Entran y salen camiones en busca de combustible refinado. Un guardia vigila desde una cabina todos los movimientos. A las 42 hectáreas de la refinería de La Teja, sólo ingresa personal autorizado.
"No se permite el ingreso de teléfonos celulares, deben dejarlos acá. Él los va a acompañar", dice una funcionaria señalando a un guardia privado. El uso del teléfono móvil está prohibido debido a que todo el material que hay en la planta es a prueba de explosión.
Medio minuto más tarde suena un celular.
-Es el mío- responde enseguida el guardia.
-¿Entonces se puede entrar a la planta con celular?
-En realidad no, pero acá todos lo usamos. No se respeta.
Más adelante un cartel repite la misma advertencia, sin embargo en una recorrida por la planta no se dejan de escuchar los ringtones más exóticos.
En esta planta, inuagurada en 1937, para llegar a ver los equipos hay que caminar bastante. Al ingreso largos y anchos caminos separados por canteros dividen la refinería. A medida que se avanza, la vegetación se va perdiendo y se comienza a percibir un fuerte olor a combustible y el ruido se hace constante.
No se puede ingresar a la zona sin cascos. Y eso sí se cumple pero las máquinas al parecer trabajan solas.
-¿Dónde están los trabajadores?
-Allá hay uno.
-¿Y el resto?
-Es que son 200 operarios en turnos de ocho horas y esto es muy grande.
Por eso, encontrar un trabajador en la refinería es casi imposible. Cada vez se consume más combustible pero cada vez son menos las personas que trabajan en la planta. Para mantener funcionando uno de los emblemas del progreso en Uruguay sólo hacen falta 50 personas por turno.
El presidente de Ancap, Daniel Martínez, no duda en reconocer la complicada situación que vive el sector y la emergencia de ingreso de personal calificado que se necesita para mantenerla. En más de 15 años, Ancap no tomó ningún trabajador para la refinería salvo mano de obra tercerizada o a término.
Hoy, la planta de La Teja tiene 200 operarios y otros tantos encargados de su reparación y remodelación. Desde marzo de 2006 se está gestionando el ingreso de 31 operarios y 45 personas encargadas del mantenimiento de los equipos. Se precisa más gente para mantener la planta funcionando que para hacerla producir.
"Existen muchas trabas burocráticas que enlentecen todo. Cada paso que damos debe ser aprobado de oficina en oficina y muchas veces pasa dos veces por la misma", señala el gerente de Recursos Humanos de Ancap, Hubert Arbildi. Recién el 17 de julio se realizó la prueba de conocimiento a los 400 inscriptos y los resultados estarán prontos el 7 de agosto. "Pero antes de marzo de 2008 no entran, porque tienen que hacer un curso en donde se les enseña el trabajo en la planta, que les lleva tres meses. Y aprobarlo", dice Arbildi.
Con 15 años sin ingresos, muchos se jubilaron o se fueron al exterior. Martínez recuerda que al asumir como presidente encontró a un grupo con muchas ganas pero una gran carencia de mano de obra calificada.
Julio López trabaja hace 27 años en Ancap y con sus 49 años es una de los más jóvenes del sector de mantenimiento. "La situación es caótica, pero no es de ahora, aunque cada vez está más complicada. Hay talleres de tornería que tienen 12 máquinas y sólo tres trabajadores y no se da abasto". El año pasado estuvieron a punto de parar algunos equipos debido a la ausencia por enfermedad de parte del personal.
Números rojos
A la refinería no le va nada bien económicamente. Por ejemplo, mes a mes el Instituto Nacional de Estadística calcula cuánto incrementó la economía con respecto al mismo mes del año anterior. La refinería nunca da ganancias y provoca la caída del promedio. En abril, la producción industrial creció 7,95% en comparación si se deja fuera del cálculo a la refinería. Pero si se la incluye, el aumento fue de 0,46%.
Desde el 26 de abril hasta fines de junio se realizó mantenimiento de la planta y esos dos meses la llama de la refinería se apagó. El último paro de maquinaria por remodelación se había realizado en 2003, "pero ya no se podía esperar más. Habitualmente se hace cada dos años, a lo sumo tres. A los cuatro años ya tenés que cambiar todo, llegas al límite del deterioro", enfatiza la presidenta de la Federación de Funcionarios de Ancap, Mónica Castro.
En diciembre de 2006 la refinería tuvo una parada no programada de 36 días por fallas en los equipos. Lo que motivó a no esperar más y realizar el mantenimiento en pleno invierno. Cuando más se precisa la energía que proporciona la planta.
La consultora británica KBC Advanced Technologies recomendó a Ancap esperar cuatro años para realizar el mantenimiento. Martínez reconoce que fue un error. "Estamos en el hemisferio sur, en el norte todo es distinto. Conseguís repuestos en cada esquina, acá no. El paro de actividades estaba programado desde 2004".
