Perfil
La designación de Lema generó sorpresa, aprobación y también recriminaciones. Se espera que "limpie" la imagen del Mides. Un perfil del ministro que no quiere perder el espíritu de la militancia.
En aquellas clases de historia, el bramido de los caudillos blancos llegaba ahogado hasta el pupitre de Martín Lema, quien fue un alumno apasionado por conocer los relatos de la Guerra Grande y encontró entre las figuras fundacionales del Partido Nacional un espacio cálido, que es como se siente la admiración. Manuel Oribe, Leandro Gómez, Aparicio Saravia, Luis Alberto de Herrera. Quienes lo conocen dicen que en aquel entonces se enamoró de “la rebeldía ante una causa” y de la valentía que implica mantenerse en pie, con las convicciones erguidas, a pesar de que los resultados electorales no lleguen.
En aquel momento, el que hoy es uno de los hombres de mayor confianza del presidente Luis Lacalle Pou —acaba de ser designado ministro de Desarrollo Socialprotagonizando así un viraje en la estrategia política del gobierno, lo que además lo posiciona en carrera como eventual candidato presidencial para las elecciones de 2024— era apenas un chico estudiando historia, pero en ese estado febril de impulsos que es la adolescencia ya había entendido que probablemente algún día levantaría una bandera. Un acto que, sin importar ideologías, siempre empieza con la ilusión de cambiar el mundo.
“Soy blanco” decía en la casa, con aires folclóricos, y ni la madre —que había votado a los colorados— ni el padre —que había votado al Frente Amplio— entendían de dónde surgía esa afinidad o por qué. Durante un tiempo, esta declaración quedó en eso: un convencimiento juvenil.
En 2002 —aquel año imborrable— Lema empezó a estudiar abogacía. En la facultad, militando para la Corriente Gremial Universitaria, descubrió que le interesaba más lo que sucedía fuera de las aulas que dentro, y de nuevo brotó aquel impulso. Si había elegido el derecho “en busca del sentido de la justicia”, ahora sentía que eso iba a encontrarlo en la política más que en un juzgado.
Cuentan sus allegados que entonces dio el paso, probó en distintas agrupaciones blancas pero nada, no se identificaba con ninguna. Siguió estudiando y consiguió trabajo en una financiera. Era 2005 y el Frente Amplio había llegado al poder. En la empresa el ambiente era así: un grupo de estudiantes de abogacía y ciencias económicas ubicados en cubículos separados por mamparas, en un escenario de un típico call center, que en los entretiempos se convertía en una comunidad de jóvenes que conversaba sobre sus planes para el futuro.
En esa oficina conoció al que se convertiría en su mejor amigo, Nicolás Martinelli, actual asesor presidencial y exdirector general de Secretaría de la cartera que una semana atrás le fue asignada a Lema. A él, le transmitió la pasión por la política, un bicho que hasta conocer a Lema no lo había picado. “En algún momento surgió la idea de armar una agrupación pero desde cero. No queríamos meternos en el sector de nadie, queríamos ir con nuestros propios valores, con principios descontaminados de los vicios de los dirigentes veteranos”, cuenta Martinelli.
Formarían una agrupación pero, ¿para impulsar a quién? Necesitaban un líder. Tiraron nombres, hasta que llegaron al de Luis Lacalle Pou, un diputado joven, hijo de un expresidente, que iba por su segunda legislatura y lideraba el sector Aire Fresco, con la lista 400 en Canelones. “Ahí empezamos a estudiarlo, a ver qué hacía, qué temas había agarrado en el Parlamento porque nos parecía muy importante que fuera una persona que tuviera proyección a futuro. No queríamos arrancar un proyecto y que a los cinco años nuestro líder desapareciera de la política”, continúa Martinelli.
