A DOS SEMANAS DEL ESCAPE
El mafioso italiano Rocco Morabito se escapó de la ex Cárcel Central hace dos semanas. Los tres hombres que huyeron con él fueron capturados, pero el capo sigue fuera del radar. Un informe elaborado por la dirección del centro revela los últimos detalles de una fuga de película.
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La familia de Rocco Morabito no quiere hablar. A duras penas contesta el teléfono su abogada, Betiana Díaz, quien se excusa de hacer declaraciones. Hace casi dos semanas que el mafioso italiano se fugó de Cárcel Central y su esposa busca desmarcarse, pero “todavía no está preparada para salir a la prensa”, expresa su representante. Mientras tanto, los tres hombres que se escaparon con él aquella noche del 23 de junio fueron encontrados por la Policía, aunque el rastro del capo todavía es un misterio. Los investigadores del caso estiman que está en Brasil.
También fueron días difíciles para Mary González, exdirectora de la prisión y una de las funcionarias que está siendo indagada. Fue separada del cargo y le retuvieron la mitad del sueldo, pese a que la exjerarca asegura que no estuvo involucrada en la fuga. Ella insiste con que avisó en reiteradas ocasiones que Morabito planeaba escapar, pero no obtuvo respuestas de sus jefes.
De hecho, El País accedió a la investigación de urgencia que realizó González antes de dejar su puesto. En el informe, la entonces directora expresa que en abril de 2018 le envió un memo al entonces director nacional del Instituto Nacional de Rehabilitación (INR), Gonzalo Larrosa, avisándole que había surgido un problema durante la revisión a los familiares de Morabito. “Se efectuó, por parte de este, amenazas verbales a personal penitenciario”, escribió.
Quienes lo conocen dicen que Morabito se ponía violento cuando los policías chequeaban a su esposa y a su hija, que iban a verlo desde Punta del Este con cierta asiduidad. No le gustaba que con ellas tuvieran el mismo trato que con el resto de las visitas, por lo que insultaba a los funcionarios cuando llegaban. Esto determinó que en la cárcel se contactaran con la jueza Dolores Sánchez, la magistrada de Crimen Organizado que se encargaba del caso. Pero estas comunicaciones no tuvieron grandes consecuencias.
González aprovechó estos enfrentamientos para hacerle saber a Larrosa que Morabito debía ser trasladado. “En el mencionado informe, la suscrita dejó constancia volviendo a reiterar que tampoco estaban dadas -como lo expresé oportunamente- las condiciones de seguridad que permitieran asegurar la efectiva prisión con miras de extradición dadas las características del centro y el perfil del interno”, dice ahora en la investigación que realizó de urgencia.
Sin embargo, estos avisos tampoco surtieron efecto. Dos meses más tarde, en junio del año pasado, González volvió a comunicarle a la jueza Sánchez un nuevo conflicto: “Protagonizaron un incidente teniendo participación Rocco Morabito y el jefe de servicio de aquel momento, lo cual derivó en una serie de actuaciones y disposiciones judiciales”, recuerda ahora.
En ese momento, al mafioso italiano se le aplicó “un correctivo disciplinario” de 60 días por haberle exhalado el humo de un cigarrillo en la cara a un oficial. El guardia le pidió que lo apagara, pero el delincuente no le hizo caso y además lo golpeó con la bandeja de la cena. Estas actitudes fueron catalogadas como una “falta grave”, según lo estipulado en el reglamento de disciplina de Cárcel Central.
Y pese a que la dirección del centro pidió el traslado de Morabito en reiteradas ocasiones, en octubre del año pasado solicitó de forma concreta que lo apresaran en la Dirección Nacional de la Guardia Republicana. El País informó días atrás que el director nacional de Policía, Mario Layera, negó esta solicitud en mayo de este año porque en esa cárcel está el narcotraficante mexicano Gerardo González Valencia, apodado “El Cuini”. “El suscrito considera que tal movimiento (el traslado de Morabito) aumentaría el riesgo de seguridad para la Dirección Nacional de la Guardia Republicana y podría provocar la unión y concertación de dos líderes de organizaciones criminales de gran peligrosidad”, respondió Layera.
Hasta ese momento, las sospechas en torno a la posible fuga de Morabito seguían sin concretarse. Pero las alarmas se encendieron el 25 de mayo, menos de un mes antes de que el escape se efectuara, cuando en Cárcel Central encontraron una cuerda de nylon colgando de uno de los ductos de aire. Este hallazgo derivó en una recorrida y en que se controlaran las rejas, ya que la dirección del centro estaba segura de que el mafioso italiano estaba detrás de estas irregularidades.