La mano de obra no era suficiente para efectuar los arreglos y se debió recurrir, licitación por medio, a empresas privadas.
Para las reparaciones se necesitaron 800 personas, 300 de Ancap y 500 obreros tercerizados.
El último mantenimiento en 2003 tuvo un costo para el ente de 140 millones de dólares. A pesar de los intentos por una aproximación al gasto de este año, las autoridades de Ancap nunca cumplieron la promesa de calcularlo para esta nota.
Sí confirmaron que unas 30 empresas trabajaron en el mantenimiento de la planta.
De acuerdo a las licitaciones colgadas en el sitio web del ente, algunas de ellas son: Marfetan S.A., a la que se le pagó por 80 personas para el departamento de mantenimiento, 210.256 dólares por 45 días de trabajo; Nelson Orlando Hermida S.A. realizó los trabajos eléctricos por 19.464 dólares; consorcio Saccem-Turboflow se encargó del mantenimiento de las cañerías y recibió 1.054.401 dólares, cifra que se duplicó porque Ancap solicitó una nueva adjudicación; Impress Software Solution INC. llevó adelante el sofware de base y la implementación por la suma de 225.889 dólares; Interamericana de Computos S.A., Sonda Uruguay S.A., Urudata S.A. y Tilsor S.A. realizaron la compra de servidores, rack, software, capacitación y consultoría (entre todas sumaron una cifra de unos 89.739 dólares); y Endurar S.A., trabajos de mantenimientos de cañería por 788.461 dólares y se le renovó el contrato por el mismo monto.
Para Luis Bianchinotti, operario de Ancap desde hace 27 años, dijo que había gente que no sabía ni para dónde aprieta una tuerca y "nosotros - los empleados de Ancap - teníamos que estar atrás". López agrega que "los supervisores de Ancap les terminaron enseñando cómo se hacían las cosas".
Veinte años atrás, recuerda López, había mecánicos que corregían un eje grueso de barco a golpes de martillo; otros calentaban una chapa y le daban la forma que querían en un par de horas. "A Ancap la fueron destruyendo quienes pensaban que había que privatizarla. Acá se arruinó el aparato productivo".
Pero los problemas de la refinería no sólo se remiten a la carencia de personal sino que existe preocupación por la poca flexibilidad a la hora de comprar repuestos, lo que complica las cosas. Pero Martínez recalca que no se pueden tener motores de adorno y que llegado el momento no sirvan para nada.
La clausura de la planta en abril trajo crisis de abastecimiento de supergás y de asfalto, la pérdida de 40 mil dólares por día para el ente y el despido del gerente general.
Para abastecer la demanda del mercado, Ancap tuvo que importar combustible desde Argentina. Tres buques descargaron 10.200 metros cúbicos de gas. Los usuarios recibieron garrafas de ocho kilos en lugar de las habituales de 13, y la escasez hizo colapsar el sistema en un junio bastante adverso. Además, la paralización provocó la imposibilidad de entregar a las empresas constructoras la cantidad de asfalto necesario para llevar adelante la construcción de obras viales y varias se enlentecieron.
El presidente Tabaré Vázquez, en una reunión con el ministro de Industria y Energía, Jorge Lepra, decidió la separación de Sergio Lattanzio de su cargo de gerente general. Se lo responsabilizó por la falta de previsión en el suministro de supergás, así como también por las demoras en la remodelación de la refinería. Lattanzio pasará a ocupar un cargo de asesor sin modificaciones a su remuneración.
Los directores del ente consideraron el alejamiento como una aceleración de la reestructura de las cúpulas gerenciales de Ancap. Se explica que la gerencia general concentraba excesivo poder y se buscaba una estructura más participativa.
El paro en la refinería no sólo afectó el abastecimiento de supergás y de asfalto sino que se debió importar naftas y gasoil. En lo que va del año las importaciones de productos derivados del petróleo fue de 500 millones de litros, unos 237 millones de dólares. Además se compró 860 millones de litros de crudo para refinar con un costo de 330 millones de dólares.
Durante los meses que Ancap paró su producción de refinados tuvo un sobrecosto por importación de unos 17 millones de dólares.
Aunque en estos últimos dos meses se incrementó la compra de productos en el exterior, el mercado uruguayo es un gran consumidor de gasoil y la producción local nunca alcanza para satisfacer la demanda interna.
La refinería produce cerca de 800 millones de litros de gasoil por año y 650 millones de litros de naftas. Pero la demanda de gasoil triplica la de las naftas.
A comienzos de la segunda semana de julio, el gerente de Refinería y Terminales, José María Pastorino, explicaba que la planta está funcionando normalmente.
