coberturas en exteriores. Además forma parte de la lista de direcciones electrónicas que reciben comunicados oficiales. La Intendencia de Treinta y Tres irradia allí su programa oficial Las Voces y Los Hechos, al igual que lo hace en los medios formalmente establecidos del departamento. El año pasado transmitió en directo un raíd hípico y cobró 2. 500 pesos por ello a los organizadores.

En la ciudad de Treinta y Tres existen por lo menos tres radios clandestinas. En la frecuencia 92.7, que según la Ursec está reservada para el Sodre, se ubica Sara FM. Es la más antigua de las que se mantienen al aire y hoy en día sólo emite música. La última en llegar es la ubicada en la frecuencia 100.1, una radio no identificada aún, y que por ahora solamente emite música. En el 103.7 del dial se puede sintonizar otra emisora ilegal. Su programación consiste en pasar música y avisos de un local bailable tropical.

En Salto son nueve las radios comunitarias que emiten desde diversos puntos, aunque los operadores reconocen que este número puede ser superior ya que hasta en las localidades más remotas del departamento el fenómeno llegó para instalarse. En la planta urbana salen al aire cinco y el alcance de las mismas cubren un área aproximada de cinco kilómetros a la redonda.

El resto de las emisoras están instaladas en Villa Constitución, Pueblo Belén, Lavalleja y en Fernández , una localidad alejada de la capital departamental.

El Centro Comercial e Industrial local inició una intensa campaña en la que enfatiza la pérdida de fuentes laborales que significa que el comercio apoye publicitariamente a estos medios. El gobierno departamental no le presta atención al fenómeno: la intendencia no difunde sus comunicados entre las radios comunitarias y tampoco está presente en sus tandas publicitarias.

El público salteño para los oídos. Dicen que las radios piratas son las que ofrecen la mejor música de todo el dial, en tanto que los habitantes de zonas rurales consideran que es la única posibilidad de acceder a información sobre lo que pasa en su entorno.

Algo parecido ocurre en el departamento de Soriano, donde el concepto de radio comunitaria, sin fines de lucro, parece encarnar mejor que en otros aires. Si existe alguna urgencia puntual en la localidad de Villa Soriano, la radio funciona como mensajero y la repuesta en los pobladores es inmediata. La gente de la villa tiene sus propios programas, se relatan las actividades que se realizan: carreras, jineteadas, asambleas. Hay programas de adultos y jóvenes, espacios musicales, y ámbitos donde participan políticos de todos los partidos. El pueblo hace que la radio funcione y que la audiencia sea total. La emisora cuenta con dos operadores que se turnan en el correr del día para mantener el servicio comunitario que cumple el medio.

Las radios comunitarias, lejos o cerca del concepto que las identifica, coparon el dial hasta en los lugares menos imaginados. Ni el desenchufado balneario Cabo Polonio, en Rocha, está ajeno al fenómeno. Su única radio, FM La Polonesa, también fue denunciada como ilegal por Rami. Lo que más se criticó en este caso fue que en su programación haya espacios de opinión donde se habla de drogas con un "contenido promocional". Hasta la onda verde del Polonio se coló en el aire pirata.

(Producción: Pedro Clavijo en Colonia; Marco Rivero en Treinta y Tres; Humberto Rámirez en Soriano; Fernando Bonhomme en Minas; Luis Pérez en Salto).

En busca de la legalidad

En Montevideo y su zona metropolitana la historia de las radios comunitarias parece transcurrir por carriles distintos a la desprolijidad y anarquía que impera en las ondas del interior. La representación uruguaya de la Asociación Mundial de Radios Comunitarias (Amarc) agrupa a 18 emisoras que se reparten mayoritariamente en los barrios Paso de la Arena, La Teja, Cerro y Reducto. La coordinadora Ecos nuclea unas 20. Radios históricas como El Puente o La Cotorra están bien consolidadas como un actor social más de la comunicación. El vicerepresentante de Amarc en Uruguay, Carlos Dárdano, consideró que gracias al orden que se ha conseguido, el mito de las radios piratas ha quedado bastante atrás. "La radio comunitaria ha demostrado que es otra cosa y que a las comunidades le sirve, hay una voz distinta. Este tipo de radios tienen determinados temas en la agenda, como derechos humanos o recursos naturales, que atañen a la sociedad". Según Dárdano, la diferencia esencial radica en que las radios comerciales buscan una rentabilidad económica y las comunitarias persiguen una rentabilidad social. " Hay departamentos en el interior donde hay treinta proyectos de radios que se dicen comunitarias y sabemos que no son". Para Amarc la solución es obvia: aprobar con urgencia una ley que llene el vacío legal existente.

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