Álvaro Luis Delgado Ceretta tiene 55 años, es veterinario, está casado con Leticia Lateulade y tiene tres hijos: Agustina, Felipe y Pilar. Comenzó su carrera política como secretario de Juan Carlos Raffo en el Senado. Luego tuvo una etapa junto a Alberto Volonté, quien le ofreció el cargo de inspector general de Trabajo durante el gobierno de Jorge Batlle. Fue electo diputado por Correntada Wilsonista en 2004 y 2009. Ese año fundó Aire Fresco junto a Luis Lacalle Pou. En 2014 asumió como senador, y fue el denunciante de la comisión investigadora de Ancap, que terminó en la Justicia. Al llegar al gobierno, Lacalle lo designó secretario de Presidencia, y fue algo similar a un jefe de gabinete.
Este domingo compite con el frenteamplista Yamandú Orsi por convertirse en presidente de la República. Aquí, un repaso de 10 momentos relevantes de su campaña.
Diciembre: Renuncia a la Secretaría de Presidencia e inicio de campaña con el “doble tic”, símbolo de la continuidad
El 21 de diciembre de 2023, Álvaro Delgado dejó su cargo como secretario de Presidencia para dedicarse de lleno a la carrera electoral, partiendo como favorito para ganar la interna blanca. Ese mismo día activó su campaña publicitaria con el “doble tic” como símbolo de la continuidad en el rumbo del gobierno, apoyado en el “tic” de “la positiva” que había acompañado a Lacalle Pou en sus campañas presidenciales. Desde el primer momento, la campaña de Delgado trató de capitalizar la popularidad de Lacalle y traducirla en apoyos a su potencial sucesor, sabiendo que ello implicaba una lucha contra la máxima de que en Uruguay no prosperan los “delfines” del presidente. Confiado en ser la excepción, y ante la imposibilidad de reelegir a Lacalle Pou, Delgado eligió hablar en cambio de “reelegir al gobierno”.
Mayo: presentación programática en un parking para graficar el "segundo piso".
El 2 de mayo, Delgado presentó su programa de gobierno de una forma inusual: desde el estacionamiento de la Asociación Española, para graficar de la forma más literal posible el concepto detrás de su programa, el famoso segundo piso de transformaciones. Los asistentes al acto empezaban en un primer piso en el que se mostraban los logros del gobierno, y luego eran invitados a subir un piso para escuchar los compromisos del candidato en un eventual segundo gobierno.
Junio: La sorpresiva elección de Ripoll como candidata a vice, entre abucheos y el “acto de fe”
Álvaro Delgado ganó la interna nacionalista con una distancia histórica: tres de cada cuatro votos blancos fueron al exsecretario de Presidencia, dejando muy atrás a su perseguidora más inmediata, Laura Raffo, que quedó debajo del 20%. Con esa diferencia, Delgado tuvo manos libres para designar a su compañera de fórmula y sorprendió con la elección de Valeria Ripoll. El anuncio no cayó bien en muchos blancos, y hasta hubo abucheos por parte de algunos militantes cuando Delgado nombró a Ripoll en la noche misma de los resultados. Delgado insistía en una fórmula que “enamore”, y con un plan A que no prosperó —la ministra de Economía Azucena Arbeleche dijo que no en más de una oportunidad—, el candidato pidió a los blancos “un acto de fe” en el aporte de la exsindicalista de Adeom, recién llegada al partido, y quien hasta hacía muy poco criticaba buena parte de la agenda oficialista.
Agosto: Presentación de Diego Labat como eventual ministro de Economía
El 1° de agosto, Delgado anunció públicamente a Diego Labat como su eventual ministro de Economía, la única designación que oficializaría en toda la campaña. El expresidente del Banco Central, uno de los responsables de la baja de la inflación durante el gobierno de Lacalle Pou y cercano a Delgado desde sus tiempos como diputado de Correntada Wilsonista, dijo durante la presentación que el desafío ahora era “dar un nuevo salto y avanzar hacia un país más barato para vivir y producir”.
Setiembre: Nerviosismo entre los blancos por baja en las encuestas
Los meses posteriores a la elección interna estuvieron pautados por cierto nerviosismo entre dirigentes del Partido Nacional, luego de que las encuestas registraran, consistentemente, una caída en la intención de voto. Entre las hipótesis que se esgrimían para explicar la caída estaban los ruidos en torno a la elección de Ripoll, el escándalo político en Artigas a raíz de la imputación del intendente Pablo Caram y la diputada Valentina Dos Santos, y la irrupción del colorado Andrés Ojeda como novedad competitiva dentro de la coalición. Delgado mantuvo su estrategia, quitó dramatismo a lo que mostraban las consultoras, y dijo estar confiado en que el Partido Nacional volvería a liderar la coalición con mayorías parlamentarias. “Si el Partido Nacional vota un punto menos pero ganamos la elección, eso es lo más importante”, planteó.
