En el shopping Tres Cruces hay una zona en la que se ubican todos los locales que venden celulares y otros aparatos electrónicos. En los últimos días de diciembre la circulación es importante y se forman filas en la entrada de la mayoría de los comercios. Pero no todos están ahí para comprar un regalo. Según cuenta la empleada de una de estas empresas, “es cosa de todos los días” que lleguen personas que sufrieron un robo y precisen un aparato nuevo. Y la responsable de otro local agrega que, en el momento de la compra, los que tienen que reponer su celular porque fue robado generalmente no buscan el mismo modelo que tenían, sino el más barato “para salir de la urgencia” e intentar recuperar todo lo que quedó en el anterior.

Henri visitó una de estas tiendas. Él es chofer de ómnibus y trabaja haciendo excursiones contratadas. Después de haber manejado más de dos horas desde el puerto de Colonia a Tres Cruces, Henri estacionó el ómnibus en uno de los andenes de la terminal y bajó para saludar a un amigo que lo esperaba. Cuando volvió a subir se dio cuenta de que su celular ya no estaba. Lo había dejado en su asiento, por lo tanto él está seguro de que uno de los pasajeros que trajo desde Colonia hasta Montevideo fue el responsable del robo. “Lamentablemente no hay compasión por la gente que labura. El problema no es el celular sino las cosas que tenía en el celular”, dice Henri desde Brasil, en donde ahora está haciendo una excursión y cuenta que en el último tiempo varios choferes sufrieron el mismo tipo de robo.

Foto: Archivo.

Henri fue hasta uno de los locales de celulares en Tres Cruces y la persona que lo atendió le dijo que el suyo era el sexto celular que vendía ese día por motivo de robo.

Más allá de lo que pasa en la terminal, los robos de celulares son moneda corriente en los barrios en Montevideo. Los teléfonos móviles son objetos valiosos. En muchos casos los delincuentes se aprovechan de personas que van caminando por la vereda enviando un mensaje o mirando la pantalla y las toman por total sorpresa.

No fue ese el caso de Santino, quien volvía a su casa en Punta Carretas cerca de las ocho de la noche y fue sorprendido por dos muchachos que le abrieron la billetera para ver si tenía efectivo y se llevaron su celular. “Ese día estaba sin la mochila y tenía un short de básquetbol sin bolsillos. Entonces andaba con el celular en la mano. Como nunca pasa nada por acá, no me dio miedo”, cuenta el joven que tiene 15 años y mide 1,82 metros, “porque además conozco bien las calles de la zona y sé cuáles pueden ser más peligrosas, pero se me acercaron y a los pocos segundos se lo habían llevado”.

Foto: Estefanía Leal.

Los ladrones eran más bajos que él pero Santino prefirió “mantener la calma y darles todo, para que la cosa no se pusiera fea”, relata. Distinta fue la reacción de Thiago, quien hace tres semanas logró ganarle el forcejeo a un hombre que estaba arriba de una moto y le quiso sacar el celular mientras él esperaba al ómnibus en una parada de Malvín. Según Thiago (el nombre no es real, fue modificado para preservar su identidad), como la moto pasó despacio él tuvo tiempo de darse cuenta de que el delincuente quería sacarle el celular y por eso logró retenerlo y, una vez que se fue, empezó a gritarle “cualquier cosa, por la indignación”.

“No llegué ni a tener miedo, pero si lo pienso dos segundos no le hubiese gritado porque capaz volvía y tenía un arma”, dice Thiago, que vive a pocas cuadras de donde ocurrió el hecho y enseguida avisó a sus conocidos sobre lo que había pasado en la parada.

Se sorprendió porque más de uno le dijo que en el último tiempo había escuchado historias sobre el mismo tipo de robo. Una de ellas fue su suegra, Lucía, quien no tuvo la misma suerte que Thiago y le robaron el celular mientras estaba en una llamada. El suyo también fue un robo diurno, a las diez de la mañana, cuando caminaba con su perro a la vuelta del gimnasio y un hombre en una moto le sacó el celular “sin ningún tipo de forcejeo”, según Lucía, quien calificó el asalto como “de profesional”. “Después me enteré de que ese muchacho robó infinidad de celulares y todos de la misma manera”, cuenta y agrega que minutos después del hecho logró rastrear en dónde estaba su celular gracias a una aplicación y lo vio en una casa cercana al Club Malvín. Se dirigió hasta allí, pensando que el ladrón lo habría tirado en alguno de los patios de la zona, pero cuando tocó timbre la dueña de casa no solo le dijo que no estaba el aparato sino que además a ella le había ocurrido lo mismo hace unos días.

No todos los que sufren el robo de su celular deciden hacer la denuncia a la Policía. El motivo es que consideran que eso no les devolverá su dispositivo e insume “un gasto de tiempo y energía”, según cuenta por ejemplo Thiago. Desde el Ministerio del Interior advierten que es importante denunciar para que el robo no quede en la nada, sin embargo fuentes del Observatorio Nacional sobre Violencia y Criminalidad dicen que en general las denuncias de ese tipo no están discriminadas como “robo de celular” específicamente, sino que se registran bajo el título de “rapiña a transeúnte”.

