ENTREVISTA
La comunicadora habla de su ausencia de la televisión, los cambios por la maternidad, su salida de "Santo y seña" y su regreso a la televisión
Desde 2018 que su cara no aparecía en la televisión uruguaya, aunque nunca se desvinculó de los medios locales. Este lunes Analía Matyszczyk llega a TV Ciudad junto a Ricardo “el profe” Piñeyrúa y Diego González en La letra chica, programa que se emitirá de lunes a viernes a las 21.00. Sobre el utilizar su nombre completo, su trabajo al frente de Verificado donde fue coordinadora de la coalición de medios y editora de contenidos, su tiempo ausente de la televisión, la maternidad, y también su salida de Santo y seña habló Ana, ahora Analía Matyszczyk con Sábado Show.
—¿A qué se debe el cambio en tu nombre?
—Analía es mi nombre. Antes de empezar en Santo y Seña había vivido tres años en España donde el nombre Analía es muy atípico y siempre la pifiaban. Me decían Amelia o Ana Lía, siempre me lo cambiaban hasta que decidí cambiarlo por Ana. Cuando volví a Uruguay ya estaba con Ana en mis redes y fue Ignacio Álvarez el que me dijo: dejalo así. Después me presenté a otros trabajos y volví a mi identidad real que es Analía. Creo que también es como darle un giro a esta nueva etapa en televisión, hasta con una nueva firma.
—La letra chica se llama el programa de TV Ciudad donde trabajás junto al “Profe” Piñeyrúa y Diego González.
—Es un gran equipo de producción y estoy contenta. Estamos en una etapa incipiente, haciendo las primeras pruebas porque cada piecita tiene que calzar en el engranaje para que todo ande. Y nos estamos divirtiendo mucho haciendo el programa, solo falta arrancar. Estoy contenta de trabajar con Diego González, un tipo que admiro y sigo desde hace muchos años. Ni que hablar del Profe Piñeyrúa que es todo un emblema de la televisión y radio del Uruguay. Voy a estar rodeada de dos grandes referencias de la televisión uruguaya y con un equipo de producción notable, así que estoy muy ilusionada por empezar. Hay una visión bastante amplia, cada uno viene con una historia bien distinta en televisión y al conjugar cada uno el resultado es muy plural, ecléctico y eso es parte de lo que ofrece este programa.
—Es tu regreso a la televisión.
—Renuncié a Santo y Seña a fines de marzo de 2018, antes que vuelva al aire. Desde ese entonces estuve alejada de la tele.
—Igual has estado vinculada a los medios con Verificado.
—Cuando me fui de Santo y seña trabajé en El Observador, hice radio en El Espectador y después estuve como coordinadora del proyecto Verificado que fue alucinante. Una vez que terminó Verificado hice como un giro, empecé a trabajar para Unesco en la oficina que tienen en Montevideo y en eso cayó la propuesta para sumarme a TV Ciudad.
—¿En qué quedó el proyecto Verificado?
—El proyecto de Verificado siempre se supo que era con un principio y final de antemano. Era un proyecto que contemplaba la carrera electoral por las elecciones de octubre y eventualmente el ballotage de noviembre. Teníamos un universo de chequeo limitado, los contenidos que se hacían virales en las redes, Whatsapp y que estuvieran vinculados a la campaña. También dentro del discurso político chequeábamos las instancias de los debates presidenciales televisivos. Eso era lo que cubríamos. Nuestro universo de chequeo eran los temas vinculados a la campaña electoral y aquellas instancias de discurso público que estaban marcados en la televisión. Una vez que terminó el proyecto la iniciativa quedó suspendida esperemos que hasta las nuevas elecciones o cuando se convoquen fondos económicos para financiar el proyecto y también a alianzas entre los distintos medios de comunicación.
—Este nuevo proyecto, La letra chica se estrena el lunes. ¿Podés adelantar algo?
—Va a ir en vivo de lunes a viernes a las 21.00 con una propuesta que de lunes a jueves es un perfil de actualidad y análisis riguroso, y los viernes con una propuesta más descontracturada. De hecho voy a estar conduciendo con Diego González sin el profe Piñeyrúa.