Octubre: La falta de entusiasmo, la continuidad sin balconeras y la mayoría silenciosa
Delgado está sentado en el living de su casa frente a una cámara que lo filma en primer plano. “Yo siento que soy un candidato que quizá no es el candidato que entusiasme a las masas. Uno tiene que ser crítico consigo mismo. Pero creo que voy a ser un buen presidente, ¿sabés?”. En uno de sus últimos spots rumbo a la primera vuelta, el candidato nacionalista abordó un atributo que sobrevoló varios momentos de su campaña: la batalla contra la falta de épica o entusiasmo. Ya en su primer jingle, Delgado bailaba al son de un ritmo caribeño y un coro que pedía “que no entre el bajón”, pero lo cierto es que la carrera electoral nunca abandonó su ritmo cansino, anodino, algo inercial. A días de la primera vuelta, el candidato insistió en que esa falta de efervescencia se debía a que no había “voluntad de cambio”, sino de continuidad. “La continuidad no tiene militancia ni balconeras; es una mayoría silenciosa que se expresa con el voto”, insistió Delgado en sus actos finales, en los que agregaba que “cuando uno toma la decisión de elegir a quién va a poner a cargo, mucho más que un candidato está eligiendo un presidente”.
Octubre: Almuerzo con Lacalle Pou como cierre de una campaña en los hombros del gobierno y con la sombra del presidente
El miércoles 23 de octubre, a pocas horas de la veda electoral, Delgado se mostró almorzando junto a Lacalle Pou en el Bar Facal, en el centro de Montevideo. Fue la síntesis de otra de las características de su campaña: la estela del presidente y la búsqueda de que la popularidad de su gestión y su persona se tradujera en votos al representante de la continuidad. Lacalle, impedido de hacer política partidaria, contribuyó a la campaña oficialista con una intensa recorrida por todo el país, inaugurando obras, así como con su intervención en el debate público por el plebiscito de la seguridad social. Para explotar aún más su popularidad, las listas al Senado del Partido Nacional estuvieron encabezadas por el presidente, y algunas de ellas incluso llevaron su imagen con mayor protagonismo que el de la fórmula. Delgado declaró que el almuerzo preelectoral era una costumbre. “Antes era en la sede del partido, ahora él no puede”.
Octubre: Acto conjunto con los socios de la coalición, en la noche misma de la primera vuelta, como símbolo de “madurez”
Los resultados del 27 de octubre dieron un respiro a Delgado y al oficialismo, ya que el Frente Amplio votó cercano a su “piso” y la coalición, sumada, lo superó por unos 90 mil votos. Si bien el paso de las horas diluyó la algarabía inicial —al confirmarse que el Frente Amplio se había asegurado la mayoría en el Senado a pesar de no llegar al 44%—, la coalición buscó mover rápido y ya en la noche de la elección se realizó un acto conjunto con los líderes del Partido Colorado, Cabildo Abierto, Partido Independiente y Partido Constitucional Ambientalista. Se trató, al decir de Delgado, de un símbolo de “madurez” del proyecto político iniciado por Lacalle Pou.
Noviembre: “Cambiar el chip” a “acuerdos nacionales” para un gobierno sin mayorías
Ante la falta de mayorías absolutas, los candidatos que pasaron al balotaje debieron salir a explicar de qué forma obtendrían los apoyos necesarios para implementar sus programas de gobierno. Delgado planteó que “el mensaje” de las urnas implicaba “cambiar el chip” y gobernar en base a “acuerdos nacionales”. Al tiempo que continuó criticando lo que ve como un Frente Amplio “más radicalizado”, “sin cortafuegos” ni “liderazgos”, planteó la posibilidad de integrar a dirigentes de la izquierda en su gobierno. Primero nombró como ejemplo a Cristina Lustemberg, senadora electa del Frente y referente en temas de primera infancia. En las últimas semanas fue más allá y dijo que no descartaba tener “ministros” del Frente, y agregó que le gustaría hasta “contar con Orsi”.
Noviembre: El debate con críticas al Frente Amplio, contraste con Orsi y la imagen de la crisis
A una semana del balotaje, Delgado tuvo finalmente la única instancia de confrontación directa, mano a mano, con el candidato frenteamplista Yamandú Orsi. Si bien el debate no fue en el formato que hubiera deseado —dijo que prefería un intercambio con más libertad para repreguntas y discusión—, buscó reivindicar la gestión del gobierno y marcar el contraste con el Frente Amplio. El cierre fue otra vez con la imagen de una crisis. “Si al Uruguay le pasa algo, que ojalá nunca pase, ¿a quién preferiría tener al frente del timón?”