Muchos ojos chinos

Proliferan las cámaras de vigilancia.

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Michael Wines, The New York Times

Para ser una calle cuyo nombre sugiere la liberación de toda clase de ataduras, South Liberation Road no aparenta ser un lugar demasiado libre.

En la intersección con Shanxi Lane, un cruce muy concurrido en esta metrópolis del norte de China, 11 cámaras de vigilancia registran todo desde un micrófono en una esquina. Y aún más cámaras miran constantemente desde las otras tres esquinas. Son 39 en total, para fotos fijas y para videos de alta definición.

"Toda la ciudad está vigilada", dijo un comerciante que, como muchos, se negó a identificarse.

Pero no es ningún secreto. Hace aproximadamente un año, las poblaciones étnicas de Urumqi protagonizaron los peores disturbios de la historia moderna china, en los que murieron 197 personas. Los incidentes tomaron desprevenidos al Partido Comunista y al gobierno.

Ahora, unas 47.000 cámaras escrutan la ciudad para garantizar que no haya más sorpresas. Antes de fin de año, habrá 60.000.

La vigilancia por video no es algo novedoso en Occidente. Pero en ninguna parte está creciendo tan explosivamente como en China, donde ya se han instalado siete millones de cámaras que vigilan las calles, los vestíbulos de los hoteles, las empresas y comercios, y hasta las mezquitas y monasterios y donde, según los expertos, habrá otros 15 millones de cámaras para 2014.

Gran parte de esta proliferación obedece a los mismos motivos que en Occidente: la escasez de fuerzas policiales, el incremento del delito, el crecimiento desaforado de los embotellamientos y la exagerada reacción burocrática ante cualquier mención del terrorismo.

Pero China tiene otra preocupación fundamental: controlar el orden social y monitorear el nivel de disenso. Y algunos defensores de los derechos humanos temen que la combinación del avance de la tecnología digital y la ausencia de restricciones legales para la vigilancia pueda generar un control social orwelliano.

El software para video ya puede localizar a un determinado auto en medio del tránsito a través de la lectura de la patente, y las cámaras han progresado tanto que incluso son capaces de tomar fotos nítidas del interior de los vehículos.

El software de reconocimiento facial está dando sus primeros pasos, pero en China ya se exige que los usuarios de los cafés de internet sean fotografiados, para que las computadoras puedan identificarlos independientemente del cibercafé que frecuenten.

"Todo esto forma parte de una estructura de vigilancia mucho más amplia, que incluye el monitoreo de internet y la censura, las telecomunicaciones y bases de datos obligatorias", dijo Nicholas Bequelin, de Human Rights Watch en Hong Kong. "En China no existe salvaguarda de la intimidad, lo que le da al Estado completa libertad para movilizar su estructura de vigilancia con fines políticos."

No se sabe con precisión cuántas cámaras controla el gobierno. El Ministerio de Seguridad informó hace un año que la Policía había instalado 2,75 millones de cámaras, la mayoría de ellas en espacios públicos, y que les había pedido a las fuerzas policiales que instalaran más en zonas rurales.

IMS Research, una empresa británica dedicada a investigar la industria de la vigilancia china, estima que 30% de las nuevas cámaras tiene un uso gubernamental, desde la vigilancia policial hasta las cámaras instaladas en bibliotecas o cárceles. Las cámaras callejeras y de los aeropuertos, las de los metros y de otros medios de transporte también son muy comunes.

Pero ese cálculo subestima el grado de vigilancia estatal. Se exige que las videocámaras de los cibercafés estén en red con las oficinas de seguridad del gobierno. El año pasado, la provincia de Guandong ordenó a los hoteles, pensiones, hospitales y sitios de entretenimiento instalar cámaras en todas las habitaciones principales y áreas de recepción, además de las que ya vigilan los museos, periódicos y emisoras de televisión.

La cadena de "fiestas de presentación" organizadas por China desde las Olimpíadas de 2008 hasta la Exposición de Shanghai y los Juegos Asiáticos de Guangzou de este año fue precedida por drásticas medidas de seguridad que incluyeron instalaciones de cámaras.

Los funcionarios dicen que las cámaras incorporan la última tecnología a la lucha contra el delito y el terrorismo. Pero en China la videovigilancia tiene un aspecto más oscuro. Después de los disturbios en Tíbet, en 2008, y en Urumqi, en 2009, las autoridades instalaron cámaras tanto dentro como fuera de los monasterios y las mezquitas, y a los hoteles se les ordenó instalar cámaras y escáneres de alta calidad.

Colocar videocámaras destinadas a monitorear durante 24 horas a disidentes y agitadores, como por ejemplo ciudadanos que pretendan presentar sus quejas ante las autoridades, se ha convertido ahora en un procedimiento estándar. (Traducción: Mirtha Rosenberg, La Nación/GDA) u

500

mil cámaras vigilan las calles de Londres, lo que ha generado más de una polémica en Gran Bretaña.

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