Eligieron a Lacalle Pou; el asunto ahora era cómo llegar a él. Según recrean distintas fuentes, todo empezó por una casualidad después de un partido de Peñarol. Lema había ido con su padre al estadio Centenario y después a una parrillada por la zona. Allí identificó a Gustavo Lapaz, el senador que había sido intendente de Soriano. Se acercó y le pidió si le hacía el favor de pasarle el teléfono del entonces diputado. Lapaz discó el número y le colocó el celular en el oído a Lema, que le pidió una reunión y Lacalle Pou le dijo que sí. Al día siguiente llegó a la oficina y le dio la noticia a Martinelli: tenían que prepararse.
Gracias, pero no.
José Luis Satdjian no contesta el teléfono a la hora acordada, lo hará luego; primero debe dar una conferencia desde su rol de subsecretario de Salud. Él es la tercera parte de este tridente de soldados fieles del presidente que hoy son piezas claves en el Ejecutivo, pero 16 años atrás vivía la aventura de armar una agrupación e integró la “delegación” de entusiastas que visitó por primera vez el despacho de Lacalle Pou. “Martín tuvo un doble rol que fue clave, primero para ir a buscarlo y luego para ingresarlo dentro de nuestro grupo”, opina.
El encuentro tan esperado no salió bien. El actual presidente les habría dicho algo así como “piénsenlo mejor, ustedes quieren ir por Montevideo y yo quedarme en Canelones; conmigo pueden estar perdiendo el tiempo”. ¿Una especie de gracias pero no? La respuesta fue confusa; salieron “desmoralizados”.
“Capaz que no fuimos claros”, pensaron. Y le pidieron otra reunión, pero la escena fue idéntica. Dicen sus amigos que esa “honestidad brutal” terminó calando hondo en Lema y, siguiendo una corazonada, les propuso esperarlo.
¿Por qué? Creen que vislumbró “coraje” en sus negativas y un verdadero “amor por la causa antes que por la carrera”. Una premisa que le quedó impregnada y que, según supo El País, ahora que está en la primera línea y se especula sobre la intencionalidad de que esta designación sea una forma de catapultarlo a una futura candidatura presidencial, se traduce en un anuncio de Lema hacia su equipo en el Ministerio de Desarrollo Social (Mides). Si tiene que tomar una decisión “de la que está convencido que es la mejor para el país, la va a tomar aunque tenga consecuencias políticas”, afirma.
Pero volvamos al pasado. Después de rechazarlos por segunda vez, Lacalle Pou viajó a España a hacer un curso de liderazgo, dónde habría notado la fortaleza de tener gente joven a su lado. Regresó y lo llamó a Lema: “¿Cuándo arrancamos?”, disparó en la conversación. Entonces les pidió una reunión. “Queríamos impresionarlo con nuestra capacidad de convocatoria así que invitamos hasta a los amigos de nuestros primos”, recuerda Martinelli.
Él les sugirió que se probaran en las elecciones de jóvenes de 2007. Ellos crearon la lista 444. “Pasábamos horas pensando cuáles iban a ser nuestros principios. Redactamos una proclama, elegimos el sublema (Desde acá). Para juntar plata para comprar tarjetas de teléfonos e imprimir listas, alquilábamos barras en boliches y vendíamos rifas”, continúa Martinelli. “A los chicos que reclutábamos les decíamos que vinieran a las reuniones que iba a estar Luis, pero él nunca llegaba porque nunca le decíamos. Siempre teníamos una excusa: pinchó en el camino, se extendió la sesión en el Parlamento”.
Salieron sextos, “fue un batacazo”.
Con el viento en la camiseta, Lema renunció a un buen trabajo como jefe de recursos humanos en una metalúrgica chilena que le había ofrecido un ascenso que implicaba el mejor sueldo que había tenido y una mudanza a Argentina.
Pasó a ser asesor político de Lacalle Pou e, integrando la lista 404 de Montevideo del sector Aire Fresco, apostó a una banca como diputado. Pero no lo consiguió. “Aquel 25 de octubre de 2009 fue el día más duro que tuvimos. Nuestro anhelo estaba destrozado. Sin embargo, al día siguiente Martín apareció con un convencimiento mayor, por eso yo digo que de él aprendo a hacer buena política, a trabajar para servir al país desde donde toque”, apunta Satdjian.
