Recolección diaria de basura, menos contenedores y cero papelera: el nuevo plan de la IMM para Montevideo

Un eterno problema sin solución: ahora se ampliará a otras zonas de la ciudad el plan piloto que aplican en Punta Carretas y Pocitos. Aquí contamos la apuesta de la IMM, la opinión de Adeom y de la oposición.

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Trabajadores limpiando alrededor de contendores.
Trabajadores limpiando alrededor de contenedores. Foto: Juan Manuel Ramos.

Una papelera, de esas viejas de metal, está colocada al costado de la puerta del despacho del director de Desarrollo Ambiental Guillermo Moncecchi en el tercer piso del edificio de la Intendencia de Montevideo (IMM). Es una de las cerca de 50 que había en la Plaza de la Bandera hasta mediados de 2021, hace dos años. Y ahora está en el Palacio Municipal, no para ser utilizada para tirar desechos sino casi como un objeto de museo, un recuerdo de una época que quedó atrás en el tiempo porque hoy el gobierno departamental apunta a un curioso modelo de ciudad sin papeleras.

“Hace poco las limpiadoras pasaron y le pusieron una bolsa”, se ríe el ingeniero Moncecchi con cierta frustración, “pensaron que la papelera todavía funcionaba”. El funcionario recibe a El País en su oficina -decorada con un cuadro de la histórica banda punk The Clash, de la que es fanático-, donde se diseña y sigue de cerca la gestión de limpieza de Carolina Cosse, a 20 años del inicio del sistema de contenedores en la ciudad. Acá trabaja uno de los hombres de mayor confianza de la intendenta, que la acompaña desde que ella era directora de tecnología allá por 2007 y él un simple informático en el gobierno de Ricardo Ehrlich y que luego estuvo junto a Cosse como subsecretario en el Ministerio de Industria. Y que seguramente la siga a donde vaya.

Papelera en des uso, pasillos de la Intendencia de Montevideo. Foto: Sebastián Cabrera.
Papelera en des uso, pasillos de la Intendencia de Montevideo. Foto: Sebastián Cabrera.

Cuando la hoy intendenta ganó las elecciones en 2020, él mismo le pidió ocupar el cargo de director de Desarrollo Ambiental porque le parecía “un desafío importante”. La limpieza, todos lo saben, es el principal problema de la ciudad y Moncecchi quedó al frente de la estrategia para afrontarlo. A su mando tiene unos 1.000 funcionarios, de los cuales 400 trabajan en la recolección. El presupuesto de 2022 fue de unos 3.179 millones de pesos, el 11% del total.

—Acá estamos. No sé si fue la mejor idea -dispara con ironía y vuelve a reír.

Es miércoles y el día anterior hubo paro de Adeom, por lo que no funcionó el servicio de limpieza. Eso complicó las cosas: al momento de la charla con el director de Desarrollo Ambiental solo en el 40,6% de los contenedores de la ciudad se había producido levante de basura al menos en los dos días anteriores, que es el objetivo de la intendencia. Pero en el 19,3% la limpieza había ocurrido entre dos y tres días antes, en el 15,8% entre tres y cuatro días, en el 16,2% entre cuatro y cinco días y en el 8,2% más de cinco días, según las cifras online disponibles en la web de la IMM.

¿Un paro descalabra todo?

—Lleva unos días recuperarlo. Magia no podemos hacer —responde Moncecchi.

—Esta gestión se acerca a los tres años pero el Frente gobierna desde hace 33 años en Montevideo, ¿cómo puede ser que la limpieza siga siendo un problema?

—Porque es un problema muy difícil -dice y hace un silencio—. La ciudad va evolucionando y las costumbres cambian. A veces se pierde perspectiva pero hubo muchos avances porque la situación en un momento era caótica.

—Estaban los famosos basurales a fines de la década de 1980…

—Los basurales. Realidades que hoy no están.

—Bueno, en el oeste algunos quedan.

