ENTREVISTA
La reconocida cocinera y comunicadora habla de su programa "Los secretos de Ana Durán", repasa su carrera y habla de sus planes de retiro
Hace prácticamente tres décadas que Ana Durán entró a la pantalla de los uruguayos y nunca se fue. Hoy es toda una referente de la cocina y la economía doméstica en nuestro país, así lo demuestran la infinidad de mensajes que recibe a diario, entre saludos, agradecimientos y pedidos de ayuda. Sus consejos, sus tips y sus recetas, siempre con un toque de la cocina de la abuela han tenido un segmento en distintos magazines. Hoy comparte el día entre La mañana en casa, su local Clementina, y un nuevo programa Los secretos de Ana Durán que llegó hace pocas semanas a la pantalla de Canal 10 que lo emite los sábados a las 13.00. En esta entrevista con Sábado Show, Durán habla sobre este nuevo desafío, cuenta cuál es su secreto para mantenerse vigente y vital, y habla de sus planes de retiro.
—¿Cómo surge tener este programa propio, Los secretos de Ana Durán?
—Fue como una sorpresa porque no me lo esperaba. Estaba muy bien ubicada en La mañana en casa, donde me siento muy cómoda pero me dieron la oportunidad de tener media hora de cocina con piques, algunos consejos que siempre suman. Además aquí tengo la posibilidad de tener un invitado distinto, y son tantas las personas que quiero tener cerca porque me han ayudado o han sido cariñosas conmigo, que el programa es una forma de invitarlos a casa, esa es la sensación que tengo. Es charlar un poco para saber de su día a día porque lo mío es una cosa sencillo, es el día a día de cualquier ama o amo de casa en la cocina, en solucionar temas que siempre aparecen en las casas. Esa posibilidad me la está dando el canal y estoy muy agradecida porque a la una de la tarde, generalmente la gente está almorzando o haciendo la sobremesa y es una oportunidad de contactarme con ellos.
—¿Qué te ha dicho la gente?
—Lo han recibido muy bien al programa. Yo de eso no sé nada, pero mis productoras sí, y me dijeron que estamos bien de rating, ojalá siga así.
—Y también mantenés tu segmento dentro del magazine La mañana en casa.
—Sí, sigo de lunes a viernes. Es mi programa, es donde estoy feliz y ahí doy mis consejos, la gente manda consultas y de esa forma voy contestando. Ahora las manchas de alcohol sobre madera se convirtieron en un clásico que antes, la verdad, alcohol sobre madera, acetona sobre madera te podía llegar una consulta, pero era una en un montón, ahora son un montón de ese tipo de consultas. Y por ejemplo, las manchas de limón significa que la gente está consumiendo vitamina C, y así se repiten las consultas. Entonces cuando contesto, le estoy contestando a un montón de gente que sufre lo mismo. El tema de las manchas, con los años uno lo va estudiando y es por temporadas. El verano tiene sus manchas, el invierno las suyas, la ropa es diferente de una temporada a otra, y sus formas de tratarla. Entonces siempre tengo debajo de la manga la posibilidad de responder y ayudar a la gente.
—Pero en Los secretos de Ana Durán tenés media hora.
—Cuando me dijeron que era un programa de media hora, me asusté. Porque en La mañana en casa estoy tres o cuatro minutos y parece una enormidad, a mí se me pasan volando, pero si ves la dinámica de un programa en vivo y cómo corren los minutos, con esto me julepée toda. Me preguntaba si iba a poder, y teniendo alguien al lado, alguien que tu querés, para mí es un placer. Estoy muy contenta y agradecida al canal. Es como cuando estás mayor y te hacen un mimo importante, lo siento como un premio. Y siempre rodeada de gente joven, y si llego a tener algún invitado de más edad, voy a estar feliz por tener a alguien de mi generación. No me voy a hacer la pendex, de ninguna manera. Pero estar rodeada de gente joven es tan lindo, tan positiva la energía, tan alegre que la dinámica es diferente. Yo fui muchos años a Utilisima que tenían su forma de trabajar y aprendí mucho de ellos, pero ahora seguir aprendiendo, es una bendición. Que pueda seguir aprendiendo y siga teniendo ganas de hacerlo, es genial.
—¿Sos muy crítica al verte?