Con mucha frecuencia en las denuncias tituladas en la forma anterior hay sustracción de teléfonos celulares, aunque también puede haber algunos hechos titulados de esa forma que no necesariamente impliquen robo de teléfonos.

Entre enero y noviembre de 2023 hubo 10.606 denuncias de rapiñas a transeúntes en todo el país y, de estas, alrededor de 9.000 corresponden a Montevideo. Se desconoce cuántas de las denuncias terminaron en la recuperación del aparato y cuántas no.

Foto: Leonardo Mainé.

No es un fenómeno uruguayo, claro. Según informó el diario Clarín hace algunas semanas, el robo de celulares representa al 27% de los delitos en Argentina. Además, un informe denominado “Robo de celulares”, de la empresa BTR Consulting, evidencia que unos 9.000 celulares al día son robados en el área metropolitana de Buenos Aires, es decir, entre unos 300 y 400 robos por hora. Y, según publicó La Nación también hace unos pocos días, el objetivo de los delincuentes generalmente es “vaciar las billeteras virtuales” y luego vender el equipo o sus partes.

En España, específicamente en Cataluña, el celular se convirtió este año en el objeto más robado con 192 denuncias por día, según el diario El País. En la mayoría de los casos la persona no se da cuenta en el momento y solo el 18% sufre un robo catalogado como “violento”.

El problema también escaló de manera significativa en Perú, en donde el gobierno oficializó recientemente una modificación del Código Penal para aumentar la severidad de las penas por robo de teléfonos móviles. La pena privativa de la libertad ahora va hasta los 30 años y las autoridades tienen la esperanza de que eso venga de la mano de una baja en la frecuencia de este tipo de delito.

En Uruguay el experto en seguridad informática Hugo Köncke no está seguro de que “el móvil del robo siempre sea conseguir el celular específicamente”, ya que “roban el teléfono porque es algo que todos tenemos, pero si encontraran efectivo o un buen par de championes, también se lo llevarían”. Sobre todo teniendo en cuenta que “el precio de los celulares es cada vez más accesible”, según dice Koncke.

Qué puede hacer un ladrón al robar un celular depende de qué tan bien protegido esté el dispositivo y cuánto se puede proteger varía según las características propias del móvil. Según el experto, lo mejor que se puede hacer para aumentar la seguridad del aparato es “que para desbloquear el teléfono haya una protección razonable que consista en la huella digital o un código numérico o patrón difícil de adivinar”. Sumado a eso “toda la protección posible que se pueda dar en cada una de las aplicaciones, sirve ante un eventual robo”, sobre todo en las que contienen datos bancarios que ya están cargados, porque fácilmente se pueden concretar compras sin validar la identidad, dice el ingeniero informático.

Sin embargo, para Köncke la mayoría de los que roban celulares buscan “convertirlos rápidamente en unos pocos pesos” a pesar de que es cierto que también hay robos “más profesionales” que apuestan por los datos personales de las personas. Dentro del mercado negro de celulares se calcula que una persona que vende un teléfono móvil robado puede obtener hasta 7.000 pesos por el aparato. El experto subraya: “Lo más fundamental es proteger el acceso general al celular, porque si me roban el teléfono abierto o con una protección ridícula estoy en grandes problemas”.

Las compañías de telefonía móvil que funcionan en el país ofrecen diferentes mecanismos de bloqueo de las líneas en el caso de que se denuncie un robo, pero hay algo en común. Conocidas vulgarmente como “listas negras”, Antel, Movistar y Claro guardan un listado de teléfonos por los que se pide el bloqueo, con el fin de que los equipos queden inhabilitados para operar con cualquiera de las líneas. Sin embargo, dentro de esas “listas negras” se desconoce si los aparatos fueron bloqueados por robo o extravío.

Desde la empresa Claro indican que la compañía en Uruguay recibe unas 1.600 denuncias mensuales por robo o pérdida y en esos casos la empresa procede a bloquear la línea. Una vez que se realiza, la línea queda “negada”, según la propia denominación técnica en la base mundial de todos los operadores móviles nucleados en la Asociación Mundial de Telefonía Móvil, según señalan fuentes de Claro a El País.

Por su parte, la directora de Asuntos Públicos de Telefónica Movistar Uruguay, Leticia Lago, sostiene que es “muy importante” que los usuarios tengan un fácil acceso a la Identidad Internacional de Equipo Móvil (IMEI por sus siglas en inglés) de su dispositivo, “que es como la cédula de identidad del equipo” porque eso “facilita el bloqueo por parte de la operadora y la denuncia ante las autoridades”.

Desde Antel, dicen que el bloqueo tanto del servicio como del equipo puede ser solicitados en los tres canales disponibles: presencial, telefónico y web. Puede hacerlo un titular o un tercero y la finalidad “es gestionar rápidamente el bloqueo y no generar más perjuicios al lesionado”. Las fuentes de la empresa estatal agregan que la compañía cuenta con un seguro en caso de robo, que se puede contratar en el momento en que se hace la compra del celular y respalda la información ante un eventual hurto.

Sin demasiada certeza acerca del motivo detrás de la cantidad de robos de celulares -si se trata de un robo como cualquier otro o tiene que ver con los datos personales de estos aparatos- es que el fenómeno ocurre en Uruguay, al igual que en el resto del mundo, y no parece dar tregua por el momento.