UN TRILLO SILENCIOSO
Guido Manini Ríos, junto a su esposa Irene Moreira, Guillermo Domenech y otros dirigentes, recorren pueblos perdidos del interior cada fin de semana y dicen que no pueden esperar hasta 2024.
Este contenido es exclusivo para nuestros suscriptores.
Algo importante va a pasar en Biassini. Sobre la calle por la que se entra al pueblo hay dos camionetas estacionadas, cuatro personas que miran el celular, llaman, cortan y lo vuelven a mirar. Un hombre baja un parlante de un auto y lo entra al salón comunal donde tres niñas, una de buzo anaranjado, otra de marrón y otra de blanco, inflan globos del mismo color que su ropa. El joven alcalde del municipio es fácil de distinguir: tiene puesta una camisa y un pantalón, entra y sale del salón comunal, saluda a quien se le cruce y disimula los nervios.
Le pregunto si lo conoce personalmente, me dice que no. Le pregunto a un vecino si le va a pedir algo, me dice que no, que solo fue a escuchar.
Se acerca el mediodía y unos 20 de los 350 pobladores de Biassini, un paraje perdido en el medio del departamento de Salto, se ubican en las sillas del salón frente a un escenario improvisado. La guirnalda de globos ya está colocada, las botellas de agua están sobre la mesa, la prueba de sonido está hecha. Él se hace esperar. A través de las ventanas del salón se ve la ruta: cada vez que pasa un auto, los asistentes giran la cabeza.
Guido Manini Ríos debería llegar a las 11.30, pero está “un poco atrasado”, dice una representante del partido que recorrió los 85 kilómetros que separan la ciudad de Salto de Biassini. Este pueblo es el primer punto elegido del interior del departamento donde el senador y general retirado, la ministra de Vivienda Irene Moreira, el senador Guillermo Domenech y el senador Raúl Lozano iniciarán la gira de este fin de semana para “rendir cuentas” de lo que han hecho en estos dos años. “Fines de semana de cara a cara”, le dicen ellos a este trillo por cada rincón del país.
Biassini tiene una capilla, un cementerio y un almacén. Las viviendas que hay no son suficientes, me dice una mujer de 25 años en la última fila de sillas, sentada al lado de su marido de la misma edad. Él, peón de estancia, quedó desempleado en marzo. En su falda, un bebé risueño que está por cumplir un año clava la mirada en la cara de su madre mientras me habla. “En el campo se redujo el personal por la pandemia”, dice ella. Los tres viven en la casa de los padres de él. No son militantes: fueron al salón porque se enteraron de que Moreira vendría. Ella quiere preguntarle por “el tema de la vivienda”.
Santiago Dalmao, el alcalde de camisa blanca, abrió un llamado en los municipios donde gobierna: Rincón de Valentín, de casi 500 habitantes; Pueblo Celeste, de 80 y Biassini, de 350. En total, se anotaron 70 familias. Ella se anotó, —“sí, sí, claro que me apunté”—, pero está ahí para asegurarse de que efectivamente Dalmao le entregue esa lista a la ministra, que la ministra la reciba, que diga que va a hacer algo. Ser testigo de que su deseo —que es el deseo de miles— suba un escalón más.
Una hora después de lo pactado, llegan los senadores y la ministra. Manini se apura a entrar en el salón donde los esperan unas 30 personas. Pide disculpas: el acto en la capital tardó más de lo esperado. En primera fila —y durante todo el recorrido se sentará ahí, en el mismo lugar, siempre frente al excomandante— está Gonzalo Ferreira Sienra, hijo de Wilson Ferreira Aldunate y suplente de Manini en el Senado. Como un escolta, donde esté Manini, estará Ferreira, y donde esté Ferreira, Manini lo anunciará.
El líder de Cabildo Abierto agradece la presencia de la gente y dice que la del alcalde tiene un “doble” valor: Dalmao es del Frente Amplio —“destacá eso, que el alcalde es del Frente”, me dice Manini después del acto, cuando me presento—.
