Vega “millonario”, Salle de pecho inflado y líos entre ambientalistas: los candidatos de los partidos chicos

Ocho partidos que no integran ni el Frente Amplio ni la coalición multicolor competirán en octubre con la esperanza de llegar al Parlamento; antivacunas, ambientalistas y críticos del sistema se disputan el electorado y discuten por qué comparecen por separado

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Los candidatos de los partidos que no integran la coalición ni el Frente Amplio.

Están ahí, al acecho. Esperanzados con dar una sorpresa. Con la ilusión de ser ese elemento molesto, porfiado, un zumbido constante en el oído de los partidos que dominan la política uruguaya. Y por qué no, acaso, hasta terminar como grandes protagonistas.

Además de definir presidente —o más bien, los competidores del balotaje de noviembre—, la elección nacional de octubre presentará la disputa por la conformación del Parlamento con un récord de partidos políticos alternativos que no pertenecen a ninguno de los dos grandes bloques —ni el Frente Amplio ni la coalición multicolor— pero aspiran a obtener al menos una banca en el Poder Legislativo y, en el mejor de sus sueños —el de un gobierno sin mayoría parlamentaria—, convertirse en los fieles de la balanza de un sistema que, en la mayoría de los casos, miran con desconfianza.

En la elección interna del pasado 30 de junio, 14 partidos superaron el umbral de 500 votos necesarios para competir en las siguientes etapas del ciclo electoral. Descontando el lema “Coalición Republicana” —creado para competir en las departamentales de 2025—, el menú a disposición de los votantes en la elección nacional constará de 13 partidos, cada uno de ellos con su fórmula presidencial. Y si se quita del cálculo a los cinco partidos que forman parte de una de las dos coaliciones que se disputan el gobierno (por un lado, el Frente Amplio; por otro, el Partido Nacional, el Partido Colorado, Cabildo Abierto y el Partido Independiente), un total de ocho partidos comenzaron en estos días la segunda etapa de su nada sencillo plan de llegar al Palacio Legislativo.

Es una quijotada en la que el dinero escasea —en algunos casos, al punto de poner en duda la viabilidad de seguir en carrera—, las convicciones no se negocian ni un centímetro y las afinidades o sintonías ideológicas, cuando existen, conviven con el recelo, la lucha de egos y el afán de protagonismo; lo suficiente como para opacar los puntos de acuerdo y dejarlos a todos compitiendo unos contra otros por el voto descontento con lo que llaman “el sistema”.

Quién es quién

En octubre de 2019, 80.331 personas (3,4% de los 2,34 millones que votaron a algún partido en esa instancia) eligieron a uno de los cinco partidos no alineados con uno de los dos bloques mayoritarios. Cinco años antes, en 2014, los partidos “alternativos” habían sumado 47.922 adhesiones, 2,1% del total de votos a algún partido. Convencidos de que la tendencia continuará al alza, los ocho contendientes que se ganaron su derecho a participar de la competencia saldrán a cazar un público cautivo que, estiman, puede estar en el en torno de los 100.000 votantes. La oferta para ellos incluye de todo un poco.

César Vega
Candidato del PERI, César Vega
Leonardo Maine/Archivo El Pais

El Partido Ecologista Radical Intransigente (PERI), de César Vega, es el único que va por la reelección. Su vecino en la Cámara de Diputados, Eduardo Lust, obtuvo la banca en 2019 a través de Cabildo Abierto, y ahora concurrirá a las urnas como candidato del Partido Constitucional Ambientalista. Gonzalo Martínez, de Asamblea Popular, liderará una alianza de grupos de izquierda radical que buscan recuperar la representación parlamentaria que llegó a obtener en la legislatura pasada el sector Unidad Popular, ahora aliado a otros como el Partido de los Trabajadores.