—El primer programa vi algo que me pareció que se podía mejorar, eso para una mujer de mi edad es maravilloso. No es conformarse que salga como salga, siempre puedo hacerlo mejor, hacer que esta media hora rinda más. Y siempre buscándole la vuelta, y si hacemos una salsa ya vamos a la mancha de salsa, y lo mismo con las cosas dulces. Todo eso hace que tenga una dinámica que a mí se me pasa volando y quisiera a veces sujetar el tiempo para que no se termine. Y además de hacer dos preparaciones saladas y una dulce, tengo la posibilidad de cumplir con muchos auspiciantes a los que les estoy agradecida. ¿Qué más puedo pedir?
—También es un reconocimiento a todos tus años haciendo televisión. ¿Te acordás hace cuánto que estás en la pantalla?
—El otro día estaba calculando que mis nietas mellizas cumplieron 29 años y ya estaba en la televisión, así que alrededor de los 30 años. Son muchos años pero he ido aprendiendo tanto en el camino, conociendo tanta gente que me ha aportado mucho, y pensar que lo que hago es algo tan sencillo como la economía doméstica, que es el día a día de todo el mundo. Podrá venir alguien a decirme que nunca agarró una plancha y está bien, pero seguramente una escoba o un trapo para trapear sí, o una mancha en la ropa. Y todo lo que he aprendido me gusta volcárselo a la gente para que cuando no esté, digan ¿te acordás aquella vieja de la tele, cómo hacía para sacar una mancha? Bueno, ni dudar que con bicarbonato y vinagre seguro (risas). Esa es la idea, dejar un recuerdo en la gente. Por ahora siento que no soy descartable y está bueno a mi edad pensar así.
—¿Siempre tuviste esta vitalidad envidiable?
—Sí, pero yo me alimento esa vitalidad. Yo me alimento las ganas y de mañana si me levanto medio bajoneada me digo que así no funciona, me doy una ducha calentita, me visto, arreglo y empiezo a buscar cosas que tengo para hacer. Yo no me permito estar bajoneada y creo que no deja de ser una buena cosa a mi edad. El no bajar los brazos, o decir: hoy no me visto, me quedo de pijama y de pantunflas. Una vez me parece maravilloso, pero cuando agarrás la costumbre de no vestirte o arreglarte, ya no me gusta. O sea, no me lo permito y mientras Dios me de fuerzas y la cabeza me funciona, no me lo voy a permitir. Ese no permitirme esas cosas me ha ayudado en la vida a enfrentar momentos muy difíciles y seguir adelante. Yo se lo recomiendo a todo el mundo, porque todos tenemos penas grandes, todos sufrimos en algún momento temas de angustia por lo que sea, pero tener ganas de seguir adelante y no permitirnos bajar los brazos y decir: hasta aquí llegué, no lo podemos permitir.
—¿Siempre fuiste tan positiva?
—Sí, y creo que siempre hay una posibilidad de seguir, siempre hay una ventana pequeña para aprovechar y seguir adelante. Mientras se pueda y Dios me lo permita, no lo dudo. Porque he visto casos muy cerca mío con personas con una cabeza fantástica que de golpe les vino la jubilación o el hecho de dejar de trabajar y lo tomaron como algo bueno en su momento, pero después se fueron hundiendo porque no es fácil si no tenés un plan hecho, verte que no tenés muchas cosas para hacer. Entonces, buscar cosas para hacer te pone en ruta. Esa es la sensación que tengo, y el desvincularte de todo no me parece bueno.
—¿Y vos pensás en el retiro?
—Sí claro, cuando me lleven con las patas por delante, seguro. Ahí me voy a retirar sí o sí, no voy a poder estar peleando y diciendo yo sigo. Será hasta que Dios quiera.
—Entonces la clave está en siempre estar haciendo algo.
—Siempre haciendo algo por los demás, que es lo que realmente te gratifica. Cuando te encerrás en tu caparazón y decis: voy a hacer esto para mí, llega un momento que el para mí ya está. Pero el poderte dar a los demás, saber que estás dándole una mano a alguien, sentirte útil, es maravilloso. ¿Cuánta gente de ochenta o más lleva a los nenes a la escuela, se quedan con ellos tres o cuatro horas para que sus hijos se queden tranquilos?, y siempre esa gente tiene una actitud frente a la vida muy diferente al que se sentó a darle de comer pan a las palomas en la plaza. Me parece que lo más importante es saber que sos útil, saber que ese nieto o hijo te está necesitando, es pensar: qué suerte, estoy dando algo mío, eso no tiene precio.