Agustina empezó a trabajar en la salud pública de Canelones en 2017 cuando accedió a un Cargo de Alta Dedicación (CAD) de Medicina Familiar y Comunitaria. Ella era una de las 10 personas con ese papel en el departamento y, por lo tanto, gozaba de una remuneración mayor a la del resto de los médicos de familia que trabajan en ASSE. En total, hay 58 cargos para médicos de Medicina Familiar y Comunitaria en Canelones y otros 10 que son cargos de alta dedicación. Agustina es una de las nueve especialistas de Canelones que han renunciado a sus cargos en ASSE durante el último año. Al igual que al resto de las renuncias, los motivos oscilan entre la denuncia de “arbitrariedades” de parte de las autoridades del departamento hasta las “dificultades de comprensión” de la especialidad.
Al igual que la mayoría de sus compañeros, Agustina Delfino renunció sin tener otro trabajo. “Me fui diciendo que fue por motivos personales, pero lo cierto es que el trabajo se me hizo insostenible y me quería ir a pesar de no tener otra cosa. No fue por lo económico porque el sueldo era muy bueno, pero empezó a haber faltas de todo tipo y una gran dificultad para relacionarnos con los coordinadores de las zonas”, cuenta.
Más allá de las supuestas “presiones” sobre la forma de trabajar en Canelones -que se abordarán más adelante- buena parte de los médicos de familia consultados creen que las dificultades de relacionamiento tienen que ver con la “falta de entendimiento” hacia la especialidad que perciben no solo de parte de los jerarcas de ASSE sino también de la sociedad. Según Julio Vignolo, profesor grado cinco de Medicina Familiar y Comunitaria, como toda especialidad relativamente nueva -porque en Uruguay no tiene más de 30 años- “irrumpe en el campo de acción de otras y toca elementos de otros rubros”, y por eso es mal percibida por algunos, en referencia a que el médico de familia está capacitado para atender áreas de la pediatría, ginecología y geriatría.
Vignolo sostiene: “Nadie dice que el pediatra o el ginecólogo tienen que dejar de estar en el primer nivel de atención, sino todo lo contrario, el médico de familia debe integrarse en un equipo interdisciplinario. No es que ocupe el trabajo de otros, sino que lo fortalece y es complementario”.
Quienes se reciben de médico de familia realizan una especialización que dura tres años y, según la página web de la Universidad de la República, tienen formación para “ejercer en el área extrahospitalaria e interactuar con la comunidad, coparticipando con ella y otros agentes sanitarios, con la finalidad de lograr el máximo nivel de salud para el medio”. La especialidad “no pretende sustituir ni competir con el egresado en su calidad de médico generalista, sino que busca ampliar, perfeccionar y extender conocimientos académicos, habilidades y destrezas que no están incluidas en el currículum de pregrado o sólo aparecen como elementos rudimentarios”, asegura la Udelar.
En medio de la ola de renuncias en Canelones, los médicos de familia creen que es momento de que se revalorice su especialidad para que deje de ser confundida con la medicina general, porque si aumentaran las contrataciones de médicos de familia -que hoy en el sector privado son casi inexistentes- se “cambiaría el paradigma médico”.
Los roces.
Para Silvia Texeira, presidenta de la Sociedad Uruguaya de Medicina Familiar y Comunitaria, las dificultades para trabajar en ASSE “se hacen más evidentes” con los médicos de familia, pero “en realidad son generales para todos”. “Es una realidad que hay una gran diferencia entre las distintas regiones de Canelones en cuanto a la toma de decisiones de cosas habituales”, sostiene Texeira al respecto y agrega que “la heterogeneidad en el departamento es impresionante”.
En Canelones, ASSE trabaja a partir de tres regiones: norte, este y oeste. Todas dependen de la Red de Atención Primaria (RAP) Canelones, que es el organismo encargado del primer nivel de atención. Ha habido “diferencias notorias en la conducción de las direcciones de cada región”, según Paola Rava, que también renunció a su cargo en ASSE como médica de familia hace un mes. Rava dice que no renunció por ningún conflicto particular con las autoridades de la institución, sino porque, entre otros motivos, está “disconforme con algunos manejos que se hicieron”. “Los que más vivimos los problemas somos los médicos de familia porque en el primer nivel de atención está todo muy centrado en la figura del médico. Somos el principal recurso humano allí y, por lo tanto, también somos quienes lo vamos a sentir primero. Esto tiene que ver con cómo está organizado nuestro sistema de salud”, asegura la especialista.