—Para hacer relajo hay que sacar al profesor.
—El “profe” es como el símbolo del orden en el equipo por eso va a estar de lunes a jueves. Para los viernes es algo más descontracturado donde los invitados salen del prototipo convencional de analista o especialista en algún tema y va más hacia un músico, actor o un jugador de fútbol a quienes los traemos para hablar, posicionarnos ante la realidad y reflexionar juntos pero escapa de ese rol del comentarista calificado o experto en un tema. Es una propuesta interesante porque para llegar a tener un programa de análisis tenés que esperar al fin de semana. Para llegar a desmenuzar la realidad tenés que esperar a los programas del fin de semana donde en dos horas tratan cinco temas, lo que es complicado. Acá hay una apuesta muy ambiciosa de trabajar diariamente con el análisis de la realidad, por eso estamos muy entusiasmados.
—En estos dos años que estuviste alejada de los medios fuiste madre y también te separaste.
—Sí, fue bastante movido. Fui mamá y me separé en el embarazo, así que fue bastante difícil. Fue como una combinación de sentimientos fuertes porque la felicidad de tener un hijo, que es lo más grande que me pasó en la vida, y también la dificultad de asumir un duelo por una relación que se terminaba. Así que fue complicado, pero más allá de la dificultad, el desenlace fue maravilloso. Tengo a mi hijo Simón que es lo más grande que tengo en la vida y ya tiene un año y medio, pasó el tiempo y es una luz. Ya camina y juega al fútbol, gran fanático de Nacional desde la cuna y mueve la pelota como nadie de su generación en su categoría.
—Estuviste un año en el staff de Santo y Seña.
—La reunión que tuve con Ignacio Álvarez donde me confirmaba que estaba en el equipo fue en diciembre de 2016 y empezamos a trabajar en febrero. Fue una temporada intensa.
—¿Qué se aprende haciendo un programa así?
—Se aprende mucho haciendo Santo y seña y se aprende mucho haciendo periodismo en televisión. Particularmente la experiencia que transité fue una experiencia muy amplia profesional porque la exigencia es muy alta. Aunque sea un programa de una hora la producción de esos informes, la realización de esos encares, fue mucho trabajo detrás. Y son 16 horas por día sin fines de semana, no desconectas nunca, es un nivel de intensidad muy elevado. Y en ese contexto, indudablemente aprendes mucho, cosa que en otro contexto no sé si adquirís tanto conocimiento.
—Y en poco tiempo te tenés que adaptar a una dinámica que todos conocen.
—Sí, porque hacer televisión es distinto a hacer radio o prensa escrita. Todo pasa muy rápido, entonces tenés que ir asimilando conceptos a nivel técnico que te ayudan a transformarte en una mejor profesional en la medida que los sepas capitalizar. Y también hubo muchos aprendizajes a nivel personal.
—¿Cómo cuáles?
—Aprendizaje de cómo uno se tiene que sentir cómoda trabajando con los resultados que consigue y con el equipo que integra. A nivel personal y profesional fue muy grande.
—¿Por qué te fuiste?
—No me siento cómoda revolviendo las aguas de lo que pasó aquel comienzo de 2018. Creo que tenía ciertos objetivos profesionales y personales que veía que eran difícil cumplir trabajando con Ignacio Álvarez. Por lo pronto con aquel Ignacio Álvarez, porque lo escuché decir que está en una transformación zen personal hacia otro tipo de persona. Sentí que se rompieron ciertos códigos y en ese momento creí que debía de ser coherente con lo que me pasaba y dar un paso al costado.
—¿Cómo es la relación con Ignacio Álvarez?
—No hemos vuelto a hablar, tampoco nos hemos vuelto a cruzar pero es un tipo muy exitoso y exigente en lo que hace. Tiene un millón de atributos, pasa que no todos esos atributos eran compatibles conmigo. No le guardo ningún rencor y me parece bárbaro que esté triunfando y que siga así. Además tengo grandes amigos en Santo y seña y disfrutaré mucho trabajar con ellos. El medio es muy chico y seguro que me los volveré a cruzar en otro momento.