Uruguay es un país pequeño pero, como pasa con todos los países, hay una diversidad de cuerpos enorme. Tomarse cinco minutos en un punto movido de Montevideo para mirar a las personas que caminan da una rápida respuesta: hay de toda estatura y peso. Sin embargo, no hay regulación que garantice que todas las personas tengan acceso a prendas de vestir que se ajusten adecuadamente a sus medidas, y salir a buscar un pantalón o una camisa puede convertirse en una tarea casi imposible, frustrante y hasta dolorosa para muchas personas.
Los “talles únicos” son comunes en los locales de ropa aunque no existe un “talle promedio” que se ajuste a todos, porque eso sería imposible, explica Silvia Díaz, docente de la Escuela Universitaria Centro de Diseño de la Universidad de la República. De hecho, un 69% de las personas dice que no accede a una prenda que le gustaría comprar porque solo está disponible en talle único, según los datos de la segunda Encuesta de acceso a talles de vestimenta y calzado, realizada en mayo 2023 por la consultora Id Retail.
“¿Quién es talle único? Es un promedio, una cuenta, eso no puede ser trasladado a una persona. Para nosotros en la ergonomía promedio es una palabra prohibida”, dice Díaz, quien está especializada en ergonomía, una disciplina científica que estudia las características de las personas para optimizar los diseños. “Si algo no te queda bien, te aprieta, se te cae, siempre tenés que saber que vos como usuario no sos el problema, el problema es el diseño”, dice la docente.
Uruguay se encuentra en un momento crucial en este tema, ya que hay un proyecto de ley aprobado en comisión por todos los partidos pero ahora existen dudas sobre su aprobación en la Cámara de Diputados, al menos con el texto actual. Para la socióloga Ana Laura Gudynas, integrante del Colectivo Diversa, que promueve este proyecto, “la implementación de una ley de talles permitiría asegurar que todas las personas tengan acceso a prendas de vestir que se ajusten adecuadamente, promoviendo la comodidad, la confianza y la aceptación de la diversidad”.
Recorrer las tiendas no es solo ver muchos “talles únicos”, sino que también es normal que las prendas de tendencia tengan solo tres talles: S, M y L (a veces ampliado a XL y XXL). “Hay que dejar de naturalizar que no haya ropa para todos, la vestimenta es un derecho. “¿Y qué pasa con esa gente que sale a buscar una prenda y no la consigue en su talle? Hay personas que dejan de acceder a trabajos o asistir a eventos porque no tienen qué ropa que usar”, dice Gudynas, “es un problema serio, más si pensamos en los adolescentes y las implicaciones en su autoestima”.
Desde 2007 el Parlamento trata el tema. Carlos Enciso -hoy embajador en Argentina- fue el primer legislador que en su momento planteó el tema. El proyecto apenas llegó a ser sancionado en Cámara de Diputados y luego se archivó. Han pasado 16 años y la ley de talles sigue sin sancionarse. “Quizás hay algunos avances, y se muestran otros cuerpos, pero es todo muy tímido”, opina Gudynas, quien participó asesorando en la redacción del actual proyecto.
En 2016 hubo otro paso a aquel primero de Enciso: la idea fue retomada por la entonces diputada nacionalista Pía Biestro(hoy directora de Asesoría Tributaria) pero transitó por esa legislatura sin ser discutido. En 2020 el Colectivo Diversa tomó el proyecto inicial, ajustándose a las necesidades actuales y sumando otros puntos. Presentaron la idea a varios legisladores y fue la diputada frenteamplista Bettina Díaz la que lideró el trabajo en comisión. Díaz no respondió consultas para este informe.
El tema se trató en la Comisión Especial de Género y Equidad de Diputados y, luego de recibir a varios integrantes de la sociedad civil como el Sindicato Único de la Aguja y la Cámara de la Vestimenta, se aprobó el proyecto y se pasó a plenario de Diputados para ser discutido.
Y ahí se trancó. El tema se debería haber tratado el pasado martes pero los diputados no lo abordaron. Según informó el diputado colorado Walter Cervini, miembro informante, todo indica que el proyecto volverá a comisión. Eso por reparos del sector empresarial. “Personalmente voy a proponer al resto de los integrantes que el proyecto vuelva a comisión porque me parece el mejor ámbito para trabajarlo”, indica el diputado.
Y explica las razones del cambio: “Estuvimos reunidos con la Cámara de Comercio y Servicios, con distintos centros comerciales, y hemos identificado bastantes problemas que tiene la ley como está para la aplicación. Entonces queremos revisar algunas cosas, con intención de generar soluciones, no queremos crear nuevos problemas”. Por eso esperan recibir a la Cámara de Comercio, a la Cámara de Industrias y también a la Federación Uruguaya de Empleados de Comercio y Servicios. “Quizás surjan otras delegaciones, pero los integrantes de la comisión tenemos en claro que este tema es importante y hay que resolverlo”, dice Cervini.