Por su parte, Delfino sostiene que los médicos de familia en la salud pública de Canelones “cada vez pueden hacer menos cosas”. Dice haber reclamado en ASSE tras cada falta o problema a través de correos y llamadas por las vías correspondientes “y la respuesta siempre fue que se iba a estudiar y nada más”, según cuenta. “Nunca había una respuesta concreta y la situación se puso medio tirante; incluso me pasó que una supervisora me dijo que la dirección no estaba conforme con mis reclamos, cuando estos siempre fueron hechos por las vías correspondientes”, subraya la médica.
Uno de los principales conflictos entre las autoridades de salud del departamento y los médicos de familia tuvo que ver con la cantidad de minutos establecidos para visitar a cada paciente. Según el gremio que nuclea a los especialistas, hasta que inició el 2023 los médicos de familia tenían 20 minutos para visitar a cada paciente y “sin previo aviso” se determinó que tendrían 15. “Nos enteramos por un correo que llegó el 29 de diciembre y la implementación del cambio fue diferente según la región: algunos entendieron que había que seguir por un tiempo con el sistema anterior y otros cambiaron todo inmediatamente”, resume Texeira.
Carlos Ortega, director de la RAP Canelones de ASSE, reconoce que “todos los reclamos de los médicos de familia llegan” y entiende que “ellos no están de acuerdo con la manera en la que se sistematizó el trabajo”.
Ortega asegura que se hizo “un ajuste” a partir de una nueva normativa, y el tiempo más corto para cada consulta también se hizo “a partir de lo que se calcula de ausentismo de funcionarios, porque hay que medir cuántas personas faltan y cuántos pacientes hay que ver”. Esa “normativa” a la que hace referencia Ortega no se debe aplicar a los públicos, según Texeira, porque “tiene que ver con la firma de un convenio que hizo el Sindicato Médico del Uruguay (SMU) en donde se modificó el tiempo de atención de 11 a 15 minutos, “y eso fue un logro para la salud privada, pero no quiere decir que se deba cambiar a todos a 15 minutos, incluso los que contaban con más tiempo”, sostiene. En este sentido, el jerarca de ASSE subraya: “En el ambiente gremial se habla de logros cuando uno en realidad gana tiempo a favor donde no trabaja, es así. Eso para mí no es un logro. Estamos ajustando todo y ordenando porque era necesario”.
“Antes se iban de licencia sin contar con una aprobación”
Según el director de la RAP Canelones, Carlos Ortega, los cambios en el trabajo de los médicos de familia, tienen que ver con la “sistematización” que se está haciendo en todo el departamento “porque había cosas que no se controlaban”. Un ejemplo de esto, según Ortega, tiene que ver con los pedidos de licencia. “Antes teníamos lugares en donde la licencia se pedía y el funcionario se iba sin tener una aprobación. Eso habla de un descontrol y una falta de gestión inmensa que ahora estamos cambiando”, asegura Ortega.
Otra de las denuncias que hacen los médicos de familia de ASSE tiene que ver con su capacidad para recetar medicamentos. El organismo tiene dos listas de fármacos que componen el vademécum de la institución, o sea, lo que se puede recetar a un paciente. Una lista corresponde a lo que pueden recetar los especialistas y otra los médicos generales. Todos los médicos de familia consultados aseguran que no siempre se los toma en cuenta para recetar como especialistas y en ocasiones no pueden acceder al listado de medicamentos, por lo tanto, algunos recetan como médicos generales. “Nosotros vemos recién nacidos porque forman parte de nuestra experticia y en el vademécum no se nos permite dar fórmulas para la lactancia. Es algo obvio que tenemos que dar si atendemos a recién nacidos. No se entiende”, sostiene Texeira al respecto.
