Mariana Scasso Belloso
Hace dos años que Viviana necesita sedantes para dormir. El año pasado intentó suicidarse con un cóctel de psicofármacos. Hoy sigue rehusándose a consultar a un psiquiatra. Estos psicotrópicos, que requieren la prescripción de un médico para adquirirse, Viviana los consigue con los médicos generales a quienes les esgrime que hace tiempo se medica con ellos. Los psicofármacos cuestan un poco más de 100 pesos.
"En Uruguay, la tolerancia social al abuso de psicofármacos es muy alta y la automedicación es muy importante. De esta forma, pese a las disposiciones vigentes, existe tolerancia y por ende disponibilidad de estas sustancias fuera de control médico", afirma la Junta Nacional de Drogas (JND) y la Cátedra de Psiquiatría de la Facultad de Medicina, en el informe de la investigación sobre el consumo de drogas en la emergencia del Hospital Pasteur.
El Centro de Información y Asesoramiento Toxicológico del Hospital de Clínicas (Ciat) sostiene que hubo 2.316 consultas por intoxicaciones con psicofármacos de marzo de 2007 a marzo de 2008. Entre ellas, 167 fueron por antidepresivos, 153 por hipnóticos, 1.084 por tranquilizantes y sedantes, y 683 debido a la mezcla de psicofármacos. El Ciat asegura que las mayores intoxicaciones agudas ocurren con las benzodiacepinas.
"Estos son sedantes que generan dependencia psíquica y física", explica la toxicóloga de la JND, Cecilia Dell´Acqua, y añade que también provocan tolerancia. "Trabajo en la policlínica de drogas del Hospital Policial y atiendo casos con síndrome de abstinencia en los que esas drogas son muy difíciles de sustituir, ya que la persona no puede vivir sin tomarlos", explicó. Los tranquilizantes más conocidos son Diazepam, Alprazolam, Lorazepam, Clonazepam, Bromazepam.
Según la última Encuesta Nacional de Hogares sobre el consumo de drogas ejecutada por el Observatorio Uruguayo de Drogas (OUD), el 22% de los uruguayos ha consumido tranquilizantes (19%), hipnóticos (3,2%) y antidepresivos (7,4%) alguna vez en la vida. Sólo el 33% los prescribe un psiquiatra. La mitad los receta el médico general, y el 16, 6% otros especialistas.
"No se puede prohibir a los médicos generales que prescriban psicofármacos, porque hay muchas personas que se rehusan a ir al psiquiatra. El médico general tiene que poder ayudar a los pacientes, por eso se debe capacitarlo para que logre diagnosticar certeramente. Para ello es imprescindible que las consultas en policlínicas duren 20 minutos, por lo menos", sostiene la profesora agregada de la Clínica Psiquiátrica de la Facultad de Medicina, Stella Bocchino.
La toxicóloga Dell´Acqua, por el contrario, opina que sólo los psiquiatras deberían prescribirlos. "El médico general muchas veces receta lo que le pide el paciente sin un diagnóstico fehaciente y puede indicar psicofármacos que no son los adecuados".
Como Viviana, otros no consultan al psiquiatra, mientras los médicos generales siguen recetando tranquilizantes. "La gente teme más los efectos de los antidepresivos que de los tranquilizantes", apunta Bocchino, y explica que los sedantes desarrollan tolerancia y pueden generan adicción, así como aumentar el apetito y afectar la memoria a largo plazo. Los antidepresivos, por el contrario, no provocan adicción, y algunos sedan, aunque pueden afectar la vida sexual. El 27% de los consumidores de tranquilizantes los consiguen en la casa y un 8,3%, a través de un amigo, según datos de la encuesta sobre el consumo de drogas.
Bocchino asegura que el aumento de la prescripción de los psicofármacos se debe al incremento de las patologías de la depresión y la ansiedad. Una encuesta realizada por Álvaro Lista y la empresa Cifra demostró el aumento de los casos de depresión en el país. En 1998, el 16% de las mujeres y el 6% de los hombres padecían síntomas depresivos. Diez años después, las cifras ascendieron a 18% en las mujeres y 11% en los hombres.
La depresión afecta el organismo, el ánimo y la manera de pensar. El director de la Fundación Cazabajones, Pedro Bustelo, sostiene que la principal causa de la epidemia de la depresión se debe a la combinación de ciertos factores de riesgo como la herencia genética, el estrés de la inseguridad, de la falta de empleo, del estilo de vida acelerado. La cifra de las mujeres que sufren depresión duplica la de los hombres.
Bustelo atribuye uno de los motivos a la doble jornada laboral de la mujer, que se ocupa de las tareas de la casa y de los hijos, además de trabajar externamente. Bacchino coincide y sostiene que tradicionalmente las mujeres concurren más a los centros de salud y los hombres se "aguantan".
Ambos especialistas recomiendan una psicoterapia con una dieta apropiada y la práctica de deportes y, si es necesario, que incluya psicofármacos.
Los riesgos de no combatir la depresión aumentan las posibilidades de suicidio, que en el país corresponden a la mayor cantidad de muertes violentas: un 16,7% cada 100.000 habitantes, según el Panorama de la violencia, la criminalidad y la inseguridad en el Uruguay, realizado por el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (Pnud), el Ministerio del Interior y el Observatorio Nacional sobre Violencia y Criminalidad.
El estudio del Programa Nacional de Salud Mental del Ministerio de Salud Pública recoge que el 64% de los suicidios son por depresión. La Encuesta Nacional de Hogares sobre el consumo de drogas ejecutada por la JND demuestra que las mujeres consumen menos drogas ilegales que los hombres y prefieren medicamentos psicotrópicos.
La psiquiatra Natalia Díaz, especialista en suicidios, apunta que los intentos de suicidio a menudo los protagonizan las mujeres con fármacos. En los tres primeros meses de este año hubo 441 tentativas de suicidio y 145 suicidios consumados, según estadísticas de la cartera del Interior. Díaz explica que una de las motivaciones a la autoeliminación es la debilidad de las redes sociales del país. "Las drogas anestesian la angustia. Por eso se debe fortalecer las redes sociales, promover reuniones y mejorar la comunicación, para lograr contener el sufrimiento del otro" recomienda, a la vez que propone mayor control en la prescripción y en la venta de los psicotrópicos.