El diputado del Partido Independiente Iván Posada, delegado en la comisión, confirma la versión y dice que “hay un reclamo de la Cámara de Comercio, que no fue convocada”. Para Cervini es positivo que se discuta más el tema, incluso afirma que ya había modificaciones que se iban a plantear en el plenario de Diputados.
En cambio, Gudynas, integrante de Colectivo Diversa, dice que no aprobar el proyecto ahora es un retroceso. “Las precisiones que salieron en su mayoría no tienen sustento, porque son elementos que van a estar ajustándose cuando la ley se reglamente”, explica Gudynas. “La idea es ir paso a paso. Tratando de contemplar a todos y que se empiece a ver vestimenta en diversidad de talles sin perjudicar a la industria”.
Desde la industria no se toman de la misma manera el proyecto ley. Un importante importador de textiles, por ejemplo, dice a El País que lo que establece la ley no se puede aplicar a un mercado como el nuestro: “Si yo voy a China y les digo quiero 200 sacos de talle XXL y unos 100 XXXL se me quedan riendo en la cara tres días”. Más adelante volveremos en este punto.
Si bien estamos ahora en un impasse, todos los sectores de la vestimenta consultados por El País entienden que es necesario que se den garantías para que todas las personas, sin importar su cuerpo, puedan acceder a comprarse ropa. El punto de discusión está en las exigencias que impone el proyecto de ley.
¿Cuáles son los talles de los uruguayos?
Salir de una tienda con la ropa que se quiere usar, tener opciones para elegir entre modelos y colores, es la realidad de algunos pocos uruguayos. Filosóficamente el espíritu de la ley busca que esto le pase a todos. El proyecto no entiende a la ropa solo como una herramienta para cubrir el cuerpo, sino que le da a la vestimenta un rol social y afirma que es un medio por el cual “nos sentimos parte de la sociedad, desarrollamos nuestra identidad y expresamos nuestra individualidad”.
Esta ley, a texto explícito en sus argumentos, afirma que busca salir de los estereotipos creados por la sociedad actual, que remarcan el ideal de belleza en cuerpos jóvenes y delgados.
Otro elemento, quizás el más importante y llamativo, es que se plantea crear una tabla única de medidas uruguayas. Toda la ropa, tanto importada como nacional, tendría que manejar esa misma tabla de talles. Es decir, un M será M en todos lados, con las mismas medias. Hoy no existe coherencia entre los talles de distintas tiendas. Según la encuesta realizada por Id Retail, un 82% de los consultados dijo que encuentra diferencia en un mismo talle entre distintas tiendas. Y está situación la puede comprobar cualquiera que salga a buscar una prenda: cada comercio es un mundo.
Para saber cuáles son las medidas de todos los uruguayos, hay que hacer un estudio antropométrico de toda la población. Díaz, la docente de la Escuela Universitaria Centro de Diseño, explica de qué se trata: “Se estudia a la persona en todas sus dimensiones para que los objetos y las vestimentas sean apropiadas para la persona y para la actividad que realiza”. Díaz se especializó en México, el primer país latinoamericano en realizar estudios antropométricos.
La ley aún no se puede aplicar
En 2019 Argentina aprobó una ley de talles y en 2021 se reglamentó, pero aún no se ha implementado. El país vecino ya hizo el estudio antropométrico sobre su población. Los medios locales informan que los resultados del estudio fueron entregados pero no se presentaron públicamente. Lo que ha dado como resultado que hasta el momento los talles que se ven en las tiendas no tengan “las medidas de los argentinos”.
El problema se señala en la burocracia ya que, para empezar a regir, la norma requiere la conformación de un consejo consultivo, algo que todavía no se hizo. En Uruguay el proyecto de ley crea una Comisión Asesora Honoraria, la cual está habilitada a crear otras comisiones temáticas.
“Ellos lo hacen por regiones, porque su país es muy grande. Pero si se realiza una buena muestra en Uruguay sería muy interesante poder saber cuáles son las medidas”. Díaz explica que estas investigaciones se pueden realizar con sistemas de cámaras con láser que toman la medida o a la vieja usanza, con el centímetro en mano.
