Una rebelión en el Clínicas: venta de servicios a privados pone en jaque a laboratorio y renuncian médicos

La unidad de anatomía patológica es centro de un fuerte conflicto, que incluye hasta una denuncia por maltrato. Residentes y docentes aseguran que el trabajo aumentó por 10; no dan abasto.

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Unidad Académica de Anatomía Patológica del Hospital de Clínicas.
Unidad Académica de Anatomía Patológica del Hospital de Clínicas.
Foto: Leonardo Mainé.

Una larga y muy ordenada cola, rumbo a los ascensores que llevan a cualquiera de los 23 pisos de esta mole de cemento, se forma ni bien uno entra al hall principal. El Hospital de Clínicas es como una pequeña ciudad donde conviven realidades paralelas: sectores modernos que no tienen casi nada que envidiar a clínicas del primer mundo con otros aún relegados al abandono y la decadencia tercermundista.

El laboratorio de la Unidad Académica de Anatomía Patológica está bien al fondo de un pasillo de la planta baja, en el bloque sur del edificio inaugurado en 1953 en las inmediaciones del Parque Batlle. Un sector alejado del bullicio, donde casi no hay pacientes en la vuelta; solo los que trabajan en el lugar llegan hasta este sitio.

Tras atravesar una puerta, Andrea, una funcionaria de la unidad, recibe amable a El País y se dispone a mostrar el laboratorio donde analizan tejidos y muestras de órganos de pacientes, no solo de este hospital, sino también de otras instituciones públicas y privadas. Son estudios relevantes para detectar enfermedades, pero además es una unidad —como otras— donde hay residentes que se forman en la especialidad.

Hospital de Clinicas
Peatones cruzando en los semaforos frente a la entrada del Hospital de Clinicas Dr. Manuel Quintela en Montevideo.
Foto: Ignacio Sánchez.

Este laboratorio, lleno de equipos modernos (y otros no tanto), se ha convertido en el centro de una reciente polémica en el Clínicas y en la Facultad de Medicina: hay un duro conflicto de docentes y residentes con las autoridades del hospital y, sobre todo, con el profesor que está a cargo de la cátedra desde el 19 de abril, Juan Barcia. El anterior renunció a inicios de este año.

La historia que contaremos aquí tiene muchos intereses cruzados, hasta comerciales, incluye supuestos malos tratos y una denuncia policial (ver recuadro más abajo) y renuncias de médicos enojados por un cambio en la gestión que los obliga a trabajar más por el mismo sueldo y, dicen, les impide hacer las tareas en forma correcta. Están obligados a relegar lo académico y no dan abasto, denuncian. El caso llegó al consejo de la Facultad de Medicina. ¿La razón? El trabajo que realizan docentes y residentes —es decir, las muestras que estudian— aumentó tanto entre abril y mayo que, según denuncia una docente renunciante en una carta incluida en un expediente en la Facultad de Medicina, al que accedió El País, en un solo mes ha llegado un volumen que se maneja “habitualmente en todo el año”. Esto se debe a que el hospital intensificó la venta de servicios a privados, fundamentalmente a la Asociación Española, mediante una empresa intermediaria que lleva adelante el negocio, según confirman a El País fuentes médicas. Algo que es absolutamente legal pero que ha generado situaciones de conflicto y estrés, denuncian los médicos. Pero sobre las razones del conflicto y el cruce de cartas que llegaron a la facultad, además de las versiones de las propias autoridades, volveremos más adelante.

El laboratorio por dentro

No menos de 10 personas, la mayoría mujeres, trabajan un miércoles al mediodía en el laboratorio. En la primera sala de la unidad de anatomía patológica hay dos especialistas. Un hombre vestido con una gruesa túnica verde, guantes y una máscara completamente cerrada, similar a esas que se usan para no inhalar gases, fragmenta material de tejidos que “llegó del block”. Luego eso se pasará a un pequeño casete donde se guardan las muestras histológicas, ya sea de biopsias o de diferentes procesos patológicos donde se intenta identificar si hay o no enfermedades.

“Favor, tomar fotografías a piezas tumorales”, se lee en un pizarrón.

Muestras en el laboratorio de la Unidad Académica de Anatomía Patológica del Hospital de Clínicas.
Muestras en el laboratorio de la Unidad Académica de Anatomía Patológica del Hospital de Clínicas.
Foto: Leonardo Mainé.

