Mercado negro: así venden medicamentos en forma clandestina y a 100 pesos en las ferias

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Medicamentos incautados por Inspección General de la Intendencia de Montevideo
Intendencia de Montevideo / Agustin Fernandez/Intendencia de Montevideo / Agus

Tráfico de remedios

El comercio ilícito de medicamentos creció en las ferias. Se vende y se compra de todo, sin receta y por valores entre los 50 y 150 pesos. ¿Cómo se abastecen los feriantes y quiénes son sus clientes?

Ahí están, sobre paños en el suelo, tendidos bajo el sol, al lado de unas botas con el cuero quebrado de tanto uso, expuestos junto a herramientas o entre ropa de segunda mano. El volumen y la calidad de la oferta varía de acuerdo al puesto, pero en todos los casos los feriantes que venden medicamentos este jueves en Piedras Blancas responden las consultas sin rodeos: de doliente a doliente.

El primer puesto es discreto, lo atiende una señora mayor.

¿Tiene antidepresivos?

—¿Cuál querés?

—¿Sertralina por ejemplo?

—Acá tenés —me extiende una caja cerrada del laboratorio Dorrego, de ASSE—, te la dejo a 100 pesos.

—¿Está en buen estado?

—Ni una semana de entregada tiene esta caja. Mirá, acá tengo más —dice mientras abre un tupper con decenas de blísters—, si te los llevás sueltos te dejo a cuatro por 100.

—¿Pero y estos de dónde salieron?

—Están bien, eran míos.

¿Y usted no los toma?

—Debería, así no estoy tan nerviosa.

Me los llevo.
A mi lado un hombre compra un blíster suelto, es un remedio para la presión. También le sale 100 pesos. “En la farmacia vale 800”, comenta. Unos pasos más adelante, los fármacos se multiplican. Un feriante vende herramientas usadas y en el centro de una llanta de bicicleta dispuso cinco baterías para celulares, dos cajas de inhaladores y un antialérgico que se aplica con spray nasal. A este lo reconozco. Flixonase se llama, su costo en farmacias supera los 3.000 pesos.

¿A cuánto el spray?

—A 100.

¿Por qué la caja está tan rota?

—Me llegó así, pero está perfecto.

Saco el frasco y el contenido parece parcialmente consumido.

Piedras Blancas
Feria de Piedras Blancas. Foto: Leo Mainé

A unos metros, una pareja dividió su mostrador —digámosle así— en dos, de un lado porcelana y del otro remedios. Me pregunta qué ando buscando. El hombre me ofrece Buscapina en gotas (443 pesos en farmacias), que por supuesto, como todo en esta feria, cuesta 100. ¿Y el paracetamol? “A 60”, dice.

Avanzo y me cruzo con más medicamentos de un lado y del otro de la cuadra. A veces aparece una caja solitaria en medio de otra mercadería, otras veces están de a decenas, apiladas, como una colcha de fármacos. “Hay de lo que quieras”, me insiste un vendedor. Me detengo en un puesto atendido por dos mujeres, acá el volumen es superior y las mercaderías lucen más cuidadas: no venden blísters con pastillas faltantes (como sí sucede en otros puestos), ni aceptan fragmentar.

La mayor toma la posta.

—Mirá, vos nunca compres sin mirarle la fecha de vencimiento a la caja y a lo que está adentro también —me aconseja—. El otro día vino una señora que lloraba de dolor, me contó que otro puesto le había vendido los relajantes musculares vencidos. Conmigo eso no pasa. Se llevó cinco cajas la señora.

—¿De qué?

—Xedenol. Está a 150.

—¿Y cómo lo tomo?

—Yo por lo general tomo la medicación de noche. Al ser un relajante muscular, vos estás todo el día cansada, entonces te tomás una pastilla de noche y te levantás como nueva.

—¿Segura que está en buen estado?

—Amor, quedate tranquila que yo no te voy a mandar a la guerra.

—¿Insulina tenés?

—Ampollas no, pero estas pastillas —me muestra una caja rosada— es lo mismo, las picas y tienen el mismo efecto.

—¿A cuánto está?

—150.

—¿Todo vale 150?

—Yo no mato, yo sobrevivo.

—Bueno, confío en vos.

—Claro. Vos cualquier cosa me encontrás siempre acá.

Entre gris y negro.

El problema de la venta ilícita de medicamentos es viejo y conocido. Su comercialización está prohibida en ferias y en cualquier comercio que no sea una farmacia.

Al de la feria se le denomina mercado negro, porque se puede acceder a medicamentos de todo tipo, sin receta, a precios muy baratos, que no están en las condiciones indicadas de conservación e higiene fundamentales para no alterar el efecto esperado de las sustancias, lo que puede tener “consecuencias peligrosísimas”, según advierten hasta el cansancio los expertos.