La reja de una de las habitaciones, según el informe de urgencia, estaba “libre de retención, sostenida por su propio peso, siendo retirada manualmente ante lo que se dispusieron las medidas de reparación y refacción pertinentes”. Además, los policías realizaron una requisa entre los presos.
Recordemos: Morabito se fugó retirando la reja de una de las ventanas. Si bien al principio se habló de un boquete, la investigación permitió corroborar que esta información no era cierta. Por lo tanto, en la interna de la cárcel creen que el delincuente ya había ensayado el método que al final utilizó para escapar el domingo 23. No era un improvisado.
Y este caldo de cultivo terminó de gestarse el 20 de junio, cuando la dirección de Cárcel Central le entregó el equipo que graba las imágenes de las cámaras de vigilancia a la titular de Asuntos Internos del Ministerio del Interior, María Estela González. Esto fue a pedido del fiscal de Delitos Económicos y Complejos, Ricardo Lackner, quien se encontraba investigando un presunto delito de corrupción dentro del centro.
Lackner indaga ahora la fuga de Morabito, ya que las causas se unificaron. González, de Asuntos Internos, es quien lidera la investigación administrativa que se desató en la prisión a raíz del escape del mafioso italiano. Unos 20 funcionarios están bajo la lupa, en especial los dos oficiales de la Guardia Republicana que debían encargarse de seguirle el rastro durante toda la noche al delincuente.
¿El capo de la mafia sabía que las cámaras no grababan y aprovechó la oportunidad? ¿O el retiro de estos dispositivos forma parte de la corrupción policial que ahora se investiga? Esto deben determinarlo las mismas autoridades que ordenaron que se quitara el dispositivo que guardaba las imágenes.
Desde entonces, los contactos con los funcionarios del INR son muy difíciles. Se niegan a hablar por llamada común -aseguran que tienen los teléfonos intervenidos-, apenas contestan por Whatsapp y tampoco acceden a que se los identifique en la nota. Dicen que todos forman parte de esta investigación, que desde hace 15 días trata de dar con quienes le habrían facilitado la fuga a Morabito.
La mafia calabresa, la ‘Ndrangheta, es una de las mayores organizaciones criminales del mundo. Esta palabra proviene del griego y significa “hombre bello”. Los calabreses que la integran están instalados en al menos 49 países del mundo y mueven buena parte del tráfico de cocaína internacional. De los US$ 300 mil millones anuales que se estima que factura esta droga, unos US$ 60 mil millones corresponderían a la mafia calabresa, informó este año el diario argentino Clarín. Quienes forman parte de este clan son familiares y se estima que tienen al menos 4.000 miembros en Italia. Las pocas investigaciones que se han realizado al respecto consignan que es una de las mafias más crueles; a enemigos y arrepentidos se les suele desfigurar a tiros la cara o se les practica la llamada “corbata calabresa”. Así degollan a la víctima, le cortan la lengua y se la colocan en el tajo de la garganta. Si bien en Uruguay fue arrestado por falsificación de documentos, a Rocco Morabito lo buscan en Italia por delitos mucho más graves. Hay tres expedientes abiertos vinculados al tráfico de 1,25 toneladas de cocaína, que habrían sido trasladados entre julio de 1992 y abril de 1993. También se lo acusa de haber pertenecido a una de las organizaciones criminales más peligrosas del planeta, entre 1988 y 1994. A pesar de portar ese apellido, los investigadores creen que Morabito se mantuvo alejado desde entonces del “negocio familiar”.
Sin sorpresas.
Las huellas anteriores habían dejado claro que el mafioso planeaba escapar. Para evitarlo, las autoridades habían resuelto ponerle dos oficiales de la Guardia Republicana para que lo controlaran de forma permanente. Ni esa medida fue suficiente para que el capo no se fuera por la calle San José, en pleno Centro de Montevideo.
El informe de urgencia revela también que la última inspección realizada en el sexto piso, donde dormía Morabito, fue a la hora 17:47 del domingo. De acuerdo con la denuncia de la vecina del edificio de al lado -quien se encontró al mafioso y a sus secuaces en el pasillo de su apartamento-, el italiano se habría escapado a la hora 23:15. En otras palabras, hubo casi seis horas de diferencia entre el control y la fuga.
Quienes debían vigilarlo en ese rato eran los dos custodias personales, que se fueron a dormir al tercer piso de la cárcel. Por supuesto, ambos forman parte la investigación y se les incautaron sus celulares, que fueron entregados al personal del Departamento de Delitos Informáticos del Ministerio del Interior.
