Si hay un lugar en el mundo en el que Diego Aguirre (59 años) se siente a gusto, feliz y cómodo, ese lugar es Peñarol. Es el club de sus amores. Es el club en el que fue campeón como jugador y también como entrenador. Es el club que siempre lo fue a buscar porque, además del amor mutuo, hay una conexión especial que se genera con los jugadores y por supuesto con la hinchada.
Y así quedó demostrado a lo largo de toda la temporada 2024 en la que luego de un muy mal cierre de año en 2023 —perdiendo las finales del Campeonato Uruguayo con Liverpool en el Estadio Campeón del Siglo—, la Fiera fue clave en todo sentido.
Es que no solo cumplió —y con creces— su rol de entrenador sino que también se puso el traje de articulador para unir a un club que puertas para adentro estaba bastante dividido luego de un 2023 para el olvido.
Atrás quedó la pésima campaña en la Copa Sudamericana, las finales perdidas del Uruguayo y el fuego cruzado dentro del Consejo Directivo. Ese fuego que se utilizaba para criticar, se transformó en una noche de febrero en un fuego para unir.
Aguirre convocó a todo el Consejo Directivo actual en su casa. Además, invitó a los dos expresidentes vivos —Jorge Barrera y Juan Pedro Damiani—, al presidente honorario Julio María Sanguinetti y a varios exdirigentes que aún mantienen cercanía con el club.
Veía que no estaba bueno el ambiente, había mucha presión, veníamos de una elección reciente y quedaban cosas que sentía que nos iban a afectar en lo deportivo
¿El motivo? El entrenador veía que puertas para adentro el clima no era el mejor para trabajar y entendía que eso —más tarde o más temprano— iba a repercutir seriamente en un plantel que se estaba terminando de armar y que venía de varios golpes en 2023.
En cualquier lugar del mundo parecería algo sin sentido. Pero en Uruguay, un asado es sinónimo de camaradería, de charla, de contarse cosas y de compartir recuerdos y buenos momentos. La Fiera lo organizó para que los protagonistas se dijeran todo, en la cara y sin rencores porque entiende —como pocos— que Peñarol está por encima de las personas.
Y vaya si funcionó. Si bien en varias oportunidades el técnico confesó que ese asado lo organizó con un perfil bajo y luego tomó dimensión, lo hecho sirvió para lo que terminó siendo un gran año.
Pero nada fue fácil para el Mirasol porque los objetivos eran varios. Y eran importantes. Había presión de todos lados. De adentro y de afuera. La hinchada estaba ansiosa por buenos resultados y la esperanza la tenía depositada en un solo nombre: Diego Aguirre.
Peñarol armó un plantel con 22 incorporaciones luego de un 2023 muy malo y se trazó dos grandes metas. Una fue la de todo club grande: ganar el Campeonato Uruguayo. La otra, más ambiciosa, era llegar lo más lejos posible en la Copa Libertadores con el aliciente que desde 2011 el club ni siquiera superaba la fase de grupos. La última vez había sido —precisamente— de la mano de Aguirre.
De todas maneras y más allá de la ilusión, la cosa no empezó bien. El aurinegro perdió 1-0 con Rosario Central en el Gigante de Arroyito y la racha sin triunfos en el exterior por Copa Libertadores comenzaba a estirarse, pero la Fiera puso paños fríos y esa noche adentro del vestuario fue claro —tan claro como en el asado que organizó en su casa— y le dejó un mensaje a jugadores y consejeros: “Tranquilos muchachos que vamos a clasificar. Acuérdense de lo que les digo”.
El presagio se cumplió, Peñarol avanzó y cortó una racha de 13 años sin clasificarse a los octavos de final de la Libertadores. Primer objetivo cumplido.
Pasaron The Strongest primero en octavos y el poderoso Flamengo —con un plantel de 194,8 millones de euros— en cuartos después y el Carbonero se metió en semifinales. Quedó eliminado ante Botafogo, que luego fue campeón.
El final de la ilusión copera ponía un manto de incertidumbre en cuanto a lo emocional. La pregunta era cómo iba a reaccionar el plantel después de ese golpe, pero el equipo de Aguirre respondió. Y con creces. El técnico volvió a convencer a sus jugadores porque en el horizonte había otro objetivo: el Campeonato Uruguayo.
Tras ganar el Apertura, el Mirasol se aseguró la Tabla Anual con 93 puntos —marca histórica— y una semana después el Clausura para consagrarse como el mejor de la temporada sin disputar finales. Inédito para el club y tercer equipo en conseguir esto luego de Nacional en 1998 y Danubio en 2006-2007.
Y si bien es cierto que dentro de la cancha la figura excluyente fue Leo Fernández, fuera del campo, en el vestuario, en Los Aromos, en la Ciudad Deportiva y en cada rincón el club, el aurinegro tuvo un líder, un hombre que sabe que estando en Peñarol es feliz, tal como lo expresa y lo demuestra en cada partido.
Aguirre volvió a su lugar en el mundo, armó un plantel con el perfil de futbolistas que él entiende tienen todo para defender esta camiseta, unió a la institución con un asado clave, disfrutó cada momento junto a su familia y redondeó un 2024 soñado.
La Fiera renovó su vínculo para seguir soñando en grande y sobre todo, para mantener viva la llama de la ilusión del hincha de Peñarol porque su meta está en “poder hacer feliz a mucha gente”.
Los personajes de 2024
El País eligió 13 personajes de 2024 y publica un perfil por día. El insumo principal para la selección fue la votación de 36 periodistas de la redacción. El orden de publicación a partir del miércoles 11 de diciembre no implica mayor o menor relevancia de los elegidos.