Antes de empezar, da una orden clara: los exponentes tienen tres minutos cada uno para hablar. Empieza Moreira. “Estamos acompañando a nuestro líder en esta recorrida. Este es un verdadero cabildo: no les preguntamos si son cabildantes, si son del Partido Nacional, no les preguntamos de qué partido son”, dice la ministra. “Queremos contarles lo que estamos haciendo en la cancha donde nos toca jugar”. A continuación, enumera las dificultades de estar al frente de Vivienda: el déficit habitacional y los asentamientos, que llevan a que 200.000 personas estén “viviendo mal”. Para contrarrestar, anuncia que ayer inauguró 43 viviendas en la ciudad de Salto y firmó un convenio con la comuna salteña para la mejora de un asentamiento.
Le toca a Domenech. Tres minutos. El senador va directo a 2019: “Hace dos años recorríamos el país y visitábamos grandes ciudades. Habíamos asumido el compromiso de visitar cada rincón del país, y aquí estamos”.
Mientras un miembro de la juventud cabildante reparte ejemplares del diario La Mañana a todos los presentes, Domenech no titubea al decir que “La Mañana es la publicación de mayor nivel hoy día en el país”, que si bien no es un “órgano oficial” del partido, “viene acompañando muchas iniciativas de Cabildo Abierto”.
El senador tampoco vacila cuando sentencia que Uruguay “está cada vez peor”: “Cualquiera que tenga unos añitos y compara se da cuenta de que cada vez estamos peor. Estamos con un freno de mano puesto y eso es lo que hay que evitar. Se tiene que terminar el Uruguay donde medio país propone y otro medio país pone el palo en la rueda”.
Fin de los tres minutos. Como si hubiera cronometrado cada palabra.
Es el turno de Lozano, que anuncia que Cabildo está creciendo. Que en la Junta Nacional se aprobarán dos nuevas agrupaciones en la semana entrante. Que el eslogan “se está haciendo realidad: somos un partido diferente”, dice.
En el salón comunal de Biassini hay cuatro políticos y un público que escucha, hay un repaso de los proyectos presentados por Cabildo en el Parlamento —ley forestal, el de la “usura”— con un tinte a promesa, hay crítica a los renombrados “15 años” y hay crítica al ahora.
“Nos gusta estar cerca de la gente”, dice Lozano. “Queremos buscar respuestas, y las respuestas son soluciones a los problemas de la gente común, no problemas impuestos que vienen marcados en una agenda de lugares desde lejos. Nuestros problemas son los de ustedes, los de la gente común”.
Fuera de este salón, el gobierno tambalea con la polémica renuncia del exministro de Turismo, Germán Cardoso.
Desde la forestación a las políticas de género
Terminar con la “usura” de los prestamistas, promover la ley forestal, estimular nacimientos, que la gente de campo se quede en el campo son algunas de las propuestas que hace el senador Guido Manini Ríos en el interior de los departamentos que recorre cada fin de semana. “No queremos un Uruguay transformado en un gigantesco bosque de eucaliptos, no queremos un desierto verde donde cada vez haya más taperas, más abandono, más falta de gente en el interior del campo”, le dice a su público. Y así como habla del campo, también habla de “víctimas de la subversión de 1960 y 1970” y de las políticas de género. Respecto a esto último, Manini dice que se trata de una política “suicida”: “Las políticas de género buscan enfrentar al hombre con la mujer, al hijo con el padre; buscan dividir la familia. A pesar de que muchos centros de poder mundial la llevan adelante, nosotros la denunciamos”, sentencia.
Mano a mano.
¿Por qué esta recorrida ahora, cuando falta para la campaña?
—Algunos podrían decir que está allanando el camino hacia 2024.
—Nosotros dijimos “vamos a hacer política de forma diferente” —responde Manini—. No queremos volver dentro de cuatro años para la campaña, queremos venir seguido y vamos a venir varias veces. Se puede prestar para que alguien diga “están haciendo campaña”, y bueno, pero es la forma nuestra, estos vecinos no son de Cabildo y no van a votar a Cabildo, pero vienen a plantear su problema. Nosotros los escuchamos, somos senadores nacionales. Se puede interpretar como se quiera, pero esta va a ser nuestra diferencia de hacer política: estar siempre.
—Pero esto genera un capital político, aunque sea indirectamente.
