DÉFICIT MILLONARIO
El Frente Amplio implementó modificaciones en la caja militar, pero estos no logran abatir el millonario déficit. La oposición sabe que es un problema y de ganar advierten cambios en la edad de retiro; al mismo tiempo creen que hay que dotar a Defensa de un mayor presupuesto.
Este año se estrena la quinta película de Rambo. El protagonista será otra vez Sylvester Stalone, que cuando se conoció la primera entrega de la saga tenía 36 años y ahora carga con 73 musculosas primaveras. En el primer film su personaje ya era un veterano de la guerra de Vietnam. Tanto en la ficción como en la realidad la carrera en las Fuerzas Armadas es corta, y esta es una de las grandes razones por la que los números de la caja militar nunca cierren: se jubilan siendo muy jóvenes. Si a esto se le suma que cada vez son menos los que aportan -cuando terminó la dictadura eran unos 45.000 efectivos, hoy son menos de 27.000- y los bajos sueldos -los más sumergidos de todo el Estado-, se genera una bomba de tiempo que ni el propio John J. Rambo podría desactivar.
Este año el gobierno debió asistir al Servicio de Retiros y Pensiones de las Fuerzas Armadas (conocido como la caja militar) con US$ 450 millones -en 2018 fueron US$ 439 millones-. En octubre pasado, con los votos del Frente Amplio y Unidad Popular, se aprobó una ley que establece topes en las jubilaciones y aumenta la cantidad de años de servicio mínimos exigidos para poder pasar a retiro. Sin embargo, deberá pasar mucho tiempo para que esto tenga consecuencias reales en la cantidad de dinero que Rentas Generales deberá desembolsar cada año para tapar el déficit. Así lo dijo el subsecretario de Economía, Pablo Ferreri, que cuando la reforma impulsada por el gobierno se discutió en el Parlamento advirtió que hasta 2026 no se iba a modificar la cantidad de “transferencias de dinero”.
En el oficialismo, otro de los que ha hablado de este tema durante la campaña hacia las internas fue el exministro de Economía y expresidente del Banco Central, Mario Bergara, quien sostuvo que “grosso modo” el déficit de la seguridad social es de US$ 3.500 millones, y que en el caso de la caja militar US$ 450es una cifra “enorme”. Y, en este sentido, advirtió que una de las “primeras cosas” que deberá hacer el próximo gobierno es buscar soluciones a este problema.
Los partidos de la oposición saben que en caso de llegar al gobierno el tema de la caja militar es algo que deberá reverse. El candidato del Partido Nacional, Luis Lacalle Pou, favorito para disputar un balotaje con el Frente Amplio en noviembre, advierte que si bien es un tema a tratar, hay que hacerlo teniendo en cuenta que las Fuerzas Armadas están en un momento crítico, faltos de presupuesto como para cumplir con sus tareas básicas de patrullaje. Lo mismo sostiene el candidato colorado, Ernesto Talvi, que advierte que el Frente Amplio ha tratado a los militares con “la misma lógica de 1973”.
El excomandante en Jefe y candidato a la presidencia por Cabildo Abierto, Guido Manini Ríos, está de acuerdo con rever la edad de retiro en las Fuerzas Armadas, siempre y cuando a la hora de plantear una reforma también se establezcan cambios en el Banco de Previsión Social (BPS), la caja policial y la notarial. “¿Por qué solo quieren tocar a los militares? Porque creen que se pasan tomando mate en un cuartel. Eso es desconocer cuál es la verdadera tarea que realizan”.
Así lo ven los blancos.
“Primero hay que tener claro que, aunque se le diga caja, no es una caja: es un servicio de retiro y pensión. Porque decir ‘caja’ presupone que esto es un sistema, y no lo es. El sistema es el presupuesto de las Fuerzas Armadas, del Ministerio de Defensa”, explica Lacalle Pou. “Lo que sucede es consecuencia de que Uruguay, desde hace muchos gobiernos -blancos, colorados y frentistas-, ha decidido sacar activos, reducir las Fuerzas Armadas. Entonces, si reducís los activos, la relación de estos con los pasivos no puede ser la misma. Si aportan menos, más va a faltar para cubrir a los que pasaron a retiro”, agrega.