Por otro lado, en los comercios no habilitados —minoristas y mayoristas— suelen encontrarse remedios de venta libre, y en algunos casos están en aparente mejor estado de conservación: a este se lo define como un “mercado gris”.

En los últimos años, la irrupción de la digitalización en la medicina mejoró el control del stock en laboratorios, droguerías, farmacias e instituciones públicas y privadas que prestan servicios de salud , y así la fuga de fármacos amainó. Sin embargo, en un contexto de crisis económica producto de la pandemia, la oferta y la demanda de remedios en el mercado negro volvió a crecer.

Desde las intendencias de Montevideo y Canelones explican que, en los últimos meses, las áreas periféricas de las principales ferias barriales se extendieron. En Canelones, estiman que en un orden del 30%. En estos puestos nuevos, sin regularizar, se encuentran medicamentos, aunque también están en las zonas ya “legitimizadas”.

Según supo El País, recientemente en Montevideo se han hecho incautaciones de grandes volúmenes, “lo que indica que la circulación de medicamentos en las ferias aumentó”, confirma una fuente que participa de las inspecciones. “Hay puestos que son como farmacias organizadas”, agrega. En algunas intervenciones se hallaron pedidos armados con los datos de los clientes, “esto demuestra que hay cierta organización”.

De acuerdo a un informe del Servicio de Convivencia Departamental de la Intendencia de Montevideo (IMM), “en numerosas ocasiones los medicamentos están en franco deterioro, vencidos, fraccionados y algunos fueron fabricados para Salud Pública en exclusiva”.

En junio de 2020 se destruyeron 205,5 kilos de medicamentos incautados entre fines de 2019 y el primer semestre de 2020. A su vez, desde julio a diciembre de 2020 la IMM confiscó 14.101 medicamentos mayoritariamente procedentes de ferias, mientras que en 2021 levantó 25.104, sobre todo en comercios.

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Medicamentos incautados por la Intendencia de Montevideo. Foto: gentileza de la IMM

En tanto, la Intendencia de Canelones lleva incautadas 1.355 cajas con blísters, 27 con inyectables y 32 con jarabes. Identificó antibióticos, ansiolíticos, analgésicos, medicamentos para tratar el alzhéimer y el párkinson. Algunos de origen extranjero, especialmente brasileño. “Más que la venta que hacen particulares de su propia medicación, hemos detectado sellos de farmacias, de la Administración de los Servicios de Salud del Estado (ASSE), de mutualistas y residenciales”, indica Luis Garrido, director de Contralor.

¿Qué consecuencias hay para los vendedores? Desde el punto de vista administrativo, si es un feriante regularizado puede perder el puesto, pero más allá de esto, en general no pasa nada. Al estar cometiendo un delito, deberían ser arrestados, pero este procedimiento en una feria suele generar violencia y para evitar esa situación se toman sus datos y se trasladan a la Policía. Sin embargo, todo indicaría que no son citados: “Siempre nos encontramos con las mismas personas vendiendo”, plantea un inspector.

“Tenemos registro de todo lo que incautamos, pero nunca nos dieron mucha corte. A lo largo de los años hemos presentado denuncias en el Ministerio del Interior, hemos hablado con el Ministerio de Salud Pública (MSP), con ASSE y hasta con la Junta Nacional de Drogas (porque varios comprimidos son consumidos por adictos) pero no hemos tenido mucha devolución”, dicen desde la IMM. Un panorama similar expresan desde Canelones. En definitiva, la información de los medicamentos y de quienes los comercializan está, pero no se ha investigado a fondo para reconstruir la cadena. Y destruirla.

Los eslabones de la cadena.

Todo empieza en un laboratorio. Ricardo Ortiz, asesor técnico de la Asociación de Laboratorios Nacionales, asegura que controlan la trazabilidad al cien por ciento. Según describe, el fabricante sabe a quien le entrega cada medicamento, conserva el número de lote y la fecha de vencimiento. La mercadería es distribuida a farmacias, droguerías, prestadores de salud públicos y privados; todos receptores habilitados por la autoridad sanitaria nacional.

Piedras Blancas
Feria de Piedras Blancas. Foto: Leo Mainé

“Los laboratorios tienen un control muy estricto de su stock. Después, cuando pasa a otro eslabón de la cadena se sabe que puede producirse alguna fuga. Si eso termina en un comercio ilegal escapa a nosotros. De todas formas somos los primeros interesados en combatirlo porque, entre varios problemas, diluye toda la seriedad de la fabricación y desprestigia al laboratorio”, plantea. La asociación tuvo conversaciones con el MSP e Interior y con el Poder Judicial. “Se podría investigar el origen de cada lote incautado para encontrar las fugas”, sugiere Ortiz.