En la escuela universitaria se han realizado muchos estudios antropométricos por parte de estudiantes. “Hay mucha información ya generada de donde se podría tomar una primera muestra para empezar a ver lo que sucede. Pero sin duda en Uruguay hace falta un estudio profesional, que sistematice toda la información”. Las investigaciones se han hecho sobre muestras muy acotadas, y en el marco de trabajos para la escuela, algunas han sido trabajo de tesis. Lo mismo pasa con las que se han realizado en el marco de una investigación financiada por fondos de la Udelar. Pero son “fotos” de una determinada población, no son representativas de todos los uruguayos.
Inaplicable para los empresarios.
“¿El Estado me va a obligar a hacer algo que no se puede hacer?”, se pregunta Marcel Burgos, dueño de la cadena de zapaterías Marcel Calzados. El empresario cree que la ley se realizó con un total desconocimiento de cómo funciona el mercado.
“En talle de damas nosotros traemos hasta 34, no en todos los modelos, pero sí en varios. Lo mismo con los números grandes. La diversidad en los talles tiene que existir, pero de una manera es el mercado el que lo regula”, dice Burgos, quien reconoce que por su peso y altura sería imposible ir a comprarse ropa a cualquier tienda. “En mi caso voy a ir a las marcas que tienen mi talle, que me entienden como cliente”, admite.
Para Burgos, cuando el Estado se pone a regular en casos como este, no trae soluciones sino problemas. “Si de todos los modelos hay que tener todos los talles, hay talles que no se van a vender, ya lo sabemos, van a quedar en stock. ¿Y quién va a pagar eso?”.
Burgos dice que la ley no se puede aplicar y que, si se pudiera, se perdería mucho dinero. “Hay materiales que importamos como las suelas, que vienen hasta el 41, por ejemplo. ¿Cómo hacemos con este tema si tengo que tener hasta el 46 de todos los modelos?”.
El empresario dice que el costo por tener más producción pasará al cliente habitual, o a pérdida de la empresa. “Los errores inmensos de la ley van a llevar a que el valor del inventario sea más caro. Nosotros somos los que conocemos cómo se compra en el mercado. Está bien, hay que hacer algo para que todos accedan, pero no es por acá”.
El economista Hernán Bonilla es más duro con este proyecto de ley y lo define como voluntarista. “Se cree que porque se declare ley eso va a transformar la realidad y no se toman en cuenta los efectos que realmente puede tener la aplicación”, advierte.
Bonilla, presidente del Centro de Estudios para el Desarrollo (CED), dice que se establecen obligaciones sin conocer cómo trabajan los comerciantes del área: “El importador cuando realiza un pedido al exterior no define exactamente qué es lo que importa y con qué talles. Le llega un container de ropa y cuando lo abre, ve. No existe la posibilidad de pedir talles específicos ni nada por el estilo”.
En el caso de que se cree una tablatura de los talles de los uruguayos, Bonilla cree que sería ahí más difícil o en realidad imposible de aplicar, ya que sería como pedir un diseño de cero. Además, dice que hay varias disposiciones del proyecto que son inconstitucionales. “Por el tema de imposiciones que se les crea a las empresas que producen, importan y distribuyen ropa. Este tipo de limitaciones solo se pueden establecer en base al interés general y este no es el caso de esta ley”.
Un importador uruguayo con más de mil empleados dice a El País que lo que plantea este proyecto de ley “no es real”, y puede traer pérdida de empleo: “No puedo tener de todos los modelos todos los talles, además el consumidor de talles especiales tiene otros gustos. Es un negocio bien de nicho”. Este mismo empresario, dueño de varias marcas y proveedor mayorista en la calle Arenal Grande en el barrio Reus, opina que la solución tiene que venir por dar beneficios a los que se quieran dedicar a producir o importar estos modelos. “Eso sería lo correcto, y no obligarnos a vender algo”, lamenta.
“Me encantaría no traer talles únicos y poder pedir talles XL de los modelos que se usan, pero Uruguay en el mercado de la vestimenta es como el que va a comprar un chicle a un supermercado”, dice el importador. Para sus tiendas trajo más de una vez ropa en lo que él denomina talles especiales, y dice que no se vendieron: “Quizás eran modelos que no son los que gustan acá”. También conoce colegas que hicieron apuestas más arriesgadas, como cápsulas enteras de ropa, y dice que tampoco lograron vender bien.
Necesario según diseñadores
En Uruguay hay algunas pocas tiendas de industria local que trabajan con muchos talles, una de estos casos es Letso Jeans. Manejan 13 talles, venden de forma directa en su tienda, pero también son proveedores para otras marcas.