Por esa época, además de asesorar a Lacalle Pou, comenzó a trabajar para su padre, Luis Alberto Lacalle Herrera, realizando tareas más técnicas. A él le dedicó el primer agradecimiento cuando, en febrero de 2020, asumió como presidente de la Cámara de Diputados.
El contrincante.
Estamos en 2009. Paola Gatto —actual coordinadora del programa de género del Ministerio de Salud Pública— camina por General Flores a la altura de Corrales; va rumbo a su trabajo cuando lo ve a Lema, un viejo conocido, limpiando una especie de garaje. “Era un sucucho que convirtió en local de su agrupación. Estaba meta limpiar. A la vuelta, volviendo a mi casa, él seguía en la misma. Y ahí me dice que por qué no me meto en política, que yo tenía carisma para esto, que me iba a gustar. Le dije que nunca, que estaba loco, que era un ambiente horrible, lleno de mentiras”.
Dicen quienes lo conocen que Lema siempre consigue lo que se propone, no importa cuánto tenga que insistir para ello. Su tenacidad terminó por convencer a Gatto, que se convirtió en una de sus manos derechas en la militancia, una actividad de la que el flamante ministro “no quiere desprenderse jamás”, puesto que considera que es la forma de recordar sus raíces y de “mantener vigente aquel sentimiento de querer cambiar el mundo”.
Su equipo sigue como filosofía una máxima célebre de Aristóteles que el dirigente se apropió: “Somos lo que hacemos día a día. De modo que la excelencia no es un acto sino un hábito”. Esto, en términos de militancia junto a Lema, dice Gatto que se traduce en recorrer y hacer acciones sociales todo el año y no únicamente en campaña. “La diferencia es que él reparte las listas con vos. No es que llega, está un ratito y se va: es el primero en estimular para que te quedes, siempre te dice ‘un semáforo más y nos vamos’, y cuando querés acordar pasaron horas”.
Tal y como describen, las jornadas de Lema eran y son eternas. Durante su primera semana al frente del Mides, su agenda comenzó a las ocho de la mañana y terminó pasadas las once de la noche cada día. Fernanda Araujo, su exsecretaria en el Parlamento —quien hoyocupó su banca en la Cámara de Representantes—, cuenta que lo apodan “el hombre de las mil reuniones”.
Codo a codo desde 2008, Araujo fue testigo de su primera legislatura como diputado tras las elecciones de 2014 y de su período como presidente de la cámara en 2020. En la primera de estas instancias, lo vio acumular más de 400 pedidos de informes; lo acompañó a refugios, hospitales e instituciones psiquiátricas; recepcionó las llamadas y visitas de decenas de personas que le aportaron insumos para redactar un proyecto de ley para financiar medicamentos de alto costo y presentar las denuncias ante el Parlamento de irregularidades en el Fonasa, en la Administración de los Servicios de Salud del Estado (quemotivó la creación de una comisión investigadora, que terminó con la remoción de la cúpula directiva de este organismo por parte del entonces presidente Tabaré Vázquez en febrero de 2018) y en el Mides.
Sus cuestionamientos contra el Mides no prosperaron, ya que no hubo votos suficientes para conformar una comisión investigadora. La entonces ministra Marina Arismendi lo acusó de buscar visibilidad y de usar al Mides para hacer campaña. Y si bien para muchos estas acciones son pruebas de que está preparado para idear y dirigir políticas sociales en medio de una crisis generada por el COVID-19, desde la oposición se señala que en aquellos tiempos el seguimiento de Lema se concentró en el control de gastos y el tipo de contrataciones. “No hacía un seguimiento programático ni técnico, buscaba irregularidades. No le conozco una sola iniciativa de políticas sociales”, plantea la actual diputada frenteamplista Micaela Melgar, quien dirigía la división de Calle del Mides.