Acto por la Declaratoria de la Independencia
Gustavo Salle, candidato por Identidad Soberana
Leonardo Maine/Archivo El Pais

Gustavo Salle, hoy líder del lema Identidad Soberana, buscará obtener la banca que se le escapó por no muchos votos en las últimas elecciones, cuando compareció por el Partido Verde Animalista (PVA), del que se alejó en 2020, y que ahora tendrá como candidata a Rita Rodríguez, la primera —y hasta ahora única— mujer que ganó una interna en Uruguay (desde que se instauraron en 1999), venciendo a su compañero de partido Raúl Viñas. Los otros tres candidatos que superaron el umbral de 500 votos en la interna fueron el director del Semanario El Bocón, Jorge Bonica (partido Basta Ya), el productor rural Guillermo Franchi (que dejó Un Solo Uruguay para fundar y liderar el Partido por los Cambios Necesarios) y el excolorado Martín Pérez Banchero (partido Avanzar Republicano).

A todos los hermana la convicción de que sus principios —que van, caso a caso, desde la protección del medio ambiente o el bienestar animal hasta el combate al gran capital, las corporaciones y la “cleptocorporatocracia”— no están representados en ninguna de las dos coaliciones que se disputan el poder. Pero aunque cada uno de los ocho partidos tiene al menos un punto de encuentro o coincidencia con algún otro de los desafiantes, las diferencias pesaron más y octubre los encontrará pescando a cada uno por separado en la pecera de los descontentos.

Hubo, sí, intentos de ir agrupados. Asamblea Popular fue el caso exitoso de unión: grupos de izquierda que en 2019, separados, quedaron fuera del Parlamento, decidieron juntar fuerzas. Había quienes identificaban, de un modo similar, que también había un hilo conductor al menos entre el PERI, el Partido Verde Animalista, el Partido Constitucional Ambientalista, y hasta el Basta Ya.

Pero lo que por algún lado los une, por otro los terminó dividiendo. El camino de explicar por qué no concurrieron juntos también deja señales del perfil que mostrará cada uno en la carrera que comienza.

De ambientalistas a “locos”

César Vega entró al Parlamento en 2019 de la mano de un discurso que mezcló la preocupación por el ecologismo y el medio ambiente con la necesidad de incluir nuevas voces y sensibilidades en el sistema político. Obtuvo 33.461 votos.

—¿La oferta más fragmentada te puede jugar en contra?

—Yo creo que hay mucho lugar para los partidos chicos, porque hay mucha gente desencantada. Si tenemos suerte y repetimos, creo que otros partidos chicos van a entrar. Dos por lo menos.

—¿No hay desencantados del PERI?

—Hay sí, claro. Cuando arrancamos la campaña antivacuna, ya de entrada tuvimos compañeros que se alejaron. Pero puede haber frenteamplistas o blancos desencantados con la estrategia del Ministerio de Salud Pública que nos voten.

—¿Ahí no peleás con Salle?

—¡Claro! Para mí Salle entra también.

—¿Y qué te distingue de Salle en esa competencia?

—Y no, nada... Si son 100.000 votos en 2,5 millones dispuesto a repartirse entre partidos chicos, pueden ser hasta cuatro diputados.

El diputado del PERI, César Vega, va por la reelección de su banca.
El diputado del PERI, César Vega, va por la reelección de su banca.

Vega cuenta que un medio “disidente” de Argentina le hizo estas mismas preguntas hace unos días. Que no podían entender por qué no luchaban juntos.

—Tenemos muchísimas cosas en común, pero también tenemos cosas en las que todavía no nos pusimos de acuerdo. De repente, para la próxima, quién dice...

—¿En qué no se pusieron de acuerdo?

—Para mí son cuestiones tácticas.

Lo explica así: “Yo les dije a todos los que se reunieron conmigo, que fueron varios: ‘vos tenés al PERI existiendo y un montón de compañeros y no puede dejar de existir. Si todos ustedes quieren ir bajo el lema PERI, la cancha está abierta’”.

—¿Fue una cuestión de egos?

—Sí, sí, claro.

Eduardo Lust, disidente de Cabildo Abierto, fue uno de los que midió la temperatura para ver si era viable una alianza. Lo habló, entre otros, con su amigo Raúl Viñas, del Partido Verde Animalista, quien a su vez habló con Vega.