“Acá llega una chica real y me dice: ¿ustedes tienen talles especiales? Eso no puede pasar, yo vendo talles reales, no especiales”, dice Leticia Soria, dueña de la maraca. Para esta diseñadora hay que cambiar las narrativas y esta ley es un primer paso. “Esas ideas de que no me puedo poner un pantalón oxford porque soy bajita o uso solo negro porque tengo mucha cadera, no tienen sentido. Claro, hay cortes que favorecen más a los cuerpos grandes. Pero la idea es poner un granito de arena en romper esos esquemas que limitan a las personas”, dice.
Los que critican la ley afirman que se va a generar un sobrestock. ¿Pero qué pasa con la ropa de talles grandes que las personas no compran? Soria dice que en su caso prefiere hacerla y que esa prenda quede para liquidación. Pero acá ingresa otro tema, y no tiene que ver con la generación de más talles, sino con cómo se diseñan y con lo que culturalmente se supone un cuerpo grande está “habilitado a usar”.
La diseñadora Agustina Barreto, que trabajó para empresas internacionales y se dedica a diseñar para muchas marcas uruguayas, explica que las escalas son distintas porque las proporciones son distintas: “De repente los cuerpos más grandes tienen la zona abdominal más grande con respecto a otros talles”. Para Barreto es ponerle un poco más de “pienso y amor a lo que estás haciendo. “Una zona abdominal de repente crece mucho pero, a ver, un tobillo no crece”.
El estudio que plantea la ley para saber los talles de los uruguayos es un elemento positivo para Barreto: “Más pensando en las marcas chicas que no tienen los medios para hacerlo. Este estudio antropométrico va a aportar mucho, es un montón de información”. Las marcas más grandes a nivel internacional hacen sus propios estudios y es parte de su producto. Elaboran en base a esos análisis.
La diseñadora uruguaya deja hecha una pregunta. “Este año diseñé para marcas locales bodys en todos los talles, pero los más grandes no se vendieron. No tengo respuesta, puede ser por algo cultural”. Barreto dice que es un tema que tiene que estar sobre la mesa: “Todos los cuerpos tienen derecho a usar lo que quieran, pero sin pasarlo por tela de juicio sino desde nuestra experiencia, ¿van a usar este tipo de prendas?”.
Cada prenda tiene sus desafíos a la hora de diseñar, para que se ajuste a todos. Lo mismo pasa con este proyecto de ley, sigue con problemas de diseño: cuando todo parecía encaminado y tomaba forma, el trabajo se frenó y el molde promete ser otro.
La discriminación que vivió Norina por su peso
“He tenido vivencias muy feas, ahora tengo 42 años, ya estoy bastante curtida”, dice Norina Torres, integrante del Colectivo Diversa. Toda su vida estuvo marcada por su peso, cuando tuvo que elegir su carrera profesional el golpe fue duro. Tres veces se presentó a las pruebas de la Escuela Multidisciplinaria de Arte Dramático (EMAD), pero de manera extra oficial se enteró que su peso era el problema. En ese momento bajó 20 kilos y logró entrar a estudiar actuación. “Pasa en muchos ámbitos, nunca es explícito, pero la discriminación está”, dice.
Torres cuenta que de adulta recién logró ver cómo su salud mental se vio afectada. “De afuera ven la ley de talles como algo superficial pero no lo es, pasar por la experiencia de no encontrar ropa o de usar prendas que no te identifican son violencias que se van sumando a otras que vivimos las personas gordas”.
En su caso sabe que solamente puede encontrar prendas en dos tiendas de los shoppings y, si anda con suerte, que haya algo que le quede bien. “Pasa con los colores, todo es gris o negro. De otros talles capaz hay un pantalón rosado, pero grande no”, dice Torres. La parte más compleja la vivió en su adolescencia. “Era entrar a un lugar y que te dijeran ‘acá no hay ropa para vos’”. En otros casos cuenta que se probó ropa que no le gustaba, pero presionada por las vendedoras entendió que lo tenía que hacer. “Era ‘mejor probate este que te disimula la cadera’, pero en realidad lo sentías como cortarte una parte del cuerpo. Siempre tu cuerpo tenía que ser modificado”.
Torres dice que la militancia y el poder hablar del tema la ayudó mucho a procesarlo. Pero todavía sigue siendo un desafío entrar a un probador, en momentos de apuros cuando hay que salir de paso “porque necesitás una prenda y el talle más grande no te queda”.
“Hoy nos pasa también con las compañeras que vemos fotos de nuestra niñez y adolescencia, no teníamos nada malo, pero la gente nos decía que estábamos mal”, dice.
Hace tres años que ella se alejó del mundo de las dietas restrictivas, según cuenta. “Entonces recién desde ahí es que volví a reencontrarme con mi cuerpo y con quien soy, a entender que no tengo ningún problema”, admite hoy.