Tras la muerte de Silvina Luna: el riesgo de los "impostores" en cirugía estética en Uruguay

Los expertos dicen que no hay inyecciones de metacrilato, pero advierten por personas que se hacen pasar por cirujanos plásticos

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Cirugía estética.
Cirugía estética.
ronstik/Getty Images/iStockphoto

Cuando Raphael Dufort vio la noticia en su celular se quedó helado por algunos segundos. Había hablado con Silvina Luna algunos días antes de su muerte y en esa llamada ella le había pedido por favor que hiciera público todo lo que le había pasado con Aníbal Lotocki, el cirujano que operó a Luna y a Dufort, y actualmente está inhabilitado a ejercer su profesión por mala praxis en un juicio que continúa.

Aunque es uruguayo, Raphael llegó a Lotocki gracias a un aviso que vio en una revista durante una visita a Buenos Aires en 2008. Se había operado la nariz en Uruguay y no había quedado conforme con el resultado, entonces agendó una consulta con Lotocki, que lo recibió en su consultorio y le dio información sobre un “relleno especial” que él utilizaba en sus pacientes. “Me dijo que era la última tecnología y que me iba a poder arreglar las imperfecciones de la nariz y también lo podía usar para perfilarme los músculos de los brazos y el pecho”, cuenta Dufort 15 años después desde Buenos Aires, en donde hoy se encuentra junto a su abogado para iniciar una nueva demanda en contra del cirujano. Él asegura que sintió “mucha presión” de parte del médico para inyectarse el “relleno” en el pecho y los brazos y finalmente accedió. “Me mostró muchas fotos de famosos y de lo bien que habían quedado; entonces eso me dio confianza y me animé”, dice Dufort.

Raphael Dufort. Foto: Archivo El País
Raphael Dufort. Foto: Archivo El País.
Foto: Archivo El País.

El nombre de Aníbal Lotocki explotó durante las últimas semanas en los medios de comunicación tras la muerte de Silvina Luna, que se había sometido a una cirugía estética con el médico en 2010 y allí se le habría inyectado metacrilato, un producto que le provocó un cuadro crónico de hipercalcemia e insuficiencia renal. Algo similar a lo que hoy también padece Dufort. La modelo estuvo en lista de espera para acceder a un trasplante de riñón, pero su estado de salud no se lo permitió y finalmente falleció el último 31 de agosto. Aunque es cierto que toda esa historia tuvo lugar en Argentina y no en Uruguay, los expertos locales aseguran que existe una “línea ética fina” que los cirujanos plásticos deben mantener y acá también es frecuente que “se crea que estas intervenciones son una ida al supermercado”, según dice Lucía D’Oliveira, presidenta de la Sociedad de Cirugía Plástica, Reparadora y Estética del Uruguay. Asegura que aquí también hay algunos “impostores”.

Todos los expertos consultados aseguran que no les consta que en Uruguay hayan ocurrido intervenciones estéticas que involucren la inyección de metacrilato, sin embargo, todos dicen que sí es “frecuente” que lleguen casos de pacientes que no saben qué se les colocó ni si la persona que lo hizo era realmente un experto o no. De esta manera, las complicaciones por intervenciones no autorizadas o con materiales poco utilizados siempre terminan derivando en los cirujanos especializados, que debido a costos o por desconocimiento, no siempre son la primera opción de quienes buscan realizarse una intervención estética. Según D’Oliveira, los pacientes “a veces se dejan guiar por una página web, por un Instagram prolijo, por el número de seguidores o porque tienen buenos videos, pero eso es algo que contratando a una buena empresa de marketing se puede tener y no necesariamente es sinónimo de estar entrenado ni tener un título que habilite a operar”.

Salud sí o no.

