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Todas las encuestas: guía para entender los números rumbo a la elección y las diferencias entre consultoras

El País habló con los referentes de las consultoras Cifra, Equipos, Factum y Opción para conocer las técnicas que utilizan y cómo interpretar los datos que marcan el ritmo de la carrera electoral.

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Los encuestadores son, no muy detrás de los propios políticos, protagonistas estelares de toda campaña electoral moderna. Sus números y análisis periódicos son esperados con un fervor casi religioso. Quienes se ven a sí mismos en los primeros puestos de los sondeos difunden los resultados con orgullo. Los que salen menos favorecidos en la foto relativizan el alcance de los datos y, en algún caso, la fiabilidad de los métodos utilizados.

En medio de ese torbellino de cifras e interpretaciones para todos los gustos, los responsables de las consultoras procuran mantener un delicado equilibrio entre reivindicar sus herramientas y combatir las expectativas desmesuradas que algunos depositan en su trabajo. Aclaran que sus datos son una “aproximación”, una “foto” algo desenfocada de una realidad esquiva y dinámica. Pero quieran o no, los encargados de traducir a números la voluntad siempre difusa, volátil y heterogénea de los votantes se saben actores relevantes del debate de campaña, y el año electoral es también su zafra de mayor actividad.

¿Qué muestran a esta altura sus encuestas, y qué no? ¿Cómo se explica que, con diferencia de pocos días, una muestre al oficialismo cuatro puntos abajo del Frente Amplio, y otra lo ubique en un escenario espejo, cuatro puntos por encima? ¿Por qué un estudio puede presentar una paridad casi absoluta entre Yamandú Orsi y Carolina Cosse cuando otras muestran una competencia abierta, sí, pero con mayor ventaja para el exintendente de Canelones? ¿Qué tan significativa es la dispersión en los datos de las encuestas y cómo se espera que evolucionen? ¿Qué se puede divisar, en definitiva, una vez corrida la bruma y despejado el ruido?

Comparando las fotos

En términos muy brutos, las encuestas electorales proporcionan una visión algo borrosa —pero visión al fin— a la distribución de las preferencias de los votantes.

Esa visión imperfecta es claramente mejor que andar a ciegas, guiado nada más que por el olfato o la intuición, pero está lejos de exponer una mirada cristalina y precisa de las cosas, y eso invita a la cautela tanto a la hora de interpretar el resultado concreto de una encuesta, como de comparar con las de otras consultoras.

Elecciones
Votación en un circuito electoral.
Foto: Leonardo Mainé/El País.

“Las metodologías utilizadas, los tamaños muestrales, la forma de preguntar, las estrategias de análisis de la información, las fechas de relevamiento, todo eso naturalmente genera que las encuestas no sean exactamente iguales”, dice el sociólogo Ignacio Zuasnabar, director de opinión pública de Equipos Consultores. “Pero además, es casi imposible que lo fueran dada la naturaleza del objeto de estudio, que es dinámica. Si uno trata de medir la altura del agua dentro de un vaso con una regla, si el agua dentro del vaso está quieta, lo puede hacer con cierta precisión. Pero si el agua está en movimiento o en ebullición, seguramente obtengamos mediciones algo distintas cada vez que metemos la regla”, plantea el referente de Equipos.

Las dispersiones suelen ser mayores cuanto más lejos se esté del momento de la elección, según coinciden los analistas. “A medida que yo me acerco al evento, es más fácil estimarlo. Es más fácil estimar una tormenta a una hora de que ocurra, que tres meses antes. Salvando las distancias, algo de eso ocurre con las encuestas electorales. La elección es mañana, pero al mismo tiempo falta mucho”, dice Nicolás Schmidt, cientista político e integrante de la Unidad de Métodos y Acceso a Datos de la Facultad de Ciencias Sociales (Udelar).

Pero además, en el caso de las encuestas de intención de voto, el halo de incertidumbre con el que se debe convivir tiene derivaciones distintas dependiendo de qué tan cerca o qué tan lejos estén los partidos o candidatos.

Volviendo a la imagen de la visión desenfocada, en 2019 no se precisaba un lente demasiado refinado para observar que el bloque de los partidos opositores al Frente llevaba cierta ventaja al entonces oficialismo, porque la distancia efectiva entre ambos era lo suficientemente amplia (como muestra el gráfico aquí arriba). En cambio, si esos dos bloques están más cerca entre sí, y además en movimiento, una visión nublada e imperfecta como la que tienen las encuestas perfectamente podría superponer a uno con el otro o llevar a algún observador a confundir quién está de cada lado.