La solución al problema para el nacionalista es una nueva ley orgánica militar, que sea consensuada por varios partidos, y que tenga en cuenta las necesidades de hoy en día. “Hoy no estamos cuidando el mar territorial. Hoy, del Río Negro al norte, nuestro espacio aéreo no está siendo bien vigilado. Tenemos que ver cuáles son las amenazas: porque no hay un riesgo de invasión, pero sí existe el narcotráfico, sí existen nuestros recursos pesqueros y sí existe el terrorismo”, dice el candidato blanco, y agrega que teniendo en cuenta esto luego se puede pensar en cuántos militares se precisan.
Más allá de esto, Lacalle Pou sostiene que es necesario “reformar la edad de retiro de los militares, por una simple razón: si la gente vive más y mejor, si se está discutiendo en muchos países que los que van a trabajar los próximos años van a tener que jubilarse a otra edad, también hay que modificar eso”. Esto no es algo que piense solo en cuanto a los militares, sino también con respecto al retiro de otros trabajadores.
También advierte que es necesario modificar el “paupérrimo” sueldo que tienen los militares. Hoy un soldado de segunda gana $ 10.334; un soldado de primera pasa a $ 21.842. Para pasar a cobrar más de $ 30.000 -siempre hablando de salarios nominales- es necesario llegar a sargento primero, y así percibir $ 32.227. Y pasar a embolsarse más de $ 50.000, ya requiere ser al menos capitán.
Cuando se habla de ciertos beneficios por parte de los militares a la hora de jubilarse muchos se refieren a la tasa de reemplazo -el porcentaje del sueldo con el que una persona se jubila-. Hoy, para un trabajador que se jubila en el Banco de Previsión Social (BPS), la menor tasa de reemplazo es del 45% -para una persona con 30 años de trabajo y 60 de edad- y la máxima es 82,5% -50 años de trabajo y 70 de vida-. En los militares que se retiran de forma voluntaria -30 de trabajo y 60 de edad- la tasa también es de 45%, pero para quienes lo hacen de manera obligatoria estas cifras pasan al 85% en los rangos mayores y 90% en los menores.
El retiro obligatorio se da, por ejemplo, en el caso del comandante en jefe, luego de cinco años de desempeñar ese cargo; o al alcanzar ciertos límites de edad dependiendo del grado: un general debe jubilarse como máximo al cumplir 65 años; mientras que un soldado o marinero tienen como tope los 48 años de edad. Cuanto menos grado, más actividades físicas se supone que tienen que hacer, y menos tiempo es el que se puede trabajar. En todos los casos, además, se requieren al menos 25 años en las Fuerzas Armadas para los grados superiores, y 22 para el personal subalterno -antes se exigían solamente 10 años-. Estas reformas recayeron sobre los que recién entran en el sistema: no en los que hace más de 20 años trabajan en él, y parcialmente para los que hace más de 10; por eso se demorará en ver los resultados.
“Es cierto que los militares se jubilan mejor que otros, pero hay que tener claro que los sueldos son paupérrimos, que es el empleado público que menos gana. Ganan poco pero tienen un retiro decente. No podemos cambiar esto sin pagarles más”, sostiene Lacalle Pou.
Así lo ven los colorados.
Para Talvi el Frente ha sido “hostil” con las Fuerzas Armadas, las ha pensado con una “lógica setentista” y el próximo gobierno deberá, “en un clima de respeto”, ver qué cambios son necesarios para abatir el déficit.
