Redacción El País.
Noche de las luces. La marca se instaló en el imaginario de los uruguayos luego de su primera edición en 1995 y rápidamente se convertiría en un clásico de cada despedida de año. La iniciativa partió de Canal 10 en asociación con una marca de refrescos y como forma de celebrar con el público: no había intenciones de hacer un programa de TV ni mayor acción publicitaria que la de festejar con vistosos fuegos artificiales.
“Era un regalo para la población”, recuerda uno de sus productores Silvio Rienzi, quien recientemente se jubiló de la actividad en producción de Saeta.
Luego de 14 ediciones, con récord absoluto de convocatoria (se estimó hasta un millón de concurrentes), la Noche de las luces tuvo su última edición el 13 de diciembre de 2008. Para entonces había resistencia de algunos vecinos, denuncias de problemas de inseguridad y al menos uno de los organizadores no estaba tan convencido de repetir la experiencia por razones comerciales. Al año siguiente de la última experiencia, Canal 10 emitió un comunicado para oficializar una suspensión debido a cuestiones de agenda: 2009 fue el año electoral en el que triunfó José Mujica. Pero la pausa sería definitiva: ya no volverían los fuegos artificiales en la rambla.
¿Qué pasó? A 15 años de la última gran fiesta masiva, algunos de los protagonistas dan respuesta. Nunca más otro evento resultaría tan convocante, tan diverso, con espectadores a balcón abierto en los edificios con frente a la rambla y con personas llegando de todos los barrios de Montevideo y del Interior, gracias a líneas de transporte reforzadas y especiales para la ocasión
Para Silvio Rienzi, el final estuvo marcado por razones comerciales, casi exclusivamente. La firma de refrescos en cuestión había procesado en aquel tiempo un cambio a nivel gerencial, que pasó a dominio regional y ya no le interesaba la inversión publicitaria/institucional en La noche de las luces en una rambla de América del Sur.
El productor histórico de Canal 10, Ricardo Artola, fue el primer productor de la fiesta y se mantuvo en ese rol hasta 2006. A su juicio, la descomposición social y de seguridad fueron también claves en el desenlace final.
“Año a año se iba poniendo más complicado”, recuerda el exproductor de Saeta.
La noche de las luces era precedida por el llamado “Desfile de la alegría”, con la participación de los personajes de Disney. “Me acuerdo que uno de los últimos años que yo estuve desfiló La Sirenita y atrás de la carroza venían tres o cuatro borrachos que le gritaban cualquier ordinariez. Ahí me di cuenta de que no daba para mucho más”, recuerda Artola, quien desde 2015 se retiró de la actividad y actualmente está radicado en México.
La celebración se había pensado para el disfrute de la familia pero la concurrencia fue creciendo tanto que asistían también oportunistas del delito o personas que acudían en otra sintonía y otros intereses. El alcohol también hacía lo suyo. Hasta 200 policías custodiaban la celebración y nunca hubo que lamentar incidentes graves, ni peleas o heridos.
En el barrio había resistencia. En 2006 se creó un grupo de vecinos autodefinidos “Movimiento pro eliminación de "La noche de las luces”, que contó con más de 700 integrantes. Alegaban aumento de “robos, corridas, botellas rotas, mugre, violencia y asaltos a comercios” durante el desarrollo de la celebración.
El vocero del grupo, Gonzalo Arias, declaró en su momento: “Hace unos años fue una fiesta popular agradable. Pero hoy ha pasado a ser un suplicio para vecinos y comerciantes de la zona y un verdadero castigo para los que viven en las inmediaciones. Robos, pungas, malos momentos, corridas, botellas rotas, mugre, violencia, asaltos a comercios son, por lo general, ocultos por los medios de prensa o minimizados por ser un evento de un canal de televisión”.
Rienzi descarta un incremento de hechos delictivos asociados a la fiesta, que era custodiada por presencia extra de policías en la modalidad 222. “Había un robo ese día en la otra punta de Montevideo, en Manga, y se culpaba a La noche de las luces”, asegura el productor.
“Los que vivían en la rambla no se quejaban. Al contrario, recibían invitados ese día y desde los balcones miraban en primera fila el desfile y los fuegos artificiales. Pero en las calles aledañas sí había molestia porque se congestionaban, la gente se ubicaba en los jardines, había roturas y generación de basura”, recuerda, por su parte, Artola.
