IA-Chat GPT

Aunque la Inteligencia Artificial llevaba más de una década en nuestras vidas, la irrupción de ChatGPT llevó el vínculo a otro nivel. Este fue el año del (primer) entendimiento.

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Antes de que se volviera un concepto popular, la Inteligencia Artificial (IA) ya llevaba más de una década conviviendo con nosotros. Su protagonismo estaba más bien diluido detrás del funcionamiento de las redes sociales, de plataformas como Spotify o Netflix, de las aplicaciones de mapas o en la recomendación de productos en páginas de comercio electrónico. Había irrumpido en la medicina, especialmente en el área de la imagenología facilitando diagnósticos precoces y precisos.

La IA estaba ahí, rondando hasta que el desembarco de ChatGPT, el mayor de sus últimos hitos, la llevó a otro nivel. Así, entre 2023 y 2024 se inauguró “la etapa del entendimiento” del concepto, dice Eduardo Mangarelli, decano de la Facultad de Ingeniería de la ORT. Dejó de ser una entidad abrumadora y ajena para convertirse en parte de nuestra vida cotidiana personal y laboral, asistiéndonos en algunas tareas, perfeccionando otras, hasta comportándose como un confidente o un terapeuta.

A partir de este capítulo, ocurre una explosión en la comunicación que es como decir que, dependiendo de a quién se le pregunte, para el bien o para el mal la IA cambió el futuro de los humanos.

ChatGPt y todos sus primos

“Lo que generó un cambio significativo es el cambio de la forma de interactuar y particularmente el poder utilizar a la IA como una asistente para resolver múltiples tareas”, dice Mangarelli.

Inteligencia Artificial.
Inteligencia Artificial.
Foto: Estefanía Leal.

El punto de inflexión fue ChatGPT, un programa informático de procesamiento del lenguaje que introdujo una faceta accesible, gratuita y amable de la IA. Tampoco los GPT eran una novedad. El ChatGPT tiene ancestros que se remontan al siglo pasado que intentaron simular una conversación terapéuticay que tuvieron el mismo destino fugaz.

El lanzamiento de ChatGPT en noviembre de 2022 fue una audacia de la compañía OpenAI en un período en el que las principales empresas de tecnología estaban desarrollando diferentes modelos de lenguaje capaces de generar textos de altísima calidad —retomando la vieja ilusión de humanizar a una máquina—, pero ninguna tomaba la iniciativa de ofrecerlo al mundo. “Había una preocupación de cuál era el uso que se le podía dar y había también una genuina duda de realmente qué tanto las personas estábamos preparadas para poder aprovecharlo”, explica Mangarelli.

El resultado fue apabullante. Ninguna otra herramienta digital había tenido una adopción tan rápida: a los seis días alcanzó el millón de usuarios, a los dos meses los 100 millones y poco más de un año después el promedio de visitas es de 2.000 millones por mes.

La reacción al éxito fue rotunda. Microsoft se alió con OpenAI —que pasó a tener una valoración financiera superior a los 150 millones de dólares—, mientras que Google, Anthropic y X lanzaron sus versiones de productos de la misma clase que ChatGPT.

Creo que estamos en una etapa muy temprana del entendimiento de para qué sirve la Inteligencia Artificial en la vida de las personas, pero también por parte de las empresas y de las organizaciones

La popularidad de la IA activó la ambición de los desarrolladores disparando una acelerada carrera tecnológica. Para algunos especialistas, el ritmo, el volumen y la diversidad de estas innovaciones representa un peligro para la humanidad. Advierten, incluso, de escenarios propios de la ciencia ficción.

Cuidado, también alucina

Con la diversificación de productos y de los usos que se les da —desde el rol terapéutico, hasta los adolescentes y niños que usan el programa para hacer los deberes—, fueron evolucionando los miedos.

Inteligencia Artificial.
Inteligencia Artificial.
Foto: Estefanía Leal.

Más de 250 figuras destacadas de la tecnología firmaron una carta pidiendo a las mayores empresas que hicieran una pausa de seis meses para recapacitar en las consecuencias.

La denuncia que más resonó es la del ganador del Nobel de física Geoffrey Hinton, quien renunció a Google para poder hablar libremente de los problemas que para él acarrea el feroz desarrollo de la IA. Dijo: “Mi suposición es que, dentro de cinco o 20 años, habrá una probabilidad del 50% de que tengamos que afrontar el problema de que la inteligencia artificial intente tomar el control de nuestras vidas".

Mangarelli, por su parte, opina que la utilización de esta tecnología “requiere el entendimiento tanto de los riesgos como de las limitaciones”. Es que, aunque ChatGPT se comporte como un amable asistente dispuesto a satisfacer nuestras necesidades, es un programa que aprende y se perfecciona estudiando nuestro proceso de razonamiento y la forma en que respondemos y reaccionamos a sus interacciones.

En este sentido, subyace la amenaza de un riesgo por la introducción de OpenAI de una versión paga que desestima la información que el usuario le aporta al sistema, lo que no ocurre si el uso es gratuito. Ahí todo sirve para nutrir. Es necesario, porque aunque parece infalible el ChatGPT se equivoca y mucho: una limitación importante para quienes le tienen confianza ciega. Cuando no sabe, nos miente; tiene “alucinaciones”, se dice en el ambiente. Aunque, hay que decirlo, cada vez son menos.

Más allá de la esfera ética, está la regulatoria. Europa tomó la iniciativa legislando el mundo de la IA. Dicen algunos que, de tan restrictiva, la Unión Europea le cerró la puerta a buena parte de la innovación. En Uruguay, hace un año que se discute qué pasos dar.

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Los personajes de 2024

El País eligió 13 personajes de 2024 y publica un perfil por día. El insumo principal para la selección fue la votación de 36 periodistas de la redacción. El orden de publicación a partir del miércoles 11 de diciembre no implica mayor o menor relevancia de los elegidos.

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