Algo de eso parece estar sucediendo en la comparación de la intención de voto registrada por Cifra, Equipos, Factum y Opción para los dos principales bloques políticos de cara a octubre, con el añadido de que todavía hay una porción importante del electorado que no tiene decidido su voto.

Analizando las mediciones de los últimos meses, Cifra es la que ha registrado los mayores niveles de adhesión para la izquierda al preguntar las preferencias partidarias, llegando a 47% en su medición de febrero contra 42% de la coalición de gobierno. Los registros de Equipos han mostrado al FA oscilando entre 40% y 45%, frente al bloque multicolor con entre 35% y 38% dependiendo la medición. Opción Consultores, por su parte, ha ubicado al Frente Amplio entre el 41% y el 44% de intención de voto, mientras que los partidos de la coalición oficialista han sumado —en las últimas encuestas de la consultora— entre 40% y 42%. Factum, en cambio, ha ubicado a la suma de partidos oficialistas en el entorno de 45% y 47%, unos puntos por encima del Frente Amplio, que ha oscilado entre 41% y 43%.

¿Cuáles son las posibles explicaciones de estos matices? Para empezar, los márgenes de error del entorno de 3% (hacia arriba y hacia abajo) podrían alcanzar para explicar en buena medida parte de esas dispersiones. “Hay diferencias que parecen amplias que, sin embargo, cuando consideras el margen de error no son tales. Si yo doy dos bloques empatados y un colega da seis puntos entre uno y otro, ese margen de tres puntos puede estar jugando”, explica Rafael Porzecanski, de Opción.

Pero teniendo en cuenta que algunas de esas diferencias se mantienen de medición en medición, también pueden considerarse otros factores, como la forma en que se realiza la pregunta o el tratamiento de los indecisos. En esos dos planos, por ejemplo, Factum utiliza metodologías que lo separan del resto.

Respecto a la forma de presentar la pregunta, Factum consulta a cada encuestado “a qué partido político votaría” si el próximo domingo hubiera elecciones de presidente y Parlamento, pero presenta un menú diferente al habitual. Para algunos partidos —como el Frente Amplio, el Partido Nacional y el Partido Colorado— se indica solo el nombre del partido. Sin embargo, para los otros partidos —como Cabildo Abierto, el Partido Independiente, Identidad Soberana y el Partido Constitucional Ambientalista— también se aclara el nombre del respectivo candidato presidencial.

Eduardo Bottinelli, director de la consultora, explica a El País que esa decisión parte de considerar que esas colectividades están “fuertemente identificados con la persona”. Aunque no es posible decir con certeza si se debe a esa decisión, Factum es la que presenta la mayor intención de voto a “otros partidos” que no integran ni la coalición de gobierno ni el FA.

Eso que hace Factum es, de alguna manera, una mezcla de lo que otras consultoras hacen de forma separada. Opción, por ejemplo, presenta públicamente el resultado de dos aproximaciones distintas a las preferencias partidarias. En primer lugar, esa empresa difunde las respuestas que dan los encuestados cuando se les presenta un menú guiado con los nombres de todos los partidos. Por otra parte, también comunica el resultado de presentar a los consultados diferentes grillas con los nombres y apellidos de los potenciales candidatos. En ese ejercicio, Opción identifica un crecimiento del bloque oficialista tanto en escenarios de competencia con un Frente Amplio liderado por Yamandú Orsi o Carolina Cosse, aunque el crecimiento es mayor en ese segundo caso.

El resultado difundido por Cifra, por su parte, surge de preguntarles abiertamente a los consultados a cuál partido votarían, sin sugerir alternativas. La consultora señala que a quienes responden no tenerlo claro, se les lee rotativamente la grilla de partidos que se presentan. 

Equipos por el momento presenta únicamente en público el resultado de la pregunta abierta, en la que no se guía la respuesta de ninguna manera, bajo la premisa de que eso “recoge una elección más pura del encuestado, en tanto puede presumirse que existe en la mente del individuo antes de recibir un estímulo específico”.

En sus mediciones no difundidas públicamente, de todos modos, las distintas consultoras también recurren a la presentación de escenarios con distintos candidatos y, salvando los matices, allí registran un descenso de los indecisos y una mejora relativa del bloque oficialista.

Más allá de la utilidad que esos escenarios pueden tener, Zuasnabar advierte que “cuando se miden hoy escenarios de candidatos, con nombres, pensando en la elección presidencial de octubre, hay además una situación de extemporaneidad”. Y agrega: “Está demostrado que el resultado de las elecciones internas no solo determina ganadores y perdedores, sino también que el hecho de ganar o perder tiene impacto sobre la imagen de los candidatos. Cuando se pide al ciudadano que hoy establezca una preferencia entre un menú de candidatos hacia octubre, no está considerando este efecto”.