—Ahí va, por supuesto. Hay crecimiento de otros fenómenos que impactan, como los vertidos en cursos de agua, vinculados a la clasificación, que generan basurales en la periferia. Estamos intentando hacer cosas nuevas.

Guillermo Moncecchi,  director de Desarrollo Ambiental de la Intendencia de Montevideo en su despacho.
Guillermo Moncecchi, director de Desarrollo Ambiental de la Intendencia de Montevideo. Foto: Francisco Flores.

¿De qué se trata esas “cosas nuevas” que anuncia Moncecchi? Desde mayo el plan piloto, y un laboratorio para la parte más densamente poblada de Montevideo, se aplica en Punta Carretas, parte de Pocitos y Villa Dolores. En esa zona se redujo la cantidad de contenedores pero se pasó a recoger la basura todos los días (y no tres veces a la semana, como en el resto de la ciudad). Moncecchi admite que al principio hubo “ruido” pero que luego se dio rápida adaptación en los vecinos.

—Capaz antes tenías más contenedores de los necesarios porque se favorecía caminar poco -explica—. Nosotros ahora te decimos: ¿queremos más limpieza en la ciudad? Bueno, te pido que camines un poco más. No van a ser siete cuadras. Lo máximo va a ser 150 metros.

Esta medida de pasar a una recolección diaria se extenderá a otras zonas antes de fin de año y se le pedirá a la población que saque los residuos en la tardecita, anuncia el director. ¿Qué zonas? Eso se define por estos días y dependerá de la disponibilidad de camiones pero Moncecchi dice que seguro llegará a todo Pocitos, Centro, Cordón y Ciudad Vieja.

Al mes.

Reciben 40 mil reclamos por Whatsapp.

La herramienta central para la limpieza en torno a los contenedores es el sistema de motocarros -manejados por exclasificadores a los que se les paga por servicio- que acuden ante reclamos de la población al WhatsApp 092 250 260. Hay unos 130 motocarros y se llegará a 200.

Motocarro de la Intendencia de Montevideo. Foto: Intendencia de Montevideo

Cada mes llegan unos 40.000 reclamos a ese número. Las estadísticas de la IMM dicen que hay zonas más problemáticas, al menos en lo que a cantidad de denuncias refiere, como la que está al sur de la Universidad de la República, cerca del Palacio Peñarol, el Parque Batlle y algunas áreas de Pocitos, todas zonas donde hay “residuos más valiosos”.

Además, la intendencia se encuentra en un proceso de transición para asumir el control de la zona que estaba a cargo de la empresa privada Consorcio Ambiental del Plata (CAP), que abarca Centro, Aguada, Cordón, Parque Rodó, Palermo, Barrio Sur y Ciudad Vieja.

¿Cómo funcionará? Los empleados de CAP no pasarán a ser municipales, sino que se creó un fideicomiso: es una figura de derecho privado pero de propiedad de la intendencia que absorberá a los trabajadores y hará el contrato de arrendamiento. Además, la IMM alquilará los camiones para no atarse a una infraestructura que ya tiene sus años.

—¿Por qué la intendencia toma el mando de la zona privatizada, que según la oposición es donde mejor funcionaba la recolección?

—Porque nos da más flexibilidad tener todo el control de la ciudad, queremos soluciones diferentes en zonas diferentes -dice Moncecchi y pone el ejemplo del Cordón, donde hay un “problema importante” de hurgado de contenedores por gente en situación de calle.

Entre otros cambios, se prevé un formato de “custodia” para evitar el vandalismo: pueden ser contenedores “cerrados de noche” o con vigilancia.

Recambio.

Otra noticia es que se vienen nuevos contenedores: entraron unos 500 y en el segundo semestre llegarán cerca de 4.000 en toda la ciudad. La novedad es que no tienen pedaleras, sino que se abren empujando y que poseen un sistema de aberturas rectangulares que en teoría disminuyen el ingreso de personas en el interior y el hurgado de la basura. Son más parecidos a los que hay en el Centro y Ciudad Vieja en cuanto a la forma de dejar las bolsas, pero allí de todos modos es habitual ver personas metidas de cabeza y con los pies hacia afuera para buscar cosas entre la basura. “Alguien nos dijo una vez: si entra la cabeza, entra todo el cuerpo”, admite Moncecchi, “son antihurgado pero no son una caja fuerte”.

