Por: Mariel Varela
Se juntaban en el bar Fernandito, tiraban pasos y ritmos de samba como cosa de gurises hasta que un trompetista los mandó a hablar con el Cheche Frost. Tenían ganas de competir con el resto de las escolas do samba que andaban en la vuelta y armaron la propia. Así surgió Bafo da Onca.
Cinco décadas después de ese nacimiento pueden decir que son la única escola do samba que sobrevivió, aunque hace más de veinte años que se hacen llamar orquesta espectáculo.
La razón del cambio de categoría es estrictamente comercial: la orquesta la integran 17 personas (más utilero y sonidista) que trabajan en fiestas, eventos, despedidas, cumpleaños; una escola con 40 personas no podría haberlo hecho. Así lo explica Jorge Pintos, director de Bafo da Onca desde hace 14 años y único miembro fundador que queda de aquel `62.
Diez puntos. Arrancaron con el pie derecho. Debutaron en el Carnaval `63 y arrasaron con los primeros premios: dos desfiles por 18 de Julio (en aquel entonces se hacía los primeros sábados de Carnaval), desfile de Favelas, el concurso en el Teatro de Verano e incluso levantaron la copa en un certamen de escolas que realizó el diario El País.
Esa fue la primera y última vez que compitieron en el Teatro de Verano. Al año siguiente eligieron irse una semana a Salto a tocar todos los días para cinco mil personas en el Club Universitario. "Eran cuadras de cola, impresionante. Aparte estaba el furor de las escolas do samba", recuerda Pintos. Salir en Carnaval era matador, implicaba tres o cuatro meses de ensayo, prepararse y los bailes rendían más a nivel monetario. Entonces volvieron a priorizar la economía. Y no fueron los únicos. El Bafo y demás escolas iban al norte y cruzaban a Concordia. Los bailes en el interior y fuera del país fueron alejando al género del Carnaval hasta que por el `70 sacaron la categoría.
El `63 les salió redondo. Buenos ritmistas, tremendas bailarinas, un gran espectáculo y todos los galardones abajo del brazo llevaron al Bafo a cruzar la frontera. Viajaron a Argentina con permiso de menor. Estuvieron 60 días haciendo mover el esqueleto en clubes y hacían hasta cinco bailes cada viernes y sábado. Los domingos les tocaba ir a Escala musical y compartían escenario con Sandro. "En aquella época todavía no era Sandro pero era un showman, se tiraba al piso y el Bafo estaba arriba de él en los afiches", atestigua Pintos. Incluso en un festival cordobés les tocó compartir el hotel con Manzanero y Dyango. Hoy lo cuenta y lo revive como una hazaña pero en ese momento ninguno tenía consciencia de la experiencia que les tocaba vivir porque eran "botijas, niños como quien dice".
Identidad. El nombre Bafo da Onca se le ocurrió a un tal Machado en uno de esos primeros ensayos en el club Huracán Buceo. A los otros cuarenta les gustó y quedó. Significa tufo (aliento) de tigre y este animal es el símbolo del conjunto.
La música brasilera es otra de sus señas: "Siempre nos tiró el ritmo y lo sentimos todos. A mí siempre me tiró más la música brasilera que el candombe o la música tropical", indica Pintos. A tal punto que se les han acercado a hablarles en portugués pensando que son cariocas. Incluso cuando tocaron en Chile (1967) salieron del teatro y nadie les creía sobre su nacionalidad. "Nos decían que estábamos renegando de la tierra brasilera por decir que éramos uruguayos".
El eslogan del Bafo debería ser "te levantamos la fiesta" porque es su caballito de batalla. Llegan al evento que sea (del barrio más humilde a la fiesta más pomposa) y la pista estalla al ritmo de los enganchados de E o Tchan, Morango o el último hit de Michel Teló (Ai se eu ti pego). El objetivo es que se diviertan y bailen. Y lo cumplen siempre. Nadie se queda sentado cuando entra el Bafo a una fiesta.