No se dio. “Yo en un momento hice una declaración de que en el Uruguay hay unos 50.000 ambientalistas. Y que si nosotros nos uníamos todos, se podría formar una bancada”, cuenta Lust. Y se remonta a 2019. “Vega salió diputado con 24.000 votos, pero obtuvo 33.000. Con esos miles que a Vega le sobraron, la ingeniería electoral terminó beneficiando al Partido Colorado. Si estuviéramos unidos, los votos que le sobran a uno se sumarían a otro integrante de la coalición ambientalista. Tendríamos que tener una elección interna y al que le vaya mejor en esa interna sería el candidato y después acompañamos todos como candidatos al Parlamento. Esa era la idea”.

Camara de Diputados por Rendicion de Cuentas
Eduardo Lust, diputado escindido de Cabildo Abierto, ahora busca renovar su banca con el Partido Constitucional Ambientalista
Leonardo Maine/Archivo El Pais

Lo que pasó después, dice, son temas de que “si va este yo no voy, y si va este otro yo tampoco”. “Pim, pum, no se concretó, cada uno sigue por su ruta”, dice Lust, quien de todas formas resalta los atributos que, a su entender, hacen “particular” y “seductora” la propuesta del Partido Constitucional Ambientalista. “La nuestra —argumenta Lust— es una concepción ambientalista sin ser ortodoxo. Es decir, sin ese ambientalismo que no permite nada. Creemos en el ambientalismo que permite la convivencia de la naturaleza y el progreso. Lust menciona esa concepción del ambientalismo con “respeto” hacia las otras, pero también consciente de que marca las fronteras con otras propuestas, como la del Partido Verde Animalista, el único de todos estos partidos que presentó una interna con competencia.

Rita Rodríguez, proveniente del movimiento social en defensa de los animales, se impuso allí ante Raúl Viñas, referente del Movimiento por un Uruguay Sustentable, con 1.102 votos contra 300. “Esperábamos ganar la interna pero no la diferencia tan amplia”, dice Rodríguez a El País. Además de definir la persona que representará al partido, la interna ordenó el enfoque del PVA, que contrario a sus siglas, ahora será antes “animalista” que “verde”.

“No es lo mismo pensar en términos de agenda verde o ambientalista. Una cosa es la mirada que tiene que ver con la sustentabilidad, o la forma de extraer recursos del modelo productivo, y otra es la que se opone a la mirada de los animales como recursos. Nuestra mirada es que los animales son seres que habitan la naturaleza con nosotros y con los cuales construimos nuestras sociedades”, explica Rodríguez. Entre las principales reivindicaciones, menciona “la tipificación penal de la violencia hacia los animales no humanos”. Para Rodríguez, el enfoque animal “no implica un único tema”, sino que es “una perspectiva mucho más amplia, que engloba a los demás animales, así como una perspectiva de convivencia responsable y respetuosa del otro”.

—¿Cómo se concilia esa mirada de protección animal con el modelo productivo uruguayo?

—La ganadería no es discutible en este momento, por más que nosotros como activistas no la avalamos. Sí creemos necesario que el país se vuelva más competitivo en otras áreas. A la ganadería no la va a terminar el veganismo, sino la tecnología.

Ahí aparecen los matices. Lust, por ejemplo, dice que en medio de las conversaciones por posibles alianzas le preguntaron qué pensaba de las jineteadas. Según cuenta, su respuesta en contra de prohibirlas “alcanzó” para que le dijeran que “era imposible trabajar juntos”.

Vega, en tanto, estima que el partido de Rodríguez va a “levantar muchos votos animalistas” que “de no existir ese partido, seguramente irían al PERI”, pero que los electorados no son excluyentes. Dice, por ejemplo, que una encuesta le dio "grandes niveles de simpatía" entre votantes de Cabildo Abierto, quizá ahora desencantados de ese partido.

—¿Con Lust dividen votos?

—Discutimos mucho sobre la diferencia de ser ecologista y ambientalista.

—Él por lo pronto no hace el énfasis que vos hacés en el tema de la vacunación.

—No. Él se vacunó. En eso estamos solos con Salle. Somos los dos locos.

financiamiento

Un dolor de cabeza de entre US$ 50 mil US$ 200 mil con Vega "millonario"

Las exigencias financieras son uno de los obstáculos más grandes que enfrentan los partidos menores. Algunos de ellos dicen estar viviendo en carne propia los elementos más “oscuros” del sistema político que tanto denuncian.