Tanto en Uruguay como en el resto del mundo las cirugías estéticas ocupan el lugar principal dentro de las intervenciones electivas. Dicho de otra manera: se trata de una intervención que no siempre se da a causa de un problema de salud, sino que la persona elige someterse al procedimiento. Para Daniel Montano, presidente del Sindicato Anestésico Quirúrgico, es “relativo” decir que las cirugías estéticas “no se hacen por salud”. “Pensemos en un caso hipotético de una adolescente que tuvo un desarrollo temprano y sus mamas crecieron de forma desmedida. Si ella se avergüenza de eso, lo cual la afecta psicológicamente, luego empieza a encorvarse y perjudica sus hombros y columna, ahí ya hablamos de un problema de salud y es necesaria una cirugía de reducción”, sostiene Montano y agrega: “La línea ética existe no solo para la cirugía plástica, sino para toda la medicina. Es fundamental no cuestionar ni juzgar la voluntad del paciente porque es el médico quien debe poner las cosas en su justo término”.

Silvina Luna.
Silvina Luna.
Foto: Archivo El País.

Ese “justo término”, no siempre se cumple y, tal como sucede en Argentina con Lotocki -según las acusaciones- de este lado del río también ocurren “presiones” de los cirujanos hacia los pacientes. La cirujana plástica Lucía Torroba sostiene: “Nosotros aparte de formarnos en operar, también lo hacemos en detectar o reconocer pacientes que en realidad acuden a la cirugía estética tratando de resolver otra cosa. Estamos acostumbrados a que los pacientes vayan a la consulta con expectativas poco reales esperando resultados que no les vamos a poder ofrecer y por eso es fundamental tener un diálogo previo con ellos”. Para Torroba “el rubro se presta a que aparezca gente que no es muy profesional” y eso se ve claramente en “lo abrumador de las ofertas para hacerse procedimientos que llevan un pienso y quizá como hay un descuento del 20% que se acaba en dos días uno toma esa decisión y no lo medita antes”.

En el mismo sentido, la presidenta de la Sociedad de Cirugía Plástica, Reparadora y Estética del Uruguay cree que “el precio más bajo” que pueden ofrecer quienes realmente no son profesionales en cirugía plástica “no está abaratado por el arancel del profesional, sino porque se debería hacer en un quirófano y lo hacen en un consultorio sin la esterilización correspondiente que hay en un block”. Algo así le sucedió a Raphael Dufort, que asegura que la intervención con metacrilato que le realizó Lotocki en la nariz, el pecho y los brazos, ocurrió en su consultorio y no en un quirófano. “Lo que pasa hoy es que hay un poco de descontrol alrededor de la materia y todavía nos queda un camino por recorrer en cuanto a la regulación de estas prácticas y de los profesionales poco capacitados que con un fin económico se tiran a hacer procedimientos estéticos”, subraya D’Oliveira.

Según los expertos consultados, las irregularidades con respecto a los profesionales ocurren “en muchos sentidos” porque existen aquellos que simplemente son médicos generales y realizan procedimientos estéticos así como también cirujanos que no tienen la especialización en estética y dicen que sí lo tienen a quienes los consultan, tal como sucedía con Lotocki. En Uruguay, es solamente una la formación que deben recibir quienes están habilitados a ejercer la cirugía estética como tal. Esta es la especialidad en cirugía plástica, reparadora y estética que brinda la Universidad de la República. Esta tiene un programa que cuenta con el visto bueno para ejercer del Ministerio de Salud Pública. Poniendo en el buscador la palabra Infotítulos se abre un documento en la página del MSP en la que se puede buscar el apellido del profesional para saber qué formación académica recibió y comprobar si se trata o no de un cirujano plástico. “Es una herramienta para bajar al mínimo las posibilidades de caer en manos de personas no profesionales o no autorizadas para hacer cirugías”, sostiene Torroba.

Boom pandémico y Argentina.

Los cirujanos uruguayos notaron un aumento de las consultas y las operaciones después de la pandemia del covid-19. ¿El motivo? Según D’Oliveira esto se vinculó al encierro. “Creo que fue multifactorial. Al estar encerrados la gente pasó más tiempo mirándose y quizá lo tenían pendiente de antes y ese momento en el que el dinero no se podía gastar en viajes fue ideal para animarse a hacerlo. Además creo que influyó la idea de sacarse las ganas porque no sabíamos lo que iba a pasar al día siguiente”, sostiene la experta. Sin embargo, según el cirujano plástico Gabriel Otormín, el boom de las cirugías estéticas en Uruguay “no tiene punto de comparación” con respecto a Argentina o Brasil a pesar de que aumentaron durante la pandemia. “No sé si llegará a ese nivel porque tenemos una idiosincrasia muy diferente”, sostiene.