Ninguna fórmula explica por qué duraron 50 años pero ellos consideran que la permanencia, el estar siempre y no haber parado han sido clave. Nunca se perdieron un desfile de Carnaval. No discriminan por nivel socio económico: van a los escenarios de los barrios más humildes como también a fiestas de caballos árabes, festejos de Nacional y Peñarol y hasta tocaron con Niní Marshall. "Hemos trabajado en todos lados, con los más ricos y los más pobres. No es un grupo que va a ciertas fiestas". La edad tampoco los limita: los llaman para cumpleaños de 15 a 90 años. "No es una cosa que le guste a unos y a otros no. Le gusta a todos".
Mulato/A. La popular frase "Todo el año es Carnaval" es literal en el Bafo. En 2011 realizaron más de 180 presentaciones y hacen hasta doce fiestas por fin de semana. La mayoría trabaja y tiene actividades paralelas porque no se puede vivir de la música. Por ello resulta difícil mantener el ritmo pero sarna con gusto no pica.
Cuando Jorge Pintos asumió la dirección tomó una sabia decisión: incorporó a los mulatos. "Ahora el grupo levantó mucho más porque hay para las mujeres; antes se enojaban y se ponían de trompa", cuenta. Mauro Corominas es uno de los cuatro mulatos y cumplió su deseo de entrar al Bafo hace un año. "Las mujeres se ponen medio fogosas. Se destapan. Al principio las tenés que arrastrar para que salgan a bailar pero después son peores que nosotros", atestigua el muchacho.
Pintos hizo una jugada estratégica al incluir a los mulatos: "Hoy me llama la novia para contratar al Bafo; antes no te llamaba nunca. Son más las mujeres que llaman para contratar que los hombres y eso se debe a que están los mulatos".
Las mujeres llaman pero cuando ven entrar a las mulatas se ponen celosas: "Ellas me dicen que las mujeres no dejan salir a bailar a los hombres", señala el fundador. Fiorella Saravia lleva cuatro meses como mulata y ya le tocó pasar por esa experiencia: "Entrás a fiestas y ves que están todas las mujeres agarrando a los novios", se ríe.
Los hombres nos quieren lío con sus parejas pero a veces se toman una copita de más, se zafan y hasta hay que frenarlos. En los boliches es más fácil porque están los patovicas, pero en las fiestas se tienen que defender solas si alguno se propasa. Fernanda Soarez lleva nueve años en el grupo y asegura que "los de 15 son los peores". "Las gurisas son tremendas", agrega Mauro. Pero hay que bancársela porque hoy el fuerte son los cumpleaños de 15. Antes les decían, `ustedes son para gente de 25 en adelante`. Pero con la entrada de los mulatos cambió mucho. "Las botijas se enganchan con ellos". Llevan un gorro de plumas para la quinceañera y la hacen entrar bailando.
En los `60 no se usaba el conchero y había poco destape. "Antes ibas a una fiesta y te llamaban para pedirte si las podías llevar más tapaditas. Hoy nadie me dice que las tape", se ríe Pintos. Y asegura que mulatos y mulatas son la base de la fiesta porque mueven y sacan a bailar a la gente.
Fuera de concurso. Pueden desfilar en el Carnaval porque pertenecen a Daecpu pero como están fuera de concurso los marginan: "No nos llevan a los escenarios comerciales; vamos a los comunales o a los ronda momo. Si fuéramos sabemos que matamos, llevamos gente pero no sé cuál es la causa, se queja el director.
Cuando les toca ir al Teatro de Verano como invitados porque falta un grupo lo viven como un escenario popular más y ofrecen el mismo show. "Nosotros vamos y hacemos lo mismo que en todos lados".
Eso sí, para el desfile se aprontan como si fueran a concursar. Este año llenaron el ómnibus que les presta Cutcsa con globos por los 50 años. "Se estrena ropa, alquilamos un audio de rock para sonar más que los demás y nos matamos tocando", declara el director.
-¿El desfile es una forma de promocionarse?
-Es promoción sí. Sirve porque está la TV y esa gente que no te ve en las fiestas, te ve en Carnaval porque es otro público. Ahí estás con el pueblo, como quien dice.