Parece lejana aquella medalla de plata de Milton Wynants en los Juegos Olímpicos de Sidney 2000. Una gesta que define a varios deportes de nuestro país: un milagro. Y que en aquel momento se celebró casi como un gol en la hora en un mundial de fútbol. Pasaron 24 años y seis Juegos, y Uruguay sigue sin repetir: en París 2024 fue uno de los cuatro países sudamericanos, junto a Bolivia, Paraguay y Venezuela, que se volvió sin llegar al podio en ninguna disciplina. De hecho, en 22 participaciones en los Juegos Olímpicos, Uruguay ha ganado solo 10 medallas. Ahora bien, ¿cuántas becas del Estado tienen los atletas que representaron a Uruguay en Francia? ¿Son suficientes los apoyos estatales, que en algunos casos se suman a los de privados o aportes internacionales? ¿Cómo está Uruguay en comparación con otros países de la región? ¿Hay una correlación entre lo que invierten los gobiernos y las medallas obtenidas?
El País consultó a autoridades y distintas federaciones y publica un relevamiento sobre la inversión en el deporte de alto rendimiento y un análisis de cómo está Uruguay en relación a los demás países sudamericanos.
Para empezar, un dato relevante: por primera vez todos los deportistas uruguayos que compitieron en los Juegos Olímpicos de París 2024 cobran algún tipo de beca de parte del Estado, según dice a El País Sebastián Bauzá, secretario nacional del Deporte.
Por ejemplo, uno de los abanderados en la ceremonia de clausura Matías Otero (canotaje) llegó con lo que se conoce como “becas militares”, que corresponden a unos 800 dólares mensuales y son destinadas a 15 deportistas federados de alto rendimiento en el marco de un convenio entre la Secretaría Nacional del Deporte (SND) y el Ministerio de Defensa Nacional (MDN).
En su caso, en el club en el que está en España le dan alojamiento, pero con la beca –que cobra desde enero- puede pagar psicólogo, entrenadores y comida. Otero debutó en estos Juegos Olímpicos con 26 años, pasó al repechaje y en esa instancia, tras ser segundo, se metió en las semifinales de la categoría K1 1000. Su última actuación fue en la Final B, donde quedó 14 de 29.
La otra abanderada en la ceremonia de clausura, Dolores Moreira (vela), quien participó en sus terceros Juegos tras Río 2016 y Tokio 2020, tiene beca militar pero también de solidaridad olímpica, que son más de 1.000 dólares mensuales, y se suman a otros apoyos de empresas estatales como sponsors. Estas becas son otorgadas por la Fundación Deporte Uruguay (FDU) –integrada por el Comité Olímpico Uruguayo y la SND, son 40 por mes y se van evaluando por trimestre. La sanducera de 25 años compitió en la clase ILCA6 de vela y culminó en el puesto 22 entre 43 participantes.
“Ellos no viven con eso, pero en algunos casos les da para pagarse el alquiler, por ejemplo”, dice a El País Eduardo Ulloa, director nacional de Deportes Federados de la SND sobre las becas militares.
“Ninguno se va a hacer millonario”, admite Ulloa, “pero pueden vivir en la élite de eso y competir sin trabajar, puede haber excepciones como Otero que da algunas clases en España, pero hoy no salen a trabajar como pasaba hace años”. Para el funcionario, “el tema de las becas y los aportes que hubo en este período es un gran punto de partida para seguir encarando e involucrando gente en el alto rendimiento, que a veces se ve como costo y no inversión”. Pero, claro, “no es barato el alto rendimiento”.
Ulloa prefiere destacar lo positivo. “En los resultados estuvimos cerca de tres o cuatro diplomas. No es poca cosa estar peleando con los mejores del mundo”, matiza cuando se le pregunta por qué Uruguay no logra medallas.
En total las becas de la Fundación Deporte Uruguay, votadas en el último Presupuesto en el Parlamento, son cerca de 100 millones de pesos para el año olímpico, “que se van dando no solamente a deportistas, sino también a técnicos”, dice Bauzá. “Eso es muy importante porque se mantiene en el tiempo y cada seis meses te juntás con la federación y ves la evolución de cada uno”, acota. Además, para estos Juegos, UTE destinó US$ 60.000 que se dividieron entre los 25 atletas olímpicos, señala a El País Pablo Ferrari, vicepresidente de la empresa estatal.