Lo que se hace aquí es el trabajo de macroscopía, que implica la inspección de una muestra a simple vista. En esta cátedra también deberían hacer trabajo de microscopía y autopsias clínicas de pacientes que se mueren en el hospital. Pero estas tareas han ido quedando relegadas. “Diría que hoy todo lo que hacen es macroscopía, no microscopía”, dice a El País una fuente médica.

Las cajitas con las muestras luego van a otra sala donde está el coloreador automático, un “robot” en el que se montan láminas histológicas, esto es, pequeños tejidos sobre una placa transparente. ¿Qué es ese robot? Se podría traducir así: una maquina donde se mancha de rosado cada muestra. El resultado, esas láminas con manchas rosadas de diferentes formas y tamaños. Cada una con su número.

Para cualquiera serían manchas sin mayor significado. Andrea las diferencia a simple vista. Es que son años en esto:

—Este es un lipoma… sí, es un lipoma —dice y señala una lámina—. Estos son ganglios; este es de colon, este pulmón, esta es una punción prostática.

Laboratorio de la Unidad Académica de Anatomía Patológica del Hospital de Clínicas.
Laboratorio de la Unidad Académica de Anatomía Patológica del Hospital de Clínicas.
Foto: Leonardo Mainé.

Una al lado de la otra, se acumulan decenas de láminas con las manchitas. Y al lado, hojas con el membrete de La Española y solicitudes de informes anatomopatológicos. Una de ellas indica: “Tumor al dorso, ¿lipoma?”.

Más allá hay un túper de plástico de esos de helados, tiene un cartel que dice “pelos”.

—Acá tenemos un micrótomo nuevo —dice Andrea, y señala un aparato que sirve para cortar material. Se trata de uno de los aparatos más usados.

La venta de servicios para afuera, algo habitual en el Clínicas, se ha potenciado en la gestión de Álvaro Villar, quien es director desde febrero de 2021. ¿Cuánto aumentó en este laboratorio? “Aún no lo tenemos medido”, responde una funcionaria. Las estimaciones más bajas, ya veremos, es que aumentó por cuatro; las más altas, diez veces en pocas semanas.

Denuncias de médicos en Anatomía Patológica

El trabajo de un año ahora se hace en un mes. Eso dice la docente Mariana López Pereyra, médica especialista en anatomía patológica que ingresó como estudiante hace más de 20 años y hace poco renunció a la unidad. Su carta, enviada al decanato el 11 de julio, está en el expediente al que accedió El País.

Allí relata que la venta de servicios ya se venía haciendo “en un volumen manejable” pero que entre abril y mayo el aumento de material para diagnosticar se tornó “muy preocupante”. Menciona una reunión con la dirección del hospital donde los docentes no pudieron hablar y dice que falta proyección, comunicación, planes de acción y estrategia.

También que renunció “con pena” pero que quiere estar en un lugar para “aprender y enseñar”, donde la prioridad sea la “correcta formación” de especialistas. Advierte que “nunca el dinero y la tecnología debe primar sobre el capital humano”. Y que “todo trabajo extra debe ser remunerado” en forma adecuada.

El panorama actual, según relata, es de “presión y estrés”, con múltiples reclamos “e incluso denuncias a la dirección del hospital por usuarios así como también por los colegas de otras especialidades por el atraso en la elaboración de informes”. Y menciona destrato “por un docente de alto grado”.

DENUNCIA

"El muerto es tuyo"

El director de la unidad ha sido denunciado por maltrato y el caso se analizará de forma independiente al conflicto de fondo, por vía administrativa y garantías para las partes, dice una fuente de la Facultad de Medicina.
El episodio incluyó la presentación de denuncia policial, relatan fuentes médicas. El director del hospital, Álvaro Villar, confirma a El País que el caso se procesará en una unidad que tiene la facultad para abordar denuncias de acoso, violencia o maltrato.
Mariana Lopez Pereyra, docente que renunció, envió una carta al decanato en la que habla de un “mal relacionamiento” del encargado de la unidad con ella y otros colegas “de forma grave”. Y relata: “El encargado del servicio, lejos de ofrecer soluciones a la problemática (en el laboratorio), hacía referencia a la falta de compromiso y dedicación de mi parte, así como también cuestionando mi capacidad diagnóstica (...) En muchas oportunidades fui testigo de expresiones desafortunadas, groseras e irrespetuosas por adjetivarlas de alguna forma por parte del encargado de nuestra unidad. En lo personal viví contestaciones inapropiadas para cualquier trato interpersonal y por supuesto que inaceptable dentro del ámbito académico, menos aún, por parte de un docente de alto grado”. Y cuenta que recuerda frases como “al que no le guste, que se vaya” o “el muerto es tuyo, es tu problema, resolvelo”.