“En el Frente Amplio muchos pensaron que estaba muy ensañado con algunos temas y por momentos quizá se pasó un poco de la raya”, opina el actual senador Alejandro “Pacha” Sánchez, con quien Lema protagonizó un resonado enfrentamiento en un programa televisivo. “Pero yo sé que en la cámara están los legisladores que no preparan los temas y los que sí. Él es de esos, de los que le ponen muchísimo trabajo y eso te obliga a prepararte de la misma manera para dar una respuesta. Fue muy confrontativo, pero con estudio. Buscó generar un espacio de liderazgo que es una característica que lo va a ayudar en su nuevo rol”, dice Sánchez.
Por estos días, la debutante diputada Araujo, que ocupa el despacho que fue de Lema, se comprometió a organizar las carpetas con la investigación en torno al Mides, “cosa de tenerlas a mano si Martín las necesita”. Y espera el aval para enviarle a su nueva oficina un cuadro con una fotografía de Lacalle Pou portando la banda presidencial con una dedicatoria que a la vista de los hechos podría interpretarse como sugerente. Dice: “Para Martín, compañero y amigo. Presente y futuro del Partido Nacional”.
Cuestión de metas.
El 1° de mayo, cuando el presidente anunció en Twitter que sería el próximo ministro de Desarrollo Social, el celular de Lema explotó. Recibió más de 700 mensajes, de los cuales archivó unos 300 que no pudo responder todavía, pero piensa hacerlo.
Su antigua secretaria cuenta que el volumen de llamadas siempre fue descomunal ya que Lema tiene la costumbre de entregar en las recorridas tarjetas con su teléfono personal, o decir su número al aire en la radio o televisión. La cercanía con la población “es una forma de mejorar la calidad del trabajo”, argumenta cuando lo cuestionan, y dice que “desconfía de lo que se define detrás de un escritorio sin ponerle contexto, y sin ponerle al contexto calle y testimonios”.
Uno de los primeros en felicitarlo fue el diputado (y amigo) colorado Conrado Rodríguez. “Era previsible que el presidente lo pusiera en algún lugar dentro del Ejecutivo, por la confianza personal y política que le tiene y porque en la presidencia de la cámara demostró una muy buena gestión”, opina.
Un año como presidente de la Cámara de Diputados
Desde Presidencia se argumentó que el cambio de dirección en el Mides responde a una necesidad de mayor articulación política y territorial. Legisladores consultados coinciden en que, además de la confianza que el presidente tiene hacia Lema, uno de sus soldados más jóvenes (38) y leales, podría haber influido su desempeño como presidente de la Cámara de Representantes. Durante ese año, protagonizó un episodio polémico cuando interrumpió a la diputada Verónica Matto mientras se refería a la violencia de género. “Me hiciste sentir en carne propia lo que es la violencia política”, le recriminó ella. Pero su gestión se consideró exitosa. Logró ahorrar más de cuatro millones de dólares (que serán 16 para 2024), creó una plataforma de participación ciudadana, además de desarrollar un programa legislativo de modernización y de control al Ejecutivo, perfeccionando los pedidos de informes.
Daniel Radío, exlegislador (por el Partido Independiente) que presidió la comisión investigadora de ASSE, y que renunció a un cargo dentro del Mides bajo el gobierno de coalición por desacuerdos con el antiguo ministro Pablo Bartol, considera que su “cabeza política y su predisposición para escuchar y aprender” harán la diferencia.
Aunque algún confidente de Lema trasladó a El País que la noticia lo tomó por sorpresa y que él se estaba preparando para terminar el período como diputado, con el ojo puesto en el fortalecimiento de la representación (que había iniciado con la creación de la plataforma de participación ciudadana que registró más de 500 ideas para modificar o redactar leyes); otras figuras claves señalan el camino contrario. Uno de ellos es Martinelli: “Martín está armado de ideas para el Mides desde hace cinco años. En dos días me tiró no sé cuántas de lo que quería hacer y cómo implementarlo”, desliza.
