E.C
Cinthia tiene 14 años y vuelve a su casa con la bolsa de los mandados. Camina por las calles del barrio Peñarol de jogging y escondida detrás de su bufanda. Tiene cinco hermanos que se atienden en la policlínica Zully Sánchez, como todos los vecinos de la zona, por los médicos de siempre, por los enfermeros que conocen su nombre y sus achaques. Pero ahora, que hace más de 120 días que la policlínica está ocupada por sus funcionarios, Cinthia no sabe muy bien a dónde irá para darse las vacunas que tiene a poco de vencerse. "Ahí me atendían enseguida y la doctora ya me conocía", dice, mientras se aleja caminando apurada, escapando del frío.
Ruben Olivera tiene un quiosco justo enfrente de la policlínica. Y por eso oficia de informante para los vecinos de la zona que no hacen más que preguntarle cuándo sacarán ese candado que hoy tranca el portón de acceso al centro de salud. "Era importante tenerla en el barrio. Hubo gente que se fue a otros lados en busca del servicio", recuerda él, que nació y se crió en el barrio, y hoy vive a escasos metros, en Sayago. "Ahora estaría por abrirse", es la versión que le da a la gente de la zona que, con el tiempo, cada vez pregunta menos.
Quizás no sea tan así. La nueva administración municipal ya designó a la comisión Villa Peñarol para dirigir la policlínica. Pero el acuerdo que garantice el funcionamiento del centro está lejos de firmarse. Días atrás El País informaba que la Intendencia de Montevideo había puesto como condición para la firma, que los funcionarios de la policlínica levantaran la demanda por salarios impagos contra la ONG que solía administrar el centro.
"La firma de un nuevo contrato no está ni ahí de concretarse", dijo a este suplemento Adriana Roldán, ginecóloga de Zully Sánchez y una de las funcionarias que ocupan el centro asistencial. El actual director de Salud por Montevideo, Pablo Anzalone, deslizó que la intendencia está incluso analizando el sistema de donaciones modales, un mecanismo que ya el año pasado significó para la policlínica retrasos en el cobro de sueldos de entre cuatro y cinco meses.
"La inserción de la policlínica era importante en el barrio. Pero en este tiempo se quebró un poco", reconoce Roldán. El centro funcionó de forma ininterrumpida desde 1996 con tres médicos y dos enfermeros, dedicado a la atención primaria de la población aledaña.
Y es esa atención personalizada la que los vecinos parecen estar necesitando. Valeria Colman tiene 28 años y se crió en el barrio. Trabaja a pasos de la policlínica. Y aunque ella y su hijo pagan mutualista, el personal de la Zully Sánchez siempre estuvo al tanto de sus problemas de salud. "Para el barrio fue un bajón. Iba mucha gente, niños por lo general. Nos tomó de sorpresa", recuerda. Cuando Valeria tuvo que lidiar con dos tumores y una cesárea, Roldán le revisó nuevamente todos los estudios y la asesoró sobre qué cuidados tendría que tener ella y su bebé.
Fue por eso que Valeria se ofreció a juntar firmas para el personal, en uno de los tantos reclamos públicos que hicieron. Llegó a tener 400. "Todo el mundo te pedía para firmar y te preguntaban hasta qué hora estabas para mandar gente".
Por ahora, los pedidos no han servido de nada. "Los dejaron solos", se queja Juan Carlos Bagalciague. Él también nació en el barrio, 70 años atrás. Y por eso está indignado de que algo que para ellos parece tan importante, siga bajo llave. "Ningún grupo los acompañó. Ni el Partido Nacional, ni el Partido Colorado ni el Frente Amplio", se queja y señala que varios vecinos optaron por no esperar más y buscar otras policlínicas. Aunque para ellos eso signifique caminar más de 20 cuadras o pagar un boleto que, en muchos casos, no pueden costear.
Una de las opciones ha sido la policlínica de Sayago que usualmente atiende a 80.000 pacientes. En Zully Sánchez, atendían a poco más de 13.000. Los vecinos de Peñarol siguen teniendo atención, aunque ya no los llamen por su nombre.