Sigamos repasando los aportes a los atletas. Vamos al taekwondo: María Sara Grippoli tiene una beca de la Fundación Deporte Uruguay, de 700 dólares al mes. También cuenta con una beca de la Universidad de la Empresa (UDE) donde estudia ingeniería gratis, que si se cuantifica en dinero son unos 40.000 dólares, “es decir la carrera entera”, explica Ulloa. Fue la primera presentación de Uruguay en esta disciplina en Juegos Olímpicos y Grippoli culminó en la posición 11 en la categoría 49kg. Para la clasificación hizo preparación en Brasil y Puerto Rico y compitió en República Dominicana. Para los Juegos, la joven de 19 años se preparó en Brasil y Corea, además de una semana en Francia.
Hernán Umpierre, de 23 años, y Fernando Diz, de 24, tuvieron gran comienzo de competencia en la clase 49er de vela. Tienen beca de la Fundación Deporte Uruguay, alrededor de 700 dólares. Además, la SND les compró el barco por unos 60.000 euros. Los jóvenes culminaron entre los nueve mejores de la etapa regular, avanzaron a la medal race –que se suspendió dos veces en un día y se pasó para la siguiente jornada— y se ubicaron en el décimo lugar de la general que tuvo 20 embarcaciones participantes.
Emiliano Lasa, quien actualmente vive en Brasil, es el que tiene más palmarés tras el diploma olímpico conseguido en Tokio 2020. En París fue 13 de 32 y quedó a tres centímetros de avanzar a la final olímpica. Hoy tiene una beca de solidaridad del COU de 1.200 dólares y cuenta con vacante militar. “Además, se le paga al entrenador, unos 10.000 dólares por año” cuenta el director de Deportes Federados.
Los proyectos
Algunos deportistas “tienen proyecto comprado y armado”, de acuerdo a la ley de mecenazgo “que es lo que el Estado devuelve en impuestos a las empresas; es un proyecto que arma el deportista y la federación”, explica Ulloa.
La Comisión de Proyectos Deportivos (Comprode), creada por la ley 18.833 de Promoción del Deporte, está integrada por un representante de la Secretaría Nacional del Deporte, uno del Ministerio de Economía y Finanzas, uno del Congreso de Intendentes y un representante del deporte, quienes en conjunto asesoran al Poder Ejecutivo para que haga las declaraciones de proyectos deportivos como proyecto deportivo promovido (Prodep).
“Un ejemplo es Mikael Aprahamian (judo), que tiene cerca de 50.000 dólares por año en eso”, cuenta Ulloa. Aprahamian cayó en 32avos de final de la categoría -81 kilos ante el japonés Takanori Nagase, quien luego ganó la medalla de oro al igual que en Tokio 2020.
Mientras, el remero Bruno Cetraro tiene vacante militar y beca de solidaridad olímpica a medias con Felipe Klüver.
Además, cuentan con aportes de la Federación de Remo, que le ha permitido a Cetraro “estar compitiendo en todas las copas del mundo, vivir en España y pagar el entrenador”, señala Ulloa. En París 2024 Cetraro llegó hasta semifinales, compitió en la Final B y quedó 12 de 33 en el single scull masculino.
Eric Fagúndez, de 25 años, completó en el ciclismo la prueba más exigente de ruta, algo que un uruguayo no hacía desde los Juegos Olímpicos de Barcelona en 1992. Ulloa explica que a Fagúndez le vienen “siguiendo la carrera de cerca” y actualmente tiene beca de la Fundación Uruguay Deporte desde marzo. “La idea es que cambie a vacante militar en agosto”, acota. El ciclista uruguayo quedó en el puesto 55 entre 90 competidores.
En natación Nicole Frank, que quedó en el puesto 30 de 34 en los 200 metros combinados, “tiene beca de solidaridad olímpica del Comité, 700 dólares mensuales, con lo que se solventa en Estados Unidos. El COU otorgó a la Federación de Natación 20.000 dólares para la preparación de cuatro atletas, dos que fueron a los Juegos (Frank y Leo Nolles, que fue 47 de 79 en los 100 metros libres) y otras dos nadadoras: Luna Chabat y Abril Aunchayna.