Tras la renuncia de su suegro, Armando Castaingdebat, y la designación de Andrea Brugman en la subsecretaría, Lema desembarcó en el Mides, encargó “una foto” del estado de situación de cada uno de los programas; hizo cambios en las dirección; visitó refugios durante la madrugada del jueves y comunicó que la población en situación de calle recibirá la vacuna Pfizer. ¿Cuál será su desafío en el Mides? Martinelli opina que “limpiar la imagen de desprestigio y prepararse para tiempos difíciles”. ¿Cómo? “Tendrá que por un lado programar y por el otro ser rector, lo que lo obligará a ser un buen articulador para coordinar políticas con otros ministerios. Lo que se espera de él es que tenga la capacidad de solucionar los problemas con rapidez”, lanza su amigo y asesor presidencial.
¿Y el 2024? Según supo El País, al enterarse de la incipiente agrupación que se creó tras su figura —Miremos lejos— Lema aseguró que no son tiempos para actividades partidarias. Fuentes cercanas al ministro aseguran que “no quieren tentaciones” y por eso descarta la candidatura presidencial para las próximas elecciones, porque está “comprometido con la causa del Mides sin distracciones”. Pero lo cierto es que no lo ha declarado en forma pública.
De ese compromiso dependerá en buena parte la desarticulación de las conjeturas de la oposición, que a través de exjerarcas del Mides como Daniel Olesker y Ana Olivera le recriminaron al presidente haber designado a un político sin perfil social ni conocimientos para el cargo.
“Creo que Lema tiene un perfil fuerte y es bueno en sus declaraciones, es una figura política y a eso se apunta: a blindar la imagen del Mides, no a desarrollar políticas sociales”, opina la diputada frenteamplista Melgar. Y sigue: “Lema necesita posicionarse como una figura de relevancia nacional, él quiere ser presidente, lo ha dicho. Se está usando una vez más al Mides para desprestigiar al Frente Amplio y catapultar la carrera de alguien y ya venimos de dos personas que no querían estar ahí. Una es Martinelli, que hizo las auditorías y se fue, y el otro Castaingdebat, que reconoció que quería estar en Deporte”.
A las primeras declaraciones públicas —en las que Lema manifestó que el Mides debe ser el “ministerio de la oportunidad” y que los protagonistas “deben ser las personas, no los programas”— Melgar las define como “eslóganes”. “A Bartol le pedimos tres veces la planificación quinquenal y nunca la entregó. Pero si Lema tiene una buena propuesta, es importante para el país. El gobierno es de la coalición y a esta altura lo que importa es que alguna idea funcione”, concilia la diputada.
Desde el ministerio cuentan que Lema llama constantemente a quienes están realizando el análisis de los programas para obtener adelantos y así afinar si la información que va surgiendo respalda los proyectos que quiere implementar. “En esa combinación busca la eficiencia”, dicen sus allegados. No importa la hora, no descansa.
Alguien lo escuchó decir lo siguiente:
—Yo no quiero ser una ciencia ficción, yo no me tengo que esforzar por caerle bien a los funcionarios. El fin principal en nuestra vida es el bienestar interior, a veces nos ponemos metas que para alcanzarlas hay que hipotecar ese bienestar y yo no quiero eso. Me niego a ser un disfraz para cumplir una meta.
"Nos dijeron que el equipo se mantendría hasta el final del período"
“Su nombre había sonado el año pasado. Cuando se modificó el gabinete (con la partida de Martinelli, en febrero), las autoridades nos dijeron que descartáramos el rumor porque este equipo se iba a mantener hasta el final”, plantea Lucía La Buonora, secretaria del sindicato de funcionarios del Mides. El día anterior al anuncio, el sindicato difundió un comunicado en el que reclamaba “la falta de explicitación sobre los objetivos del ministerio”. Según explica, 2020 fue un año conflictivo, con 20 despidos, “desmantelamiento” del Sistema de Cuidados y el cierre del programa Jóvenes en red y del Servicio de orientación, consulta y articulación territorial. “Queremos volver al territorio pero en cambio vemos una política orientada al asistencialismo”, dice refiriéndose a la entrega de canastas y a los refugios. Además, reclaman que aún no se resolvió el problema de los contratos precarios (que afecta a un tercio de los 1.800 funcionarios del ministerio), ni se definió un organigrama que les permita realizar una carrera funcional, un viejo problema que el nuevo gobierno se había comprometido a resolver.