LUCÍA MASSA
"Protocolos sanitarios". Ese fue el motivo que esgrimieron los técnicos de la Unión Europea el 21 de febrero, cuando anunciaron la suspensión de las importaciones de pescado uruguayo. Atrás de esa razón administrativa se esconde la falta de higiene que, en muchos casos, afecta al pescado que se sigue consumiendo en el país. Además, en 2008 se perderán 90 millones de dólares.
Lo que Europa rechaza es el pescado congelado que se compra en el mercado local.
Las 110 embarcaciones de la flota uruguaya, en promedio, ya llevan 30 años saliendo al mar, según los cálculos de Sindicato Único Nacional de Trabajadores del Mar y Afines (Suntma). El equipo técnico de la UE la calificó literalmente como "vetusta".
Los inspectores europeos, que llegaron a Uruguay en noviembre, encontraron fallas en el protocolo sanitario de embarcaciones, condiciones de trabajo a bordo, sistema y parque de pesca. Finalmente sólo habilitaron una decena de buques congeladores. Pero la prohibición no terminó ahí. Las inspecciones siguieron en las plantas de procesamiento.
Así fue que los técnicos paralizaron las exportaciones hacia el mercado europeo de las plantas procesadoras Fripur, Novabarca, Industrial Serrana y Ciupsa. A su vez, la Dirección Nacional de Recursos Acuáticos (Dinara) clausuró otras cuatro plantas que exportan a Europa.
Al cierre de esta edición, el director de la Dinara, Daniel Montiel, permanecía en Bruselas en un viaje con el objetivo de agilizar los tiempos para solucionar el problema. Antes de partir, señaló que pretende que se empiecen a levantar las restricciones antes de fin de marzo. De todas formas, reconoció publicamente que la UE encontró "puntos flojos" dentro de la propia autoridad sanitaria, entre ellos "falta de personal" y problemas con los "protocolos de inspección". Y el ex ministro de Ganadería, Agricultura y Pesca, José Mujica, señaló a canal 12 que la Dinara "está muy desmantelada hace años".
El Suntma agregó que hace 11 años viajó una delegación europea que cuestionó algunas prácticas y advirtió que se necesitaban cambios. Aunque no prohibió las ventas, solicitó que se tuvieran en cuenta sus recomendaciones. El sindicato entiende que la Dinara tuvo "tiempo de sobra" para evitar el cierre del mercado.
Ahora, las pérdidas millonarias empiezan a quedar en evidencia. Esta semana irán al seguro de paro 700 de los 6.000 trabajadores de la pesca. Y se teme que sean más. No es para menos. La Unión Europea es el primer destino de las exportaciones de pescado. Compró aproximadamente 90 de los 196 millones de dólares que se exportaron en 2007.
Hacia la UE se exporta merluza, común y negra, procesada en diferentes preparaciones. Otro de los principales mercados es Estados Unidos, que compra atún, pez espada, algunas especies de tiburón y cangrejo. Rusia importa pescados variados, pulpo y calamar. Y hacia China viaja mayoritariamente el calamar y la corvina uruguaya. En este contexto, una preocupación incluso mayor es lo que podría pasar si otros mercados imitan a la UE.
Las plantas procesadoras que no pueden exportar a Europa permanecen abiertas para otros mercados, incluido el uruguayo. Y ahí surge otro dato que llama la atención. "Si está mal para los europeos, ¿por qué lo comemos en Uruguay? Parece que hay ciudadanos de primera y de tercera", sostiene Francisco Amaro, dirigente del Suntma.
Liliana Guillén, que trabaja en Fripur y es gremialista, denuncia la falta de higiene de la vestimenta que les dan en la planta procesadora más grande del país, que emplea a 3.500 trabajadores. Cuenta que les "hacen usar los delantales, que se supone son descartables, eternamente". Ni siquiera se los lavan. Tienen que irse con el delantal sucio y lavarlo en sus casas, asegura Guillén. "Y lo lava el que quiere, porque nadie te controla". A eso se suma la falta de guantes de trabajo. "Si se te rompen, no te dan otro par, trabajás sin guantes y problema tuyo". Fripur no devolvió la llamada de Qué Pasa.
El gremio también denuncia la situación en la que se descarga el pescado en algunas plantas. Según Amaro, se tira en "chatas de hierro que están todas oxidadas".
A la prohibición europea, se suman otras denuncias de los trabajadores. Aseguran que arriba de las embarcaciones los pescadores tienen que dormir entre piojos, pulgas y ratas.
Hay situaciones peores: por ejemplo, en barcos que se dedican a la pesca de calamar, en los que algunos tripulantes llevan algodón para taparse los oídos "porque quieren evitar que les entren cucarachas mientras duermen", relata Amaro. Con todo lo que eso implica para el consumo. "Uno se podrá higienizar pero si vive en esas condiciones arriba del barco va arrastrando toda esa mugre hacia el lugar donde se acondiciona el pescado", señala.
El Suntma denunció algo más preocupante para el consumidor: "hay desagües de algunos baños que desembocan directo en el parque de pesca", que es justamente el lugar donde se limpia el pescado antes de colocarlo en la bodega.