En el caso de los medicamentos importados, Daniel Garat, desde la Cámara de Especialidades Farmacéuticas y Afines, explica que la mercadería se conserva en depósitos de empresas de logística que los distribuyen a sus destinos. ¿Cómo llegan productos a comercios no habilitados? “Es un negocio que no pasa por los laboratorios, no tenemos idea de cómo los venden ni a quién”, dice. Desde las intendencias, cuentan que alguna vez encontraron facturas de farmacias “que estarían revendiendo”, pero que no hay evidencia que pueda esclarecer cómo se da el tráfico. Como sea, según Garat, entre los socios no tienen identificada una situación de fuga que lo posicione como “un tema de preocupación”.

Para las farmacias asociadas este sí es un flagelo, especialmente para las del interior (unas 350 activas en el gremio) que lo identifican como “un goteo constante que las debilita día a día”. Las denuncias de socios que informan de la venta en canales no habilitados son cotidianas. Estaciones de servicio, peluquerías, kioscos, supermercados, ferias. “Hace 10 días que largamos un comunicado a todas las direcciones departamentales de Salud para trasladarles las denuncias que tenemos. Hay que ponerle la lupa a la cadena para identificar cómo es que pasa esto”, dice Alicia Chavert, presidenta del grupo.

Otra historia empieza cuando la mercadería llega a los prestadores de salud. Carlos Cardoso, vocero de las mutualistas, dice que en el ámbito privado la desaparición de medicamentos es mínima debido a que existen sistemas digitalizados de control. “La salida de medicamentos está vinculada a una receta médica (tanto en policlínicas como en sanatorios) y además a un acto administrativo, el ticket, que es un acto que se informa mensualmente al MSP”, asegura.

¿Qué pasa en ASSE? La dirección se negó a participar del informe argumentando que “este tema es competencia del MSP”. Sin embargo, a través de fuentes que trabajan en hospitales, se pudo reconstruir que en general no existe un control firme de la medicación que circula para pacientes internados. Según estos relatos, las farmacias no retiran los medicamentos sobrantes con una frecuencia adecuada, ni se lleva un registro sistematizado de la medicación sobrante si un paciente egresa. Así, “se acumulan en cajones, desbordados”. En el medio, varios fármacos suelen “desaparecer”.

Entre distintos testimonios, una nurse manifiesta que, tras reiterar las denuncias de faltantes de insulina, optó por cargarlas en sus bolsillos. “Eso que yo hago no está bien, pero es la única manera de tener el medicamento si lo necesita un paciente con urgencia, porque la farmacia está en otro piso del hospital”, dice.

A diario desaparecen remedios para la presión, calmantes, inhaladores, insulina, psicofármacos.

fármacos en ferias
Las ferias se abastecen de medicamentos de distintas formas. Foto: Leo Mainé

Martín Pereira, presidente de la Federación de Funcionarios de la Salud Pública, niega que exista una fuga llamativa adjudicable a funcionarios. “En la feria ves medicación que está en el vademécum de ASSE y otra que está por fuera. El abastecimiento del mercado negro tiene muchas aristas. Hay mucha gente que vende su medicación para hacer un mango, cuando debería tomarla. Pero si las autoridades quieren hacer la trazabilidad es fácil porque cada medicamento está marcado con el número de lote. Se podría saber de dónde sale cada uno”, dice.

Los compradores.

Además de los controles municipales en ferias y en comercios, el MSP realiza sus inspecciones. Unos días atrás, frenó la venta de medicamentos en una plataforma digital e intervino en el bagashopping de Salto. Para estas tareas por ahora cuenta con un cuerpo de 12 inspectores; “demasiado pocos”, reconocen desde la cartera. Con la meta de mejorar los controles, se creó una dirección de fiscalización a la que pronto dotarán de 50 funcionarios. Entre las áreas a atender, está la circulación ilegal de medicamentos.

Es que el problema es viejo, conocido y complejo. Entre los distintos orígenes de los medicamentos que se mueven en las ferias, algunos proceden de personas que venden los fármacos de familiares fallecidos y hay usuarios de ASSE con patologías crónicas que retiran su medicación mensual de forma gratuita, no la consumen —en mayor y en menor medida— y la comercializan. La feriante de Piedras Blancas que sugirió picar una pastilla para sustituir la ampolla de insulina, dijo que varios de los remedios que ofrece los obtiene por ser paciente oncológica.