—Yo creo que para la militancia es bueno que vengamos, para todos estos jóvenes. Nos ven, nos saludan, se sacan la foto, y eso yo creo que siempre es bueno. Nosotros concebimos que tenemos que trabajar de esta forma.
En cada pueblo, a medida que pasa la tarde, Manini parece envalentonarse. No repite nunca el mismo discurso; siempre agrega algo.
Ahora, en Rincón de Valentín, por ejemplo, agrega un tema que no dejará de mencionar en el resto de la recorrida: las “víctimas de la subversión marxista de los años 60 y 70”. “Nosotros tenemos un conocimiento de lo que fueron los hechos y vamos a actuar en consecuencia. A nosotros no nos llevan por delante con un relato que lo impusieron en la enseñanza año tras año durante décadas. Tenemos que cambiar eso y vamos a hacerlo, aunque haya mucha gente a la que no le gusta. Queremos la reivindicación histórica de aquellos que también sufrieron en esos años”, exclama el senador.
Al terminar los tres minutos de cada dirigente, una señora entre el público toma la palabra. Se presenta: Beatriz Pereira, instalada en Rincón desde la década del 1980. “Como mujer rural me preocupa el empleo. Antes estaba la zafra de los arándanos. Ahora no hay nada”, dice.
Manini vuelve a tomar la palabra: “En 2019 la gente votó, en parte, porque estaba desesperada por la falta de trabajo. Luego vino la pandemia, que dejó en un segundo plano el problema. Pero la pandemia se esta yendo y el problema sigue ahí, sigue agravado porque se han perdido fuentes de trabajo”. Después, habla de un proyecto que el partido presentó para estimular la creación de micro, pequeñas y medianas empresas, “para que usted”, dice el senador, “si quiere hacer mermeladas, pueda abrir una empresa sin tantos peros, sin tanta exigencia”. Agrega que el documento está en manos del Ministerio de Economía.
Empleo: esa es la constante. En las ocho localidades de este fin de semana el reclamo es siempre el mismo: primero empleo, después vivienda, dice Manini.
Cerca de las tres de la tarde llegamos a Colonia Itapebí, a un salón colmado y una parrilla humeante y llena de chorizos. Pero primero el discurso, los tres minutos y la palabra de los vecinos. Unas 50 personas se amontonan en el salón. “Nuestro líder”, dicen los jerarcas cuando lo presentan. “General”, le dice el grupo de jóvenes militantes.
En este salón, Manini reivindica a Cabildo Abierto como “una opción distinta”, y compara sus inicios con los del Frente Amplio: “Nuestra característica como partido es no tenerle miedo a lo políticamente incorrecto, es mantener el contacto con la gente permanentemente, es no desconectarnos. Es arrimar al escenario político ese viento fresco, ese viento nuevo en la política. Es constituir una opción diferente”, dice frente a un público que lo ovaciona. “Nuestro partido está integrado de gente que viene de otro partido: hay saravistas y batllistas. Pero también hay gente que viene del Frente Amplio, que a su vez, también se formó por batllistas y saravistas y otro tipo de corrientes”.
Y de repente, otra vez, parece 2019. “Nos quieren poner etiquetas. Que somos extrema derecha, mujiquistas, peronistas, las etiquetas más variadas nos han puesto. Pero eso solamente demuestra que hay analistas que todavía no entendieron el fenómeno Cabildo Abierto. Queremos ser un artiguismo en el verdadero sentido de la palabra: esto es preocupación por los más frágiles y respeto a la voluntad de los uruguayos. El que no sienta eso, se equivocó de partido”, y la ovación de los 50 asistentes se hace más grande. “Si no les importa que haya uruguayos muriéndose de frío en las esquinas de las grandes ciudades, si no les molesta que haya uruguayos comiendo de la basura como se los ve y se los ha visto, si no les importa que haya 200.000 en asentamientos, entonces, se equivocaron de partido”.