Pero hay más cartas. Ocho docentes de la unidad académica —Maia Arcari, Cecilia Clement, Mabel Cedeira, Verónica Carbonati, Viviana Escobar, Haydee Aunchayna, Andrea Cristiani y Benedicta Caserta— escribieron al decano Arturo Briva, a Villar y a Barcia, el director de Anatomía Patológica, y manifestaron su “gran preocupación” por la “fragilidad extrema” que enfrenta la cátedra. Esto, dicen, viene desde hace tiempo pero la venta de servicios “multiplica más de 10 veces el volumen habitual de forma abrupta e imprevista”. Dicen que “afecta grave y directamente” y que se tomó esa decisión sin consultarlos.

La situación puede tener consecuencias incluso médico-legales, alertan. Y mencionan que está “en riesgo de incumplimiento” la función docente, la función asistencial (“con demoras inaceptables para un adecuado, oportuno y correcto manejo de patologías, sobre todo oncológicas”) y la investigación.

Laboratorio de la Unidad Académica de Anatomía Patológica
Laboratorio de la Unidad Académica de Anatomía Patológica.
Foto: Leonardo Mainé.

En la misma línea, el 9 de julio seis residentes (que se están formando para ser especialistas en anatomía patológica) enviaron una nota al decanato en la que manifiestan que se está afectando su formación. Esto ante la renuncia de “numerosos docentes en el último período” y el “aumento exponencial de la cantidad de material” a procesar que desencadena “una sobrecarga de volumen de macroscopía, tarea que corresponde en su mayor parte a residentes y posgrados”. Esto obliga a relegar otras partes de la formación como la microscopía (que estudia objetos que, por su pequeñez, están fuera del rango de resolución del ojo), que es “igualmente relevante y necesaria”.

Y explican: “Nos estamos formando, nuestra labor no puede ser mecánica, tenemos la obligación de perfeccionarnos y obviamente debemos tener un manejo responsable del material recibido”.

Una guerra de cartas en el Hospital de Clínicas

Un día antes del comunicado de los residentes, el decano recibió un mensaje escrito del profesor Barcia, según consta en el expediente. En ese documento intenta “llevar tranquilidad a las autoridades de la Facultad de Medicina”. Pero no esconde que el personal sufre “un momento traumático” por el inicio de lo que llama Programa de Venta de Servicios (PVS), que implica a su juicio un “cambio en la cultura de trabajo”.

Las “disconformidades” son entendibles, afirma el profesor, quien espera que se transformen en “entusiasmo”. Y argumenta: “Evidentemente que no todos estarán dispuestos al sacrificio que es necesario, pero creo que el tiempo y la adecuación paulatina a la nueva forma de trabajo terminarán derrotando los obstáculos y disolviendo las actitudes negativas y contrarias a este proyecto de crecimiento”.

Barcia admite la falta de recursos humanos “suficientemente preparados para cubrir cargos altos” en relación a la demanda existente, así como la reducción progresiva de la plantilla por jubilaciones, fallecimientos y renuncias.

El profesor defiende la venta de servicios, “apoyada y gestionada por la dirección del Hospital”, que según sus datos ha permitido “cuadriplicar y diversificar” el número de materiales a estudio del laboratorio. El programa, dice, ha permitido dotar de tecnología actualizada al laboratorio, “permitiendo trazabilidad excelente y un control permanente en todas las etapas”, así como la digitalización de las muestras.

Barcia pide que existan recursos económicos para aumentar la cantidad de patólogos y poder competir así con “la amplia oferta laboral del medio privado”.

El grado 5 no fue autorizado a dar una entrevista para este informe y en su lugar habló Villar, el director de hospital.

CLÍNICAS

Intereses en juego y las medidas que tomaron

El Clínicas trabaja en la reducción de los tiempos de demora en anatomía patológica, y para eso aumentaron el horario del laboratorio (antes funcionaba solo hasta las 14, ahora se extendió hasta las 18 horas), están en un proceso de contratación de más especialistas (hay siete técnicos y se incorporan dos más) y se compró equipamiento nuevo, que se terminó de instalar la semana pasada y costó unos 700.000 dólares, según datos oficiales.