En una línea similar, Bottinelli agrega que "una candidatura que despierta algún tipo de rechazo en un segmento del electorado, incluso dentro del mismo partido, puede apaciguarlo o desaparecer luego que se conforma una fórmula".

Porzecanski, por su parte, dice que “el tema es que la gente no sólo vota partidos”, por lo que una intención de voto solo por partido también “es incompleta”. “Poner candidatos en la cancha varía las relaciones entre los bloques. Los escenarios sin candidatos hoy favorecen al Frente Amplio, y los escenarios con candidatos en general dan mejores resultados para la coalición comparativamente”, añade el sociólogo de Opción, que de todas formas coincide en que esa herramienta tiene limitaciones claras al manejarse en un plano “tentativo”.

Mariana Pomiés, directora de Cifra, destaca que a la hora de elegir qué datos utilizar públicamente intentan priorizar aquellos que les parece que "puedan reflejar mejor" la etapa en la que se encuentra la campaña, y que además sean fáciles de entender. "Una cosa es cuando uno comunica a un cliente que le da un montón de información y tiene un rato largo para explicarlo. Y otra cosa es cuando comunicás en medios masivos", argumenta.

Otra diferencia no menor en la comparativa entre encuestas es el tratamiento de indecisos. En ese plano, durante todo el año electoral Factum no incluye indecisos en sus informes públicos, sino que hace una “estimación” de cómo se distribuirían el día de la elección, en función de 21 variables. Bottinelli defiende que se trata de “la misma metodología” que utilizaron en 2019 y que ese año los llevó a obtener una foto “relativamente estable” de la distribución entre ambos bloques, con la coalición entre 53% y 58% y el Frente Amplio entre 37% y 40%.

Del otro lado, quienes eligen por el momento no adentrarse en proyecciones de indecisos lo hacen bajo el entendido de que todavía ese electorado está demasiado “en disputa” y lejos de una definición. Por poner un ejemplo, en Equipos identifican que además del 13% que ya de primera declara no saber por cuál partido se inclinaría en octubre, existe otro 13% que elige una opción pero, repreguntado acerca de cuán firme es su preferencia, dice que “no está decidido”. “Entonces tenemos casi uno de cada cuatro uruguayos que todavía uno puede decir que está muy en disputa”, dijo Zuasnabar este jueves en conferencia del Centro de Estudios para el Desarrollo (CED).

Encuestadores

Entre el rol de “gurú” y el de “fotógrafo”

Quienes dirigen las consultoras de opinión pública sostienen que las expectativas hacia las encuestas suelen ser “desmesuradas” y entienden que su trabajo se acerca más al de un “fotógrafo” que al de un “gurú”.

“No somos oráculos. Las encuestas son excelentes fotografías del momento y dan buena información para tomar decisiones o definir estrategias”, describe Pomiés.

Su colega Zuasnabar dice que el pronóstico electoral es “una función muy puntual y posiblemente muy accesoria de los estudios de opinión pública”. “Intentar adivinar el futuro siempre ha resultado muy fascinante para los seres humanos, y a aquellos sobre los que se deposita esta responsabilidad se le suelen atribuir hasta poderes casi mágicos. Pero, lamentablemente para quienes tienen estas expectativas, las encuestas no sirven mucho para predecir el futuro”, dice el director de Equipos. “Los encuestadores somos más como fotógrafos de la realidad pasada, con un lente algo desenfocado por el margen de error. Con algo de habilidad, y apoyados en teorías sobre comportamiento político, podemos interpretar en la secuencia de fotos algo relevante sobre la película entera y quizá tener alguna hipótesis sobre un desenlace probable. Pero no mucho más que eso”, agrega.

Internas

Si ya las elecciones de octubre, que son obligatorias, presentan desafíos considerables para las encuestadoras, las internas aumentan la complejidad por partida doble.

Por un lado, su carácter de no obligatorias vuelve difícil predecir con precisión quiénes serán los que irán a votar el último domingo de junio. Por otro lado, la competencia dentro de cada partido exige trabajar sobre universos más pequeños y eso implica un aumento de los márgenes de error. El cóctel explosivo lo ejemplifica como ninguno el Partido Colorado: con un universo de votantes reducido y una oferta ultrafragmentada que al día de hoy suma ocho precandidatos, los números ni siquiera pueden decir más allá de toda duda que quienes aparecen primeros en un sondeo están efectivamente por encima de quienes figuran en los últimos lugares de preferencias (ver aparte).