“Hay cosas para rever, pero hay que hacerlo con respeto, sin dejar de reconocer la necesidad de Fuerzas Armadas que tiene el país. Tenemos 256.000 kilómetros de territorio marítimo -más grande que el territorio físico-. Hay que patrullar las aguas, los ríos, los arroyos. No digo que tenga que haber más ni menos militares de los que hay, eso habrá que verlo, lo que digo es que tenemos que empezar por arreglar lo básico: no tenemos nafta para interceptar a alguien que está en la pesca ilegal, y si lo interceptamos el pesquero se nos ríe en la cara. Hay que abatir el contrabando y el narcotráfico. ¿Cómo pueden poner a la gente a trabajar en esas condiciones?”, se pregunta Talvi.
El senador nacionalista Javier García, en un llamado a sala a la cúpula del Ministerio de Defensa a fines de 2016, documentó toda una serie de penurias económicas vividas por las Fuerzas Armadas. Allí advirtió que, por ejemplo en la Armada, los “buques son pocos, pero además (son) un museo de hierro viejo, con tecnología en desuso, caros y además inseguros para sus tripulantes”; en cuanto a la Aviación Naval, sostuvo que hay solo un avión de patrulla, un helicóptero y un avión para formación de pilotos; y no se cuenta ni “con un helicóptero que pueda rescatar a una persona del mar”; en tanto, el 12% (más de 500 personas) de los miembros de la Armada vivían en ese entonces en asentamientos. Sobre la Fuerza Aérea, García dijo que la operatividad de la flota de combate pasó de 31% en 2010 a apenas 15% en 2016 -y de los 18 aviones de combate, vuelan solo tres-: y sostuvo que “no es responsable exponer a los jóvenes” a volar esos aviones. En cuanto al Ejército, destacó que “de cada 10 efectivos, 4,7 está bajo la línea de pobreza”.
“La situación hoy es la misma, o en algunos casos peor. Debatir el tema de las pasividades sin atacar todos estos problemas creo que no es justo”, señala García.
Volviendo a Talvi, el candidato colorado también advierte que hay que tener en cuenta que “hay un montón de áreas que no tienen relación directa con la hipótesis bélica, que los militares tienen que hacer, y que para eso necesitan fondos”. El presupuesto del Ministerio de Defensa no alcanza a ser del 1% del Producto Bruto Interno (PIB). “Hay que cerrar las heridas de las Fuerzas Armadas con la sociedad”, concluye el economista.
Así lo ve Manini.
El excomandate en jefe del Ejército, que obtuvo una votación de casi 47.000 votos con su partido Cabildo Abierto en las elecciones internas pasadas -un número inusual de sufragios para unos comicios en los que no tenía competidor- (ver entrevista aparte), sostiene que la caja militar no puede ser sometida a una nueva reforma, aunque sí advierte que aceptaría cambios en caso de que se toquen otras cajas.
“Lo que sucede es que cada persona tiene una función, una misión. Un jugador de fútbol con 40 años ya está viejo y no puede seguir jugando; un soldado con 50 años no puede estar patrullando en los calores del Congo, o subiendo las garitas de las cárceles del Uruguay, que son bastante precarias. Dependiendo de la función que cumpla cada uno se podrá establecer la edad en que se tiene que jubilar. No son todos los casos iguales. Hay funciones militares que son de oficina que se podrán hacer a los 60 años, pero otras no”, advierte Manini Ríos.
“El ánimo de los militares es muy alto; hay espíritu”
“Cuando yo estaba en el Ejército el ánimo era muy alto gracias al espíritu y la disciplina, a la dedicación en todos los niveles”, sostiene Manini Ríos, cuando es consultado sobre la falta de presupuesto. Y acusa al Frente Amplio de “no haber hecho la inversión necesaria”.
“Hoy no hay barcos para controlar el mar territorial, y vienen y nos llevan la pesca nuestra, y no hay control aéreo porque no hay suficiente cobertura de radares. No hay aviones para interceptar a los aviones en infracción. Hoy el Estado no le da a las Fuerzas Armadas los recursos mínimos que tienen que tener, y en definitiva esto termina saliendo mucho más caro: por no gastar lo que hay que gastar las consecuencias son enormes”, advierte el exmilitar.