El día anterior, 20 de agosto, fue el cumpleaños del senador. Lo festeja por segundo año consecutivo en Salto, a 543 kilómetros de su ciudad natal, en un pueblo de pequeños productores, peones de estancia y calles de tierra. Ahora, el encuentro político se transformó en un evento social: los chorizos están listos y los reparten junto con vasos de Coca Cola y Sprite. El líder se distiende, se saca fotos sin distancia y sonríe, no como hace 10 minutos, cuando la dureza en la mirada acompañaba cada palabra. Después del almuerzo, una mujer trae una torta con las iniciales del partido, Manini prende una vela y le cantan feliz cumpleaños. A su lado, como siempre, Ferreira Sienra.
El viaje aún no llegó a la mitad. Luego de varios kilómetros de camino rural llegamos al salón comunal de Colonia Rubio, un punto recóndito en el mapa de Salto. No son más de 15 los locatarios los que lo reciben.
Dos referentes de la comunidad sacan una carpeta y anuncian que tienen diez reclamos concretos para hacerle al gobierno. Que el Instituto de Colonización debe modernizarse, por ejemplo, o que la caminería rural necesita mantenimiento o que al menos un ómnibus debería ingresar en la localidad. La ministra de Vivienda toma nota de todo lo que escucha.
Moreira lleva una agenda siempre abierta donde anota los teléfonos de cada persona que se acerca a pedirle algo. Allí también guarda las cartas y las listas de nombres y apellidos de quienes no tienen casa. “Te vamos a estar contactando”, dice cuando terminan de dictarle un número de celular.
El viernes siguiente, de nuevo en la ruta, la ministra responde mis preguntas por WhatsApp. En la recorrida por Salto no hubo momento: al terminar la exposición, las mujeres la avasallaban con reclamos, historias, sobres y cartas.
La ministra cuenta que el principal reclamo que le hicieron en Salto fue por la titularidad de las viviendas de Mevir. Hay casos en los que la vivienda ya está paga desde hace años, pero el vecino sigue sin su título. Fue el caso de Jorge Enríquez, un vecino de Rincón de Valentín que tímidamente tomó el micrófono para decir que quería hacer “alguna ampliación” en la vivienda, pero que le preocupaba no contar con el título todavía, no tener todo en regla. La ministra reconoció el retraso en la entrega de los títulos y le prometió ponerse manos a la obra.
Pero Moreira sostiene que la vivienda no es el principal reclamo. “Trabajo para jóvenes, para ya maduros, para mujeres, sobre todo para mujeres. Jefas de familia que están desocupadas y que no saben cómo subsistir. Eso es lo que más aqueja a los uruguayos”, dice. “Llegando a Vichadero —escribe por WhatsApp el viernes 27 a las ocho de la noche—. Comenzamos otro fin de semana cara a cara”.
La recorrida del sábado en Salto sigue por Barrio Albisu y termina en Colonia 18 de Julio cerca de las nueve de la noche. El domingo, antes de volver a la capital, hay tres localidades más: Colonia Garibaldi, Villa Constitución y Saucedo.
En Constitución los esperan el alcalde del Frente Amplio Carlos Souto, acompañado del alcalde de Belén, Luis Enrique Zuliani, también del Frente. Al llegar, se escucha un grito desde una almacén: “¡Ahí va Manini Ríos!”, que rompe el silencio absoluto de un domingo al mediodía en el interior. Esta vez, el discurso es un poco más moderado. No se hace mención a la Ley de Urgente Consideración, como en el resto de los pueblos. “No lo mencionamos acá porque nos pareció una especie de desaire a los alcaldes del Frente Amplio, que no se merecen que tengamos una actitud hostil ante ellos cuando están recibiéndonos”, dice Domenech.
—La gente que vive en estos pueblos realmente esta haciendo patria —me dice el senador mientras caminamos por una calle aledaña a la plaza de Constitución—. Si no hubiera gente aquí… La naturaleza le tiene horror al vacío.
—¿No le parece que esta instancia generará más adhesiones al partido?
—Si ese fuera el único objetivo, sería más lógico emplear nuestro tiempo en Montevideo, donde tenemos un mercado de millón y medio de personas. Nosotros sabemos que es un esfuerzo que desde el punto de vista electoral no rinde en la proporción que puede rendir allá.
—Pero justamente Cabildo votó bien en el interior.