En el caso de Factum y de Opción, a cada encuestado que dice que votará a determinado partido en octubre se le lee la lista con los precandidatos de ese partido, y se le pregunta a quién de ellos preferiría como candidato a presidente.

Cifra también utiliza ese mismo método para indagar en las preferencias por interna, pero al menos en sus últimos informes públicos lo hizo junto a otros dos encares complementarios. La consultora liderada por Mariana Pomiés también presenta las respuestas que dan los votantes de octubre de cada partido a la pregunta abierta de “a quién preferirían como presidente” —antes de que se les lea el menú de precandidatos e incluso previo a que se les pregunte por sus inclinaciones partidarias— y además informa las preferencias de un grupo más reducido de esos votantes: aquellos que declaran que “seguro” votarán en la instancia de junio. Según el último informe, un 54% de quienes hoy dicen que votarán al FA en octubre declaran que “seguro” irán a votar en junio; en el caso de los blancos el porcentaje es apenas menor, de 50%.

Pomiés aclara de todos modos que suele existir un desacople entre el número de votantes que dice que concurrirá a las internas y los que efectivamente lo hacen. "Todo esto también va a depender también de cuán competitiva sea la interna", dice la directora de Cifra.

Equipos elige para sus informes públicos lo que sucede entre aquellos que se sienten “cercanos” o “muy cercanos” a cada partido, independientemente de lo que digan votar en la primera vuelta de la elección nacional. En el caso del Frente y el Partido Nacional, eso implica un universo de algo menos de dos tercios de su electorado de octubre. En el caso del Partido Colorado, sucede algo contrario: son más los que dicen sentirse “cercanos” o “muy cercanos” a esa colectividad que los que dicen que lo votarán en octubre.

Todo esto, nuevamente, dificulta la comparación. Un ejemplo: cuando Opción comunica que Orsi recoge el 51% de las preferencias de los “votantes frenteamplistas” y Cosse el 35%, se está refiriendo a un universo distinto de frenteamplistas que Equipos cuando señala que el exintendente de Canelones recibe el 45% de intención de voto frente al 44% de la intendenta de Montevideo. Si a eso se agregan las diferencias en las fechas de realización, los matices en la metodología y los márgenes de error, las alertas a la hora de comparar se tornan más importantes.

Pasando en limpio

Aun a pesar de las divergencias en los resultados, que sus propios responsables reconocen que pueden alimentar cierto “mareo” o “confusión” en parte del electorado, las encuestas sí permiten dar con una foto que supera ampliamente lo que cualquier olfato podría discernir.

“Hay algunas divergencias, pero yo veo más elementos convergentes: la paridad entre bloques, la buena evaluación del gobierno, el liderazgo de Álvaro Delgado en la interna blanca, una situación de incertidumbre en la interna frenteamplista —más allá de que algunos lo ven más parejo, otros relativamente menos parejo—, una situación de total incertidumbre en la interna colorada, un mejor posicionamiento para la coalición cuando se nombran candidatos que cuando no se ponen; son un montón de similitudes”, resume Porzecanski.

“La gente se enoja con las encuestas, pero imaginemos que no tuviéramos esta información, y no supiéramos qué está pasando”, propone Pomiés. “Imaginate no saber en absoluto qué tan cerca o lejos están Delgado y Raffo, y tener todos que esperar al 30 de junio para saber cómo le va a cada uno. Sería una campaña electoral totalmente distinta”.

Rumbo a junio

Colorados: el desafío de medir una interna "inédita"

El Partido Colorado presenta en esta elección una competencia interna inédita de ocho precandidatos que plantea grandes desafíos a los encuestadores, por tratarse de una submuestra con altos márgenes de error y sin liderazgos claros. ¿Cómo lidian con una situación así? “Tratando de dar un mensaje de cautela en las interpretaciones, buscando abordajes originales y creativos, sabiendo sus limitaciones”, responde Porzekanski de Opción. En esa consultora, además de presentar las preferencias de precandidatos entre quienes dicen votar al partido en octubre, eligieron “acercarse” a ese electorado ampliando el lente al universo de los que votarían a otros partidos de la coalición.

Bottinelli, de Factum, dice que por el momento no han divulgado los datos de esa interna "justamente porque las submuestra es chica y la dispersión de candidaturas es muy grande".

Por su parte, Mariana Pomiés, de Cifra, apunta: “Vamos a tener dificultades hasta el final con la interna colorada y lo vamos a decir. Pero con el resultado a la vista nos van a pegar, y vamos a decir: miren que siempre les avisamos que es la foto más imperfecta de todas”.

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