Nuevos contendores en la explanada de la Intendencia de Montevideo.
Nuevos contendores en la explanada de la Intendencia de Montevideo. Foto: Archivo El País.

—¿Cuál es el perfil de los que revuelven los contenedores y sacan para afuera?

—Es muy diverso. En el imaginario el carrito es la causa de hurgado y los carritos no hurgan, son trabajadores de los residuos. Miran y sacan lo que les interesa. El perfil del que tira todo para afuera es gente en situación de calle: típicamente buscan comida u objetos pequeños para venderlos y cambiarlos por droga.

La realidad, dice Moncecchi, es que aumentó la presencia de gente con este perfil como parte de un “problema social muy profundo”, analiza, “y la capacidad de daño que tiene una sola persona es muy grande”.

Y por último está la polémica de las papeleras.

—Es un tema súper interesante —dice y se queda pensando—. Me llama mucho la atención y me parece buena toda la discusión que se generó porque tiene que ver con la responsabilidad conjunta (con los ciudadanos) de cambiar la relación con los residuos. La construcción de una ciudad limpia es colectiva.

Luego dice que en 18 de Julio había entre dos y tres papeleras por cuadra que se utilizaban como depósito de residuos, funcionando casi como pequeños contenedores, combinado con que las revolvían en busca de comida. Hoy casi no quedan papeleras en la avenida ni en muchas plazas: sacaron unas 600 y la idea es que la gente se lleve las cosas a su casa o las tire en el contenedor más cercano. La evaluación es que en esos lugares la limpieza ha mejorado.

Ahora bien, ¿qué opina el sindicato de trabajadores y la oposición en Montevideo? El discurso se aleja mucho de lo que dice Moncecchi.

El sindicato.

La presidencia de la Asociación de Empleados y Obreros Municipales (Adeom) de Montevideo no es solo un título para Aníbal Varela, es un emblema que lleva con orgullo y una responsabilidad tejida a lo largo de los años. Es la sexta vez que sus compañeros lo votan para ocuparse de la tarea, un récord hasta ahora.

Contenedores de basura en Montevideo.
Contenedores de basura en Montevideo. Foto: Juan Manuel Ramos.

“Los desafíos que enfrentamos tienen raíces profundas y culturales”, dice, para empezar a hablar del tema, sentado en la oficina central del edificio del sindicato sobre la calle Canelones, una casona antigua que está a unos pasos del Palacio Municipal. La limpieza de Montevideo es “su tema”, o mejor dicho el espacio donde hizo carrera. El próximo año piensa jubilarse, tiene 69 años y 42 de estos los lleva siendo trabajador municipal.

—¿Usted está ahora en el área de limpieza?

—Toda mi vida he estado ahí, no he cambiado nunca el sector. Empecé en recolección en Gonzalo Ramírez, estuve en un sector de La Unión, también en el Cerro. Desde hace ocho años estoy en el cantón 2 en la zona de Prado Norte, pero ahora estoy con licencia gremial.

Cuando entró a trabajar eran casi 4.000 las personas que estaban en el área, otra época porque se levantaba la basura puerta a puerta. “Tenías hasta relación con los vecinos, que dejaban la basura colgada alta para que los perros no rompieran las bolsas, la recolección era manual con tres peones por camión”, recuerda Varela.

¿Estamos mejor o peor ahora? El presidente del sindicato dice que no se puede entrar en esa dicotomía “porque ahora es otra la realidad, la tecnología cambió”. Igual, Varela dice que hay elementos que pueden ser muy positivos en los avances de estos tiempos, pero otras tareas solo se pueden hacer a mano. ¿Un ejemplo? “Los compañeros se tienen que fijar que no haya una persona durmiendo dentro de los contenedores. Las personas en situación de calle se meten a dormir porque la basura genera calor”.