Además, Frank, junto al nadador Diego Aranda y el entrenador Jorge Gnazzo, recibió de la Fundación Deporte 360.000 pesos en total, a repartir entre los tres.
Por último la atleta María Pía Fernández –quien terminó 42 de 44 en los 1.500 metros- tiene beca de la fundación y militar, mientras que Santiago Catrofre (27 de 40 en los 5.000 metros) solo beca militar.
¿Y el rugby? Compitió por primera vez en los Juegos y ganó uno de cinco partidos. También se le otorgó becas. Claro, Ulloa explica que es un deporte profesional “y viene solventado de otros aportes de empresas y a nivel internacional”, a pesar de lo cual la SND viene trabajando con la Unión de Rugby del Uruguay en el mundo olímpico y el seven, tanto en los Panamericanos y los Juegos. Algunos jugadores con contrato profesional pasaron al seven, por lo que se volcaron recursos a esa disciplina y “desde julio varios tienen becas de la Fundación Deporte Uruguay”; cuenta el jerarca.
Bauzá admite que hay debes de infraestructura en Uruguay. Y pone ejemplos: “Actualmente estamos renovando toda la pista Darwin Piñeyrúa, levantando el piso. Esperamos terminarla el mes que viene. En Uruguay solamente la piscina del Campus Municipal de Maldonado tiene 50 metros, pero no hay piscina de calentamiento. Se está haciendo con la Intendencia de Maldonado una piscina de 25 metros”.
Hay un atraso en la infraestructura, “es complicado”, dice. “Estuve una semana en los Juegos Olímpicos recorriendo infraestructuras, viendo diferentes disciplinas y vos te das cuenta que en alguna disciplina es muy complicado con el tema físico. En fútbol, vela, remo, ciclismo son las disciplinas que históricamente obtuvimos medallas y creo que son las que podemos estar más cerca”, agrega.
Sin embargo, Bauzá destaca que “este fue el primer siglo en el cual se dieron premios económicos a las medallas en los Juegos Odesur y también había premios para las medallas olímpicas y por supuesto también para el diploma olímpico”.
“Los chicos, los que han logrado medallas en el ciclo olímpico lo cobraron, y también los técnicos y entrenadores”, resalta.
¿Apoyo suficiente?
Eduardo Ulloa de la SND cree que “no es solo el Estado el que debe apoyar, sino también las federaciones trabajar con los clubes”, ya que “son los que están día a día y saben quién es el mejor profe, a qué academia ir, a qué país ir a prepararse”.
En ese sentido, el jerarca de la SND pone algunos ejemplos: “Cetraro decidió ir a España porque los mejores están en Sevilla. Diz y Umpierre están en Tenerife y entrenan ahí porque hay viento bueno casi todo el año. Ellos hacen el esfuerzo. Hace casi cinco años que están entrenando ahí con un tipo de vida peculiar, con manejar su familia a distancia y estudiar y entrenar afuera”.
Daniel Daners, presidente de la Federación Uruguaya de Natación, exgerente nacional del Deporte, dice a El País que no comparte “la comparación lineal” y cree que el tema debe “complejizarse” para ser analizado. “En su momento yo había hecho un estudio llevando los aportes a los deportes en términos porcentuales de PBI, en términos de población, y Uruguay no estaba tan rezagado en ese tipo de comparativas. Después lo que nos pasa es que somos un país más chico, con menos capacidad y razonablemente menos posibilidad de destinar algunas cosas”, considera.
Daners indica que la mirada debe ir "más allá de la cuenta de cuánto recibe un deportista en Uruguay y cuánto recibe un deportista en otros lugares”. De hecho, “en algunas comparaciones en proporción por lo menos hasta el 2019 en Uruguay se aportaba igual que otros países a nivel estatal. En proporción aportaba más que España en comparación por cantidad de habitantes y PBI”, añade.
Hay otra discusión y es si el deporte de alto rendimiento debe ser una actividad por la cual los Estados pongan prioridad y hasta cuándo. “Hay muchas disciplinas que son profesionales. Entonces, ¿el Estado uruguayo tiene que hacerse cargo de una disciplina profesional? La mayoría de los deportistas, medallistas olímpicos, son profesionales, salvo excepciones. La mayoría son profesionales porque están en un circuito, o están en una federación o están participando de una actividad que genera recursos y pueden aspirar a vivir de eso. Lo que se tiene que discutir es cómo hacer un modelo de negocios que genere recursos genuinos, porque si no están expuestas a los aportes circunstanciales o la decisión de jerarcas”, añade.