Sus presupuestos, según cuentan a El País, van de un mínimo de 50.000 dólares, siendo extremadamente austeros, hasta los 200.000 dólares. “Es tremendo. Ahora es una carrera por el dinero. Hasta la interna llegamos a pulmón”, dice Bonica, de Basta Ya. “Todo es plata. Para tener una presencia que más o menos te permita llegar al menos a un legislador, estás hablando en un entorno de 70.000 dólares”, agrega.

Entre los desafíos más inmediatos, por ejemplo, está lograr el cuórum de al menos 251 convencionales que deben ratificar al candidato y la fórmula presidencial. Lo que para los partidos consolidados puede ser un trámite, para muchos partidos chicos es otra posta nada despreciable de la carrera. “Muchos te dicen que van si hay pasaje o comida”, dice uno de los consultados.

Algunos se sorprendieron ante el acercamiento de prestamistas que ofrecían dinero a cambio de la cesión de los derechos del dinero que luego da la Corte por cada voto. A Eduardo Lust hubo alguien que le ofreció 40.000 dólares para ser su suplente, pero lo rechazó. Gustavo Salle dice que maneja un presupuesto de unos 100.000 dólares, que se nutre en parte con lo obtenido en 2019 por el PVA, y otro de aportes personales concretos.

César Vega parte de una situación más holgada.“¡Somos millonarios!”, dice entre risas al explicar que tiene unos 200.000 mil dólares que obtuvo por sus votos de 2019. “Estaba todita guardadita para esto”. “Tendremos una campaña de publicidad en medios gráficos y radio, y vamos a utilizar los minutos de televisión que nos brinda la ley”, dice Vega.

Las locuras

Gustavo Salle atiende el teléfono y se disculpa por haber estado inaccesible en varios intentos anteriores. “Ah, viste que a estos presidenciables se les llena el culo de papelitos, ¿no?”, comenta con sorna. Está de pecho inflado. De todos los partidos alternativos, fue el que más votos tuvo en las internas. Con 4.739 votos, se colocó como la quinta mayor fuerza de esta primera rueda que, vale remarcar, es muy distinta a la de octubre. Cinco años antes, en el PVA, Salle había cosechado 3.075 votos en la interna, también por encima del Partido Independiente y el PERI, pero en octubre quedó por detrás de esos partidos, con 19.392 votos y no logró la banca.

¿Se le dará ahora a Salle? “Hay más trabajo y más argumentos. Ahora ya gobernaron las dos coaliciones y han hecho cualquier desastre. Eso más el trabajo intenso que realizamos en las redes, puede ser la diferencia que nos permita tener más votos y entrar al Parlamento. Y ahí se arma...”

Grupos antivacunas manifestando en contra de las restricciones en las actividades exclusivas para vacunados. Foto: Marcelo Bonjour
Protesta de grupo antivacunas liderado por Gustavo Salle, en 2021, durante el Homenaje al Grupo Asesor Cientifico Honorario (GACH).
Marcelo Bonjour/Archivo El Pais

Otro diferencial fue la pandemia, que lo posicionó como vocero de las miradas más radicales de aquellos que vieron en las políticas anti-covid un avasallamiento de las libertades y los derechos individuales. A eso le agrega una retórica antisistema, y la adhesión a iniciativas de izquierda como el plebiscito contra las AFAP y a favor de la baja de la edad de jubilación.

Sobre la proliferación de partidos alternativos, Salle dice que cada uno tiene su perfil, más allá de que eventualmente, en caso de llegar más de uno al Parlamento, pueda haber puntos de encuentro. “Por supuesto que dividimos votos todos los partidos chicos. Más o menos el espectro electoral al que va dirigido nuestro discurso se comparte con otros. Pero eso es cosa de la política”, argumenta el abogado. Identidad Soberana, afirma, no tuvo ninguna intención de “coaligar” con los demás.