—¿Qué se necesita para poder mejorar la situación de la basura?

—Nosotros no tomamos decisiones, ejecutamos órdenes, no gobernamos. Pero te puedo decir que hace falta capital humano y herramientas de trabajo.

En concreto, sostiene que faltan camiones y repuestos. “Debería de haber una logística que permita tener siempre camiones parados, prontos para salir”, dice. Y también muchos trabajadores han ganado concursos y han ascendido de peones a choferes o capataces: “Es más o menos la misma gente, pero en la estructura la operativa está siendo mucho menor de la que era antes”, señala, en referencia a que faltan roles.

Para Varela no es lo mismo vivir en el Centro que en un barrio más marginal donde las carencias son más grandes: “La gente recicla de cualquier manera para vender alguna cosa, y hay otro relacionamiento con el barrio”. Le sobran ejemplos, pero se va unos años hacia atrás, cuando recién comenzaba a funcionar el sistema de contenedores.

Estamos en 2004 y Uruguay de a poco salía de la crisis económica. En aquel momento Varela levantaba basura por la noche, salían a las 22 horas: “Hacíamos la parte de Propios desde Garzón hasta General Flores. No sabes lo que era la basura en ese momento, cuando pasábamos a la vuelta ya había basura de nuevo”. En aquella época tenían que limpiar alrededor del contenedor también, hoy esa tarea no se hace.

Cuando bajaban del camión en marcha para levantar por segunda vez en una misma noche la basura, se repetía una escena: “Dentro del contenedor ni medio de basura, pero sí todo alrededor sucio”. Por eso insiste: “No es un problema nuevo, y tiene de fondo un tema cultural y social”. En pocas palabras mantener a Montevideo limpia no le parece tarea fácil, porque antes de ese paso hay que entender las realidades de los barrios y “hacer parte de la solución a la población”, opina, “la basura la generamos todos”.

Todo tipo de residuos sobre un contenedor.
Todo tipo de residuos sobre un contenedor. Foto: Juan Manuel Ramos.

Varela trabajó un tiempo limpiando baños y de ahí tiene una teoría: “Las cosas con las que me encontré estoy seguro que la gente no las hace en su casa”. Dice que a veces salía y miraba a las personas y se preguntaba “¿quién de los que está acá puede hacer esa chanchada?” Este ejemplo para él es una manifestación de algo mucho más grande, que tiene que ver con cómo se comparten los espacios públicos. “Lo que vemos en la calle con la basura es lamentablemente la sociedad que tenemos hoy”. ¿Qué sociedad? “La de personas que comen de la basura, y otros que revisan para encontrar algo que se pueda vender rápido para comprar droga, en mi juventud lo máximo que había era tomarse un litro de vino”.

La oposición.

Los contenedores están en medio de un mundo caótico de desechos diversos: cajas apiladas, botellas de agua vacías, restos de yerba esparcidos, cáscaras de verduras y pañales sucios. Un paisaje común ya, que se convierte en el testimonio tangible del problema de la basura.

Contenedor de basura.
Contenedor de basura. Foto: Juan Manuel Ramos.

Para el edil del Partido Nacional Diego Rodríguez, esta imagen es símbolo de que “el modelo de contenedores no funciona”, y de que “hay que cambiar el sistema de recolección”.

Rodríguez ha tomado el tema como bandera y suele postear en sus redes fotos de basurales improvisados en barrios del oeste montevideano y de contenedores desbordados en el zona de costa. “Los contribuyentes padecemos desde hace 33 años el problema. Es un tema que el Frente Amplio no le ha podido dar en la tecla”, denuncia.

No tiene una respuesta clara, pero afirma que el modelo que se usa en Montevideo es copiado de Europa, que se intentó adoptar a la realidad local. “Puede ser perfecto para otro lugar, pero no para nosotros, por las características culturales que tenemos”, enfatiza.