Esto opina una médica:

—¿De dónde salen los remedios que ves en la feria? Salen de donde te los dan gratis y si los vendés por 150 pesos es todo ganancia. Es la necesidad. Si tenés que traficar la medicación que te recetaron, lo vas a hacer porque es de donde comés. Hace 30 años que ejerzo y esto pasó siempre y crece en tiempos de crisis.

Para Blauco Rodríguez, presidente del Colegio Médico —y director de la Región Sur de ASSE— este meollo termina constituyendo “un problema de gestión”. “Hay que buscar mejores mecanismos de control para frenar la movilidad ilícita porque además de lo perjudicial que es, esto puede hacer que algunas personas no accedan a medicamentos porque otras sacaron de más para vender en la feria”, dice.

Sin embargo, desde el Movimiento Nacional de Usuarios de la Salud Pública y Privada, plantean que entre las diversas causas que conducen al consumo en las ferias está el desabastecimiento de algunos fármacos para pacientes crónicos por parte de ASSE. La agrupación plantea que, si bien ya sucedió antes, el faltante es más agudo ahora debido al incremento de usuarios del sector público fruto de la pérdida de empleo, “lo cual no estuvo acompañado de un incremento del presupuesto”.

Testimonio

Compró en una feria por primera vez porque ASSE no tenía su medicamento

“Lo que pasa es que es eso o nada”, cuenta un paciente que compró por primera vez en la feria debido a que ASSE no contaba con la medicación que debe tomar de forma crónica. “A vos te asignan un día a la semana para retirar la medicación. Si no hay, pasás una semana sin el remedio y tenés que tomarlo sí o sí. Si no podés pagar lo que cuesta en la farmacia, ¿qué hacés? Yo tuve que buscar un sistema alternativo y así conocí el mercado negro de las ferias”, dice.

Por su parte, Leonardo Cipriani, el presidente de ASSE, anunció hace unos pocos días que además de “inyectar más plata” en la compra de medicamentos hoy “se está resolviendo un tremendo problema logístico”.

Más allá de este escenario, Néstor Gurruchaga, presidente del mencionado movimiento, opina que el consumo en el mercado negro también es fuerte debido a la automedicación y, además, porque es una forma de ahorro. A los usuarios de las mutualistas cada ticket le cuesta algo más de 300 pesos. Por medicamento.

Así lo expresa un cliente de la feria:

—Cuando es salud, hacés lo que sea para conseguirlo. Es un tema de necesidad, o porque tu prestador no lo tiene y vos no podés esperar, o porque no podés pagarlo. Y entonces ahí descubrís que el mercado negro existe y pensás, ¿qué me puede pasar si el remedio es el mismo?

El otro problema

¿Quién paga la costosa destrucción de los medicamentos que se incautan?

Cada vez que las intendencias realizan una incautación, presentan una denuncia al Poder Judicial. Los medicamentos se mantienen en custodia hasta que el juez ordena liberarlos y entonces de forma periódica se destruyen. ¿Pero quién paga? Desde la Intendencia de Canelones dicen que, cuando la cantidad es pequeña, ellos cubren el costo y que cuando el volumen es mayor le corresponde al Ministerio de Salud Pública (MSP), al menos así se venía haciendo hasta el cambio de gobierno. En tanto, desde la Intendencia de Montevideo plantean que “la destrucción es un problema porque es muy costosa”, y que es la comuna la que carga con ese peso. Al respecto, desde el MSP explican que en la Ley de Presupuesto de 2020 se estableció que quien debe pagar es el infractor, “previa autorización judicial”. El asunto es que la destrucción de los medicamentos es de las más costosas del mercado. Desde octubre de 2019, la regulación prohibe enterrar los descartes de medicamentos como disposición final, sino que deben incinerarse. Los blísters, en tanto, se trituran y son depositados —igual que las cenizas— en el relleno de seguridad de la Cámara de Industria. Solo dos empresas tienen los hornos adecuados para este procedimiento. Entonces, si antes esto se resolvía pagando la tasa municipal de 3.000 pesos por tonelada, ahora vale entre 150 y 170 pesos el kilo. María Fernanda Liston integra la dirección de Farmared, que opera desde 2007 el Plan de Eliminación Segura de Medicamentos. Por un lado, retiran y destruyen los residuos de los laboratorios, pero también colocan urnas en distintos puntos, como farmacias, para depositar medicamentos y envases, proceso que pagan los laboratorios. “Si tirás el blíster en el contenedor no tendrá el proceso adecuado”, dice, “y si tirás las pastillas al inodoro generará una gran contaminación del agua”. Por el momento, la tasa de recuperación es de apenas 23%. El gobierno espera duplicarla para 2025.

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