El exfuncionario de la SND advierte que “esa plata capaz el día de mañana no la tenés, no son recursos firmes y es muy difícil planificar estratégicamente cualquier actividad cuando los recursos que la sostienen no dependen de ti”. Y pregunta: “¿Está bien que obligues al Estado o a la gente a cargar con una decisión que es personal? Bueno, yo tengo diferencias, matices ahí. La segunda causa de muerte de niños en Uruguay es porque se ahogan. Si yo como Estado tengo que optar entre enseñar a los niños a nadar para que no se ahoguen o destinar plata para que un deportista que está haciendo lo que decidió por sí mismo hacer, vaya a un Juego Olímpico, yo voy a evitar que se ahoguen los niños. La discusión tiene aristas que no siempre se visibilizan”, enfatiza.
Si bien coincide que los deportistas “son espejos para los gurises y está bueno porque se difunde el deporte y la vida saludable hay otras variables que tienen que ser incorporadas a este tipo de miradas”.
Por su parte, Sebastián Gómez, presidente de la Federación Uruguaya de Canotaje, dice que “sin importar el color de los partidos políticos, hay que hacer algo urgente para que las federaciones puedan saber al principio de cada año con qué dinero van a contar”. Y lamenta: “Todavía no hemos tenido ningún apoyo en lo que va a este año de la secretaría. Es bravo trabajar en el desarrollo y más cuando tenés a un deportista como Matías (Otero), que requiere mucha planificación, inversión, darle seguridad. Entonces a veces se complica”.
Gómez cree que, comparado con la región, “Perú, Bolivia, Paraguay, Chile, Ecuador, nos superan ampliamente en el aporte al deporte”. “A nivel deportivo, en América del Sur, por ejemplo, Argentina está por encima de nuestro nivel. En los Juegos Olímpicos el competidor argentino salió en cuarto lugar, y el que le siguió de América Latina fue Matías”, explica. “Es muy difícil laburar mejor, planificado, organizado y con más apoyo. En el caso de Matías está en un club en España que le facilitan algunas cosas, como el alojamiento que se lo pagan”, añade.
Matías Otero compite por un club “donde el canotaje es visto de otra manera, es un deporte muy fuerte donde hay un apoyo importante”. “Le dan un lugar para dormir a cambio de que compita por el club. Después debe cubrir algunos gastos como alimentación, psicólogos, fisioterapia. Ahí a veces cuenta con apoyo de la federación o con dinero del aporte del Comité Olímpico”, señala Gómez.
“Él en el club que está da clases en una escuelita, donde se desempeña como profesor. Eso demanda tiempo y lo cansa, por lo que si logramos un ingreso extra la idea es que deje eso y pueda estar puramente para entrenar”, explica Gómez. “Físicamente estar trabajando con niños al sol cansa, más a ese nivel”,
Las opiniones están divididas sobre qué tan lejos está Uruguay en materia de competencia de alto nivel. Hay deportistas que se desempeñan en el exterior con el fin de tener rodaje y codearse con los mejores a nivel mundial. Si bien no hay recetas claras sobre cómo alcanzar una medalla o diploma olímpico -ya que, si no, ya se hubiesen aplicado- hay varios factores que pesan como el económico, estructural y poblacional, por mencionar algunos.
Hubo deportistas que en París compitieron por primera vez en Juegos Olímpicos, otros de más trayectoria e incluso hay deportes que se estrenaron o volvieron a una cita olímpica luego de muchos años. Participar en un evento de esta magnitud para muchos ya es un triunfo, para otros la discusión de fondo es sobre invertir más o menos, y las prioridades como políticas públicas que un Estado debe tener en materia de deporte de élite. De esto seguramente recién se volverá a hablar en cuatro años.
Los aportes en otros países
Cuando analizamos los aportes estatales que da Uruguay, y hacemos una comparativa regional, es necesario tener en cuenta varios factores, desde la población hasta el Producto Bruto Interno (PBI) de cada país. En Argentina, por ejemplo, hay becas que se conocen como "cecas por excelencia", que se entregan a aquellos que hayan logrado conseguir una medalla en los últimos Juegos Olímpicos o Paralímpicos y hayan "revalidado" ese resultado en el mundial de sus respectivas competencias. El monto actual de la ayuda económica es de 528.840 pesos argentinos (unos 560 dólares).