De autos clásicos a personajes de Disney
La primera Noche de las luces surgió como iniciativa de Canal 10 y la marca de refrescos: tenían el nombre y la idea de lanzar sofisticados fuegos artificiales. Convocaron a Artola para la fiesta, quien argumentó que a los fuegos artificiales había que darle algo de contenido previo.
Así surgió el primer desfile, que no fue de Disney, sino de autos clásicos y del piloto Gonzalo “Gonchi” Rodríguez en el auto Fórmula 3000 con el que estaba haciendo historia en Europa.
“Fue todo a ensayo y error”, recuerda el productor. El desfile se hizo desde Trouville a Kibón, donde se lanzaron los fuegos artificiales. Entre 80.000 y 100.000 personas asistieron a aquella primera edición en 1995.
“La salida fue muy caótica porque la gente se quedó en Kibón y no se había previsto de muchas líneas de transporte. Hubo gente que estuvo hasta dos o tres horas para irse”, recuerda Artola. Para los años siguientes, el desfile se hizo en el sentido contrario y los fuegos artificiales se lanzaban en Trouville, coloreando la clásica vista de Pocitos.
Además, se coordinó mucho más al detalle con Intendencia, Policía y empresas de transporte.
Con las intenciones de afianzar el carácter familiar de la celebración, para el segundo año los organizadores contrataron a los personajes de Disney. Así, del Desfile de la alegría participaban Mickey, Minnie, Pato Donald y Tribilín, entre otros. Eran los personajes oficiales y viajaban especialmente de Buenos Aires, donde estaba la sede regional de Disney.
“Disney era muy celosa con el protocolo. No se podía saber quién era el actor que interpretaba al personaje. Una vez caracterizados, no hablaban. Además, requerían de camerinos y medidas de seguridad para que pudieran ponerse el traje”, asegura el productor. Como los actores no podían actuar más de 20 minutos por sofocamiento dentro del traje, en el carruaje se había acondicionado un camarín para que en privado pudieran refrescarse durante el trayecto y volver a salir.
“Ellos estaban acostumbrados a actuar para eventos comerciales, en shoppings o tiendas. Cuando venían acá, no podían creer estar ante decenas de miles de personas. Estaban tan entusiasmados que muy pocas veces entraban al camarín”, dice el productor.
Una de las anécdotas refiere a una edición en la que llegaron los personajes pero en el equipaje no estaba el disfraz de Mickey Mouse. La compañía área, por error, lo había despachado con rumbo a San Pablo.
Faltaban pocas horas para el desfile y sin Mickey no habría fiesta. Artola rememora que desde Canal 10 llegaron a contratar un vuelo privado con destino a San Pablo con la finalidad de traer el atuendo a tiempo. Finalmente, la aerolínea subsanó el error y el equipaje llegó en la hora.
El “Desfile de la alegría” era acompañado por malabaristas, bailarines y otros artistas que seguían el carruaje con los personajes de Disney. Todo el recorrido insumía más de una hora. Comenzaba a las 20:00 y pasadas las 21:00, cuando ya era noche en el verano montevideano, se lanzaban los fuegos artificiales, que también eran importados especialmente para la ocasión por su poder de luminosidad.
Rienzi recuerda que venía un tirador desde Europa y Artola se acuerda que una semana antes se hacía la demostración y prueba de los fuegos en una chacra en Pando.
Desde la logística, el evento se hacía cada vez más complejo. “La producción era muy compleja porque había que hablar con la Intendencia, con la policía, bomberos, las empresas de transporte, con los comercios”, recuerda Silvio Rienzi.
La Noche de las luces y su “Desfile de la alegría” fueron cambiando también por razones de presupuesto. En los últimos años no participaron los personajes de Disney. La última edición, del 13 de diciembre de 2008, contó con un desfile de personajes de los Reyes magos y un show de Loco de vos, entonces liderado por Coco Echagûe y Paola Bianco.
La noche de las luces no se transmitía en vivo. Terminaba en un clip que se emitía en la tanda de Canal 10. Era una fiesta presencial. “Una lástima que no haya vuelto. Era una fiesta verdaderamente popular”, asegura Rienzi.
¿Podrá volver un evento así? Cada vez que se organizan eventos masivos, gratuitos, se pone a prueba la cohesión social y también la capacidad de riesgo de los organizadores.