Según Delfino, debido a esas dificultades para recetar “el paciente termina paseándose por hospitales en búsqueda de su medicación y de la receta de un especialista, en lugar que se lo recete su médico de cabecera”. “Para indicar una morfina, por ejemplo, había que llenar un formulario que iba a autorizar la dirección y, mientras tanto, yo sosteniendo la situación dando mi celular personal al paciente para que se quedara tranquilo”, cuenta la médica.
Consultado al respecto, Ortega dice que las listas del vademécum “tienen que ver con decisiones de ASSE central” y aclara: “Tenemos claro que los médicos de familia son especialistas y a nosotros jamás se nos ha ocurrido cuestionar eso”.
Cuál es el rol.
En Uruguay, la especialidad de medicina familiar y comunitaria como tal se terminó de instalar a fines de los 90 y la cátedra de la materia recién se conformó en el 2007. A nivel público, ASSE es el mayor empleador de médicos de familia, porque lo cierto es que la mayoría de las mutualistas y los seguros privados no cuentan con ellos en sus plantillas. ¿Por qué? Para Vignolo esto tiene que ver con “falta de inversión en el primer nivel de atención” y un “desconocimiento del rol”.
El grado cinco de la especialidad sostiene: “Entre el 80% y el 90% de los problemas de salud deberían resolverse en el primer nivel de atención y un médico de familia es la persona indicada para eso. Hoy está mucho más desarrollado en el sector público, pero es necesario que también esté en el privado, como pasa en el resto del mundo, porque acá nosotros no estamos inventando nada”.
La medicina familiar está pensada para que cada 1.000 o 1.5000 habitantes haya un médico de referencia y que las personas no estén buscando con quién atenderse para cada caso, sino que tengan a alguien por zona que los visite periódicamente y a quien puedan consultar, según explica Vignolo. Y agrega: “El rol significa un cambio de paradigma en donde ya no nos centramos en la enfermedad sino en la salud. Las autoridades sanitarias no solo deben dedicarse al enfermo que llega a la consulta, sino también al que no va y no consulta. Ese también debe ser identificado”.
La “gran diferencia” con un médico general está en que este es un “médico de adultos fundamentalmente”, mientras el médico de familia “está capacitado para resolver los problemas básicos de todas las edades”, según el experto en medicina familiar.
Además de las visitas en domicilio, la especialidad prevé la realización de “tareas comunitarias” que fundamentalmente se centran en la promoción de la salud o políticas de prevención, como campañas antitabaco o jornadas de donación de sangre, entre otras actividades.
Los médicos de familia de Canelones también se quejan de que desde hace algunos meses las autoridades les exigen “tener que pedir permiso” para la realización de estas actividades. “Algo que no tiene sentido, porque lo venimos haciendo hace años y es parte de nuestra formación”, asegura Texeira.
En ASSE, un médico de familia gana alrededor de 80.000 pesos por mes trabajando 30 horas semanales. Uno con un Cargo de Alta Dedicación que trabaja 40 horas semanales recibe una remuneración de 140.000 pesos mensuales, según supo El País.
Uno de los problemas de los médicos de familia que renuncian a ASSE es conseguir trabajo en el sector privado, porque son pocas las mutualistas que los contratan.
Para Vignolo, la especialidad “está sumergida” en cuanto a su remuneración y eso “debe cambiar de inmediato”. “Si las mutualistas invierten en médicos de familia eso les va a traer un ahorro en el retorno porque, por ejemplo, todos los pacientes cardiológicos y diabéticos van a estar absolutamente controlados y posiblemente no caigan descompensados luego para sobrecargar el segundo y tercer nivel de atención”, asegura el experto y aclara que los especialistas no sirven únicamente para las localidades pequeñas con pocos habitantes, sino para “todo tipo de población”.
“Estoy seguro que los prestadores de clase media van a poder ver un impacto tremendo porque es justamente lo que hoy les falta. No es que se sustituya al resto de las especialidades sino que las complementa y ayuda a solucionar los problemas más frecuentes de todos los días haciendo los seguimientos correspondientes”, sostiene.