En el período anterior, cuando gobernaba Daniel Martínez, Rodríguez acercó una propuesta a la IMM. “Fui recibido muy bien y una de las medidas se tomó, la de mover los contenedores unos metros cada determinado tiempo”, dice. Bajo este gobierno volvió a presentar casi la misma idea, “era ambicioso el proyecto; pedíamos exoneración de contribución inmobiliaria a aquellas personas con un contenedor en la puerta de su casa”, pone como ejemplo.

Los últimos cambios llevados adelante por la IMM han empeorado la situación, a su juicio: “Quitaron contenedores en Punta Carretas, colapsó de basura y después no son capaces de reconocer que lo que hicieron estuvo mal”, opina. El edil dice que también es un error la decisión de pasar a manos de la comuna la limpieza de los barrios del Municipio B: “Lo único que funcionaba bien, lo sacan”.

El lunes, antes de la entrevista con El País, Rodríguez recorrió barrios: “Estoy cansado de ver basurales y denunciarlos”. Dice que a solo diez minutos en auto desde el Palacio Municipal se puede llegar a los barrios de la periferia, como Pajas Blancas, y ver todos los servicios de la IMM que faltan. “La gente vive entre la basura, no tienen contenedores, tampoco hay saneamiento, ves calles con caballos sueltos por todos lados”.

Mientras el gobierno de Cosse está ejecutando un plan de residuos que busca atender las distintas problemáticas de la ciudad, desde Adeom se le reclama falta de personal y de maquinarias. Pero el edil nacionalista dice que la intendencia no tiene excusas: “Le sobra capital humano y capital financiero, recauda más de dos millones de dólares todos los días, pero lamentablemente tenemos una ciudad preciosa quedada en el tiempo, abandonada completamente y llena de basura”. Cada uno con su discurso, con su visión de lo que está bien, lo que está mal y lo que puede cambiar.

Malvín Norte.

Se aplica experiencia piloto.

Los grandes complejos de edificios de Malvín Norte son parte del paisaje de este barrio, donde más alto aún se destaca la Facultad de Ciencias de la Universidad de la República. Pero en esta zona, la más densa de todo Montevideo, hay varios asentamientos y también nuevas construcciones de realojamiento hechas por el gobierno. La basura junto a la seguridad son los grandes problemas.

Malvín Norte.
Malvín Norte. Foto: Archivo El País.

La Intendencia de Montevideo (IMM) ideó un plan, junto a los vecinos, para solucionar dos problemas: la mugre alrededor de los contenedores y avanzar en la recuperación del material reciclable. “Dos pájaros de un tiro”, dice Guillermo Moncecchi, director de Desarrollo Ambiental. “Acordamos colocar los contenedores dentro de los predios de los complejos”, que están cerrados por rejas y en algunos casos con servicio de portería o custodia.

Este trabajo se quiere replicar en otros puntos que concentren cooperativas de viviendas o complejos habitacionales con más de 20 viviendas. Moncecchi cuenta que, cuando realizaban recorridos por Malvín Norte, los vecinos se aproximaban “enojadísimos” con un mismo reclamo: “Nos pedían más contenedores”, porque la basura en la calle era mucha, en parte porque en la zona hay un montón de recicladores que revolvían los contenedores y también personas que buscaban comida entre la basura. “Pero nos dimos cuenta que colocar más contenedores no iba a ser una solución”, asegura.

Mientras tanto, en los barrios Carrasco y Lezica se iba a implementar un plan piloto que debió abortarse. Para estas zonas menos densas en población, la IMM proyectaba avanzar en un sistema puerta a puerta para mejorar la recuperación”, dice Moncecchi. Sería un mecanismo similar al que se utiliza en Ciudad de la Costa y parte de Canelones, donde cada vecino tiene su propio contenedor domiciliario y lo saca el día que pasa el camión. Esta medida, al igual que otras que tenían que ver con la instalación de una fábrica de reciclaje, no las pudieron ejecutar porque la IMM no accedió al polémico préstamo del Banco Interamericano de Desarrollo por 70 millones de dólares.

En 2022 la Junta Departamental de Montevideo no aprobó la iniciativa, porque la oposición no acompañó el proyecto.

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