Y a falta de cámaras propias, la Policía recorrió los comercios y los edificios linderos a Cárcel Central para corroborar que ellos sí tuvieran imágenes. Los uniformados les pidieron que no las borraran, pero los vecinos consultados por El País aseguran que ningún otro efectivo volvió en busca de estos archivos desde entonces. Muchos dicen tener registrado el momento en el que el mafioso italiano huyó del centro.
Con tres de los cuatro fugados capturados, las autoridades esperan ahora estar más cerca de la pista de Morabito. Uno de ellos, Leonardo Abel Sinopoli, es el argentino que fue encontrado en Salto dos días después del escape y quien salió caminando por la puerta de Cárcel Central. A esta conclusión se llegó luego de haber hallado un resto de sangre y un pantalón roto en ese lugar, según consta en el informe de urgencia elaborado por la directora González.
Sin embargo, los investigadores están convencidos de que este delincuente no habría formado parte del plan porque estaba enfermo y es mayor que los demás. Por lo tanto, no habría estado en contacto con el mafioso una vez fuera de la prisión.
La esperanza está puesta, entonces, en los dos fugados que fueron capturados este jueves en Minas, Lavalleja. Matías Sebastián Acosta estaba a la espera de su extradición desde Brasil y Bruno Ezequiel Díaz aguardaba su traslado a Argentina. Durante los 10 días que estuvieron prófugos, ambos cambiaron varias veces de casa en ese departamento. Según el jefe de Policía local, Eduardo Martínez, desde hacía una semana que seguían el rastro de estos delincuentes.
La investigación busca establecer por qué ellos se quedaron en Minas y hacia dónde se trasladó el mafioso italiano. También esperan resolver qué le dieron a cambio estos jóvenes a Morabito para formar parte de la fuga que, calculan, le costó varios miles de dólares. Solo en coimas, el capo habría ofrecido alrededor de US$ 80 mil por funcionario, de acuerdo con un informe del INR publicado días atrás por El País.
Pero no olvidemos que este delincuente no es un improvisado. Antes de ser capturado en Montevideo, en 2017, Morabito se las había ingeniado para desaparecer del mapa desde la década de 1990. Se hacía llamar Francesco Antonio Capeletto Souza, decía que era brasileño, vivía en una mansión en Punta del Este y se dedicaba a los negocios agropecuarios. Un pasaporte adulterado le había permitido obtener la cédula uruguaya, y durante 13 años vivió en nuestro país sin levantar sospechas.
Y pese a su nueva vida, el prontuario del mafioso es completo. Hijo de Giuseppe Morabito, preso desde 2004, el delincuente trepó a lo más alto en la ‘Ndrangheta, considerada una de las mayores organizaciones criminales del mundo. Según un informe del diario Clarín, de agosto de 2016, la mafia calabresa actuaba en 49 países y obtenía ganancias netas por más de US$ 60 mil millones al año por el tráfico de cocaína.
Morabito se mantuvo prófugo a partir de 1994, hasta que el orgullo de portar ese apellido pudo más. Tantos años de impunidad lo llevaron a anotar a su hija en un colegio con su verdadera identidad, lo que llamó la atención de los investigadores. Cuando lograron cercarlo, lo capturaron a él solo en un hotel de Montevideo.
El mafioso había pasado casi la mitad de sus 53 años escapando de la Justicia. Luego de una breve estadía en una cárcel uruguaya, retomó la vida a la que está más acostumbrado.
La reacción del gobierno italiano luego de la fuga
El vicepresidente del gobierno italiano y ministro del Interior, Matteo Salvini, reaccionó pocas horas después de conocerse que el mafioso Rocco Morabito se había fugado de Cárcel Central. “Pedimos explicaciones inmediatas al gobierno de Uruguay”, escribió en un comunicado enviado a la prensa. “Le vamos a dar la caza donde esté”, prometió en el breve documento oficial. “Es desconcertante y grave que un criminal como Rocco Morabito, capo de la ‘Ndrangheta (mafia calabresa) haya logrado escapar de una cárcel de Uruguay mientras esperaba ser extraditado a Italia”, lamentó Salvini. Por su parte, el embajador de ese país en Uruguay, Gianni Piccato, dijo a El País que el escape “condiciona” las investigaciones que están en curso en Europa. “Lo que sabemos es que se encontraba en la última etapa del proceso y estaba a la espera de la decisión final de la Suprema Corte de Justicia. Pensábamos que era cuestión de unas semanas. Era la fase final”, agregó el funcionario.