Pero, además, como telón de fondo de este conflicto hay intereses comerciales cruzados, de laboratorios privados que pueden estar perdiendo trabajos, dicen fuentes médicas. E incluso hay médicos que trabajan en el Clínicas y también en el sector privado, que hoy hacen tareas que cobrarían en las empresas. “Si esto no perjudica a sus laboratorios, muchos no dirían nada”, opina un docente de la facultad, aunque también admite que eso no quita que la situación de estrés y sobrecarga laboral sea real.

La intervención en Anatomía Patológica

Villar defiende que se le venda servicios a otras instituciones y dice que agilizar los procesos médicos es el camino obvio a seguir. Así lo explica a El País:

—El hospital tenía un laboratorio para informar 400 biopsias por mes: no se justifica todo el montaje para esa cantidad de análisis. Fijate que un solo patólogo entrenado puede informar unas 200 biopsias por mes. Por eso, hicimos convenios con ASSE y otras instituciones para informar sus muestras. Hay atrasos en todo el sistema de salud y nos han pedido trabajos.

—¿De mutualistas?

—Sí, la única manera de justificar la inversión es ampliando la cantidad de trabajo. Siempre que pasa eso, hay gente que apoya y otra que se resiste. El mayor problema es que el jefe de servicio exigió que los informes se hicieran en los tiempos adecuados. A nivel internacional se acepta que los informes se pueden realizar en una semana.

—¿Y qué tiempos manejaban?

—La situación anterior era inaceptable. Se incorporó un programa informático que mide los tiempos de demora y ha habido demoras de más de un mes, eso no puede tolerarse. Si una próstata tiene que informarse en 10 días, no puede demorar un mes. Hay gente que piensa que en el sector público se puede trabajar con tiempos más relajados que en el privado y no es así. Todo esto disparó la intervención del laboratorio.

Esa intervención implicó la firma de convenios con empresas intermediarias. Fuentes médicas indican que el negocio de la anatomía patológica en Uruguay está centralizado en algunas empresas que se disputan el territorio y gerencian el negocio. Y no hay forma de escaparles.

Laboratorio de la Unidad Académica de Anatomía Patológica
Laboratorio de la Unidad Académica de Anatomía Patológica.
Foto: Leonardo Mainé.

—Son organizaciones que le venden servicios a las mutualistas —dice Villar—. Es la particularidad de la anatomía patológica, funciona así el sistema.

—O sea, hay un intermediario al que ustedes le venden, que a su vez le vende el servicio a la mutualista.

—Sí, esos intermediarios contratan servicios del hospital.

¿Y cómo ve la situación la Facultad de Medicina? El decano Briva dice a El País que la búsqueda de oportunidades de conseguir financiación extrapresupuestal, en un marco “ajustadísimo”, es “más que bienvenida”. Por eso apoya la gestión de Villar y Barcia.

—Ahora, nosotros recibimos los reclamos más que genuinos de residentes y docentes, que se sienten abrumados por la cantidad de trabajo recibido —dice el decano, quien la semana pasada se reunió con la dirección del hospital y con un grupo de docentes para “encontrar un equilibrio” y soluciones—. Estamos revisando qué refuerzos son necesarios para poder hacer la asistencia, que la universidad reciba dinero y que además sea positivo para los médicos, más allá de a quién se le hace la venta de servicios o si hay docentes que tienen actividad pública y privada.

—¿Eso no incide?

—Eso está en toda la universidad. No debería preocuparnos. Sí la alerta debe ser que la venta de servicios no deteriore nuestras obligaciones académicas. Porque (los estudiantes) no pueden estar solo para procesar muestras. (Producción: Agustín Magallanes)

Las denuncias de acoso en la Facultad de Medicina

Hay una unidad de la Facultad de Medicina que recibe denuncias de acoso, violencia o maltrato de manera anónima. “Se desencadena todo un proceso de análisis, entrevistas y valoración del caso. Después de analizar las denuncias, algunas se confirman, otras se descartan. Cuando se convalidan, recién ahí el decanato se entera”, dice el decano Arturo Briva. “No es bueno que se vayan ventilando ni por el denunciado ni por el denunciante, cuando el proceso está en marcha. Pero nosotros damos todas las opciones para que las denuncias lleguen y se puedan analizar”, indica.

Respecto al caso en Anatomía Patológica, hasta ahora el decano no ha recibido análisis del equipo técnico.

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