Con menor estructura, visibilidad y votos, Jorge Bonica de Basta Ya es uno de los más angustiados con el fracaso de las gestiones aliancistas. “Es una gran contra. Yo trabajé mucho para unir: al PVA, al PERI, a Salle, a varios partidos. Y me encontré con una muralla de ego impresionante. A mí me preguntaban: ¿y quién se queda con la plata de los votos? ¿quién va a ir de presidente?”, cuenta a El País. “Si todos hubiéramos estado bajo un mismo paraguas, con una columna cada uno, con la locura de cada uno de nosotros, creo que hubiera funcionado”.

Bonica, cuyo partido plantea un ajuste al sector político y el combate a los “privilegios” del sistema, dice que ofreció el lema y bajarse pero que fue “muy difícil conversar”. “Te dicen que sí, después vienen a hablar y están peleados entre ellos. Se hubiera armado una excelente tercera coalición opositora, divina, hubiera sido bárbaro”. Con quien Bonica se siente identificado también, más allá de que no conversó con él para aliarse, es con Guillermo Franchi, del Partido por los Cambios Necesarios. Franchi, que proviene del movimiento Un Solo Uruguay y pretende hacerse fuerte en el interior, propone también ir contra el “costo” del sistema político. “Es contra el status quo, contra el vivir de la actividad política, en contra de que los partidos políticos sean una agencia de colocación de gente en el Estado”. La contracara, dice Franchi, es la necesidad de “generarle mejores condiciones de vida a la gente”.

“Yo lo escucho a Franchi y digo: ¡Estamos en la misma vereda!”, dice Bonica. El productor rural, sin embargo, dice que el partido busca consolidar una senda e identidad propia

También pugnando por una banca están dos partidos que, cada uno a su modo, aseguran no sentirse incluidos en una de las dos coaliciones que a priori debería resultarles más cercana.

Asamblea Popular, por izquierda, reúne a aquellos que entienden que el Frente Amplio no representa la verdadera izquierda, y “mucho menos” el Frente Amplio liderado por Yamandú Orsi. “Supuestamente está la coalición progresista por un lado y la coalición de derecha por otro. Pero no contraponen dos modelos antagónicos”, dice Gonzalo Martínez, candidato a presidente.

“Orsi lo dijo en esta campaña. No va a modificar la política macroeconómica de la actual administración. Lacalle Pou tampoco modificó la política macroeconómica de las administraciones pasadas. Los vínculos con el gran capital y la política de exoneración de impuestos no se modifica”.

Entre las prioridades de Asamblea Popular está poner el plebiscito de la seguridad social en el centro de su discurso, ante las señales ambiguas y las diferencias internas que exhibe el Frente Amplio en ese tema.

Del otro lado, el partido Avanzar Republicano de Martín Pérez Banchero —exdirector de Turismo que inició las denuncias al ministro Germán Cardoso— busca llegarle a un público desencantado por la gestión del oficialismo y que no congenien directamente con la idea de la “coalición multicolor” como algo modelo. “Este modelo de coalición, que funcione bajo la lógica de reparto de cargos, no funciona”, dice Pérez Banchero, quien pretende que en un próximo gobierno haya mayor protagonismo del Parlamento. “Cuando uno compara otros partidos menores o nuevos, en su mayoría hay una matriz marxista. Ahí tenemos una diferencia. Nosotros somos liberales y republicanos”.

La incertidumbre de la carrera electoral, está visto, no se restringirá al voto de los más grandes. Los pequeños reclaman su lugar.

campaña

La “arriesgada” y “magnífica” inclusión de Valeria Ripoll, según Martínez de Asamblea Popular

El candidato de Asamblea Popular, Gonzalo Martínez, bromea que son tan poco antagónicas las dos coaliciones que Álvaro Delgado, en una jugada que describe como “arriesgada pero magnífica”, eligió a Valeria Ripoll como candidata a vice.

“Tienen que conectar con los más humildes. Colocar en la fórmula a una supuesta representante de trabajadores que tiene un hijo con discapacidad, que dice que no es de izquierda ni derecha, que se desencantó con un partido y se afilia al otro por cuestiones humanas, te pone una candidata de igual a igual a la inmensa mayoría de nuestro pueblo; evidentemente confronta con Carolina Cosse, que es ingeniera, y tiene un perfil más tosco y menos sensible aparentemente”.

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