En segunda instancia está la beca de "Proyección", y se otorga a aquellos deportistas argentinos que presenten tendencias a través de sus resultados a conseguir un podio olímpico. El monto de la ayuda económica por practicar un deporte de alto rendimiento es de 401.918 pesos argentinos (425 dólares), según datos del medio argentino Perfil. Por último, la beca más baja para los deportistas argentinos de alto rendimiento es de 230.520 pesos argentinos (244 dólares).
En Brasil, el programa Bolsa Atleta beca a más de 9.000 deportistas, que perciben entre 370 reales (67 dólares) y 15.000 reales (2734 dólares). El gobierno de Luiz Inácio Lula Da Silva firmó un decreto incrementando las ayudas en un 10,86% a partir de agosto, según reportó Agencia Brasil.
Por su parte, el gobierno de Chile entrega recursos a través de dos fuentes directas. Una es la Beca Proddar, la cual involucra un monto mensual de 577.030.593 pesos chilenos (617.422 dólares) a repartir entre 511 beneficiarios, a cifras de junio de este año, y que perdura por cuatro años, hasta que el atleta pueda revalidar o mejorar su logro.
Según informa el medio chileno ADN Radio, también está la Beca por Logro, que implica dinero a desembolsar anualmente en función de las medallas obtenidas por los deportistas en diversas competencias, además de si obtuvieron récords nacionales o sudamericanos en sus respectivas disciplinas.
En Ecuador, el presidente Guillermo Lasso anunció previo a los Juegos una inversión de 70,6 millones de dólares para el ciclo olímpico París 2024, 20 millones más de lo que se invirtió para Tokio, según datos del Ministerio de Deporte ecuatoriano. La delegación ecuatoriana en París estuvo compuesta por 40 atletas.
Para la preparación hacia París 2024, el Ministerio del Deporte de Colombia, realizó una inversión de 112.315.448.500 pesos colombianos (27.869 dólares), por medio de los contratos celebrados con las federaciones deportivas nacionales y con el Comité Olímpico Colombiano. Además, hizo un aporte para la participación de los atletas, de 7.026.051.500 pesos colombianos (1.743 dólares). En Venezuela, la Fundación Yulimar Rojas 45 entregó las becas Andrés Henrique a 15 atletas venezolanos previo a los Juegos. Cada deportista recibió un aporte de 6.000 dólares, según datos del Comité Olímpico Venezolano.
Por otro lado, el gobierno de la presidenta de Perú, Dina Boluarte, había anunciado incentivos económicos a los deportistas que obtuvieran medallas en los Juegos Olímpicos París 2024: “Serán 60.000 dólares por ganar una medalla de oro, 50.000 si es de plata y 40.000 para las medallas de bronce. Y para los entrenadores de los medallistas se considerarán 18.000 dólares de conseguir la presea de oro, 15.000 por la de plata y 12.000 por la de bronce”. Stefano Peschiera de vela obtuvo una medalla de bronce, la única de Perú en los JJOO.
En Paraguay, el programa de apoyo a deportistas de alto rendimiento contempla una inversión total aproximada de 6.734.000.000 guaraníes (88.702 dólares), fondos distribuidos en cuatro categorías; beneficiando a un total de 76 atletas de 18 disciplinas deportivas, según datos del gobierno paraguayo.
En Bolivia son 3.000 dólares que le corresponde cuatrimestralmente (tres veces al año) a los atletas nacionales, que tienen posibilidades de ir a los Juegos, dinero que hasta marzo no había sido desembolsado, según el medio deportivo boliviano Podio. Son 750 dólares por mes, que comenzaron a correr desde setiembre de 2023. Cuatro atletas representaron a Bolivia en París 2024.
Según un informe de El País de España, los países con más PBI per cápita ganan más medallas por habitante. Al cruzar esas dos variables hay excepciones, países que logran mejores resultados de los que les corresponde por tamaño y nivel económico. Un caso extremo en París 2024 fue la isla de Santa Lucía (ubicada en el mar Caribe), con solo 200.000 habitantes, que se llevó dos medallas con la velocista Julien Alfred.
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