—Sí, votó bien porque le prestamos una atención particular al interior. Yo hablé en mucho más en lugares del interior que en Montevideo. Estuvimos en lugares donde nos dijeron que los actuales intendentes no han ido. Te hablo de departamentos donde hay buenos intendentes. “Acá nunca vino ningún intendente ni diputado ni senador, nadie”, nos dicen.
En efecto, en cada localidad dicen lo mismo. “El presidente (Luis Lacalle Pou) estuvo de pasada en 2019, pero no entró a Biassini”, cuenta Santiago Dalmao. Beatriz, la vecina de Rincón de Valentín, me admite que no es cabildante pero que no se habría perdido una oportunidad de hablar con un político que visita su pueblo faltando tres años para las elecciones.
Guido Manini Ríos hace un trabajo de hormiga. Silencioso y casi desapercibido, pero no para los habitantes de las 80 localidades que llevan visitadas en esto que llaman el “cara a cara”. “Por eso el Frente perdió las elecciones. Porque se alejó de la gente”, dice.
—Esto de la cercanía lo hacía mucho José Mujica. ¿Esta conexión es lo que está tratando de hacer usted ahora?
—Claro. Cuando los políticos van perdiendo este contacto, este mano a mano, empiezan a alejarse de los problemas y empiezan a resolverse las cosas en escalones burocráticos en Montevideo. Yo creo que hay que estar al lado de la gente. Y para eso hay que recorrer el territorio, cada rincón del territorio.
Cabildo "es un espectador" de los problemas de los Colorados
El sábado pasado se sumó a Cabildo Abierto Cecilia Eguiluz, una exsenadora del Partido Colorado (PC) con una vasta carrera política. Fue cofundadora de la agrupación Vamos Salto —asociada a Vamos Uruguay— junto al senador y exintendente del departamento Germán Coutinho, de quien fue, además, la número dos durante su última gestión en la comuna salteña. Eguiluz se mantenía alejada de la política desde 2017 hasta hace una semana, cuando formalizó su adherencia a Cabildo Abierto en un acto en el centro de la ciudad de Salto junto a los dirigentes del partido. Ese mismo sábado acompañó al senador Guido Manini Ríos, a la ministra de Vivienda Irene Moreira, al senador Guillermo Domenech y al diputado Raúl Lozano por cinco localidades del interior. En cada una, fue anunciada con bombos y platillos por Manini. “Después de tanto tiempo lejos de la política vuelvo al ruedo con Cabildo Abierto y estoy muy contenta”, pronunciaba Eguiluz cada vez que era presentada. Mientras tanto, en Montevideo, la renuncia del ministro de Turismo Germán Cardoso agitaba las aguas del PC y dejaba en jaque, una vez más, a la coalición.
En este escenario, cabe preguntarse cómo queda posicionado Cabildo Abierto, un socio sobre el cual al principio de la gestión se habían sembrado dudas respecto a la solidez de su apoyo al gobierno.
“Cabildo es un espectador de ese problema”, dice el senador Manini Ríos respecto a la renuncia de Cardoso y las rispideces dentro del PC. “Se trata de una interna de ese partido, bastante dura por lo que parece, y no nos corresponde meternos. Cabildo no queda ni bien ni mal, simplemente es un espectador ajeno a esa situación que se ha dado”, sostiene el senador. Domenech se pronuncia en la misma línea: “No queremos entrar en la interna de otros partidos. Lo que pasó no le hace bien a ese partido ni a la política ni a nadie. A nosotros nos lo han hecho, esa política carroñera, eso de tratar de hurgar en un problema interno de otro partido para sacar provecho”, señala.
El senador se refiere a algo que Manini repitió en cada discurso: “Buscan qué escribimos en Facebook hace siete años y si encuentran algo que hoy es políticamente incorrecto, lo publican con gran escándalo”, sostuvo durante la gira.
En cuanto al rol de Cabildo hoy en día en el gobierno, Domenech se limita a decir: “Cuando se trató la ley de puertos yo fui el primer senador que objetó el contrato, porque tenemos que ser sinceros y decir cuál es nuestra opinión. Para nosotros es algo incómodo. Pero apoyamos al ministro (Luis Alberto Heber) porque creemos que hay que respaldar la institucionalidad. No vamos a poner palos en la rueda”, dice el senador cabildante.