Además del aumento de intervenciones quirúrgicas, la pandemia también trajo una notoria suba en la actividad de la llamada medicina estética, que está por fuera de las cirugías específicamente. Esta incluye la inyección de ácido hialurónico, el bótox y los hilos tensores, entre otros tratamientos. Comprobar quiénes están formados de manera adecuada en medicina estética es “mucho más vidrioso” que en cirugía estética, según la presidenta de la sociedad que nuclea a los cirujanos, porque “no hay un único lugar de estudios para eso y la confianza pasa a depender de la formación de cada uno”.

Inyecciones de botox.
Inyecciones de botox.
Foto: Archivo El País.

Para Otormín la medicina estética en Uruguay “se está argentinizando mucho” porque “pasó a ser todo más irregular”. Él se dedica principalmente a la cirugía capilar y asegura que es “cada vez más frecuente” que algunos médicos generales “que quizá no pudieron entrar a la especialización de cirugía estética en la Udelar” se vayan a Argentina “a hacer cursos de fin de semana” y luego “ponen pelo en las casas”. “Eso tiene que ocurrir en una clínica especial habilitada por el MSP. Yo, por ejemplo, estuve años preparando mi clínica con el block correspondiente y aparece gente que pone pelo en la casa y se hace llamar experta en eso”, lamenta el cirujano.

La diferencia cambiaria con Argentina no solo hace que algunos médicos se interesen en hacer cursos allí para luego ofrecer servicios en Uruguay, sino que además hay algunos que traen productos que no están autorizados por el ministerio y los ofrecen aquí. Lo más frecuente son ciertas marcas de ácido hialurónico o toxina botulínica, según Torroba. Para la experta es “peligroso” porque “se pierde la trazabilidad de la cadena de frío o las indicaciones correspondientes en cada caso”.

Sumado a quienes hacen cursos en Argentina y quienes traen productos no autorizados por el MSP, también están los que deciden realizarse diferentes tratamientos en el país vecino. En Uruguay una cirugía capilar tiene un costo aproximado de 3.000 dólares, mientras en Argentina el costo es de 800 aproximadamente. La inyección de bótox en Uruguay puede llegar a valer hasta 300 dólares y en Argentina 50. “La gente se va y se opera con médicos que no se sabe quiénes son y después nosotros acá hacemos el seguimiento y vemos las complicaciones, que aunque no son tan frecuentes, sí suceden”, asegura Otormín.

RIESGO.

La silicona industrial en la población trans

El cirujano plástico Gabriel Otormín ha trabajado mucho con la población trans y asegura que es “muy frecuente” que lleguen personas con infecciones a causa de haberse inyectado “silicona industrial” y “aceite de camión”. “Eso lo suele hacer un paciente al otro en la calle o en una casa, en situaciones antihigiénicas que luego pueden generar úlceras de silicona en la piel”, advierte el médico.

Romina Celeste, militante del Partido Nacional, dijo a Montevideo Portal esta semana que se asustó con la muerte de Silvina Luna porque ella se ha inyectado silicona en el pasado.

Según un registro de la Sociedad de Cirugía Plástica, Reparadora y Estética del Uruguay hubo 15 uruguayos que viajaron a hacerse cirugías plásticas en los últimos meses y luego sufrieron complicaciones. Son casos en donde hubo lesiones de piel, infecciones graves, heridas abiertas o que requirieron nuevas intervenciones e internaciones. Desde la sociedad creen que la cifra posiblemente siga aumentando durante los próximos meses.

Mientras el debate alrededor de Lotocki continúa en Argentina, Raphael Dufort prepara una nueva demanda contra el médico que se suma a la que ya realizaron otras figuras del espectáculo que se operaron con él y advierte que “hay que ser muy cuidadoso” a la hora de realizarse una cirugía. Considera que “el uruguayo es distinto y no tiene la euforia por la estética que existe en Argentina”. Sin embargo, con el “turismo de cirugías” y el aumento de personas que realizan tratamientos para los que no están especializados, “no se sabe lo que puede llegar a suceder”, subraya.

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