En los últimos 15 años, el papel de Ancap ha sido discutido sobre todo por los altos costos que el consumidor paga por productos derivados del petróleo.
El 7 de diciembre de 2003 la ciudadanía derogó la ley 17.448 que autorizaba a Ancap a asociarse con empresas privadas y que ponía fin al monopolio para la importación de combustibles a partir de 2006.
La ley había sido aprobada por todos los partidos políticos en 2001 y preveía conceder al socio privado el 49% de las acciones y reformar la planta de La Teja. Los analistas, en ese entonces, consideraron que el resultado no sólo demostraba que el uruguayo quería mantener las empresas estatales sino que se lo vio como un golpe para el gobierno del presidente Jorge Batlle quien durante dos años había impulsado un proceso de asociación entre Ancap y capitales privados.
En 1995 diputados nacionalistas presentaron un nuevo proyecto de ley en la Cámara Baja con el objetivo de derogar la importación, exportación y refinación de petróleo crudo y derivados en Uruguay. En junio de 2007, el senador blanco Luis Alberto Heber la expuso en el Senado.
El diputado Pablo Abdala, director de Ancap desde enero de 2001 a octubre de 2003 y uno de los redactores del proyecto, dijo no estar en contra de las empresas públicas pero sí a favor del consumidor y de la más amplia competencia. "Aspiramos a tener empresas estatales fuertes, pero que no sustenten su fortaleza en consumidores cautivos".
Los funcionarios de la petrolera afirman que no es miedo a no poder competir en el mercado sino que "la energía es un bien público que tiene que estar al servicio de la ciudadanía y no en manos de cualquiera como una mercancía". Mónica Castro hizo hincapié en que es una batalla ganada junto al pueblo. En la misma línea, Martínez asegura que la propuesta es "un disparate".
El 10 de agosto de 2005, el presidente de Venezuela, Hugo Chávez, recorrió la refinería de La Teja junto al presidente Vázquez. Ese día anunciaron en conferencia de prensa un acuerdo conjunto entre Ancap y Petróleos de Venezuela (Pdvsa) para trabajar en la extracción de petróleo crudo "que le va a permitir al Uruguay asegurarse el abastecimiento total y necesario de petróleo por los próximos 25 años", explicaba Vázquez.
"Caminando rumbo a la utopía (…) Cada paso que damos hacía la utopía, hacia el horizonte, debe ser para concretar en la realidad los reflejos de los sueños", así definía Chávez la realización de esa alianza.
Pdvsa invertirá 500 millones de dólares en la ampliación de un 20% de la refinería de La Teja que demoraría unos cinco años y en la incorporación de unidades de conversión que permitan a la empresa estatal refinar el crudo pesado que se extraiga de la Faja del Orinoco. La refinería sólo tuvo tres remodelaciones desde su fundación y con ésta Pdvsa pasaría a ser un socio comercial ya que refinaría en La Teja combustibles para las estaciones que tiene en Argentina.
A pesar del resultado económico deficitario que da la refinería, nadie duda que es una pieza fundamental para el país.
"Si hubiese que construir el país hoy como quien construye un puzzle y tuviéremos que escoger las piezas, ahí se podría discutir si convendría tener una que se llame refinería. Pero como ya está construida, aunque decidiéramos pararla, tiene costos. Lo mejor es integrarla. Estamos entre dos colosos (Argentina y Brasil) y quizás las dificultades que se plantean en el Mercosur se podrían reproducir en materia de abastecimiento energético", afirmó el diputado Abdala.
Héctor Parrella, presidente de la Unión de Vendedores de Nafta, recalcó que se correría con una gran desventaja porque estaríamos dependientes de países vecinos y "vamos a tener problemas".
Un gasoil único
Tenemos un problema importante en la calidad del gasoil por el alto contenido de azufre", aseguró Héctor Parrella, presidente de la Unión de Vendedores de Nafta.
Ancap desde la década de 1990 tiene como proyecto instalar una nueva unidad desulfurizadora, que reduciría la cantidad de azufre tanto en el gasoil como en las naftas. Se espera que esté para 2010 y va a contar con una inversión de U$S 100 millones, según información publicada en el libro 75 años de Ancap. Así, se reducirán también las emisiones de gases que dañan el medioambiente.
En Uruguay se está tres veces por encima de los estándares internacionales de cantidad de azufre en los combustibles, lo que lo hace un caso casi único.
"Todos los productos cumplen con un rango internacional, pero nosotros tenemos una brecha con el gasoil que está sobre el límite aceptable", explicó Gerardo Marcelli, gerente de la División de Industrialización de Combustibles y Lubricantes. La realización del proyecto permitirá obtener combustible con un grado de azufre similar al de Europa y América del Norte.